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Las dos caras de la verdad

Intriga. Drama Martin Vail (Richard Gere), un ambicioso abogado de Chicago, es capaz de aceptar cualquier caso con tal de salir en la prensa. Un día decide ocuparse de uno que parece imposible de ganar: la defensa de Aaron (Edward Norton), un joven que es acusado del asesinato del arzobispo de Chicago, tras ser detenido mientras huía del escenario del crimen. (FILMAFFINITY)
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8
26 de septiembre de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cierto, la sub-trama judicial es algo que de por sí me atrapa. De ahí que haya películas que me parezcan buenas y otras regulares pero de igual modo me gusta echarles el ojo. Sin dudas "Primal fear" me parece de las mejores. Sin alcanzar el nivel de, por ejemplo: "A few good men" (Rob Reiner- 1992), me parece superior a "Sleepers" (Barry Levinson- 1996). Sólo centrándome en cintas de trama similar en una década que tuvo bastantes títulos.

El director es desconocido para mi, pero voy a estarle siempre agradecida por darnos la oportunidad de conocer a un muy joven y con un talento enorme como es Edward Norton. Aquí uno de mis actores favoritos realiza su debut cinematográfico y se come la pantalla. Drama judicial y Edward Norton. ¿Qué podría salir mal?. Dejando mi subjetividad de lado, "Primal fear" es una buena película. Tiene intriga, tiene truco, y el final te deja con la boca abierta. Creo que por lo que plantea está bastante adelantada a su época. A día de hoy resultaría una temática trillada, pero en el año 1996, fue muy valiente. Lamentablemente es una cinta que ha quedado olvidada en el inconsciente popular pero que yo recomiendo ver. Si tienen la oportunidad aunque tiene varios años ya, traten de no perdérsela.

No le pongo la máxima calificación que sería un 10, porque soy consciente de que no es una película perfecta. Porque no soy fanática de la actuación de Richard Gere, y porque me sobra ese jugueteo medio romántico erótico entre el abogado y la fiscal.

Super recomendable !
6
26 de abril de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
134/21(24/04/21) Muy entretenido thriller perteneciente al subgénero de juicios, eso sí, con más fama que profundidad. Debut en la dirección de un largometraje de Gregory Hoblit (nueve veces ganador de un Emmy por producir y dirigir películas como "Hill Street Blues", "LA Law" y "NYPD Blue"), con guión de Steve Shagan (“El viaje de los malditos”) y Ann Biderman (“Copycat”), adaptan la novela homónima de 1993 de William Diehl, siendo protagonizada por Richard Gere como un arrogante leguleyo defensor de Chicago que toma como cliente a un acusado por asesinato, por la fama que le puede reportar, está Laura Linney como la fiscal del caso, y sobre todo tenemos al gran aliciente del film como es un Titánico Edward Norton (el actor con la complacencia de Hoblit modificó el personaje de Aaron y le añadió el tartamudeo, que le da al personaje ese cariz inocente) que con 27 años debuta en cine (hasta entonces había actuado en teatro), realizando una labor mayestática, tanto que fue nominado al Óscar como secundario (perdió ante Cuba Gooding Jr. por su papel en “Jerry Maguirre”), y ganó el Globo de Oro al Mejor Actor de Reparto. El actor bostoniano da una lección de dualidad asombrosa, con matices, aristas, sutilidades, con una credibilidad estruendosa, una de esas actuaciones que resuena en el tiempo, por su vigor y realismo arrollador, teniendo su zenit con las dos apariciones de ‘Roy’, desbordante de carisma.

Esta es una cinta amena, pero que acude a muchos tópicos sobre el mundo de los abogados, como la política se entromete, la corrupción inmobiliaria, la falsa moral de la Iglesia Católica, los duelos de letrados ante el juez, los testigos sorpresa, pero lo que hace que a la gente se le quede en la memoria es el giro final, muy artificioso a la par que tramposo, pero muy bien llevado hasta el final. Donde el intríngulis es discernir si este acusado con cara de no haber roto un plato es culpable o inocente, es saber que oscuros vericuetos se esconden tras estas nobles fachadas. Pero todo esto realmente queda superficial, pues no aguanta una revisión, se nota prefabricado en una dirección, donde además se echan en falta menos subtramas que estorben, ejemplo es el romance entre oponentes judiciales, un cliché rancio, o la subtrama con unos solares urbanizables.

Resulta torpe en sus bandazos pues al principio el protagonista Vail es un amoral al que solo le importa ser una celebridad egocéntrica, que sus clientes sean culpables o no es secundario, se le cuestiona sobre esto y Vail responde: "No sabes [si es culpable]. No preguntas. No te importa. Tú haces tu trabajo.", asimismo dice, "Por qué apostar con dinero cuando se puede jugar con la vida de las personas?". Llega a escoger a su cliente Aaron por la televisión durante un noticiario, donde no puede tener indicio alguno de si es un asesino o no, pero al final resulta un moralista idealista (venga ya?), donde se nos viene a decir que saber si una persona es por naturaleza buena o mala es algo complejo, pero a la vez aquí lo exponen de modo simplista. Richard Gere lo encarna de modo correcto, un prototípico letrado altanero que cree sabérselas todas, con lo que intuyes que en algún momento le darán una lección.

En el comienzo el popular abogado de Chicago Martin Vail (Richard Gere) da una entrevista en un restaurante donde habla sobre la complejidad de la verdad, sobre lo maleable y manipulable que es, siendo este el leit motive del film, como el reflejo de lo que vemos no siempre es el real, la fachada de un Arzobispo caritativo esconde secretos oscuros, el fiscal y sus negocios, esto maximizado cuando vemos en un espejo la imagen de Martin. Para después introducirnos durante la primera mitad en varias subtramas, siendo el centro el caso que de buenas a primeras se adjudica él mismo con el acusado del sanguinolento crimen. En esta parte además del caso central, donde conoceremos al apocado y tímido Aaron (Edward Norton), nos adentraremos en un manido caso de corrupción inmobiliaria con ramificaciones políticas que puede estar conectado al crimen del Arzobispo, pero esto se nota un apósito que desvía la atención de lo principal. Donde lo único simpático es ver a Steve Bauer como un avispado concejal hispano.

En el apartado de la sala de juicio el director dentro de los clichés que maneja, imprime un pulso vibrante, con gran ritmo, con una notable actuación de la ‘arbitra’ juez Alfre Woodard, todo ello en un crescendo dramático bien llevado hasta el clímax de tensión a punto de explotar con el interrogatorio a Aaron (¿?), aunque para nada emite realismo, empezando porque ningún abogado defensor subiría al estrado a su cliente, es un ABC, y menos sin haber dilema mortal de por medio entre los pros y contras, simplemente lo sube como algo natural. Por lo que dentro de estas licencias que hay que darle se pierde cualquier atisbo de crítica al sistema judicial que otras muchas cintas han retratado mucho mejor las fallas de este poder.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El clímax con el interrogatorio de la fiscal a Aaron resulta previsible en que va emerger Roy, auqnue Norton lo escenifica con una electricidad apabullante cual Doctor Jekylo dejando salir a un devastador Mr. Hyde, aunque al final se rebela más como un Keyser Soze saliendo a flote de Verbal Kint en lo referente a “Sospechosos habituales”. Cuando esto en realidad no se sostiene si lo analizamos mínimamente, pues el fiscal habría hecho que un forense psiquiatra lo ‘chequeara’ para saber si fingía o no, de lo contrario es mans tonto que el hgermano menos listo de Forrest Gump. Además de que si la verdadera personalidad de Aaron es la de Roy, habrían llamado a testigos que lo conocen para verificarlo y tosdo se habría desmontado.

El epílogo con Martin Vail rehuyendo la publicidad del corrillo de periodistas sabiéndose manipulado es ingenioso, ejemplificado en su soledad al salir por la puerta trasera a la solitaria calle. Pero vuelvo a lo dicho arriba, él se nos ha presentado como un abogado pragmático al que solo le importa ganar, cual es el problema de lo sucedido? Y entrando de lleno en el plan de Aaron, o sea que planeo todo este galimatías? Un asesinato dantesco, que le cogieran, hacerse pasar por un manso corderito, anticipando que será analizado por un psiquiatra y entonces saldrá su otro yo maligno? Venga ya! Y yendo más lejos, si el abogado defensor hubiera seguido el ABC señalado arriba por mí, o sea que no lo hubiera subido al estrado, todo el maquiavélico plan de Aaron habría implosionada de modo ridículo.

Por cierto, porque Aaron/Roy asesinó a Linda (hermosa Azalea Davila)? Para que lo veamos como un villano, pues que matara a un farsante proxeneta no lo hacía malo?

En fin, cinta que aun alargándose demasiado, resulta entretenida, y sobre todo dejando huella por la sensacional actuación de Edward Norton. Fuerza y honor!!!

PD. A destacar la brillante inclusión de la canción portuguesa de fado "Canção do Mar" cantada por Dulce Pontes, aunque este metida con calzador.
2
20 de febrero de 2009
41 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suponga vuesa merced que eres un guionista. Te curras un guión majo, con sus giros, sus personajes que evolucionan, sus diálogos guachis y esas cosillas. Lo envías a la productora, lo compran y le hacen peli. Te empalmas. Ganas un dinerillo. Todo es maravilloso. Caen rosas blancas del cielo. El sol te da en la cara.

Pero descubres que tu personaje principal, ese ser con buena facha exterior pero de complejas entrañas, que nace, crece y muere dentro de tu película, va a ser interpretado por el papanatas de Ricardo Gere. Es para ponerles una demanda.

Este señor se dedica durante todo el film a lo suyo, osea, a poner sonrisita de tronchamozas, y en consecuencia toda la trama, con sus sorpresas, sus cruces de caminos y sus reflexiones sobre el alma humana, se va al garete. De hecho, fíjense, que terminando ya la peli,
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después del juicio, el queso de bola agarra por la cintura a la fiscal y le dice “¿bailas?”
¿No os lo creeis? Pues es verdad.

Pero hay que ser justos, y reconocer que el director no regala todo el protagonismo a Ricardo Canas; también da vía libre a Edward Norton para lucirse, lo que pasa es que éste no se esfuerza mucho, más bien se relaja por lo paupérrimo de su rival. Así que Norton se limita a recordarnos que él es un actor de carácter, polivalente y si quisiese, hasta camaleónico. Pues fale. Y la prota, que aceptó el papel porque se trataba de una mujer emancipada, moderna y autosuficiente, se debe estar dando golpes en la cabeza al comprobar que sigue siendo un florero , aunque con falda y chaqueta de ejecutiva para disimular.

En resumen, si tu héroe es Cara Ratón, y pagarías oro por meditar con él el Tíbet un par de minutos, este es tu film. Por el contrario, si eres un ser humano, ten cuidado, puedes sufrir una arcada crónica y quedarte tieso en el sofá.

El plano final consiste en Ojitos Gere con pose de perdedor y su gabardina ondeando al viento. Suena a coña, pero sus lo juro. No les digo más nada, señores.
3
21 de febrero de 2011
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gere, brillante abogado , se hace cargo de la defensa de un individuo al que todas las pruebas dan como culpable (Norton). El cruento asesinato del arzobispo católico de Chicago puede salpicar a más altas instancias. Una cortina de humo del guión para alargar el metraje, pues los giros posteriores se centrarán en la personalidad del presunto culpable. Si hasta este momento la película se sigue con moderado interes, a partir de aquí cae ,primero, en lo absurdo por inverosimil, y despues, en lo predecible, para sonrojo del espectador (ver spoiler).
La producción es solvente, Richard Gere hace lo que sabe y los actores (sobre todo las actrices Linney, McDormand y Woodard) que le acompañan, lo que pueden con sus planos personajes. Si llegas al final de la película y ya conoces el desenlace, no querrás volver a verla. Por cierto...
Me apetece volver a ver "Testigo de cargo", aunque ya me conozca el final...
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spoiler:
Primero: giro hacia el absurdo. Resulta que el acusado es un esquizofrénico de tomo y lomo (personalidad disociada lo llama la pobre McDormand). La secuencia del "desdoblamiento" de Norton ante su abogado y su psiquiatra es...de vergüenza ajena.
Segundo: giro hacia lo predecible. Cuando la fiscal (Linney) hostiga al acusado en el estrado estás pensando "a que se desdobla". Y, efectivamente, va y se "desdobla".
"Y ahora llamame tonto" podría titularse la coda de la historieta.
6
26 de septiembre de 2007
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida, de ritmo lento pero atractiva. Laura Linney y Richard Gere hacen el papel de siempre, y Norton, hace el papel de todas sus siguientes películas, muy exagerado. Aún así, la pelicula es fácil de ver, pasa el tiempo relativamente rápido y es relativamente intrigante. Recomendable para domingo por la tarde.
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