Entrelobos
2010 

6.3
7,808
Aventuras. Drama
Siendo un niño, a Marcos su padre lo entregó a un terrateniente para saldar una deuda, y éste lo dejó en manos de un pastor de cabras que vivía en una cueva. Con él, Marcos aprendió, a cazar, a buscar comida y a hacer fuego. Al tiempo que se iba ganando la confianza de los lobos de la zona, Marcos se queda solo al fallecer el pastor... (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2015
6 de marzo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Entrelobos" es una de esas películas basadas en una historia real, y en este caso esa historia resulta tan sorprendente, dura y maravillosa que resultaba óptima para una adaptación cinematográfica, además de hacer justicia al protagonista.
Pues Marcos Rodríguez Pantoja (nacido en 1946) es todo un "niño salvaje". Este cordobés fue vendido a los 7 años por su padre a un cabrero que vivía en Sierra Morena, y cuando éste muere, se encuentra completamente solo en ese agreste territorio, rodeado de animales y naturaleza, y debe luchar y adaptarse para sobrevivir. Viviendo como un Tarzán o un Mowgli ibérico permanecerá 12 años hasta que en 1965 es apresado por la Guardia Civil. Más de una década sin más compañía que los lobos, los conejos y los pájaros y se había asalvajado hasta tal punto de costarle mucho reintegrarse en la sociedad humana, llamando la atención de antropólogos y estudiosos.
La extraordinaria historia de Marcos vertida en la pantalla da como resultado una película hermosa, cálida, preciosista y emotiva, con varios mensajes, entre ellos el de la llamada y el respeto de la naturaleza, lo maravilloso de la especie animal y todo lo que el ser humano tiene que seguir aprendiendo de ella, o la capacidad del ser humano para adaptarse a diversos ambientes (aunque podría hacerse un debate sobre la vuelta no tan traumática del hombre a sus orígenes), todo ello extrapolable a unos tiempos tan tecnológicos y tan violentos contra el ecosistema como los nuestros. También se dan unas interesantes pinceladas sobre la sociedad del campo andaluz durante buena parte del siglo XX y la importancia del maquis durante el franquismo.
Todo lo dicho en el anterior párrafo es muy de valorar, y constituyen los puntos fuertes de la película, así como la bella fotografía de Óscar Durán, tan detallista y ambiental que pareces estar junto a los animales y en plena naturaleza, o el esfuerzo de producción por rodar con lobos, aves y roedores reales, hermosos y únicos, notándose el esmero y la implicación; no siempre se hacen películas que harían llorar de verdad a Félix Rodríguez de la Fuente. También es un punto fuerte la interpretación de los actores principales, sobre todo el Marcos niño (Manuel Camacho, nominado al Goya, quien con sus ojos lo dice todo) ya que Juan José Ballesta (como Marcos joven) sale menos; mención especial para el gran Sancho Gracia, a quien ya se le notaba que estaba gravemente enfermo, si bien estuvo al pie del cañón casi hasta su último año. Su actuación como el pastor es intensa y emotiva, veraz.
Los puntos débiles están en su falta de ritmo palpable en ciertos segmentos de la película, así como que la fuerza de la misma a veces recae más en los animales que en el propio Marcos; además, la parte final es precipitada.
Con todo, es una muy estimable y esforzada película recomendable para antropólogos, amantes de la naturaleza, aquellos a los que interesa la llamada de lo salvaje o sienten curiosidad por de dónde venimos, o simples curiosos que quieran acercarse a la impresionante historia de Marcos Rodríguez Pantoja, el niño salvaje de Sierra Morena.
Pues Marcos Rodríguez Pantoja (nacido en 1946) es todo un "niño salvaje". Este cordobés fue vendido a los 7 años por su padre a un cabrero que vivía en Sierra Morena, y cuando éste muere, se encuentra completamente solo en ese agreste territorio, rodeado de animales y naturaleza, y debe luchar y adaptarse para sobrevivir. Viviendo como un Tarzán o un Mowgli ibérico permanecerá 12 años hasta que en 1965 es apresado por la Guardia Civil. Más de una década sin más compañía que los lobos, los conejos y los pájaros y se había asalvajado hasta tal punto de costarle mucho reintegrarse en la sociedad humana, llamando la atención de antropólogos y estudiosos.
La extraordinaria historia de Marcos vertida en la pantalla da como resultado una película hermosa, cálida, preciosista y emotiva, con varios mensajes, entre ellos el de la llamada y el respeto de la naturaleza, lo maravilloso de la especie animal y todo lo que el ser humano tiene que seguir aprendiendo de ella, o la capacidad del ser humano para adaptarse a diversos ambientes (aunque podría hacerse un debate sobre la vuelta no tan traumática del hombre a sus orígenes), todo ello extrapolable a unos tiempos tan tecnológicos y tan violentos contra el ecosistema como los nuestros. También se dan unas interesantes pinceladas sobre la sociedad del campo andaluz durante buena parte del siglo XX y la importancia del maquis durante el franquismo.
Todo lo dicho en el anterior párrafo es muy de valorar, y constituyen los puntos fuertes de la película, así como la bella fotografía de Óscar Durán, tan detallista y ambiental que pareces estar junto a los animales y en plena naturaleza, o el esfuerzo de producción por rodar con lobos, aves y roedores reales, hermosos y únicos, notándose el esmero y la implicación; no siempre se hacen películas que harían llorar de verdad a Félix Rodríguez de la Fuente. También es un punto fuerte la interpretación de los actores principales, sobre todo el Marcos niño (Manuel Camacho, nominado al Goya, quien con sus ojos lo dice todo) ya que Juan José Ballesta (como Marcos joven) sale menos; mención especial para el gran Sancho Gracia, a quien ya se le notaba que estaba gravemente enfermo, si bien estuvo al pie del cañón casi hasta su último año. Su actuación como el pastor es intensa y emotiva, veraz.
Los puntos débiles están en su falta de ritmo palpable en ciertos segmentos de la película, así como que la fuerza de la misma a veces recae más en los animales que en el propio Marcos; además, la parte final es precipitada.
Con todo, es una muy estimable y esforzada película recomendable para antropólogos, amantes de la naturaleza, aquellos a los que interesa la llamada de lo salvaje o sienten curiosidad por de dónde venimos, o simples curiosos que quieran acercarse a la impresionante historia de Marcos Rodríguez Pantoja, el niño salvaje de Sierra Morena.
16 de septiembre de 2015
16 de septiembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Entrelobos" es una buena película, meritoria por las escenas en las que los animales adquieren el protagonismo en sustitución de los humanos – algunas secuencias son dignas de un documental de Félix Rodríguez de la Fuente – y con un reparto muy solvente. Sin embargo, lo de poner en primer lugar a Juan José Ballesta es engañoso, ya que éste interpreta a Marcos cuando es adulto (y en la última fase de la historia, por lo que debería figurar como nombre destacado el del niño).
Bastante bien narrada - a excepción de un final algo precipitado en comparación del ritmo a como son desarrolladas las vivencias del "pequeño lobo" -, esta producción retrata fielmente el contexto de la Andalucía caciquista de los años 50, de la pobreza de los campesinos y de cómo habían de sostener económicamente a sus familias. Todo ello enmarcado en unos paisajes naturales de mayor belleza si cabe gracias a la excelente fotografía y una bonita música.
Bastante bien narrada - a excepción de un final algo precipitado en comparación del ritmo a como son desarrolladas las vivencias del "pequeño lobo" -, esta producción retrata fielmente el contexto de la Andalucía caciquista de los años 50, de la pobreza de los campesinos y de cómo habían de sostener económicamente a sus familias. Todo ello enmarcado en unos paisajes naturales de mayor belleza si cabe gracias a la excelente fotografía y una bonita música.
4 de diciembre de 2010
4 de diciembre de 2010
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en hechos reales, el filme nos presenta la historia de Marcos Rodríguez Pantoja, uno de los pocos casos documentados en nuestro país de niños ferales. Marcos tenía siete años cuando fue entregado por su padre a un cabrero para cuidar el rebaño en un perdido valle de Sierra Morena (provincia de Córdoba). Al poco tiempo el cabrero murió y Marcos se quedó solo y completamente aislado. En los doce años -que se dice pronto- que permaneció en el monte desde 1954, no tuvo contacto con humanos y vivió todo ese tiempo junto a una manada de lobos.
Sin lugar a dudas ésta era una película a la cual tenía muchas ganas de ver, en especial porque -tristemente- está basada en hechos reales y porque sentía curiosidad de ver cómo aquel chaval pudo sobrevivir doce años únicamente de lo que le daba la naturaleza. En este apartado me puedo considerar satisfecho, ya que el director (Gerardo Olivares) no escatima en crudeza y realismo. Por lo tanto, olviden la imagen de Mowgli bailando con osos o de Tarzán magreándose con Jane entre lianas, porque para Marcos comerse un conejo casi crudo era un auténtico festín. Desgraciadamente para nuestro protagonista, antes de verse en esos menesteres, tuvo que ver cómo su padre se deshacía de él como si de basura se tratase. Todo ello dentro muy bien ambientado dentro del marco de la Andalucía rural y profunda de la posguerra.
Como veis aún ni he nombrado al que copa todo el cartel de la cinta porque ahí nos han vendido una moto sin ruedas. El verdadero protagonista es un tal Manuel Camacho, un chavalín que le ha comido la tostada al Ballesta. Un diamante en bruto al que no hay que dejar escapar. Mención especial también para Sancho Gracia, el cual lo borda también. El resto de -conocidísimos- secundarios ni pinchan ni cortan, si acaso destacar a Carlos Bardem, hermanísimo de quien ya sabéis. Si tuviese que apostar por esta cinta en los próximos Goyas, sería por premios interpretativos así como el de mejor música original. Sin duda el aspecto que se lleva las cinco estrellas, ya que la partitura evoca en muchos momentos a grandes películas e incluso logra poner el vello de punta.
(continúa)
Sin lugar a dudas ésta era una película a la cual tenía muchas ganas de ver, en especial porque -tristemente- está basada en hechos reales y porque sentía curiosidad de ver cómo aquel chaval pudo sobrevivir doce años únicamente de lo que le daba la naturaleza. En este apartado me puedo considerar satisfecho, ya que el director (Gerardo Olivares) no escatima en crudeza y realismo. Por lo tanto, olviden la imagen de Mowgli bailando con osos o de Tarzán magreándose con Jane entre lianas, porque para Marcos comerse un conejo casi crudo era un auténtico festín. Desgraciadamente para nuestro protagonista, antes de verse en esos menesteres, tuvo que ver cómo su padre se deshacía de él como si de basura se tratase. Todo ello dentro muy bien ambientado dentro del marco de la Andalucía rural y profunda de la posguerra.
Como veis aún ni he nombrado al que copa todo el cartel de la cinta porque ahí nos han vendido una moto sin ruedas. El verdadero protagonista es un tal Manuel Camacho, un chavalín que le ha comido la tostada al Ballesta. Un diamante en bruto al que no hay que dejar escapar. Mención especial también para Sancho Gracia, el cual lo borda también. El resto de -conocidísimos- secundarios ni pinchan ni cortan, si acaso destacar a Carlos Bardem, hermanísimo de quien ya sabéis. Si tuviese que apostar por esta cinta en los próximos Goyas, sería por premios interpretativos así como el de mejor música original. Sin duda el aspecto que se lleva las cinco estrellas, ya que la partitura evoca en muchos momentos a grandes películas e incluso logra poner el vello de punta.
(continúa)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aparte de la citada vendida de moto, hay otro factor que la supone un poco de lastre: la actitud/inteligencia/personalidad de la manada de lobos. Cuando entran a escena los que ponen nombre a la película, todo cae en la inverosimilidad más absoluta, asemejándose más a un documental infantil que a un drama de supervivencia extrema. Todos sabemos que está basada en hechos reales y que cualquier cosa pudo suceder ahí, pero cuesta mucho creer que un animal con instinto salvaje y cazador acepte intercambios de comida y ofrezca carantoñas a un ser humano. Lo peor de todo es que Gerardo Olivares nos toma por gilipollas en la escena final.
Asimismo, hay que reconocer que sus -casi- dos horas de metraje se antojan algo largas. Y es que entre el cabreo del espectador por ver a un Ballesta que ni pincha ni corta, que todos los acontecimientos se precipitan demasiado y que la última escena provoca vergüenza ajena (cuando podría haber sido preciosa), pues hacen que el siete se le haya ganado con muchísimo esfuerzo y generosidad, que estamos en Navidad. De todos modos la recomiendo aunque sea para disfrutarla en casa, ya que quizá sea una de las diez películas de producción española que se salven de la quema del suspenso en este año que se nos acaba.
Asimismo, hay que reconocer que sus -casi- dos horas de metraje se antojan algo largas. Y es que entre el cabreo del espectador por ver a un Ballesta que ni pincha ni corta, que todos los acontecimientos se precipitan demasiado y que la última escena provoca vergüenza ajena (cuando podría haber sido preciosa), pues hacen que el siete se le haya ganado con muchísimo esfuerzo y generosidad, que estamos en Navidad. De todos modos la recomiendo aunque sea para disfrutarla en casa, ya que quizá sea una de las diez películas de producción española que se salven de la quema del suspenso en este año que se nos acaba.
14 de enero de 2013
14 de enero de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Félix Rodríguez de la Fuente levantara la cabeza… seguramente no la volvería a bajar hasta acabar de ver “Entrelobos”, una película que perfectamente podría cumplimentar (que no añadir) el gran trabajo de campo de “El hombre y la tierra” (1974-1980).
El filme de Olivares es un bello canto a la naturaleza salvaje, una historia de relación sostenible entre ser humano y naturaleza. Si se quiere, es una vuelta a los orígenes de nuestros instintos primarios como especie animal, despojados de toda racionalidad y conviviendo con las bestias salvajes. Se nos presenta a un niño, Marcos Rodríguez Pantoja (Manuel Camacho), el cual es vendido por su padre a un pastor (Sancho Gracia) que vive solo en la Sierra Morena de la posguerra. Con él, aprenderá a vivir entre la fauna salvaje de la zona, hasta que al final mantendrá una perfecta simbiosis con los lobos salvajes con los que convivirá durante muchos años.
Basada en hechos reales, contados por el propio Marcos Rodríguez, “Entrelobos” es, ante todo, una película de aventuras. Con escasos diálogos, el poder de la imagen es la auténtica protagonista, con una luminosa y excelente fotografía de los parajes naturales y diversidad de animales autóctonos de Sierra Morena. La belleza de las imágenes da un aire cuasi-documental, que ayuda a penetrar en la historia de manera envolvente. El ritmo, lento y pausado, es acertado pero inadecuado en algunos momentos en los que la acción requiere algo más de temperamento y energía en la dirección.
La historia es fácil de seguir y permite contemplar y disfrutar las escenas en donde la naturaleza es la principal protagonista, que son buena parte de los fotogramas del filme. El resto se centra en la convivencia entre el pastor y el pequeño Marcos, sin duda las dos mejores actuaciones de la cinta, destacando por encima de todas la del joven Manuel Camacho. Las escenas finales, en las que Marcos ha crecido, son más bien complementarias y las interpreta Juan José Ballesta en una actuación principalmente física, por lo que no tiene oportunidad de lucirse mucho más.
Se hace inevitable recordar, en el relato de Marcos, al Tarzán de los monos de E. R. Burroughs, similar en cuanto a convivencia con animales salvajes. Por otro lado, el espectador se reservará el derecho de creerse o no creerse la historia de Marcos, independientemente de disfrutar de una bonita y entretenida película que quizás deje algunos cabos sueltos pero que atrapará a cualquier amante de la naturaleza.
Recomendable.
El filme de Olivares es un bello canto a la naturaleza salvaje, una historia de relación sostenible entre ser humano y naturaleza. Si se quiere, es una vuelta a los orígenes de nuestros instintos primarios como especie animal, despojados de toda racionalidad y conviviendo con las bestias salvajes. Se nos presenta a un niño, Marcos Rodríguez Pantoja (Manuel Camacho), el cual es vendido por su padre a un pastor (Sancho Gracia) que vive solo en la Sierra Morena de la posguerra. Con él, aprenderá a vivir entre la fauna salvaje de la zona, hasta que al final mantendrá una perfecta simbiosis con los lobos salvajes con los que convivirá durante muchos años.
Basada en hechos reales, contados por el propio Marcos Rodríguez, “Entrelobos” es, ante todo, una película de aventuras. Con escasos diálogos, el poder de la imagen es la auténtica protagonista, con una luminosa y excelente fotografía de los parajes naturales y diversidad de animales autóctonos de Sierra Morena. La belleza de las imágenes da un aire cuasi-documental, que ayuda a penetrar en la historia de manera envolvente. El ritmo, lento y pausado, es acertado pero inadecuado en algunos momentos en los que la acción requiere algo más de temperamento y energía en la dirección.
La historia es fácil de seguir y permite contemplar y disfrutar las escenas en donde la naturaleza es la principal protagonista, que son buena parte de los fotogramas del filme. El resto se centra en la convivencia entre el pastor y el pequeño Marcos, sin duda las dos mejores actuaciones de la cinta, destacando por encima de todas la del joven Manuel Camacho. Las escenas finales, en las que Marcos ha crecido, son más bien complementarias y las interpreta Juan José Ballesta en una actuación principalmente física, por lo que no tiene oportunidad de lucirse mucho más.
Se hace inevitable recordar, en el relato de Marcos, al Tarzán de los monos de E. R. Burroughs, similar en cuanto a convivencia con animales salvajes. Por otro lado, el espectador se reservará el derecho de creerse o no creerse la historia de Marcos, independientemente de disfrutar de una bonita y entretenida película que quizás deje algunos cabos sueltos pero que atrapará a cualquier amante de la naturaleza.
Recomendable.
9 de marzo de 2011
9 de marzo de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia real de un niño que es vendido por su padre a un pastor, con el que se crió y aprendió a convivir con la naturaleza, es plasmada con gran acierto por Gerardo Olivares. ‘Entrelobos’ nos ofrece unas espectaculares imágenes de la fauna y la flora de Sierra Morena, que otorgan viveza al relato. Pero la languidez de la banda sonora, los intermedios empalagosos y las cámaras lentas en instantes de presunta emoción, totalmente innecesarios, hacen tambalear la historia. Sin embargo brillan las escenas sin diálogos, en las que las imágenes hablan por sí solas: los lobos, los buitres, los búhos, la vegetación.
Lo mejor: sus bellos escenarios naturales.
Lo peor: los aullidos de Juan José Ballesta.
Lo mejor: sus bellos escenarios naturales.
Lo peor: los aullidos de Juan José Ballesta.
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