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El gran Gatsby

Drama. Romance Nueva York, años 20. En la alta sociedad norteamericana, llama la atención la presencia de Jay Gatsby, un hombre misterioso e inmensamente rico, al que todos consideran un advenedizo, lo que no impide que acudan a sus fastuosas fiestas en su gran mansión de Long Island. Gatsby vive obsesionado con la idea de recuperar al amor que dejó escapar años atrás. Para ello se hará amigo de su vecino recién llegado, el joven Nick Carraway. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 228
Críticas ordenadas por utilidad
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4
29 de agosto de 2015 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desilusión. Con un reparto tan interesante y un director tan original y... es una peli más. El principio, con las fiestas, impresionante (Baz Luhrman es excelente en el aspecto musical), pero sale Di Caprio y se estropea la función. Me gusta Di Caprio como actor, pero no en esta peli, en un cierto momento dicen que tiene 32 años (¿?¿?¿?¿)... permítaseme expresar que no los aparenta en absoluto, está cascadillo (será de tanta fiesta y tanta modelo, que consumen energías) ni he visto en ningún momento esa luz de esperanza e inocencia a la que están aludiendo todo el rato. Y si Di Caprio no funciona, pues lo demás es puro adorno. Los demás están correctos, pero falta un poco más de aire y de emoción.
Una peli con muy buen vestido y muy escaso cuerpo. Y demasiado larga.
5
22 de mayo de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que nadie pone en duda es que Baz Luhrmann no deja indiferente. Desde Romeo y Julieta hasta Australia, pasando por Moulin Rouge, su estilo y sus formas de narrador consiguen adeptos y detractores a partes iguales. Si eres de los que disfruta con un ritmo frenético, excesivo, recargado y colorido... estás de enhorabuena. Al menos durante la primera hora.

Porque sí, su último trabajo es una orgía de escenas preciosistas y vistosas que quizás busquen adornar una historia no demasiado original ni emocionante. Y eso que el prólogo no puede ser más intenso.

Todo empieza con Nick Carraway (Tobey Maguire) contándonos cómo comoció al hombre más misterioso del Nueva York de los años 20, Jay Gatsby. Nick no es precisamente rico, pero mira tú que curioso, encuentra una casita de alquiler puerta con puerta con la mayor mansión que uno se pueda imaginar. Y ¡anda!, resulta que su prima vive al otro lado de la bahía. ¿Casualidad? Puede que si, puede que no. Aun así... ¿no tenía Nueva York millones de habitantes?

Lo que Carraway no sabe son las verdaderas intenciones de su vecino, ni el motivo por el que organiza las mayores fiestas que uno haya visto jamás.

El principio de la cinta es un claro homenaje al cine clásico, con sonidos, colores y momentos que parecen sacados de un cuadro expresionista. El director opta por introducirnos en el relato a golpe de escenas frenéticas, a costa de provocar más de un mareo en la platea. Eso sí, consigue que a uno le entren ganas de irse de fiesta y beberse hasta el agua de los floreros.

Hay que admitir que Luhmann sabe crear espectáculo e insertar bandas sonoras imposibles en ellos; aunque, como decía mi compañera de butaca, a veces parece que estés asistiendo a una fiesta de los sims. Sólo falta que a los personajes les salga un bocata que reproduzca lo que dicen. Y tampoco ayuda que muchos momentos parezcan sacados de la magistral Moulin Rouge. Va a ser verdad eso de que el 90% de los directores son esclavos de su estilo.

Los responsables de dirección artística han hecho un trabajo encomiable. Al igual que quien haya conseguido localizaciones como las dos mansiones donde se desarrolla todo o los impresionantes vehículos que pululan por allí.

Todo eso está muy bien, pero a la media hora de metraje uno comienza a preguntarse dónde está la verdadera estrella de la función: DiCaprio. No es que Tobey Maguire o Carey Mulligan estén mediocres, pero sus personajes tampoco son el alma de la fiesta y, como no paran de hablar del tal Gatsby, a uno le acaba picando el gusanillo.

Por eso, posiblemente la primera imagen en la que aparece el protagonista de Titanic será de lo más recordado del film. Con su entrada en la acción, la película cambia de tercio y se encamina hacia el drama romántico. Ese cambio le sienta bien a medias pues, dejando de la lado la novela homónima, El Gran Gatsby no llega a emocionar del todo con su historia de amor.

Como Goku en Bola de Dragón, DiCaprio y Mulligan lo intentan con ahínco pero, quizás porque el personaje de ella es una siesa de mucha cuidado o porque su pasado amoroso nos lo relatan con cuentagotas, el resultado se antoja insuficiente para un envoltorio tan conseguido. Sí que es verdad que el prólogo acerca por fín al misterioso Gatsby al espectador, pero demasiado tarde. Cuando uno empieza a entender las intenciones del protagonista ¡pam! llega el final y encima no puede ser más deprimente. Lo que parecía que iba a ser un culebrón de cuidado, al final se resuelve en 2 minutos y de la peor forma posible. Y encima te la intentan colar con un prólogo con narrador y frases trascendentales incluídas.

Tanto abusar de unas cosas, como ese "compañero" que no para de repetir Gatsby, y resulta que escamitan en la parte que realmente importa. El misterio alrededor del inquilino de esa fastuosa mansión acaba como empieza, sin que nos enteremos de mucho. Supongo que Moulin Rouge sólo hay una...

más cine en http://dleveneyelcine.blogspot.com.es/
6
23 de mayo de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En pleno siglo XXI, y con un panorama cinematográfico tan trillado, o te distingues por algo como director, o pasas a ser un artesano más de la industria. Nombres como los de Tarantino, Guy Ritchie o David Fincher tienen una marca especial. Unos por los guiones y diálogos, otros por la forma de contar las cosas y una imaginación visual original... y otros por mezclarlo todo. Mejor dicho, no son otros. Es otro, en singular. Es Baz Luhrman, alguien capaz de mezclar a Miami, el tunning, Madonna, Sting, Sonrisas y lágrimas, Marilyn Monroe, Queen, Abba, la Bohemia francesa del siglo XIX, Shakespeare y el amor... siempre el amor. Bueno pues ahora Mr. Luhrman, el barroco, alucinado y visionario Luhrman se ha asomado al peculiar universo de uno de los más peculiares autores del siglo XX, Scott Fitzgerald, con su más particular obra, centrada en la enigmática y singular personalidad de un multimillonario.
Articulada como un viaje hasta los locos años 20 del Charlestón, el florecimiento económico de Wall Street, y de Estados Unidos como potencia dominante de occidente durante todo el siglo XX, la imaginación de Luhrman parece tener licencia como para mezclar en una coctelera todo tipo de influencias estéticas y musicales, desde los videoclips de la MTV hasta Gershwin. Y queda todo muy bonito, muy espectacular, muy fastuoso... pero ¿realmente hace falta? Pues no, la verdad.
Y no es porque la fórmula no funcione: vamos a ver, en "Romeo y Julieta", la cosa funcionaba porque era un musical puro y duro; había varios números en los que los protagonistas cantaban, directamente. En "Moulin Rouge", también funcionaba, porque era un verdadero recital de canciones a cuál más alucinante (desde el impresionante "Your song" de Ewan McGregor al inolvidable "Roxanne" del mismísimo ¡José Feliciano y en formato de tango!). Pero aquí toda esa parafernalia solo parece estar presente porque "queda bonito", ya que no añade nada a la historia (ni siquiera estéticamente), que ya es de por sí lo suficientemente fascinante como para sumarle más elementos. La atormentada e inolvidable historia de amor entre Gatsby y Daisy tiene tantos recovecos, tantas dobles lecturas, tantos guiños a la avaricia, la fortuna, la entrega, la pasión, la fidelidad y el amor que algo tan poliédrico debe ser directo, sin paños calientes. En ese sentido la versión de Jack Clayton (con guión de Francis Ford Coppola, nada más y nada menos...) con Redford creo que recoge mucho mejor esa visión de Fitzgerald a las miserias y grandezas humanas, sin adornarlas con recursos estilísticos algunos.
Porque precisamente, cuando mejor funciona la película (o cuando, sencillamente, funciona) es precisamente cuando nos centramos en ella y nos dejamos de la parafernalia audiovisual de la que el director australiano llega a abusar en muchos momentos. Es como un empacho de grandiosidad, que tampoco hace falta para contar una historia que ya es de por si grandiosa. Tan grandiosa como para mostrar que el hombre persigue incansablemente una ilusión que jamás podrá llegar a alcanzar.
Luhrman, que siempre se ha caracterizado por acertar en sus repartos, en esta ocasión comete un error garrafal con Carey Mulligan, que está a años luz de Leonardo DiCaprio (que éste sí que da un verdadero recital en el film), Tobey Maguire (recuperado para el Star System, del que nunca tuvo que haberse marchado) o Joel Edgerton. Mulligan está tan lángida, tan sosa, tan inexpresiva, que casi rompe todas las secuencias en las que aparece. Mucho más las que comparte con DiCaprio, que quedan diluídas en el rostro inexpresivo de la actriz, condenando a la total incredulidad al espectador.
Dicho todo lo anterior, Luhrman debería de haber tomado este libro y haber hecho una película sin más. Ni florituras, ni artificios, ni juegos de cámara, ni números musicales. Claro que...¿entonces sería Luhrman? Ya intentó ser "normal" con "Australia" y le salió regular, por mucho que estuvieran Hugh Jackman y Nicole Kidman. De manera que venga, a ser hortera y a mezclarlo todo para conseguir un cóctel ¿original? Si hay que elegir, pues, un adjetivo para Luhrman...en muchos casos, sencillamente macarra. Cuente lo que cuente.
4
31 de mayo de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin el gran día, después de tantas críticas leídas y de tanto pensar lo hago o no, me decidí y sí fui al cine a ver EGG.
Claro ya sabía con lo que me iba a encontrar, igual fui abierta, con la esperanza de que me sorprenda y lamentablemente solo había espejitos de colores, no es que me molesten pero en éste caso era tanta la expectativa, o era Di Caprio, que esperaba que detrás de esos espejos apareciera la verdadera luz, y no fue así.
Me gusto el arranque, así, sin más, en un momento cualquiera o no, o ese preciso momento, durante media hora asistí a una fiesta increíble con la mejor música que he escuchado en años, si, una mezcla brillante de ritmos para mis oídos e imágenes que aunque parecían de un comercial de la bebida alcohólica de moda, eran tan grandiosas que no importaba nada, porque sabíamos que era la previa a vivir un momento y ver por fin al hombre que todos estábamos esperando.
La producción de vestuarios es absolutamente maravillosa, la puesta en escena grandilocuente como le gusta a Luhrmann, muchos creyeron que éste por fin había encontrado en éste personaje la horma de su zapato.
Pero no.
Dónde estaba el guion me preguntaba, de que trata el film ¿? Si no conocías el libro (y no tenías porque hacerlo) de que iba esta película me preguntaba una y mil veces. A la hora de comenzado el film me enteré, todo era para conquistar el amor de una mujer. Vaya forma. Pero aunque la manera sea lo superfluo, el lujo, la suntuosidad, las fiestas con famosos, jet set, y toda la fauna artística de esa época aun así yo necesitaba que EGG a pesar de su frialdad para lograr su cometido sintiese pasión por esa mujer. Y es justo allí, donde BL falla, siempre falla, lo hizo con Moulin Rouge y con la fallida y ridícula Australia, no hay pasión en sus protagonistas, son meros personajes que hasta parecen caricaturas, porque nunca pude saber si BL filma en broma o en serio.
Nunca pude captar el espíritu de sus films, porque esperar más de EGG ?
Porque pensé que había madurado, porque imagine que con un cada vez más afianzado Di Caprio podía dotar de alma a este film, pero ni así pudo.
Qué lástima sentí, era como una gran e inigualable celebración de belleza, música, diversión, dinero, autos caros, ricos hombres y bellas mujeres, despilfarro de todo lo que uno pueda imaginar y encima con buen gusto, porque jamás lo perdió. Pero aún dentro de esa época en que más tarde se caería el gran imperio americano, debió haber un alma. No sentí el amor ni la pasión ni siquiera el rencor, simplemente no sentí nada.
Eso es lo que era el personaje del libro (no lo leí), me podrán decir que era un hombre y una sociedad sin corazón, pero aun así, aun entre frialdades ésta se transmite y en éste film no se radió absolutamente nada. Hasta llegué a sentir pena por un Di Caprio que por momentos se vio desdibujado a tal punto que no sabía si era elegante y seductor o inseguro y casi gay. De cualquier forma Leo es la poca película que este destrozador de ilusiones nos dio. Lo tuvo todo y le faltó el relleno, no era mucho lo que se le pedía, pero acá no había nada. Como una relación sexual en la que sabes que por más lindos que sean esos cuerpos jamás van a lograr ni siquiera perder una gota de sudor.
4
2 de junio de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que reconocer que no me entusiasmaron ni la novela ni la versión cinematográfica protagonizada por Redford y Farrow. El misterio y el "glamour " de lo que pretendía ser una gran tragedia romántica en la América de la expansión económica, apenas conseguían ocultar la lisa vulgaridad de una historia por otra parte un poco increíble. Tenía el mérito de presentar el arquetipo del sueño americano: chico pobre que envidia a los ricos y quiere ser como ellos, y desea ser deseado por una de esas atractivas e inaccesibles jóvenes ricas con pedigrí, para completar así sus delirios de grandeza, encontrándose con que no es fácil entrar en el club. Tanto a la novela como a la versión mencionada les sobraba el "gran".
La ventaja de esta última versión, es que se quita la careta y deja claramente a la vista una historia superficial y llena de tópicos. A ello contribuyen la exagerada presentación visual, llena de efectos de ordenador más propios de parque de atracciones o de película de super héroes. Ninguno de los actores da la talla (incluido di Caprio) si la película se toma en serio como drama romántico y de superación, con misterio y denuncia de sociedad de ricos incluídos, pero cumplen sobradamente si la película se considera un casi entretenido telefilm a lo grande, aunque con media hora de más.
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