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Críticas 662
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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24 de marzo de 2017
276 de 351 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alex de la Iglesia ha rematado mal otra película. Y ya van... demasiadas. Son demasiadas decepciones con planteamientos brillantes, con una dirección impecable, con un gran sentido visual, con buena dirección de actores, buena producción, buena fotografía... pero mal rematadas. Y la verdad es que empiezo ya a cansarme; hasta ahora consideraba a este director uno de los más interesantes del panorama nacional, capaz de recrear unos mundos muy particulares con una visión del cine-espectáculo que pocos realizadores en España tienen; incluso casi le perdonaba los fallos garrafales de (casi) todas sus películas. Pero esto es que ya pasa de castaño oscuro: bueno está caer en el desmadre, en el desfase, en el delirio... pero por mucho que se tuerzan las cosas, hay que mantener una cierta coherencia. Porque no todo vale, no todos los recursos se pueden (ni se deben) utilizar sencillamente porque "queda bonito". Pensaba que la vuelta de Guerricaechevarría -su guionista habitual- iba a ser más fructífera, pero al final, ha servido de poco, porque Alex de la Iglesia ha seguido haciéndolo: ha rematado muy mal su última película, haciendo que vaya paulatinamente degenerándose hasta llegar a un completo sinsentido.

Sobre el papel, el planteamiento es quizás de los mejores en toda la filmografía de este director vasco: un bar a las nueve de la mañana, con un público variopinto, alguien que entra desesperadamente en el cuarto de baño... y a partir de entonces al primero que sale le pegan un tiro que le vuelan los sesos. Y al segundo igual, de manera que nadie, absolutamente nadie, puede salir de allí... ¿qué ha pasado? Esta premisa que parece sacada entre una reflexión social kafkiana y la innegable referencia Buñuelista a "El Ángel Exterminador" podría haber sido muchísimo mejor aprovechada, pero al final se dedica a incluir una serie de referencias tan particulares (y que tantas veces ha repetido) que llegan a cansar. Las referencias bíblicas, los personajes extremos, sucios, gritones, esperpénticos, la desaforada crítica social... son elementos demasiado vistos en su filmografía, que en particular en esta historia no tendrían por qué tener tanta presencia, sobre todo por el grasiento, sucio y desagradable "tour de force" que realiza el personaje de Jaime Ordóñez, tan en el extremo -un sin techo iluminado que ametralla con frases bíblicas sin venir a cuento cualquier secuencia, o que suelta una carcajada grotesca sin venir a cuento en los momentos de mayor tensión- que llega a cansar.

Otro elemento argumental que también es llevado al extremo y que termina por cansar es la grandilocuencia de determinadas frases con un formato visual que las hace supuestamente trascendentales en el guión: momentos en los que parece que se dice algo importantísimo en el que la cámara se acerca, atrona la banda sonora y en contrapicado (engrandeciendo al personaje) alguien suelta un diálogo lapidario. Vale, una vez está bien. Con un personaje, o incluso con dos (ahí tenemos referencias acertadas en "El Día de la Bestia" o en "La Comunidad"...) pero aquí es algo que pasa cada cinco minutos. Y claro, a la tercera o cuarta vez que sucede, ya no solo es que no tenga gracia, sino que sencillamente no vale para nada. Perdón, si que sirve para algo: para darnos cuenta que el recurso está mal utilizado.

El feísmo con el que a Alex de la Iglesia le gusta impregnar -literalmente- sus películas, a base de embadurnar a sus personajes de grasa, suciedad, sangre, y todo tipo de porquerías a sus personajes, está más presente que nunca y tenemos tiempo sobrado de ver a los protagonistas de la historia embarrarse hasta las trancas. El problema es que enmerdar tan profundamente a los personajes -aparte de argumentalmente...- tampoco es que sirva para mucho, resulta innecesario salvo por mostrar la "naturaleza sucia" de la sociedad. Aunque eso ya queda lo suficientemente claro desde el principio así que ¿por qué insistir de manera tan gruesa sobre lo mismo? Eso por no citar muchas incoherencias argumentales (esto es, sentar las bases de lo que van a hacer los personajes con total probabilidad, y luego saltarse a la torera todos esos "pactos con el espectador") que hacen restarle mucha credibilidad a la historia.

Desde luego, no era un fácil envite meter en un sitio cerrado a diez personajes y observar en plan laboratorio cuál es su evolución ante un acontecimiento por menos que preocupante. Y aún más difícil si se quiere mezclar (como se hace en toda su filmografía) terror, humor, crítica social, y suspense. Está claro que aunque "El Bar" está ejemplarmente dirigida, dominando un lenguaje visual que ya lo quisieran muchos realizadores no ya españoles, sino de cualquier punto del mundo, dista mucho de ser una buena película y a partir de los primeros treinta minutos en los que vemos el planteamiento de la historia (y que por cierto, también vemos en el tráiler) el interés va decayendo paulatinamente, quedándose siempre a medias, aburriendo y lo que es peor, fallando en un desenlace que parece estar puesto sencillamente porque tocaba acabar la película. Otro remate fallido.
12 de noviembre de 2017
149 de 182 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver "Oro", tengo claro quién es el director más inteligente de la historia del cine español: Agustín Díaz Yanes. Y no es que lo sea porque haya adaptado a Pérez Reverte, ni por sus premios Goya por "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto", ni por nada. Es sencillamente que con cinco películas que ha hecho, ha sido capaz de vivir del cine en este país, por toda la cara, haciendo cada vez peores películas. Y lo más alucinante, ¡es que sigue haciéndolo y le siguen pagando por hacerlo!

Si con "Alatriste" se fundió la friolera de 25 millones de euros para hacer una especie de Frankenstein de varias novelas de Pérez Reverte, fracasando estrepitosamente con un producto realmente malo (que recaudó en todo el mundo unos 20 millones de euros...), ahora ha hecho lo mismo, sólo que con 8 millones de euros: basándose en un relato inédito de Pérez Reverte -que es un excelente escritor pero un pésimo guionista, baste ver "Gitano" o "La Reina del Sur"- el autor vuelve perpetrar junto con Díaz Yanes un guión no ya malo, sino directamente infantil por su obviedad. Además de un arranque donde se llevan más de cinco minutos de voz en off para explicar quiénes son todos los personajes -o sea, el anti-cine absoluto, contarte a viva voz (y encima, a través de varios personajes...) en vez de contártelo a través de la acción, de las imágenes- hay líneas de diálogos totalmente reiterativas, no hay subtexto (esto es, que los personajes dicen hablando lo que estamos viendo...).

El argumento es tan simple como el mecanismo de un botijo: en el marco de la conquista de América en pleno siglo XVI, un grupo de soldados españoles va por la jungla en busca de una famosa ciudad donde los tejados de las casas son de oro, o sea, el famoso "El Dorado". Pero como todos son unos avariciosos, unos delincuentes y unos bestias, se van a ir matando entre ellos -cuando no mueren a manos de todas las vicisitudes de la jungla, ya sean caimanes, serpientes, indígenas, etc.- para llevarse la morterada, porque a cuantos tengan que repartir, mejor. A eso le añadimos una ridícula trama amoroso/sexual entre la mujer del capitán y uno de los soldados. Fin.

Además del completo aburrimiento que supone una historia que avanza a base de peleas a espada y machetazos (que no se ven, la acción está pésimamente rodada...) dejando muertos después de cada finta, la película -que recuerdo, ha costado 8 millones de euros que no se ven EN NINGÚN MOMENTO en la película ¿dónde habrán ido a parar? (me temo que al mismo lugar donde han ido los 25 millones de "Alatriste"...)- tiene un sonido realmente espantoso, ya que no se entiende absolutamente nada a prácticamente ningún actor. Entre este parche técnico insalvable y la pésima dirección de actores (convirtiendo, por ejemplo, a Jaenada en una especie de ridículo Capitán Garfio, poniendo cara de malo al estilo de una marioneta infantil) es una lástima que la magnífica factura con fotografía de Paco Femenía y banda sonora de Javier Limón sea empleada para envolver este verdadero fiasco que no solo aburre soberanamente, sino que resulta indignante ver desperdiciados todos los recursos que la raquítica industria cinematográfica española (si es que existe) puede ofrecer a la hora de hacer una película.

No es que le vaya a pedir a Yanes que hiciera la maravilla que hizo Mel Gibson en "Apocalypto", con esa jungla americana de fondo, para conjugar una película de aventuras. Ni siquiera le pediría que emulara el lirismo y la metafísica de Herzog en "Aguirre o la Cólera de Dios", pero por lo menos, que se hubiera visto "Depredador" de McTiernan para que aprendiera a contar una historia interesante en una jungla y con acción. Así es como se hace el cine. Claro que ¿"Oro" es cine? Parece cine, se vende como cine, e incluso puede sonar como cine. Pero desde luego, no lo es. Es un timo. Un gran timo, diría yo. Menos mal que ahora faltan otros diez años para ver la siguiente película de Díaz Yanes...
12 de julio de 2010
200 de 295 usuarios han encontrado esta crítica útil
He sentido verdadera vergüenza ajena viendo este engendro, producto de la más inconsciente comercialidad de la Fox, creando un producto de consumo sin miramientos. Cogiendo la fórmula de las películas de James Bond, pero “horterizándola” convenientemente para el público que está acostumbrado a deglutir el cine made in Hollywood, han creado este extraño divertimento, que a modo de intento de sátira cómplice del cine de espías –con mucha menos verosimilitud y consistencia que “Mentiras Arriesgadas”, de la que es directa heredera- vuelve a utilizar todos los tópicos de la cultura anglosajona. Esas cosas, generalmente, ni me van ni me vienen. Pero cuando en esos tópicos se encuentra España, y aún más, mi ciudad Sevilla, ya me cabrea. Y todavía me cabrea más cuando las instituciones andaluzas y municipales han tragado con ruedas de molino a la hora de rodar en Cádiz y Sevilla para transformarlas en nadie sabe qué, donde los españoles todos llevan o barba o perilla (al modo mejicano y/o árabe…) viven en casas de inspiración musulmana, y lo que ya es el colmo, celebran los sanfermines por las calles de Sevilla, alrededor de la catedral, y por las calles de Cádiz. El colmo. ¿Es que esas instituciones que han facilitado el rodaje en Andalucía no se han dado cuenta del nulo respeto por la cultura española? ¿Hasta cuando tenemos que aguantar para que se rían de nosotros, tomándonos por mejicanos, con un catalán (Jordi Mollá) haciendo de “Hispano-Andaluz-Mejicano” malvadísimo con un nombre tan español como “Antonio Quintana? ¿Tienen las personas de clase alta en Sevilla sillas de montar repujadas en plata en el salón de su casa, para darse un paseo a caballo por la ciudad? (SIGUE EN SPOILER)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todo eso por no hablar de los ¡¡¡CINCO GUIONISTAS!!! que tiene la película… ¿es que cuánto peores (y más burdamente comerciales) son las películas norteamericanas, más guionistas tienen en sus créditos? Y ya que estamos ¿a qué viene el título? ¿A lo diferentes que son los protagonistas? ¿Es una broma de la canción de Cole Porter? Creo que el calado intelectual de las mentes “pensantes” de este proyecto no llega a tanto. En fin, un despropósito tras otro, que me revolvió las tripas cuando vi la Catedral de mi ciudad, con el nombre superpuesto “Sevilla, España” y seguidamente por las calles del barrio de Santa Cruz a los mozos con camisas blancas y pañuelos rojos, acompañando a cabezudos y cantando alegres “Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo…”. El remate es cuando Jordi Mollá le dice a Cameron Díaz “Ahora son las fiestas de San Fermín… ¿ha visto una corrida de toros?”. En fin, prefiero no envenenarme más por la falta de respeto y autocomplacencia de la productora y sobre todo de las autoridades sevillanas y andaluzas. En cuanto a la película, es un esperpento estúpido de situaciones y persecuciones copiadas en la mayoría de la saga de 007, -desde los helicópteros, la persecución en moto con la chica montada al revés, etc.- para contar en clave de comedia una simple y a la vez ridícula historia de amor entre un super espía de la CIA y una chica que va a asistir a la boda de su hermana. Ni más, ni menos. Es irrelevante prácticamente todo lo que sucede entre las secuencias de acción, son un simple pretexto para mostrar la dentadura perfecta de ambos protagonistas, y la nula química sexual que (no) existe entre ambos. Aún resulta más penoso aún como un director como Mangold, que antaño nos regaló películas tan interesantes como “Copland” (una de las más interesantes interpretaciones de Sylvester Stallone, con casi 30 kilos de más…en serio, revísala que merece la pena) “Inocencia interrumpida” o la monumental “El tren de las 3:10” (remake de “Yuma” con unos geniales Russell Crowe y Christian Bale) sea capaz de aceptar un proyecto tan insulso como este, que no aporta absolutamente nada y que únicamente busca una fácil, burda y rápida comercialidad. Qué vergüenza.
20 de octubre de 2010
189 de 284 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi me siento un friki haciendo esta crítica. Ojo, juro por lo más sagrado que no es una pose “snob”, pongo a Dios por testigo que no quiero distanciarme de la corriente general que alaba a gritos la última película de (mi querídisimo) Fincher y del brillante guionista Aaron Sorkin (“El ala oeste de la Casa Blanca”), pero es que me ha parecido lo de siempre. Si, vendido con la controversia de intentar conocer la esquiva y fascinante personalidad de Mark Zuckenberg, el billonario más joven de la humanidad, y creador de la red social más importante de internet, Facebook. Pero al final, no es más que una película de juicios, de demandas y de niñatos universitarios que se pegan unas fiestas de puta madre. Porque eso es todo. Eso sí, contado con una gran agilidad narrativa, con el empleo fastuoso de flashbacks y flashforwards desde varios puntos de vista, y con una banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross que merece figurar con letras de oro en las últimas partituras cinematográficas… pero es todo. Empeñar en intentar ver algo “nuevo” y “original” en esta película, sencillamente porque gira en torno al medio de comunicación que ha revolucionado la sociedad contemporánea…es un error. Porque esta película no habla de Facebook, sino del personaje que lo creo: un genial programador que paradójicamente, tenía problemas de relaciones sociales. Sinceramente, a mi eso no me parece tan interesante. Quiero decir, que lo que realmente me parecería fascinante es el proceso por el que Zuckenberg llegó a inventarse Facebook. Eso si me interesaría un huevo, estaría embobado viendo cómo mezcló los elementos básicos para esta revolución mental (cosa que vemos en el film solo de pasada y muy rápidamente). Pero ver las batallas legales por la propiedad intelectual y las indemnizaciones que Zuckenberg tuvo que pagar a sus excompañeros y examigos de facultad cuando su programa se convirtió en el mayor imperio de comunicación del planeta, por encima de Google o Microsoft… sinceramente, no me parece tan interesante. (SIGUE EN SPOILER)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Creo que cualquier libro de John Grisham da pautas argumentales sobre el derecho muchísimo más interesantes. Y si el film también buceara en la personalidad esquiva e introvertida del personaje creador de Facebook, también me interesaría. Pero ¡¡¡es que tampoco gira en torno a él!!! Una vez dicho esto, es de justicia reconocer el buen hacer de Fincher de principio a fin de la película, haciendo que las más de dos horas de duración se pasen volando, y logrando que la atención del espectador esté permanentemente fija en la historia. El problema es que la historia ya la hemos visto muuuchas veces en la pantalla (abogados, conciliaciones, demandas judiciales, enfrentamientos y careos entre personas que antes tenían una relación muy íntima…) y la cinta lo que cuenta es esencialmente eso. Resulta decepcionante que la impresionante operación de marketing realizado –y que ha sido toda una genialidad hacer una película de Facebook, asegurándose 500 millones de espectadores en todo el mundo, que solemos ser aproximadamente los usuarios de este medio de comunicación- luego nos encontremos solamente con eso: con una (floja) historia de universitarios que se enfrentan legalmente cuando uno pega el pelotazo. ¿Por qué Sorkin no se ha olvidado un poco de la novela de Mezrich y de su desmembramiento económico de Zuckenberg? ¿Por qué no se ha centrado en la génesis de esta nueva forma de comunicación, y en la personalidad de su creador? ¿Por qué Fincher, a pesar de dominar la imagen con su típica estética en tonos oscuros y ocres, siempre ha adoptado una posición fría, distante con su personaje protagonista, que además no cambia ni un ápice desde el comienzo de la película hasta el final? (esto es, alguien con las cosas muy claras que va por su objetivo pasando por encima de quien tenga que pasar, sin pestañear). Bueno, pues aún así, me quito el sombrero por la habilidad de vender lo de siempre una vez más, y hacer que la gente vaya al cine para ver la misma historia que ya hemos visto en infinidad de ocasiones en cine, televisión, documentales y un larguísimo etcétera. La única diferencia es que el litigio se hace sobre una empresa llamada Facebook. Es todo.
28 de octubre de 2016
124 de 157 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de las últimas adaptaciones de Marvel/Disney a los cines, estaba bastante quemado: prostituían personajes, iban a los recursos fáciles, buscaban la comercialidad y taquilla sin miramientos... y me esperaba lo peor con respecto a mi personaje favorito de la Marvel, que para que vds. vean, no era Spiderman: cuando los niños estaban fascinados con el Capitán América o los Vengadores, yo alucinaba con el Dr. Extraño, un personaje que no tenía tantos músculos como La Masa, ni la tecnología de Tony Stark, pero que era capaz de controlar nada más y nada menos que la magia. Así como suena: hacía que su espíritu saliera de su cuerpo, abría portales dimensionales, controlaba el tiempo... casi podríamos decir que era el más poderoso de todos los superpoderosos (de hecho, en muchas de las mejores historias de la Marvel como "Civil War" -con Los Vengadores-, "El fin" -con los 4 fantásticos-, el Doctor Extraño tenía un gran protagonismo, como hechicero supremo y guardián de las artes ocultas que protege a toda la humanidad, nada menos...).

No era, pues, tarea fácil hacer una película "diferente" a todo lo ya visto. No se trataba ya de mamporros, muñequitos generados por ordenador, rayitos o musculitos. No. Se trataba de crear la más compleja adaptación al cine de un cómic tan complejo como el creado por Steve Ditko y Stan Lee allá por los años sesenta del pasado siglo: dimensiones paralelas, hechizos, conjuros, reliquias mágicas (que además tenían unos dibujos de lo más original). O sea, como Harry Potter, pero sin pamplinas. Y, señores, me quito el sombrero: Marvel/Disney me ha ganado por muchas razones con esta película. Empezando por la elección de Benedict Cumberbatch como Stephen Strange, una elección tan acertadísima como en su día lo fue Robert Downey Jr. como Tony Stark/Iron Man. El actor británico dota al personaje no solo de su egocentrismo y pedantería, sino además de un irónico sentido del humor que sorprendentemente ha desempolvado al personaje del mago más importante del planeta, actualizándolo y humanizándolo. En realidad todo el casting está brillantísimo, incluido Chiwetel Eijofor del que no me esperaba en absoluto un Barón Mordo tan bueno...

Argumentalmente, la película podría parecer la clásica historia del superhéroe que comienza, pero va mucho más allá, enfrentando la vida mundana de un insoportable y egocéntrico neurocirujano que únicamente busca dinero y prestigio con la del descubrimiento del verdadero universo, con toda la complejidad de los mundos visibles e invisibles para el ojo humano a través de un protagonista que realiza un viaje iniciático tras un brutal accidente que le deja incapacitado para seguir con su trabajo y su vida. A partir de entonces, no parará de sorprenderse con los hallazgos que va encontrando, tanto en el mundo exterior, como en su propio mundo interior. Y lo mejor es que este viaje nos hace realizarlos a todos los espectadores de una manera muy original, ya que el diseño de producción -aunque recuerda al "Origen" de Christopher Nolan, con la realidad distorsionada y rompiendo todas las leyes de la lógica y la física- consigue que nos adentremos en el alucinante mundo de la magia y la hechicería. De hecho, varios de los recursos habituales en el cómic original -como la entrada a otras dimensiones o las peleas con los cuerpos astrales- están muy brillantemente resueltos.

Es, sin duda, la película más diferente, y por qué no decirlo "especial" de todas las adaptaciones Marvel/Disney hasta la fecha -incluidas series de TV como "Daredevil" o "Luke Cage"-, por cuanto utiliza recursos muy psicodélicos y caledoscópicos para mostrar la magia. Y realmente funciona, creando además una factura excelente con una banda sonora de Michael Giacchino realmente buena y unas canciones realmente muy bien elegidas -en especial "Interestellar Overdrive", una de las mejores de Pink Floyd, que no podía faltar en una película psicodélica y caleidoscópica.

Porque en esta película nada parece dejado al azar, o a lo "fácil": todo está supercurrado, todo encaja a la perfección, con un ritmo excelente y manteniendo en todo momento un gran pulso narrativo. Ojalá esta cinta marque un antes y un después en las últimas y deslabazadas películas Marvel/Disney, y que se siga con este excelente nivel.
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