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Anatomía de un asesinato

Drama Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Ella contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un honrado hombre de leyes. Durante el juicio se reflejarán todo tipo de emociones y pasiones, desde los celos a la rabia. Uno de los dramas judiciales más famosos de la historia del cine. (FILMAFFINITY)
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9
19 de noviembre de 2010 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran época los 60, ya desde los estilizados títulos del inicio a ritmo de jazz se respira el aroma sesentero que estaba por llegar. El uso del blanco y negro, alcanza su madurez artística con unos tonos, contrastes y texturas perfectas.
Y aparece James Stewart, no se a vosotros pero a mi este actor me inspira una paz interior, una confianza y una simpatía absolutamente reconfortantes, y más en esta obra donde creo que da lo mejor de si mismo, portentosa su actuación donde hay momentos de improvisación durante el juicio, sonrisas espontaneas, miradas... increíble. La primera mitad de la película se la pasa consiguiendo resistir a duras penas los envites de una morbosa Lee Remick, pero es durante el juicio donde nos da una lección de interpretación que le eleva al Olimpo si es que no estaba ya instalado en el.
Nunca he visto a un director tan hábil introduciendo elementos de humor en medio de una trama supuestamente seria, asesinato, violación, la escena de las bragas es una buena muestra de ello, es un humor muy inteligente por que usa la más sofisticada arma que existe para elaborarlo, la ironía.
Y mas difícil todavía es introducirlos en un guión perfecto, donde a pesar de sus casi 3 horas de duración, consigues mantener el interés por el juicio gracias sobretodo a unos diálogos que a pesar de la censura no tratan de ocultar palabras como esperma, puta o rosario y a unos secundarios que rayan a gran nivel, sobre todo el fiscal, interpretado por George Scott, que de su estirada y seria interpretación se extraen amplias sonrisas.
Que mas decir, pues lo que diría Garci en aquel maravilloso programa, siéntense, pónganse cómodos y prepárense para disfrutar de una de las obras maestras del séptimo arte, que grande es el cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Yo creo que no es un final abierto, creo que la clave está en el discurso del inolvidable abogado ex-borrachín, que parece estar directamente dirigido a los espectadores, acerca de la grandeza de un jurado, doce personas que no tienen nada que ver con el acusado ni entre ellas mismas consiguen pensar como un solo ente y encima hacerlo bien, que Dios les bendiga.
Yo creo que el director esta diciendo que el milagro se ha obrado, gracias a la defensa de esos dos humildes pero dedicados abogados.
Si, al final la pareja hace un simpa, nunca te fíes de alguien que bebe ginebra, dice un irlandés, alguien decía al inicio del film no te fies de un militar, siempre están pelados, pero eso no quiere decir que fueran culpables.
9
13 de noviembre de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frederick Manion (Ben Gazzara), teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer Laura (Lee Remick). Tras su detención, se celebra el juicio, siendo su abogado defensor un ex-fiscal llamado Paul Biegler (James Stewart). Durante el juicio se pondrán de manifiesto todas las pasiones, filias y fobias posibles: celos, rabia, venganza, engaño, etc.

Esta película es uno de los dramas judiciales más famosos de la historia del cine. Un excelente film dirigido por Otto Preminger, con una gran guión de Wendell Mayes basado en la novela homónima de Robert Traver, la gran música del mítico Duke Ellington, maravillosa fotografía en blanco y negro de Sam Leavitt y unas interpretaciones de lujo donde destacan James Stewart, Ben Gazzara, Lee Remick, Arthur O’Connell o George C. Scott, junto a otros veteranos actores que conforman una historia trepidante y creíble de principio a fin.

Es una película en firme, sólida, sin resquicios, que se ve de principio a fin sin aliento, una maravilla de diálogos, un juicio lleno de emoción y tensión dramática, dobles sentidos en los diálogos, miradas torvas, puzzle de infarto, anatomía perfecta. En resolución: si no la has visto y te gusta el buen cine y mas concretamente las pelis de juicios, no te la pierdas ¡Ah! ¡Y a ver si los guionistas actuales aprenden de los maestros de antañazo!
10
23 de mayo de 2015 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Alguien podría decirme si esta película llegó a estrenarse en cines en España? Porque, aunque a veces creo que la memoria me juega una mala pasada, recuerdo haberla visto por primera vez en televisión, cuando era un chaval que iba al colegio. Y, sin recordar otros pormenores, se me quedó grabada la palabra "bombacha", con la que se aludía a las tan traídas y llevadas bragas de la señora Manion. Tal vez fuese un doblaje sudamericano, pero aquí la palabreja sonaba tan ridícula que al día siguiente fue motivo de rechifla con los amiguitos del cole. En aquellos tiempos, como sólo había canal y medio de televisión, si daban algo bueno al sufrido espectador no le quedaba otra que joderse y verlo o irse a la cama.
Supongo que en aquella emisión el formato scope original se adaptaría a los 4:3 de la tele, con la consiguiente mutilación de la profundidad de campo en los encuadres sesgados y los constantes movimientos de reencuadre. Todavía no se había impuesto el respeto a la integridad del fotograma, que no llegaría hasta bien entrados los ochenta, y las emisiones televisivas (y las ediciones en VHS) destrozaban de forma inmisericorde el trabajo de puesta en escena, que en películas como la que nos ocupa puede calificarse de virtuoso. En los aspectos formales, es una película modélica.
"Anatomía de un asesinato" se constituye, junto con "Testigo de cargo" y "Doce hombres sin piedad", en el cánon del drama judicial. Las tres fueron producidas a finales de los cincuenta y en las tres se cuestiona la relación entre la certeza y la verdad, siendo la de Preminger la que provoca en el espectador unas sensaciones más ambivalentes, pues en las otras se dilucida con claridad cual es la verdad (o el engaño), mientras que esta deja esa tarea al propio espectador. Algo casi inédito en el cine hasta entonces. Sus planteamientos morales resultaron innovadores.
Los temas tratados, no tanto la violación (a la pobre Belinda también la violaban) como la promiscuidad sexual (sino ninfomanía) de la protagonista femenina, y lo explícito del lenguaje, forzaron los límites del código censor que se había autoimpuesto el cine americano. Preminger dió los primeros pasos para que el cine dejase de tener limitaciones en sus temas y en el tratamiento de estos. Esa audacia es un valor añadido a los valores puramente cinematográficos que atesora la película.
No quiero dejar de señalar la elevada calidad de la fotografía, la música y las interpretaciones. Todos sabemos que James Stewart es un monstruo de la interpretación, pero quiero resaltar a una Lee Remick que exhala sexualidad sin necesidad de enseñar nada. Con tanta censura a las actrices, para seducir, no les quedaba más remedio que ser realmente atractivas.
10
10 de abril de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otto Preminger nos regala uno de los mejores dramas judiciales de la historia del cine, una película con un guión inteligente lleno de intriga, con una alta dósis de violencia contenida y cargado de explícitas referéncias sexuales poco habituales en el cine de la época. La historia se centra en el juicio de Frederick Manion (Ben Gazzara), acusado del asesinato del presunto violador de su mujer (Lee Remick) que contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un hombre de leyes venido a menos demasiado honrado y algo irrespetuoso. Las más de dos horas de película son un buén ejemplo de un proceso judicial, con testigos, interrogatórios, busqueda de pruebas y excelentes combates dialécticos entre la defensa y el fiscal. Otra cosa destacada de esta película es la genial banda sonora a cargo de Duke Ellington (con cameo incluido) que le valió un Grammy y que dota de una personalidad própia a ritmo de jazz todo el metraje. "Anatomia de un asesinato" es una excelente película, con un gran director, actores en estado de grácia y una increible banda sonora, una película adelantada a su tiempo que merece ser vista por cualquier persona con un mínimo interés por el cine. Imprescindible.
9
23 de agosto de 2019 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
127/04(07/08/19) Clásico imperecedero del Séptimo Arte, uno de los grandes films del sub-género judicial producido y dirigido por un brillante Otto Preminger. El incisivo guión de Wendell Mayes (“Tempestad sobre Washington”) se basa en la novela homónima del juez del Tribunal Supremo de Michigan John D. Voelker bajo el seudónimo de Robert Traver, basó la novela en un caso de asesinato en 1952 en el que era el abogado defensor. Aunque su título puede prometer un procedimiento clínico, se disfraza de una ambigüedad poderosa, en la que la verdad es un ente voluble, aquí no es el típico “Whodunit”, donde no se sabe quién es el asesino, aquí eso está claro, que dilucidar es la pequeña línea que separa la cordura de la locura, y en este mar confuso se mueve un relato apasionante. Una batalla de conceptos, e ideas que atrapan por lo bien perfiladas que están las argumentaciones de unos y otros, un juego del gato y el ratón donde el uno espera pillar al otro en un error, un duelo chispeante frente al juez, donde no falta el humor (el negro, el sarcástico, el de dobles sentidos,…), la intensidad dramática, donde los interrogados actúan con medias verdades, no sabiendo el espectador donde se encuentra la VERDAD. La película es pionera en que se oigan palabras tabú hasta entonces en una sala de cine (decente) como "violación", "puta", "perra", "coito", "bragas" y "espermatogénesis", esto provocó mucha controversia en su estreno. Tuvo de siete nominaciones a los Oscars (No consiguió estatuilla alguna, este fue el año que arrasó “Ben-Hur”). : Mejor Película, Guión adaptado, Actor principal (James Stewart), Actor secundario (Arthur O'Connell y George C Scott), Fotografía en b/n y Montaje (Louis R Loeffler).

Preminger en un recurso loable hace que el abogado Paul Biegler (James Stewart) sea nuestra visión en el caso, no sabremos más que él, no hay flash-backs, no hay secuencias en no esté él, el realizador nos toma por inteligentes y quiere juzguemos con los mismos recursos que él. Paul es un abogado de vuelta, acepta el caso sin saber cuál es la verdad y que la mentira. Pero tiene un plan para intentar salvar a su cliente, este es artificio nebuloso, indagado en una entrevista con el militar acusado intentando encontrar recoveco por el que defender de asesinato a alguien que declara haberlo cometido, antes que el acusado le cuente su versión de los hechos, Biegler ya le dice cuatro maneras posibles hay de sacarlo libre, y solo una de ellas podría tener éxito, alegar " impulso irresistible", con lo que nada subliminalmente está guiando a su cliente cuando le cuestiona, “Cuál es su excusa?”, y Frederick responde, “Supongo que me volví loco. Me estoy acercando?”, y la contrarréplica de Paul resulta toda una declaración de intenciones sobre la manipulación de la verdad, “Se lo diré cuando haya hablado con su mujer. Mientras tanto, a ver si puede recordar lo loco que se volvió”, con lo que Paul deja claro que poco le importa lo sucedido, si no poder ganar a costa de tergiversar la versas a su antojo. O el modo en que encara las discusiones e interrogatorios ante el juez, dejando caer argumentos, aun a sabiendas que el juez dictará que no los tome en cuenta el jurado, entonces el acusado le pregunta a Biegler “Cómo puede el jurado hacer caso omiso de lo que ya ha oído?”, a lo que éste le espeta de modo lapidario, “No pueden, teniente. No pueden”. James Stewart lo encarna con un vigor inusitado, con una mezcla de artero, manipulador y simpático de pueblo, divertido ingenioso, lenguaraz, ocurrente, enérgico, cínico (ese modo de erigirse en pequeñito ante los fiscales de ciudad resulta jocoso), manteniendo duelos jugosos con Remick, así como con George C. Scott, o esos ententes con el juez hablando de pesca, maravillosa su naturalidad.

El director juega con la percepción del espectador, nunca estamos seguros de nada, todo es voluble hacia un lado u otro. Como creer que Laura ha sido violada con esa actitud despreocupada, le gusta llamar la atención con su imagen, coquetea con cualquier hombre, y esto justo después de sufrir la traumática situación de una violación, cuesta entender, “Estoy acostumbrada, a que casi todos los hombres quieran seducirme. Desde que era niña. Tú, por ejemplo, te intereso”, le asegura Laura a Paul cuando éste le increpa por su actitud lasciva, o cuando esta invita al letrado a entrar en su caravana “Quieres pasar Paul? Sabes que puedes si quieres” (claro doble sentido). Pero por otro lado se dan elementos para creer en la vejación (ejemplo la máquina de la verdad). Lee Remick está radiante como Laura Manion, chica traviesa y juguetona, gusta de poner nerviosos a los hombres con sus evidentes encantos, ejemplo el modo en que hace sonrojar una y otra vez a Paul Biegler, su sonrisa y gestualidad la hacen irresistible fruto del deseo. Aunque a mi modesto entender el no ponerle matices de algún trauma por lo sucedido disminuye su carácter a un cliché.

Está el Tte. Frederick, tipo que parece sereno, fuma hasta en pipa (que da más sensación de calma), pero que tiene arranques de ira incontenida, derivando en que no sabemos si esto provocó su violencia con su esposa o contra el barman? O los dos? Tipo que tiene un tesoro sexy en Laura, pero al que puede controlar y sus celos son evidentes en sus miradas (la que echa desde la ventana de prisión a ella y Paul), miradas esta cargadas de ambigüedad cuando se cruzan con las de Laura. Ben Gazzara encarna al militar con una singular mezcla de rigidez y dureza simpática, en combinación con celos que se entrevén entre su pétreo rostro.

Seremos el jurado Nº13, no se aburrirá a pesar de durar más de dos horas y media, tarda 50 minutos en arrancar el juicio, lapso aprovechado para describir a los personajes, para los entendamos, matizarlos, con defectos, humanos, ello en marco pueblerino donde todos se conocen. Cuando se inicia la contienda judicial las diferentes estrategias se despliegan de modo cautivador... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
…El jugo está en el choque de ingenios entre el abogado defensor y la fiscalía, maniobras de unos y otros, réplicas y contrarréplicas, argucias y triquiñuelas para manipular al jurado, las rendijas que dejan las leyes para introducir elementos extraños, el modo en que se manosea la semántica para cambiar el sentido a un hecho (“violación” por “problema”), las protestas, las interrupciones, los interrogatorios inquisitoriales, entre pequeñas victorias y pequeñas derrotas, donde no importa tanto la verdad como la victoria. Es por ello que la ambigüedad impera en todo lo que sucede, “como abogado he aprendido que la gente no es solo buena o mala. La gente es muchas cosas”, le explica en otro momento Paul a Mary Pilant, ejemplo de la complejidad del caso. Y es que aunque lleguemos al clímax en que el jurado dictaminará para un lado u otro, aquí el espectador se sentirá confuso ante un mundo judicial tan difuso en hallar respuestas claras donde no las hay. Todo rematado con un epílogo cargado (no podía ser de otro modo) de ambigüedad.

Entre los secundarios destaca el siempre sensacional George C. Scott como el fiscal Claude Dancer, mantiene duelos con Stewart apoteósicos. Punzante modo que se da cuenta haber caído en el “anzuelo” de Paul ante el juez, ajustándose a la alegoría de la mosca en el gancho que charlaban el juez y Paul (nominado al Oscar por secundario); Arthur O'Connell como Parnell Emmett McCarthy, fiel y borrachín amigo de Paul, fluyendo entre los dos una frescura en su relación que te llega. Lo que me falta para dar más hondura a su rol es saber el motivo de su alcoholismo. Fue nominado al Oscar por su actuación de secundario; Destacar el gran trabajo de Joseph N. Welch como el juez Weaver, desborda encanto natural, con un aire de despreocupación flemática maravillosa (el modo en que pone en hora su reloj), como se mimetiza con la imagen de su rol, la simpatía que irradia (el modo en que quiere cambiar de nombre la palabra “bragas”). Joseph Welch, cuya apasionada censura a Joseph McCarthy durante las audiencias del Ejército-McCarthy aceleró la caída del senador.

Hay una vertiente psico-freudiana que bien parece un acto de provocación a los censores, con el uso de una palabra hasta entonces impronunciable en Hollywood en una película, es “BRAGAS”, y es que no solo se menciona, sino que hay regodeo en ella, se utiliza de todos los modos posibles, se describen con todo fetichismo de detalles, se dicen que fueron desgarradas, se le pregunta a una mujer (el #metoo aún no había aparecido) si acostumbraba a llevarlas, incluso se intenta dar otro nombre para no incitar al público a reír, y por supuesto se termina enseñando a la platea. Quizás con la repetición de esta “erótica” palabra se intenta transgredir la mente de calenturientos espectadores.

Puesta en escena excelente en su función primordial de proyectar un estado de ánimo. Destaca de inicio los Icónicos créditos creados por el maestro en la materia Saul Bass, presentando bocetos de cadáveres desmembrados que se intentan montar de modo sobreimpresionado, en una clara alegoría sobre el argumento; Con un notable diseño de producción de Boris Leven (“West side story”), rodando en íntegramente en Michigan-USA; Esto maximizado por la estupenda cinematografía en glorioso b/n de Sam Leavitt (“Éxodo”) en formato panorámico para dar sensación más teatral en las tomas generales en el juicio, añadiendo profundidades de campo con muchas tomas estáticas, con suaves y penetrantes travellings, potenciando con ello el espléndido trabajo actoral; La grata música es obra del mítico jazzista-pianista Duke Ellington, compuesta por él y Billy Strayhorn, interpretada por la orquesta de Ellington.

Film muy recomendable, de los que te hace reflexionar sobre lo maleable de la verdad, y de cómo la justicia no es sinónimo de hacer algo justo. Fuerza y honor!!!

Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/08/anatomia-de-unasesinato.html
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