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El último duelo

Drama. Intriga Francia, 1386. Narra el enfrentamiento entre el caballero Jean de Carrouges (Matt Damon) y el escudero Jacques LeGris (Adam Driver), al acusar el primero al segundo de abusar de su esposa, Marguerite de Carrouges (Jodie Comer). El Rey Carlos VI decide que la mejor forma de solucionar el conflicto es un duelo a muerte. El que gane será el poseedor de la verdad y, en caso de que venza LeGris, la esposa del caballero será quemada como castigo por falsas acusaciones. [+]
Críticas 192
Críticas ordenadas por utilidad
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9
29 de diciembre de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada mejor que en la época oscura, retratar una sociedad lúgubre, de personajes sombríos y entornos tenebrosos, dónde los personajes se pierden entre el blanco y el negro de un presente impío desgarrador o un futuro piadoso mejor.

Venganza, intrigas, sangre, honor y mucha mala leche componen este film.

Los actores todos geniales, la música se desliza perfectamente, pero la mano del director, Ridley Scott, tanto en la dirección como en la creación de esa atmósfera tan real, que hace sentirte, trasladarte y emocionarte. Me ha encantado.
6
14 de marzo de 2022 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott ha sido autor de películas que han marcado el cine en los últimos 40 años, también de obras menores, y muy menores. Aunque después de Blade Runner la mayor parte de su cine es menor, si es cierto, que, aunque irregular, ha tenido trabajos que han dejado marca en los espectadores. No creo que este sea el caso, sin ser mediocre, tampoco pasará a la historia.
Siguiendo el ADN de este director en cuanto a espectáculo y rentabilidad apuesta claramente por actores con tirón, por la épica de la lucha con espadas y las salpicaduras de plasma y por, el nuevo filón del cine de Hollywood para defender producciones con déficit de originalidad a priori: la perspectiva de género. Esto último llevado a la edad media, puede parecer algo absurdo, no obstante, permite dar un matiz de originalidad a lo que tradicionalmente se ha visto relativo en la forma de ver a la mujer en estas películas, generalmente centradas en la épica heroica y la acción bélica.
Tampoco es que renuncie a esto último, al fin y al cabo hay que ocupar butacas, pero, intenta aportar algo más, lo cual es meritorio, aunque no alcance la brillantez en ningún momento, a pesar de apostar por una narrativa fraccionada en tres partes: 'la verdad según.....', ya utilizada esta forma de contar por Kurosawa en Rashomon, aquí aporta profundidad al presentar hechos que no viven los otros protagonistas o que directamente obvian en su relato y para el resto son importantes. En algún caso la versión de uno y de otro es la misma y vemos prácticamente repetida la escena sin saber muy bien porqué.
La falta de inspiración es patente sobre todo en el reparto, salvando a Driver, que es difícil que esté mal, aunque aquí, la verdad tampoco haya mucha oportunidad de lucirse. El resto del reparto es un tanto limitado en cuanto a su capacidad de hacer más interesante sus personajes de lo que pueda desprender el guión. Destaca en esto Affleck, que la verdad, tampoco es que pudiera nadie esperar algo más de él. El miso caso de Damon, correcto, pero lejos de cualquier atisbo de poder dar algo más. Tampoco Jodie Comer va muy allá, la verdad, no da en ningún momento la impresión de ser una dama por la que alguien pueda perder la cabeza en un par de fugaces encuentros ni tampoco de tener esa personalidad que exige el enfrentarse a una sociedad basada en el poder eclesiástico, el honor, y las luchas a lanzadas, mazos o lo que tercie.
Con todo y con ello, se deja ver, no aburre, y sobre todo, hacer reflexionar sobre los valores de una sociedad como la medieval y el contraste con la actual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A pesar del mensaje feminista, la paradoja, es que la señora sigue viva gracias a que su esposo se bate en combate contra su violador y lo defenestra. Él consigue salvar su honor y un heredero, que era su objetivo, no le cuenta a su pobre esposa de las consecuencias de seguir adelante con la denuncia (parece raro que no lo supiera, no parece muy inteligente jugárselo a una la carta de su marido, a no ser que, el guión la deje por una pobre ignorante), ella, por contra, salva la vida. Tiempos duros.
No entiendo el detalle de los zapatos de la señora. En función del relato del violador y de la violada: en la parte que narra la 'verdad' del violador ella se quita los zapatos antes de subir la escalera (¿quizás para pensar que le incita a seguirle?), en la 'verdad' de la violada se descalza accidentalmente. Da la sensación de que algo en el guión se ha quedado en el tintero.
6
29 de octubre de 2021
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No importa lo que es justo, es una cuestión de poder. Y quien impone su relato satisface su voluntad, sea deseo, necesidad o sentimiento de agravio. Nicole Holofcener, Matt Damon y Ben Affleck adaptan para El último duelo (2021), de Ridley Scott, la novela homónima de Eric Jager, publicada en el 2004. Diecisiete años después parece hacerse eco de esa corriente extendida en la última década de acusaciones de abusos sexuales, o abusos de poder, sobre todo dentro de la industria del entretenimiento. El último duelo se estructura en tres diferentes relatos, o perspectivas, de quienes protagonizan un conflicto, la supuesta violación de Marguerite de Carrouges (Jodie Comer), en Francia, en el siglo XIV, que determina, el duelo a muerte entre el acusado, que niega que sea cierto, Jacques Le Gris (Adam Driver) y el marido de la mujer violada, Jean de Carrouges (Matt Damon). Cada uno de los relatos expone las circunstancias previas que determinaron sus actitudes y acciones. Son tres relatos subjetivos, por lo tanto, difieren, pero no necesariamente solo por conveniencia, sino también por autoengaño (o cuando la convicción colinda con la ofuscación). Como se ve uno mismo puede ser bien distinto de cómo le ven los demás (como resulta particularmente patente en el caso de Jean). En un grado u otro, cada uno ve lo que prefiere ver, como proyectan, consciente o inconscientemente, la imagen que prefieren proyectar (y acentúan un aspecto u otro de acuerdo a lo que más les afecta o conviene). Si hay alguna certeza es el absurdo o la aberración de ciertas convicciones socioculturales que incluso se aplican como ley, como el hecho de que se considere que una mujer queda embarazada si ha sentido placer en la relación sexual (por lo que el embarazo de Marguerite, que no había logrado quedar preñada durante sus cinco años de matrimonio, extiende una sombra de sospecha sobre ella).

También la convicción de que Dios se pronunciará, o señalará la verdad, en la victoria (por lo que si resulta que pierde Jean, Marguerite será quemada viva). No se considera que el resultado sea meramente una cuestión de destreza o de fuerza bruta, sino que el acto en sí de la victoria indica quién tiene razón, o quién dice la verdad, porque están convencidos de que Dios dicta o determina la victoria. Equiparable es la misma absurda convicción que señala otro personaje con respecto a que piensa que Dios le está poniendo a prueba, como si fuera el protagonista de la película, sin considerar que hay otros millones de habitantes en la Tierra. La figura divina es una mera conveniencia o herramienta útil que refleja la incapacidad de discernimiento o de afrontar los hechos o los propios actos, cuando no el mero ombliguismo del ser humano que piensa que una entidad externa acredita sus decisiones (colectivas o individuales) por ley o voluntad. El mundo, sea sobrenatural o natural, en función del yo. No difiere de la vanidad ultrajada de Jean quien, como queda claro en su relato, se siente agraviado, repetidamente, por su (supuesto) amigo Jacques, ya sea porque se queda con unas tierras que él consideraba que le correspondían como parte de la dote, o porque es nombrado capitán, cuando siente que debería ser él quien heredara el puesto que ostentó su padre y su abuelo. Y tampoco difiere de la convicción de Jacques de que Marguerite le ama como él a ella, por lo que está convencido de que no la viola sino de que el acto sexual es consentido. Al fin y al cabo, es natural que una mujer se resista, como si fuera parte de un guion preestablecido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Otra certeza, por lo tanto, es la consideración de la mujer como voluntad sometida al hombre, a su capricho. Como dice la suegra de Marguerite, Nicole (Harriet Wilson), ella también fue violada pero no protestó como Marguerite, porque es un percance que sufren muchas mujeres. Simplemente, lo encajó, y se alegró de seguir viva. Es su posición en el sistema establecido, en el que los poderosos, como el conde Pierre d’Alencon (Ben Affleck, más entonado que un esforzado Damon y un desajustado Driver), pueden preñar por octava vez a su esposa y disfrutar con frecuencia de orgías con múltiples amantes. Eso es vida, como él expresa en lo alto de su castillo. O ese es su privilegio, como hombre y como figura en la cúpula de poder. A Jean, precisamente, le amarga sentirse despreciado o ninguneado por Pierre, mientras siente que éste favorece a Jacques, a quien considera un rastrero adulador que sabe cómo conseguir los favores de quien detenta el poder. Por eso, su reacción con respecto a la posible violación no es la de aquel a quien le afecta lo que ha sufrido la mujer que ama sino la de quien siente que han atentado (una vez más) contra lo que siente como propio. Por ello, le exige a ella que la deje penetrarla porque no puede ser Jacques él último hombre que la haya penetrado. Qué importa como ella se siente. Importa cómo él se siente. Ella es su propiedad, un objeto de distinción, por su belleza; por eso, en una secuencia previa, al ver, tras regresar de una campaña bélica en Escocia, que ella ha comprado un vestido que remarca su escote, le recrimina que parece una ramera y le exige que se lo quite.

Por lo tanto, Marguerite es una mujer cautiva en su condición de mujer que ejerce de bella posesión de su marido, pero insatisfecha tanto sexualmente como por el hecho de que no tenga descendencia. Pero no es una voluntad dócil, por ello, durante la ausencia de su marido, contradice órdenes con respecto al uso de los caballos. Ella no es una mera yegua a aparear o una reclusa en forma de posesión de lujo (como él no quiere que la yegua preñada sea paseada, orden que ella cambia, como la de no utilizar caballos en vez de bueyes, cuando su uso facilitaría que las tierras fueran aradas con más rapidez). No se resigna a que su realidad sea meramente la que dicta su esposo. Por eso, por qué no va a aprovecharse de unos hechos y establecer un relato que sea beneficioso para ella en vez, de como hasta ahora, para otros (generalmente hombres). Quien cuestiona la veracidad de su relato es su mejor amiga, Marie (Tallulah Haddon), ya que sabe que consideraba atractivo a Jacques (y su expresión cuando se lo presentan, y se besan, así parece sugerirlo), por lo que quizá ella sí propició que, cuando él irrumpió en el castillo, se hiciera perseguir por él hasta la alcoba. Al fin y al cabo, si Jacques deseaba satisfacer su deseo, o consumar una relación sexual con la mujer que ama, y Jean, ver satisfecha su vanidad o, dicho de otro modo, su sentimiento de agravio, ella, mujer sometida, quería ser madre. Más allá de quien vence en el duelo físico final (narrado con contundente crudeza), es cuestión de quién logra imponer su relato, ayudado, eso sí, por la combinación de los sucesos (no por absurdas intervenciones de voluntades divinas). Por eso, para el duelo de relatos, y la satisfacción de su anhelo, es determinante quién vence a quién con las lanzas, las espadas y las hachas. No es una cuestión de verdad ni de justicia sino una cuestión de poder. Quién se impone sobre quién, sea por la fuerza bruta o mediante el relato conveniente. El relato victorioso impone su realidad. Aunque, por otra parte, también cabría preguntarse si la obra no sabe, o más bien no lo pretende, transitar las sutilezas o los claroscuros de la ambigüedad y la ambivalencia; de todas maneras, cada espectador decidirá si su conclusión rezuma mordaz ironía o se pliega a la tiranía de lo políticamente correcto que rige nuestro tiempo.

Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
9
14 de noviembre de 2021
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer vi la última película de Ridley Scott, y quería comentaros algunos aspectos de la peli que me gustaron.
* Escenarios abrumadores
* Similitud en ocasiones a la película Gladiator, del que también es director
* Opulencia en los trajes y caracterización de los personajes
Pero por encima de todo quiero destacar el homenaje que realizar el director al papel de la mujer en la Edad Media, se nos refleja cómo vivía la mujer en esa época (todavía considerada esclavitud por no decir la verdad). Excelente interpretación de Jodie Comer
La trama se estructura en tres partes desde las que cada uno de los personajes cuenta su punto de vista.
En ocasiones se hace un poco larga pero la escena final.....de infarto
2
17 de septiembre de 2023
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crítica de Carlo Casanova me parece perfecta, el hecho de que la película transcurra durante La Edad Media es un contexto inmejorable desde el que poder seguir dando la matraca con la aberrante agenda ideológica que tan de moda se ha puesto desde un prisma insólito y novedoso.

La intención del discurso que subyace entre líneas es de sobra conocida: tratar de crear la mayor distancia entre el hombre y la mujer, demonizando al hombre blanco y heterosexual, que no pertenezca a ninguna minoría, otorgándole una imagen de cafre en cualquier situación posible. También se deja en mal lugar al hombre ambicioso y hecho a sí mismo (Damon ve a su esposa como una extensión de su dominio), porque el mensaje que interesa mandar es que hay que ser obediente y pase lo que pase, hacer caso de lo que te digan. Cuanto más idiota, manipulable e ignorante seas, mejor para todos.

La película es muy manipuladora porque busca trasladar y equiparar el absurdo y bárbaro proceder de los hombres de la Edad Media con los de hoy, como si absolutamente nada hubiera cambiado. La intención es, que bajo la coartada del feminismo, ir instaurando el hecho de que prácticamente cualquier interacción entre el hombre y la mujer sea delito, difuminando la barrera entre los dos conceptos, hasta que pasen a significar lo mismo.

Para confundir y enfrentar a la gente entre sí, la película manda un mensaje simplista, teniendo la esperanza de que el espectador vea que en efecto el hombre es malo, cruel y mentiroso por naturaleza, sin excepciones, y la mujer necesariamente buena, compasiva, leal y culta, y que por ello debe tener más derechos que el varón, al que se le busca eximir de la presunción de inocencia frente a la acusación de una mujer. La conclusión lógica es que la unión entre dos naturalezas tan contrarias entre sí, es directamente imposible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Información que bien se aseguran en hacer llegar, cuando se te informa que cuatro años después de ganar el duelo, el guerrero Damon perece en una batalla, y en los treinta años que le quedó de vida, su mujer permaneció viuda, no volviendo a contraer matrimonio con nadie (bastante tuvo ya la pobre con uno que la viola y otro que la maltrata como para volver a querer saber algo más de este sexo tan abyecto). ¡Menuda suerte tuvo!
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