Antes de la medianoche
2013 

7.3
28,148
3 de agosto de 2013
3 de agosto de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Richard Linklater es un director de difícil catalogación. Capaz de filmar películas tan interesantes como Movida del 76 (Dazed and Confused, 1993) o la original (aunque cansina) A Skanner Darkly: Una mirada a la oscuridad (A Skanner Darkly, 2006), entre largometrajes con una clara vocación comercial como Escuela de Rock (School of Rock, 2003), mientras el director también encuentra tiempo para filmar una trilogía sobre un concepto tan universal como el amor, de la mejor manera posible.
Antes del amanecer (Before Sunrise, 1995) nos mostró el primer encuentro entre Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) en un tren -símbolo de lo pasajero, de aprovechar las oportunidades- y de cómo pasaron la noche juntos a la espera de una despedida que sonó a definitiva. Nueve años más tarde los protagonistas vuelven a converger en Antes del atardecer (Before Sunset, 2004), esta vez en un fugaz encuentro (hora y media a tiempo real en la película) que pareció ser definitivo. La tercera entrega de esta apasionada trilogía supone un brillante conclusión, totalmente necesaria, en la que se explica la cara más amarga de la pasión: la rutina y sus efectos devastadores.
Si la primera entrega situaba a sus personajes en la romántica Viena en lo que a posteriori significó el inicio de su relación, en la siguiente la ciudad escogida para un segundo (y definitivo) encuentro fue París -la tan veces denominada "ciudad del amor"-, con lo que tiene mucho sentido que la tercera entrega (Before Midnight, 2013) discurra en la antigua Grecia, cuyas ruinas que han soportado el paso de la humanidad desde tiempos inmemoriales. Grecia simboliza como ninguna otra ciudad el desgaste de lo construido, de lo que una vez fue eterno, en este caso concreto el desgaste del amor provocado por el paso del tiempo -es simbólica la escena en que Jesse y Céline divisan desde el coche las ruinas que ansiaba ver su hija y deciden volver en otra ocasión, como queriendo aplazar un problema del que aún no eran conscientes-.
Linklater, como es habitual en cada entrega, utiliza en su narración un ingenioso guión cargado de frescos e ingeniosos diálogos, así como meticulosos largos planos secuencia tanto con cámara fija, utilizada en secuencias en las que los protagonistas se desplazan (autobús, barco, coche), como con un ligero travelling cuando la pareja pasea, acompañándolos en su viaje. El director, a través de estas dos herramientas principales (diálogos y planos secuencia) disecciona numerosos temas de actualidad, aparte de definir de manera precisa los rasgos de personalidad de los dos amantes.
Antes del anochecer respeta el paso del tiempo real entre los actores (al igual que Antes del atardecer) en clara coherencia con la ponderación de la constante tiempo en cada entrega. En cada película podemos ver cómo evolucionan los personajes tanto a nivel físico, como intelectual, cómo pasan de la ingenuidad de la primera entrega a la madurez de la última. Precisamente en esta última entrega el amor empieza a resquebrajarse, muestra la fragilidad propia del paso de los años, aderezada por la aparición de la rutina -que es una bomba cargada que espera al momento menos indicado para ser explotada- y los fantasmas del matrimonio anterior de Jesse.
La película cuenta con tres partes bien diferenciadas aunque prácticamente continuas en el tiempo. La primera nos revela el misterioso final de la segunda parte, nos posiciona en la situación actual de los personajes a través de un espléndido plano secuencia de más de diez minutos en el coche, tras dejar al hijo de Jesse en el aeropuerto, hasta la mansión de unos amigos en el sur del Peloponeso. La segunda parte, que consta de más planos, transcurre en la enorme casa, en la que el anfitrión y varios amigos matienen conversaciones trascendentales sobre sexo, amor o política mientras disfrutan de la gastronomía griega. En la tercera, un relajado paseo de la pareja protagonista en el que reviven escenas del pasado y cuyos diálogos ayudan al espectador a comprender a los personajes (en otro larguísimo en interesante plano secuencia) hacia un hotel donde pasaran la noche, acaba convirtiéndose en una catársis de sentimientos, donde los reproches, el desgaste de la vida diaria en común, las frustraciones y desengaños se convierten en aliados del grito y la pérdida de respeto. Se trata de una última parte totalmente ensordecedora, en un tranquilo pero constante in crescendo, que se convierte en uno de los relatos más certeros sobre la vida en pareja jamás rodados.
Sólo queda hablar de los actores, fantásticos en sus respectivos papeles, donde Ethan Hawke raya a la altura de una Julie Delpy siempre superior en anteriores entregas. Además, los interpretes repiten colaboración en el guión, lo que demuestra la implicación de éstos con sus respectivos papeles.
Probablemente la mejor historia de amor en el cine de los últimos tiempos, en la que cada breve historia sólo es entendida en su totalidad gracias a la siguiente y en la que se define el instante en la vida de una persona como una perfecta y detallada explicación del propio ser completo. Desconozco si habrá nueva entrega dentro de nueve años, pero la trilogía en la actualidad funciona de una manera precisa como pocas historias de la gran pantalla.
Antes del amanecer (Before Sunrise, 1995) nos mostró el primer encuentro entre Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) en un tren -símbolo de lo pasajero, de aprovechar las oportunidades- y de cómo pasaron la noche juntos a la espera de una despedida que sonó a definitiva. Nueve años más tarde los protagonistas vuelven a converger en Antes del atardecer (Before Sunset, 2004), esta vez en un fugaz encuentro (hora y media a tiempo real en la película) que pareció ser definitivo. La tercera entrega de esta apasionada trilogía supone un brillante conclusión, totalmente necesaria, en la que se explica la cara más amarga de la pasión: la rutina y sus efectos devastadores.
Si la primera entrega situaba a sus personajes en la romántica Viena en lo que a posteriori significó el inicio de su relación, en la siguiente la ciudad escogida para un segundo (y definitivo) encuentro fue París -la tan veces denominada "ciudad del amor"-, con lo que tiene mucho sentido que la tercera entrega (Before Midnight, 2013) discurra en la antigua Grecia, cuyas ruinas que han soportado el paso de la humanidad desde tiempos inmemoriales. Grecia simboliza como ninguna otra ciudad el desgaste de lo construido, de lo que una vez fue eterno, en este caso concreto el desgaste del amor provocado por el paso del tiempo -es simbólica la escena en que Jesse y Céline divisan desde el coche las ruinas que ansiaba ver su hija y deciden volver en otra ocasión, como queriendo aplazar un problema del que aún no eran conscientes-.
Linklater, como es habitual en cada entrega, utiliza en su narración un ingenioso guión cargado de frescos e ingeniosos diálogos, así como meticulosos largos planos secuencia tanto con cámara fija, utilizada en secuencias en las que los protagonistas se desplazan (autobús, barco, coche), como con un ligero travelling cuando la pareja pasea, acompañándolos en su viaje. El director, a través de estas dos herramientas principales (diálogos y planos secuencia) disecciona numerosos temas de actualidad, aparte de definir de manera precisa los rasgos de personalidad de los dos amantes.
Antes del anochecer respeta el paso del tiempo real entre los actores (al igual que Antes del atardecer) en clara coherencia con la ponderación de la constante tiempo en cada entrega. En cada película podemos ver cómo evolucionan los personajes tanto a nivel físico, como intelectual, cómo pasan de la ingenuidad de la primera entrega a la madurez de la última. Precisamente en esta última entrega el amor empieza a resquebrajarse, muestra la fragilidad propia del paso de los años, aderezada por la aparición de la rutina -que es una bomba cargada que espera al momento menos indicado para ser explotada- y los fantasmas del matrimonio anterior de Jesse.
La película cuenta con tres partes bien diferenciadas aunque prácticamente continuas en el tiempo. La primera nos revela el misterioso final de la segunda parte, nos posiciona en la situación actual de los personajes a través de un espléndido plano secuencia de más de diez minutos en el coche, tras dejar al hijo de Jesse en el aeropuerto, hasta la mansión de unos amigos en el sur del Peloponeso. La segunda parte, que consta de más planos, transcurre en la enorme casa, en la que el anfitrión y varios amigos matienen conversaciones trascendentales sobre sexo, amor o política mientras disfrutan de la gastronomía griega. En la tercera, un relajado paseo de la pareja protagonista en el que reviven escenas del pasado y cuyos diálogos ayudan al espectador a comprender a los personajes (en otro larguísimo en interesante plano secuencia) hacia un hotel donde pasaran la noche, acaba convirtiéndose en una catársis de sentimientos, donde los reproches, el desgaste de la vida diaria en común, las frustraciones y desengaños se convierten en aliados del grito y la pérdida de respeto. Se trata de una última parte totalmente ensordecedora, en un tranquilo pero constante in crescendo, que se convierte en uno de los relatos más certeros sobre la vida en pareja jamás rodados.
Sólo queda hablar de los actores, fantásticos en sus respectivos papeles, donde Ethan Hawke raya a la altura de una Julie Delpy siempre superior en anteriores entregas. Además, los interpretes repiten colaboración en el guión, lo que demuestra la implicación de éstos con sus respectivos papeles.
Probablemente la mejor historia de amor en el cine de los últimos tiempos, en la que cada breve historia sólo es entendida en su totalidad gracias a la siguiente y en la que se define el instante en la vida de una persona como una perfecta y detallada explicación del propio ser completo. Desconozco si habrá nueva entrega dentro de nueve años, pero la trilogía en la actualidad funciona de una manera precisa como pocas historias de la gran pantalla.
9 de octubre de 2013
9 de octubre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, con Before Midnight, se cierra una de las mejores trilogías de los últimos tiempos, una serie de películas que nos mostró una historia de amor casual entre dos jóvenes; conducido por unos magníficos guiones, en todas ellas, Linklater creo una pareja perfecta entre Julie Delpy y Ethan Hawke, con una química entre ellos que a uno le hace dudar si detrás de cámara no existiera algo entre ellos.
Creo que es un estilo de película que si su guión fuera pobre no funcionaría, ya que toda la trilogía se basa en una gran conversación, que arranca en Viena (donde se conocieron) y finaliza en Grecia.
Particularmente de este film me quedo con la escena de la charla en la mesa de amigos, donde cada frase es realmente exquisita.
Recomendable para aquellos que realmente quieran ver una historia de amor, y no como las patrañas que nos acostumbran y se hacen llamar películas románticas.
Joa Vottero
Creo que es un estilo de película que si su guión fuera pobre no funcionaría, ya que toda la trilogía se basa en una gran conversación, que arranca en Viena (donde se conocieron) y finaliza en Grecia.
Particularmente de este film me quedo con la escena de la charla en la mesa de amigos, donde cada frase es realmente exquisita.
Recomendable para aquellos que realmente quieran ver una historia de amor, y no como las patrañas que nos acostumbran y se hacen llamar películas románticas.
Joa Vottero
30 de octubre de 2013
30 de octubre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una cuantas películas que tratan sobre el agridulce final del amor, en 'Antes del anochecer' quizá sea mejor decir que habla del cansancio de ser la mitad de algo y querer volver a ser uno mismo, porque en este caso el amor continua, cuestionado, pero continua. Ambos tienen asuntos y proyectos, aparte de su vida en común, que necesitan resolver: Él ha cumplido los cuarenta y le entran dudas acerca de su otra vida, de su hijo, de su paternidad. Ella, soñadora y rebelde, lucha y no quiere resignarse a ser una ama de casa más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Unos diálogos excelentes entre ellos y con personajes interesantes, que llevan a una conversación final que merece pasar a la antología de ese cine que te cuenta la vida, con un admirable final abierto, para que cada uno saque sus conclusiones, aunque ya ella hacia la mitad de la película nos da una pista de por donde van la vida y el amor cuando se enciende la bomba de la duda.
3 de febrero de 2014
3 de febrero de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he querido sentar con tranquilidad para escribir esta crítica, una película muy esperada y deseada para aquellos que sintieron y entendieron las otras dos partes.
Todos esperábamos una tercera parte al ver finalizar la segunda…pero no se sabía seguro si habría una tercera…hasta que apareció…y cuando parecía que no podría ser mejor que las otras…la tercera, es sin duda, la mejor.
Era difícil, tanto para el director y para los actores, tenían un reto muy difícil ya que pusieron el listón muy alto tras la segunda parte con aquellos diálogos, paseos por la París mas sencilla y dos actores que hablan sobre el amor a una edad en la que los sueños han pasado y ya vivimos en una realidad que no fue la deseada cuando teníamos veinte años.
Ahora las cosas han cambiado, tenemos cuarenta, uno está divorciado y con un hijo que vive en el otro continente pero aquí estoy con la mujer a la que amo…son dilemas duros, otros planteamientos, otra realidad para dos personas que se siguen queriendo pero que el amor no lo cura ni resuelve todo.
Sin duda, lo mejor de todo son los diálogos, tal como están actuados y dirigidos, la sencillez en las escenas es la base para llegar a la complejidad de los diálogos, en apariencia muy sencillos pero son tan acertados que dan miedo.
La película pretende romper un poco con la estética de las anteriores pero en parte mantiene su base, las escenas del aeropuerto o de la comida rompen aquellas escenas de simples diálogos entre Delpy y Hawke.
Hay escenas inolvidables como los diálogos en la comida, una comida entre parejas de diferentes edades y épocas, muy difíciles de actuar pues entre la naturalidad de los diálogos y escenas se encierra una filosofía sencilla y muy acertada.
El paseo por el campo de camino al hotel o la última escena en la habitación del hotel, una escena muy triste que me dejó muy mal sabor de boca, una escena casi tóxica.
Creo que es la escena que más dolor me produjo y no me refiero a la escena misma sino a la evolución de las tres películas que desembocan en esta escena.
Cuando la veía pensaba: y así es el amor…dos personas que se quieren y se pelean hasta decirse las cosas más dolorosas.
Cierto es, si amas de verdad, entenderás el sentido de las películas y si ya llevas con tu pareja muchos años…entenderás esta película y la discusión final te llegará al alma y te sentirás reflejado en ella.
Es la palabra exacta, un espejo, la película nos pone ante un espejo, nos vemos reflejados en los diálogos cada vez más sencillo y complejos, vemos sus pensamientos, sus problemas, el problema de ser madre, de enfrentarse a la familia, posible infidelidad, rutina sexual, problemas económicos, nuevos planteamientos laborales…tantas cosas en las que nos vemos reflejados que parece que están inspirados en nosotros.
Lo que pasa es que las películas se han escrito en un tiempo real, siguiendo la evolución de los actores en la vida real, no son retratos de sus vidas pero si que los guiones han evolucionado con la madurez tanto del director como los actores, es por eso que las películas son tan maduras.
Doy las gracias por esta trilogía tan memorable, espero vivir y ver como estos actores han evolucionado y nos muestran una cuarta entrega y viendo resolver los nuevos problemas de la vida.
Una gran película, en mi opinión, las tres películas ya es una trilogía de culto.
Todos esperábamos una tercera parte al ver finalizar la segunda…pero no se sabía seguro si habría una tercera…hasta que apareció…y cuando parecía que no podría ser mejor que las otras…la tercera, es sin duda, la mejor.
Era difícil, tanto para el director y para los actores, tenían un reto muy difícil ya que pusieron el listón muy alto tras la segunda parte con aquellos diálogos, paseos por la París mas sencilla y dos actores que hablan sobre el amor a una edad en la que los sueños han pasado y ya vivimos en una realidad que no fue la deseada cuando teníamos veinte años.
Ahora las cosas han cambiado, tenemos cuarenta, uno está divorciado y con un hijo que vive en el otro continente pero aquí estoy con la mujer a la que amo…son dilemas duros, otros planteamientos, otra realidad para dos personas que se siguen queriendo pero que el amor no lo cura ni resuelve todo.
Sin duda, lo mejor de todo son los diálogos, tal como están actuados y dirigidos, la sencillez en las escenas es la base para llegar a la complejidad de los diálogos, en apariencia muy sencillos pero son tan acertados que dan miedo.
La película pretende romper un poco con la estética de las anteriores pero en parte mantiene su base, las escenas del aeropuerto o de la comida rompen aquellas escenas de simples diálogos entre Delpy y Hawke.
Hay escenas inolvidables como los diálogos en la comida, una comida entre parejas de diferentes edades y épocas, muy difíciles de actuar pues entre la naturalidad de los diálogos y escenas se encierra una filosofía sencilla y muy acertada.
El paseo por el campo de camino al hotel o la última escena en la habitación del hotel, una escena muy triste que me dejó muy mal sabor de boca, una escena casi tóxica.
Creo que es la escena que más dolor me produjo y no me refiero a la escena misma sino a la evolución de las tres películas que desembocan en esta escena.
Cuando la veía pensaba: y así es el amor…dos personas que se quieren y se pelean hasta decirse las cosas más dolorosas.
Cierto es, si amas de verdad, entenderás el sentido de las películas y si ya llevas con tu pareja muchos años…entenderás esta película y la discusión final te llegará al alma y te sentirás reflejado en ella.
Es la palabra exacta, un espejo, la película nos pone ante un espejo, nos vemos reflejados en los diálogos cada vez más sencillo y complejos, vemos sus pensamientos, sus problemas, el problema de ser madre, de enfrentarse a la familia, posible infidelidad, rutina sexual, problemas económicos, nuevos planteamientos laborales…tantas cosas en las que nos vemos reflejados que parece que están inspirados en nosotros.
Lo que pasa es que las películas se han escrito en un tiempo real, siguiendo la evolución de los actores en la vida real, no son retratos de sus vidas pero si que los guiones han evolucionado con la madurez tanto del director como los actores, es por eso que las películas son tan maduras.
Doy las gracias por esta trilogía tan memorable, espero vivir y ver como estos actores han evolucionado y nos muestran una cuarta entrega y viendo resolver los nuevos problemas de la vida.
Una gran película, en mi opinión, las tres películas ya es una trilogía de culto.
30 de junio de 2013
30 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita a seis manos por el director Richard Linklater y los dos protagonistas principales Julie Delpy y Ethan Hawke. En 1994 el director Richard Linklater nos presentó a dos jóvenes que se conocerían en un tren y se enamorarían durante una única noche en Antes del amanecer. Jesse al final de la cinta perdió de vista a su chica. Los dos enamorados se reencontraron, esta vez en Paris y gracias a que el chica estaba en una gira de promoción de un libro que acababa de editar en el film Antes del atardecer (2004), de nuevo con el mismo Linklater tras las cámaras. Ahora, nueve años después los tenemos de vuelta, y en esta ocasión están de visita en Grecia, viviendo a tope y dónde aprovecharán para visitar a unos amigos y charlar sobre sus vidas. Es de estas películas independientes en el que el 99% de metraje se basa en mucho diálogo y si te apartas de ella, y vuelves, puede que pierdas el hilo. He visto que desde su inicio hay un buen uso de los variados planos secuencia (esa charla en el coche). Se nota que hay química entre los personajes interpretados por Hawke y Delpy, sus charlas, sus peleas, sus neuras mútuas, como si fueran una pareja de la vida real. Hay momentos cuando conversaban, la manera de hacerlo, es que parecía como si lo improvisaran sobre la marcha. Por cierto, Julie Delpy para tener más de cuarenta años se conserva muy bien. En cuanto a localizaciones, no se han gastado mucho, aunque me parecen suficientes para contar la historia.
Yo creo que si no se han visto las dos anteriores cintas, quién quiera ver directamente esta tercera entrega, irá un poco perdido, no sé, debería ver las otras para conocer mejor a esos personajes. La disfrutará mucho más. Tras haber visto esta notable película, espero poder recuperar de nuevo la anteriores.
Yo creo que si no se han visto las dos anteriores cintas, quién quiera ver directamente esta tercera entrega, irá un poco perdido, no sé, debería ver las otras para conocer mejor a esos personajes. La disfrutará mucho más. Tras haber visto esta notable película, espero poder recuperar de nuevo la anteriores.
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