Cold War
7.1
17,021
5 de agosto de 2019
5 de agosto de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes, un ejemplo: quiero que me encante Ida, pero es complicado. Es un cine difícil de admirar, pero sin duda es gratificante cuando lo consigues. Parece cine del bueno, y sin duda lo es. Y por eso intento que su lenguaje cinematográfico me arrastre a los mundos del director, porque quiero agradarme con ese cine, de verdad que lo quiero.
Tanto Ida como Cold War están firmadas con el mismo nombre, Pawel Pawlikowski, y comparten numerosos rasgos distintivos. El más superficial es el 4:3 en blanco y negro.
En Cold War prima la narración visual, y eso es algo que me encanta. Adoro que se reafirme la importancia de las imágenes en las películas. Hay algunas secuencias donde apenas se dice una palabra, y sin embargo la atmósfera de ese instante tiene la cualidad de atraparte. Me ocurre en el principio, con esos reporteros en busca de las mejores voces de la Polonia rural. También en una escena en un bar en la que de repente suena una canción de rock, y la protagonista se pone a bailar con otros hombres de espaldas a su amante, que no le hace caso.
En ese tipo de momentos creo que soy capaz de ver el cine que el director quiere que vea. Pero yo fallo a la hora de emocionarme por los dramas de los personajes. Me cuesta cruzar el puente que me ha creado la narrativa visual para llevarme al corazón de la película. Es frustrante cuando gozo de cine tan pulido en su lenguaje cinematográfico, pero que no termino de disfrutar en su fondo (me pasó también, por ejemplo, en Roma).
Ya he visto Cold War tres veces, aún sin admirarla por completo. Pero no me doy por vencido, la voy a ver de nuevo. Porque no me da la sensación de que el director haya fallado creando la historia de amor. Es más, presiento que lo ha hecho de maravilla, sólo que de alguna manera es muy complicado entenderlo.
No creo que esta película sea para el gran público, indiferente, que está deseoso empatizar con los enamorados sin en realidad poner de su parte. Ellos pueden esperar tranquilos el milagro que no les llegará. Yo aún soy primerizo en este tipo de cine, pero confío en él, y haré lo que pueda por apreciarlo, me cuesten cuatro visionados o cincuenta.
Tanto Ida como Cold War están firmadas con el mismo nombre, Pawel Pawlikowski, y comparten numerosos rasgos distintivos. El más superficial es el 4:3 en blanco y negro.
En Cold War prima la narración visual, y eso es algo que me encanta. Adoro que se reafirme la importancia de las imágenes en las películas. Hay algunas secuencias donde apenas se dice una palabra, y sin embargo la atmósfera de ese instante tiene la cualidad de atraparte. Me ocurre en el principio, con esos reporteros en busca de las mejores voces de la Polonia rural. También en una escena en un bar en la que de repente suena una canción de rock, y la protagonista se pone a bailar con otros hombres de espaldas a su amante, que no le hace caso.
En ese tipo de momentos creo que soy capaz de ver el cine que el director quiere que vea. Pero yo fallo a la hora de emocionarme por los dramas de los personajes. Me cuesta cruzar el puente que me ha creado la narrativa visual para llevarme al corazón de la película. Es frustrante cuando gozo de cine tan pulido en su lenguaje cinematográfico, pero que no termino de disfrutar en su fondo (me pasó también, por ejemplo, en Roma).
Ya he visto Cold War tres veces, aún sin admirarla por completo. Pero no me doy por vencido, la voy a ver de nuevo. Porque no me da la sensación de que el director haya fallado creando la historia de amor. Es más, presiento que lo ha hecho de maravilla, sólo que de alguna manera es muy complicado entenderlo.
No creo que esta película sea para el gran público, indiferente, que está deseoso empatizar con los enamorados sin en realidad poner de su parte. Ellos pueden esperar tranquilos el milagro que no les llegará. Yo aún soy primerizo en este tipo de cine, pero confío en él, y haré lo que pueda por apreciarlo, me cuesten cuatro visionados o cincuenta.
14 de octubre de 2018
14 de octubre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película llena de cosas buenas y originales como las "músicas" que aparecen, el utilizar el blanco y negro -que particularmente echo de menos en otras películas-, gran calidad en la música y en la fotografía, gran interpretación de la protagonista y excelente cómo se va viendo en ella el paso de la vida desde jovencita hasta el final.
Pero le falta algo para hacerla excepcional, que te arrebate viéndola y me parece de una cierta precipitación las secuencias sintéticas que forman la parte final. No quiero que me lo den todo mascado pero creo que podían contener algo más. Quizá así se explica que no llegue a las hora y media.
Pero le falta algo para hacerla excepcional, que te arrebate viéndola y me parece de una cierta precipitación las secuencias sintéticas que forman la parte final. No quiero que me lo den todo mascado pero creo que podían contener algo más. Quizá así se explica que no llegue a las hora y media.
29 de diciembre de 2018
29 de diciembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fórmula perfecta: fotografía preciosista + blanco y negro +banda sonora exquisita + historia de amor + París + actores sexis+ final dramático = éxito total.
Tengo la sensación de que el director hace uso de todos los recursos disponibles para manipularnos emocionalmente sin tener que contar una historia creíble u original. Sí, ya sé, el amor no pasa de moda..............
(Una pena: el arranque de película brillante augura algo original).
Tengo la sensación de que el director hace uso de todos los recursos disponibles para manipularnos emocionalmente sin tener que contar una historia creíble u original. Sí, ya sé, el amor no pasa de moda..............
(Una pena: el arranque de película brillante augura algo original).
14 de enero de 2019
14 de enero de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podríamos decir que esta película nos presenta una guerra fría en varios aspectos. En primer lugar por el evidente contexto político en el que se desarrolla su apasionada historia de amor, ejecutada además con una parca puesta en escena y mucha sobriedad en las actuaciones.
Pero sobre todo por la intermitente e incesante lucha que mantiene su pareja protagonista durante años, moviéndose entre la épica y el sinsentido, todo ello en apenas ochenta minutos, tiempo suficiente para conmover y estremecer por partes iguales, aunque sin profundizar demasiado en las motivaciones de sus personajes. Este cúmulo de factores, donde helor y belleza se dan de la mano, también puede jugar en su contra y provocar indiferencia en cierto tipo de espectadores, algo que afortunadamente no nos ha pasado.
Más mini críticas en cinedepatio.com
Pero sobre todo por la intermitente e incesante lucha que mantiene su pareja protagonista durante años, moviéndose entre la épica y el sinsentido, todo ello en apenas ochenta minutos, tiempo suficiente para conmover y estremecer por partes iguales, aunque sin profundizar demasiado en las motivaciones de sus personajes. Este cúmulo de factores, donde helor y belleza se dan de la mano, también puede jugar en su contra y provocar indiferencia en cierto tipo de espectadores, algo que afortunadamente no nos ha pasado.
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29 de marzo de 2019
29 de marzo de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película bellísima. Una historia de amor turbia, ensuciada por por el barro de los caminos por los que transitan los protagonistas, al ritmo de una sociedad convulsa y polarizada por la guerra fría. El amor actúa como un hilo invisible que traspasa las distancias, que cose las desgarradoras heridas causadas por un mundo que se nos muestra estéticamente bello pero que nos deja profundas heridas que marcan nuestros cuerpos a modo de cicatrices.
Los planos cortos son poéticos, las luces y las sombras se armonizan siguiendo las maravillosas propuestas musicales con las que se nos deleita a lo largo de toda la película. La atmósfera que se genera en algunas escenas me hace desear haber nacido cuarenta años antes y poder respirar ese humo consumido que vuela en el aire de ese café de París, (l'Eclipse) a ritmo de jazz.
Este film es un homenaje al cine en mayúsculas; a Igmar Bergman, Godard, Antonioni... y en unos quince minutos finales apoteósicos, hasta puedo imaginarme a Tarkovski detrás de la cámara, como en Nostalgia. Y de regalo, el cierre con los créditos acompañados al son de las Variaciones Goldberg de Bach.
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Los planos cortos son poéticos, las luces y las sombras se armonizan siguiendo las maravillosas propuestas musicales con las que se nos deleita a lo largo de toda la película. La atmósfera que se genera en algunas escenas me hace desear haber nacido cuarenta años antes y poder respirar ese humo consumido que vuela en el aire de ese café de París, (l'Eclipse) a ritmo de jazz.
Este film es un homenaje al cine en mayúsculas; a Igmar Bergman, Godard, Antonioni... y en unos quince minutos finales apoteósicos, hasta puedo imaginarme a Tarkovski detrás de la cámara, como en Nostalgia. Y de regalo, el cierre con los créditos acompañados al son de las Variaciones Goldberg de Bach.
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