Ocho apellidos catalanes
2015 

4.4
35,801
Comedia. Romance
Las alarmas de Koldo (Karra Elejalde) se encienden cuando se entera de que su hija Amaia (Clara Lago), tras romper con Rafa (Dani Rovira), se ha enamorado de un catalán (Berto Romero). Decide entonces poner rumbo a Sevilla para convencer a Rafa de que lo acompañe a Cataluña para rescatar a Amaia de los brazos del joven y de su ambiente. Secuela de "Ocho apellidos vascos". (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2017
4 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película supera su propia dimensión, a medio camino entre el ocio y la cultura, para convertirse en un fenómeno sociológico, la única valoración que cabe es congratularse por volver a ver las salas repletas de un público dispuesto a compartir sensaciones y risas. Es de lo que se trata, estirar personajes y situaciones para prolongar el inesperado éxito de Ocho apellidos vascos, con cerca de diez millones de espectadores y más de 56 millones de euros de recaudación, la segunda en toda la historia del cine español tras Avatar (James Cameron, 2009).
El encargo a los guionistas Borja Cobeaga y Diego San José no se hizo esperar, tras haber superado con sentido del humor las suspicacias ante los tópicos más arraigados de la idiosincrasia abertzale; el siguiente destino tenía que pasar necesariamente por Cataluña, donde la realidad cotidiana casi ha desbordado la presura de esta secuela. En Ocho apellidos catalanes volvemos a encontrar los mismos personajes con idénticos tics (y algunos repetidos gags), aunque en el trayecto han perdido algo de la frescura que irradiaban en la entrega original, con más tendencia hacia la caricatura, eso es evidente, pero el esquema sigue funcionando. Se ha reforzado el peso de Koldo, esa especie de sofista campechano del radicalismo regionalista creado por Karra Elejalde, verdadero ladrón de escenas de la primera, secundario reconvertido en cabecera de cartel que ahora acopia los mejores y más “poéticos” momentos de la historia, camino de convertirse en el nuevo icono de la comedia del cine español.
La separación de Rafa (Dani Rovira) y Amaia (Clara Lago), que ha anunciado su boda con un catalán, es la disculpa argumental para viajar hasta las raíces de una encubierta “República de Catalunya”, donde entran en escena la apóstata hispana y matrona catalanista trazada con eficacia por Rosa María Sardá (personaje en cuyo homenaje la película se podría haber titulado “Goodbye Mas”), y su nieto, un elemento de la subcultura hípster al que Berto Romero dota de una entidad gráfica y personalidad orgánica sin desperdicio; lo que pasa es que su imagen y la atención que suscita se van diluyendo con el paso de los minutos. En cualquier caso, una vez más, el mejor aval de Ocho apellidos catalanes es su capacidad para conectar con el público español, al único objeto de reírse de esa querencia, tan artificiosa como efectiva, creada por la clase política: la exacerbación de un nacionalismo de efectos desconocidos. La película demuestra que la mejor receta para combatir está fiebre es el humor.
Con una realización efectiva, Emilio Martínez-Lázaro vuelve a dar en la diana utilizando prácticamente los mismos dardos, lo que garantiza que hay “apellidos” para rato, como manda el negocio. Solo nos queda saber la Comunidad sobre la que los creadores dirigirán su mirada para la próxima entrega. Se admiten apuestas.
El encargo a los guionistas Borja Cobeaga y Diego San José no se hizo esperar, tras haber superado con sentido del humor las suspicacias ante los tópicos más arraigados de la idiosincrasia abertzale; el siguiente destino tenía que pasar necesariamente por Cataluña, donde la realidad cotidiana casi ha desbordado la presura de esta secuela. En Ocho apellidos catalanes volvemos a encontrar los mismos personajes con idénticos tics (y algunos repetidos gags), aunque en el trayecto han perdido algo de la frescura que irradiaban en la entrega original, con más tendencia hacia la caricatura, eso es evidente, pero el esquema sigue funcionando. Se ha reforzado el peso de Koldo, esa especie de sofista campechano del radicalismo regionalista creado por Karra Elejalde, verdadero ladrón de escenas de la primera, secundario reconvertido en cabecera de cartel que ahora acopia los mejores y más “poéticos” momentos de la historia, camino de convertirse en el nuevo icono de la comedia del cine español.
La separación de Rafa (Dani Rovira) y Amaia (Clara Lago), que ha anunciado su boda con un catalán, es la disculpa argumental para viajar hasta las raíces de una encubierta “República de Catalunya”, donde entran en escena la apóstata hispana y matrona catalanista trazada con eficacia por Rosa María Sardá (personaje en cuyo homenaje la película se podría haber titulado “Goodbye Mas”), y su nieto, un elemento de la subcultura hípster al que Berto Romero dota de una entidad gráfica y personalidad orgánica sin desperdicio; lo que pasa es que su imagen y la atención que suscita se van diluyendo con el paso de los minutos. En cualquier caso, una vez más, el mejor aval de Ocho apellidos catalanes es su capacidad para conectar con el público español, al único objeto de reírse de esa querencia, tan artificiosa como efectiva, creada por la clase política: la exacerbación de un nacionalismo de efectos desconocidos. La película demuestra que la mejor receta para combatir está fiebre es el humor.
Con una realización efectiva, Emilio Martínez-Lázaro vuelve a dar en la diana utilizando prácticamente los mismos dardos, lo que garantiza que hay “apellidos” para rato, como manda el negocio. Solo nos queda saber la Comunidad sobre la que los creadores dirigirán su mirada para la próxima entrega. Se admiten apuestas.
25 de noviembre de 2015
25 de noviembre de 2015
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no, que 8 apellidos catalanes no es tan buena como su predecesora... Vale. Captado. Ahora bien, esta proliferación de "unos" me parece, cuanto menos, exagerada.
El 1 es la puntuación básica de filmaffinity, lo tomaremos como base: 3 puntos más por Karra, otro par por Carmen Machi y otro por Dani Rovira, que, si bien no le dan un guión tan bueno como en la primera, se defiende y saca más de una risa.
La banda sonora empieza bien pero no termina de convencer, restamos un puntito, quitamos otro por no dejar bien cerrada la trama y los cabos sueltos que podrían haberse aprovechado mejor (Agustín Jiménez de guardia civil... "España, eso es lo que pasa"... Habría dado más de sí).
Sumamos uno por las carcajadas que han resonado en la sala y otro más porque, al fin y al cabo, es cine español y todo queda en casa (hasta que se independice Cataluña, si eso...) en total: un 7, una buena película para pasar un rato agradable y reírte un poco...
El 1 es la puntuación básica de filmaffinity, lo tomaremos como base: 3 puntos más por Karra, otro par por Carmen Machi y otro por Dani Rovira, que, si bien no le dan un guión tan bueno como en la primera, se defiende y saca más de una risa.
La banda sonora empieza bien pero no termina de convencer, restamos un puntito, quitamos otro por no dejar bien cerrada la trama y los cabos sueltos que podrían haberse aprovechado mejor (Agustín Jiménez de guardia civil... "España, eso es lo que pasa"... Habría dado más de sí).
Sumamos uno por las carcajadas que han resonado en la sala y otro más porque, al fin y al cabo, es cine español y todo queda en casa (hasta que se independice Cataluña, si eso...) en total: un 7, una buena película para pasar un rato agradable y reírte un poco...
22 de noviembre de 2015
22 de noviembre de 2015
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos llega la que es sin duda una de las películas españolas más esperadas de los últimos tiempos básicamente por dos razones, una por ser la película más vista tanto en cines como en televisión de la historia española y eso hace que la pareja de Rafa y Amaia junto con lo que la rodea sea una de las más conocidas del panorama cinéfilo español y exista mucha curiosidad por saber cómo evoluciona este conjunto de personajes muy queridos por el público y por ver si esta segunda parte podrá repetir el escandaloso éxito conseguido por la primera algo que a priori parece una “misión imposible”.
En esta ocasión dejamos tierras “Euskaldunas” para centrarnos en tierras Catalanas y apoyarnos parte del argumento en la boda de Amaia con un “artista” Catalán y en la independencia algo que ni el mejor publicista habría podido acertar una fecha de estreno y un momento político más propicio para esta segunda parte. Lo primero que nos llama la atención es una primera mitad bastante perecida a su antecesora repitiendo situaciones y hasta frases textuales aunque eso sí con distintos protagonistas, aquí ya se aprecia uno de los problemas más evidentes de la película y es que tiene un problema de montaje, las situaciones se producen en numerosas ocasiones de forma demasiado precipitada y están mal conectadas esto se repetirá durante todo el metraje de manera muy evidente, otro de los problemas más escandalosos es su música en ocasiones simple y en otras ridículas que no pegan con las situaciones a las que acompaña y que suenan hasta extrañas dentro del contexto en el que se oyen. Esto no sería mayor problema si no estuviéramos hablando de que el compositor de la música es Roque Baños uno de los mejores compositores cinematográficos españoles ganador de varios Oscar,s y que es muy sorprendente que una música “así” venga de él.
Los actores tanto los ya conocidos como los nuevas incorporaciones no consiguen trasmitir la frescura y el humor del que hacían gala en la primera parte a excepción de un Karra Elejalde que está muy por encima y que en numerosas ocasiones consigue levantar algunas secuencias. Algo que a mi me molesta particularmente es que al contrario de que lo que ya es una marca de la casa del cine cómico español que es el de introducir algún desnudo (de cualquier tipo) sin ser necesario la primero triunfaba sin echar mano de esto, esta segunda parte echa por tierra este “logro” a los 10 minutos de empezar, una pena que siempre se recurra a lo mismo.
Pero aun así la película consigue sacarnos alguna sonrisa y algún que otro momento se nos quedara en la memoria al salir de la sala pero por desgracia no llega al nivel de la primera pero ni de lejos, una pena ya que las expectativas hacia esta segunda parte puedan hacer que lo que ya es sin dudar una saga cómica encuentre en esta continuación un paso atrás que veremos si podrán remediar en una segura tercera parte.
En esta ocasión dejamos tierras “Euskaldunas” para centrarnos en tierras Catalanas y apoyarnos parte del argumento en la boda de Amaia con un “artista” Catalán y en la independencia algo que ni el mejor publicista habría podido acertar una fecha de estreno y un momento político más propicio para esta segunda parte. Lo primero que nos llama la atención es una primera mitad bastante perecida a su antecesora repitiendo situaciones y hasta frases textuales aunque eso sí con distintos protagonistas, aquí ya se aprecia uno de los problemas más evidentes de la película y es que tiene un problema de montaje, las situaciones se producen en numerosas ocasiones de forma demasiado precipitada y están mal conectadas esto se repetirá durante todo el metraje de manera muy evidente, otro de los problemas más escandalosos es su música en ocasiones simple y en otras ridículas que no pegan con las situaciones a las que acompaña y que suenan hasta extrañas dentro del contexto en el que se oyen. Esto no sería mayor problema si no estuviéramos hablando de que el compositor de la música es Roque Baños uno de los mejores compositores cinematográficos españoles ganador de varios Oscar,s y que es muy sorprendente que una música “así” venga de él.
Los actores tanto los ya conocidos como los nuevas incorporaciones no consiguen trasmitir la frescura y el humor del que hacían gala en la primera parte a excepción de un Karra Elejalde que está muy por encima y que en numerosas ocasiones consigue levantar algunas secuencias. Algo que a mi me molesta particularmente es que al contrario de que lo que ya es una marca de la casa del cine cómico español que es el de introducir algún desnudo (de cualquier tipo) sin ser necesario la primero triunfaba sin echar mano de esto, esta segunda parte echa por tierra este “logro” a los 10 minutos de empezar, una pena que siempre se recurra a lo mismo.
Pero aun así la película consigue sacarnos alguna sonrisa y algún que otro momento se nos quedara en la memoria al salir de la sala pero por desgracia no llega al nivel de la primera pero ni de lejos, una pena ya que las expectativas hacia esta segunda parte puedan hacer que lo que ya es sin dudar una saga cómica encuentre en esta continuación un paso atrás que veremos si podrán remediar en una segura tercera parte.
23 de noviembre de 2015
23 de noviembre de 2015
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundas partes nunca fueron buenas y se cumple una vez más. El problema de esta cinta es la alta expectativa creada en torno a ella y sí, hay fallos garrafales, historias inconexas y acciones provocadas sin el más mínimo por qué.
Pero seamos justos, la cinta tiene cinco o seis momentos que te recuerdan al genial rato que pasamos con la anterior entrega y eso merece la pena. Me pregunto por qué no se ha hecho más sangre con los estereotipos de los catalanes, igual que se hizo con los vascos y andaluces (mi caso). Quizás el hecho de no herir sensibilidades catalanas se ha cargado el potencial de la historia.
De todas formas no entiendo la corriente creada contra la cinta, el odio que ya existió contra la anterior cinta, si es mala, pero probablemente mejor que el resto de comedias españolas del año.
Pero seamos justos, la cinta tiene cinco o seis momentos que te recuerdan al genial rato que pasamos con la anterior entrega y eso merece la pena. Me pregunto por qué no se ha hecho más sangre con los estereotipos de los catalanes, igual que se hizo con los vascos y andaluces (mi caso). Quizás el hecho de no herir sensibilidades catalanas se ha cargado el potencial de la historia.
De todas formas no entiendo la corriente creada contra la cinta, el odio que ya existió contra la anterior cinta, si es mala, pero probablemente mejor que el resto de comedias españolas del año.
28 de abril de 2016
28 de abril de 2016
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras salir de una sala de cine abarrotada del extrarradio madrileño, y tras ver las críticas principales de la cinta en filmaffinity... ¡parece como si la sala entera en la que me incluía hubiera visto una película totalmente distinta a la que tanto se critica por estos lares!
Pues lo que yo viví con "8 apellidos catalanes" fue una ingente cantidad de ocurrente diversión, con numerosas carcajadas inevitables por toda la sala (y con algún que otro estruendo ensordecedor de risas acumuladas... en cierto momento protagonizado por Carmen Machi y Rosa María Sardá).
Cierto, "8 apellidos catalanes" no es tan tan TAN ingeniosa e inspirada como "Ocho apellidos vascos". Pero aun así mantiene un grandísimo nivel de humor durante sus minutos, en los que jamás se aparta la sonrisa cómplice, las risas son numerosas y complacientes, y varios de sus gags quedan en la memoria para que el espectador pueda divertirse de nuevo al rememorarlas.
La verdad es que esperaba algo muchísimo peor tras observar lo mal que ha sido recibida por ciertos críticos (tal vez lo que sucede es que el listón a nivel de humor audaz y perspicaz estaba demasiado alto), no esperaba, ya no solo reírme casi tanto como en la primera entrega sino el quedarme con un gran y gustoso sabor de boca al salir de sala (esa sensación de haber visto una comedia con pedigrí con la que se ha disfrutado y mucho). Podría visionar varias veces "8 apellidos catales" y divertirme siempre (y deleitarme con ciertas interpretaciones (Sardá, Elejalde y Machi básicamente)).
"Ocho apellidos catalanes" nos lleva a un tiempo tras la ruptura entre el andaluz Rafa (Dani Rovira) y la vasca Amaia (Claro Lago). Cada uno hace su vida en su región, pero Rafa decide acudir a la boda de Amaia con un catalán (Berto Romero) a ver si puede reconquistar a su amada antes de que diga el "sí quiero". La boda se prepara en un pueblo catalán tierra de la yaya (Rosa María Sardá) del novio; una mujer rica con el deseo de ver a su región independizada. Así pues a la yaya le montan un mundo de fantasía con una Catalunya independiente para que esté contenta.
Así que en "8 apellidos catalanes" nos encontramos con los preparativos de una boda que nos llevan por todos los ingredientes de la comedia romántica pura y clásica (y previsible tanto en su desenlace como en muchos detalles) de torpedear una boda, con el aliciente de una situación geo-política muy especial que es carne de parodia, y que aquí se explota con un humor localista pero completamente cómplice y atinado en su sarcasmo y descaro (yo describo lo que experimenté y lo que la sala entera vivió).
La cinta fluye deliciosamente, Martínez-Lázaro no se alarga en ninguna situación con vacuidad y los acontecimientos ya sean de humor o de romanticismo se suceden con total precisión y sin un solo punto muerto (en ocasiones, en el primer tercio que precede a la visita de Rafa a Catalunya, parece que "8 apellidos catalanes" es más un trailer). El ritmo de Martínez-Lázaro en "8 apellidos catalanes" es siempre vivaz y evolutivo sin dejar respiro al espectador durante la trama. La realización de Martínez-Lázaro a la hora de escoger encuadres, movimientos de cámara y transiciones es... correcta sin más (el director pudo imprimir algo más de ingenio y de sello personal para elevar al conjunto, pero opta por una realización que, aunque solvente, no es en absoluto reseñable). Y la puesta en escena, aun con su modestia cuida muy bien su vestuario y escenarios (aunque tampoco es una puesta en escena notable y memorable)
Y es Martínez-Lázaro trata a "8 apellidos catalanes" más como un film de corte teatral, en el que el corazón de reside en el guión y el buen hacer de sus intérpretes, elementos que sí presumen de distinción para regocijo del espectador.
"8 apellidos catalanes" lega el peso a sus salidas de humor (algunas más acertadas que otras (no estamos ante el total acierto de "8 apellidos vascos"), pues si bien hay mucha risotada agradecida y jolgorio disfrutable... también hay otros gags desatinados (menos que los acertados) que dejan con cara de poker) y, durante el desarrollo del enredo cargado de males entendidos, engaños, disimulos, postureos y demás, por lo general el libreto cuida muy bien los detalles de humor con lucidez, chispa y agudeza: Los personajes llegan a varios segundos de sutil y sagaz absurdez (el de Romero se lleva la palma, atención a la conversación final de discriminación racial que tiene en una habitación de la masía con el personaje de Rovira... y la cara de éste), hay diálogos de puro sarcasmo (Rosa María Sardá es la genio a la hora de soltar esas frases sin despeinarse), y otros que se dejan llevar por prejuicios y acaba siendo (pretendidamente) papanatas (lo mismo con ciertas situaciones surrealistas como ese Koldo en la estación de Atocha de Madrid).
En fin a mí me ha encantado, me he reído a carcajada en varios puntos (con el resto de la sala de cine) con este humor que se ríe de los preuicios y de los delirios de grandeza (que acaban en el absurdo o en el surrealismo), he mantenido siempre la sonrisa cómplice con su localismo, y he podido disfrutar de unas interpretaciones de experimentados veteranos en su salsa (Elejalde, Machi y Sardá son media película y dejan en pañales a Claro Lago (a la que aun le queda por trabajar como actriz en los momentos dramáticos... al igual que a Berto Romero (el más flojo del reparto)), Rovira sigue aportando geniales miradas de "flipe" y funcionan como protagonista del metraje, pero el trío de veteranos sigue estando varios escalafones por encima).
La cinta cojea en la parte romántica "seria", que se denota forzadísima y demasiado tópica (Y Rovira y Lago, pareja en la realidad, no atinan tanto con su química en esos forzados momentos), y flojea en ciertas situaciones contadas.de enredos más típicos de comedia romántica nortamericana, pero cuando se deja llevar por el humor costumbrista... ahí es un triunfo.
Lo mejor: Sardá como...
Pues lo que yo viví con "8 apellidos catalanes" fue una ingente cantidad de ocurrente diversión, con numerosas carcajadas inevitables por toda la sala (y con algún que otro estruendo ensordecedor de risas acumuladas... en cierto momento protagonizado por Carmen Machi y Rosa María Sardá).
Cierto, "8 apellidos catalanes" no es tan tan TAN ingeniosa e inspirada como "Ocho apellidos vascos". Pero aun así mantiene un grandísimo nivel de humor durante sus minutos, en los que jamás se aparta la sonrisa cómplice, las risas son numerosas y complacientes, y varios de sus gags quedan en la memoria para que el espectador pueda divertirse de nuevo al rememorarlas.
La verdad es que esperaba algo muchísimo peor tras observar lo mal que ha sido recibida por ciertos críticos (tal vez lo que sucede es que el listón a nivel de humor audaz y perspicaz estaba demasiado alto), no esperaba, ya no solo reírme casi tanto como en la primera entrega sino el quedarme con un gran y gustoso sabor de boca al salir de sala (esa sensación de haber visto una comedia con pedigrí con la que se ha disfrutado y mucho). Podría visionar varias veces "8 apellidos catales" y divertirme siempre (y deleitarme con ciertas interpretaciones (Sardá, Elejalde y Machi básicamente)).
"Ocho apellidos catalanes" nos lleva a un tiempo tras la ruptura entre el andaluz Rafa (Dani Rovira) y la vasca Amaia (Claro Lago). Cada uno hace su vida en su región, pero Rafa decide acudir a la boda de Amaia con un catalán (Berto Romero) a ver si puede reconquistar a su amada antes de que diga el "sí quiero". La boda se prepara en un pueblo catalán tierra de la yaya (Rosa María Sardá) del novio; una mujer rica con el deseo de ver a su región independizada. Así pues a la yaya le montan un mundo de fantasía con una Catalunya independiente para que esté contenta.
Así que en "8 apellidos catalanes" nos encontramos con los preparativos de una boda que nos llevan por todos los ingredientes de la comedia romántica pura y clásica (y previsible tanto en su desenlace como en muchos detalles) de torpedear una boda, con el aliciente de una situación geo-política muy especial que es carne de parodia, y que aquí se explota con un humor localista pero completamente cómplice y atinado en su sarcasmo y descaro (yo describo lo que experimenté y lo que la sala entera vivió).
La cinta fluye deliciosamente, Martínez-Lázaro no se alarga en ninguna situación con vacuidad y los acontecimientos ya sean de humor o de romanticismo se suceden con total precisión y sin un solo punto muerto (en ocasiones, en el primer tercio que precede a la visita de Rafa a Catalunya, parece que "8 apellidos catalanes" es más un trailer). El ritmo de Martínez-Lázaro en "8 apellidos catalanes" es siempre vivaz y evolutivo sin dejar respiro al espectador durante la trama. La realización de Martínez-Lázaro a la hora de escoger encuadres, movimientos de cámara y transiciones es... correcta sin más (el director pudo imprimir algo más de ingenio y de sello personal para elevar al conjunto, pero opta por una realización que, aunque solvente, no es en absoluto reseñable). Y la puesta en escena, aun con su modestia cuida muy bien su vestuario y escenarios (aunque tampoco es una puesta en escena notable y memorable)
Y es Martínez-Lázaro trata a "8 apellidos catalanes" más como un film de corte teatral, en el que el corazón de reside en el guión y el buen hacer de sus intérpretes, elementos que sí presumen de distinción para regocijo del espectador.
"8 apellidos catalanes" lega el peso a sus salidas de humor (algunas más acertadas que otras (no estamos ante el total acierto de "8 apellidos vascos"), pues si bien hay mucha risotada agradecida y jolgorio disfrutable... también hay otros gags desatinados (menos que los acertados) que dejan con cara de poker) y, durante el desarrollo del enredo cargado de males entendidos, engaños, disimulos, postureos y demás, por lo general el libreto cuida muy bien los detalles de humor con lucidez, chispa y agudeza: Los personajes llegan a varios segundos de sutil y sagaz absurdez (el de Romero se lleva la palma, atención a la conversación final de discriminación racial que tiene en una habitación de la masía con el personaje de Rovira... y la cara de éste), hay diálogos de puro sarcasmo (Rosa María Sardá es la genio a la hora de soltar esas frases sin despeinarse), y otros que se dejan llevar por prejuicios y acaba siendo (pretendidamente) papanatas (lo mismo con ciertas situaciones surrealistas como ese Koldo en la estación de Atocha de Madrid).
En fin a mí me ha encantado, me he reído a carcajada en varios puntos (con el resto de la sala de cine) con este humor que se ríe de los preuicios y de los delirios de grandeza (que acaban en el absurdo o en el surrealismo), he mantenido siempre la sonrisa cómplice con su localismo, y he podido disfrutar de unas interpretaciones de experimentados veteranos en su salsa (Elejalde, Machi y Sardá son media película y dejan en pañales a Claro Lago (a la que aun le queda por trabajar como actriz en los momentos dramáticos... al igual que a Berto Romero (el más flojo del reparto)), Rovira sigue aportando geniales miradas de "flipe" y funcionan como protagonista del metraje, pero el trío de veteranos sigue estando varios escalafones por encima).
La cinta cojea en la parte romántica "seria", que se denota forzadísima y demasiado tópica (Y Rovira y Lago, pareja en la realidad, no atinan tanto con su química en esos forzados momentos), y flojea en ciertas situaciones contadas.de enredos más típicos de comedia romántica nortamericana, pero cuando se deja llevar por el humor costumbrista... ahí es un triunfo.
Lo mejor: Sardá como...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... esa abuela nacionalista catalana. Su personaje es un tanto desdibujado, pero la actriz saca petróleo de su papel con ciertos tonos de molestia en sus preguntas y demás, y acaba siendo el titular del film y su gran baluarte con su enorme presencia y aportación (es todo un regalo para el metraje cada vez que aparece en pantalla (pues el empaque de la cinta se eleva) y más aun que la actriz catalana apenas se prodiga por la pantalla debido a una cruel enfermedad, porque ya tiene 2 Goyas que si no... ya lo tendría asegura con esta "yaya"). Karra Elejalde que no pierde ni un ápice de la esencia de su inigualable Koldo y que también deja grandes momentos y eleva al metraje. Carmen Machi, quizás la menos destacada de este trío y con un personaje algo menos relevante al resto (y mucho menos relevante que el que tuvo en "Ocho apellidos vascos") que también saca oro de su personaje. El guión y el nivel de humor que mantiene con muchísimas situaciones de sabroso ingenio humorístico. Ciertos gags, en especial:
- Sardá: "Me gusta dejarme el pelo a lo "garçon", ¿vous parle francais?"
- Machi: "Yes, of course"
No sé en otros lugares, pero desde luego el estruendo que se oyó en la sala de risas se me va a quedar grabado por mucho tiempo.
- Cuando la "wedding planner" esconde dentro de un bar a todos "los que se sienten españoles" y dentro se ponen todos ciegos de jamón
- La pesadilla de la yaya (Sardá) con Monsterrat Caballé cantando "Paquito, el chocolatero".
- La Guardia Civil pasándose del pueblo "independentista" y con pereza por regresar al lugar.
- Cuando a la "wedding planner" catalana empieza a salirle el acento gallego puro de Cangas de Morrazo.
- Cuando Koldo (Errejalde) se niega a bajarse del tren para hacer trasbordo en Madrid ("¡yo no piso Madrid!") y la que lía para ir de un tren a otro.
- Cuando Koldo se pone a dar palmas en un tablao.
- Cuando Koldo mueve el bolardo que separa Euskadi con Castilla y León para que su hijo "no nazca español".
- Cuando Koldo le lee a Rafa el poema que ha escrito ("contigo rojo como un salmonete" xD).
- Rafa (Rovira) intentando sobornar absurdamente a un Mosso con un billete de 10€.
- Cuando los amigos de Rafa entran en el bar del pueblo donde están escondidos los "unionistes".
- Ese pueblo lleno de actores "independentistas" para la boda que dejan de actuar en cierto momento del metraje
Que, a pesar de ciertas malas críticas, el film presume de que el espectador ale con tan buen gusto que repite visionado (las cifras de taquilla obtenidas en taquilla no se explican ni conciben de otra manera).
Lo peor: Los momentos de ñoñería romántica muy forzada, pueril y previsible (ni a los actores se les ve cómodos en ellas). Clara Lago (ha hecho interpretaciones mejores que ésta que nos ocupa). No todas sus gracias y salidas costumbristas son atinadas (la de los castellers no tiene ni pizca de gracia).
- Sardá: "Me gusta dejarme el pelo a lo "garçon", ¿vous parle francais?"
- Machi: "Yes, of course"
No sé en otros lugares, pero desde luego el estruendo que se oyó en la sala de risas se me va a quedar grabado por mucho tiempo.
- Cuando la "wedding planner" esconde dentro de un bar a todos "los que se sienten españoles" y dentro se ponen todos ciegos de jamón
- La pesadilla de la yaya (Sardá) con Monsterrat Caballé cantando "Paquito, el chocolatero".
- La Guardia Civil pasándose del pueblo "independentista" y con pereza por regresar al lugar.
- Cuando a la "wedding planner" catalana empieza a salirle el acento gallego puro de Cangas de Morrazo.
- Cuando Koldo (Errejalde) se niega a bajarse del tren para hacer trasbordo en Madrid ("¡yo no piso Madrid!") y la que lía para ir de un tren a otro.
- Cuando Koldo se pone a dar palmas en un tablao.
- Cuando Koldo mueve el bolardo que separa Euskadi con Castilla y León para que su hijo "no nazca español".
- Cuando Koldo le lee a Rafa el poema que ha escrito ("contigo rojo como un salmonete" xD).
- Rafa (Rovira) intentando sobornar absurdamente a un Mosso con un billete de 10€.
- Cuando los amigos de Rafa entran en el bar del pueblo donde están escondidos los "unionistes".
- Ese pueblo lleno de actores "independentistas" para la boda que dejan de actuar en cierto momento del metraje
Que, a pesar de ciertas malas críticas, el film presume de que el espectador ale con tan buen gusto que repite visionado (las cifras de taquilla obtenidas en taquilla no se explican ni conciben de otra manera).
Lo peor: Los momentos de ñoñería romántica muy forzada, pueril y previsible (ni a los actores se les ve cómodos en ellas). Clara Lago (ha hecho interpretaciones mejores que ésta que nos ocupa). No todas sus gracias y salidas costumbristas son atinadas (la de los castellers no tiene ni pizca de gracia).
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