Los abrazos rotos
2009 

6.3
26,686
Drama. Romance
Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
28 de julio de 2009
28 de julio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La reciente película de Pedro Almodóvar tiene el aroma de las mejores películas del cine dentro del cine. Tonos que por momentos me aproximan al mejor cine negro. No obstante, esta película del director de cine español, trata sobre la vida de un cineasta (Lluís Homar) que quiso ser alguien además de él mismo —como lo dice para sí el personaje Harry Gaine al comienzo de la cinta— y de “las huellas de su película”. Entendiendo lo entre comillas, como la película nosotros mismos nos forzamos en el acontecer de la vida con sus horas oscuras: Todo, metafóricamente hablando.
Además, como él mismo sentencia: “Me convertí en mi seudónimo”. “Los abrazos rotos” es un relato que va del presente al pasado, de la misma forma que los sentimientos del cineasta ahondan en sus imágenes en medio de su ceguera. En este devenir de los recuerdos, es evidente que una mujer (Penélope Cruz), llamada Lema y Severine en algún tiempo, es el eco de la pasión, pues a pesar de ser amante de un poderoso financiero —en una magistral actuación de José Luís Gómez—, no aparta su mirada de Gaine.
Si bien “Los abrazos rotos” es un filme de los que divide opiniones a propios y extraños. Está claro que habla con acentos muy convincentes del amor y ¿sus limitaciones?, la libertad, las ilusiones que vivimos; donde los personajes miran y nos hacen mirar nuestras propias culpas. Existe pues una emoción pura, muy transparente, que llevada de la mano musical de Alberto Iglesias, nos agrada.
Gaine es la metáfora de los hombres ciegos, quienes siempre tienen una historia lejana que contar, aunque sea huidiza. La nuestra quizá. El pasado, decía Proust, no sólo no es fugaz, es que no se mueve de su sitio. Y como dice Harry Gaine al final: “la película hay que terminarla”. Está claro que habla de la suya y la de los demás — ¿la de nosotros quizá?—. En la oscuridad de la sala, en medio de la proyección de los créditos finales, de pronto está la respuesta.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic, Barranquilla, Colombia)
Además, como él mismo sentencia: “Me convertí en mi seudónimo”. “Los abrazos rotos” es un relato que va del presente al pasado, de la misma forma que los sentimientos del cineasta ahondan en sus imágenes en medio de su ceguera. En este devenir de los recuerdos, es evidente que una mujer (Penélope Cruz), llamada Lema y Severine en algún tiempo, es el eco de la pasión, pues a pesar de ser amante de un poderoso financiero —en una magistral actuación de José Luís Gómez—, no aparta su mirada de Gaine.
Si bien “Los abrazos rotos” es un filme de los que divide opiniones a propios y extraños. Está claro que habla con acentos muy convincentes del amor y ¿sus limitaciones?, la libertad, las ilusiones que vivimos; donde los personajes miran y nos hacen mirar nuestras propias culpas. Existe pues una emoción pura, muy transparente, que llevada de la mano musical de Alberto Iglesias, nos agrada.
Gaine es la metáfora de los hombres ciegos, quienes siempre tienen una historia lejana que contar, aunque sea huidiza. La nuestra quizá. El pasado, decía Proust, no sólo no es fugaz, es que no se mueve de su sitio. Y como dice Harry Gaine al final: “la película hay que terminarla”. Está claro que habla de la suya y la de los demás — ¿la de nosotros quizá?—. En la oscuridad de la sala, en medio de la proyección de los créditos finales, de pronto está la respuesta.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic, Barranquilla, Colombia)
3 de octubre de 2009
3 de octubre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me estoy tornando benevolente con las puntuaciones, no porque esta peli de Almodóvar no merezca ser aprobada sino porque dentro de la trama subyacen elementos notoriamente prescindibles. No obstante, si eliminamos cualquier patinada técnica nos encontramos con un argumento dividido en dos historias completamente desbalanceadas.
Por un lado, es fácil reconocer que el dramático triángulo amoroso que se forma entre la Cruz, el productor y el escritor se lleva las palmas de la película; mientras que la filmación defectuosa, incompleta y/o saboteada de "Chicas y Maletas" ocupa un merecido segundo lugar. La falla en la peli no se ocasiona por la inconexión, puesto que ambas historias comparten elementos en común, sino más bien un tipo de montaje con fecha actual junto con flash backs al pasado que terminan por generar un pastiche que por momentos se vuelve confuso.
Y la confusión no solo la padece el espectador, el mismo director le pifia a la bola con pequeños detalles que si los captas en el momento generan una carcajada.
El mayor mérito de la peli se encuentra en la profunda inteligencia emocional que destila. Ya sea mediante relaciones sanas o completamente enfermas, determinadas secuencias cobran una violencia particular, sin que haya acción necesariamente.
Buena, sí, tal vez, pero no la mejor de Almodóvar, y todos sabemos que está para mas.
Por un lado, es fácil reconocer que el dramático triángulo amoroso que se forma entre la Cruz, el productor y el escritor se lleva las palmas de la película; mientras que la filmación defectuosa, incompleta y/o saboteada de "Chicas y Maletas" ocupa un merecido segundo lugar. La falla en la peli no se ocasiona por la inconexión, puesto que ambas historias comparten elementos en común, sino más bien un tipo de montaje con fecha actual junto con flash backs al pasado que terminan por generar un pastiche que por momentos se vuelve confuso.
Y la confusión no solo la padece el espectador, el mismo director le pifia a la bola con pequeños detalles que si los captas en el momento generan una carcajada.
El mayor mérito de la peli se encuentra en la profunda inteligencia emocional que destila. Ya sea mediante relaciones sanas o completamente enfermas, determinadas secuencias cobran una violencia particular, sin que haya acción necesariamente.
Buena, sí, tal vez, pero no la mejor de Almodóvar, y todos sabemos que está para mas.
8 de marzo de 2010
8 de marzo de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy de acuerdo con lo que se viene diciendo sobre Los Abrazos Rotos: parece una recopilación (algo sosa) de las características del cine almodovariano.
Para conocer los temas de su obra, Los abrazos rotos casi los recoge todos: los secretos que todo el mundo encierra, la pasión amorosa, el cine dentro del cine, el tono culebronesco, notas de humor aquí y allá...
Pero para crear seguidores, Los abrazos rotos lo tiene más crudo, principalmente porque le falta fuerza y enganche, algo que a la historia, sin embargo, no le falta; tal vez el problema sean los personajes, trazados de manera un poco manida, o los requiebros de la trama, que la hacen parecer artificiosa más que poderosa.
Los abrazos rotos no es una mala película, pero podría ser mejor. Repite Almodóvar con gran parte del equipo actoral de Volver, y todos lo siguen haciendo muy bien, pero no consigue una película tan redonda ni tan emotiva como aquélla.
En mi opinión, creo que Almodóvar se mete en ciertos berenjenales que no le vienen bien a sus películas; él es un genio trazando personajes del pueblo, con sus problemas cotidianos, y sabe transmitir la fuerza de sus aparentemente intrascendentes existencias; pero cuando se mete en rollos como el metacine, la trama se dispersa y los personajes pierden fuelle. De hecho, mientras veía Los Abrazos Rotos no podía evitar recordar La mala educación, una película con personajes y trama arriesgados que terminaba decepcionando por querer meter con calzador esa reflexión metacinematográfica a la que Almodóvar es últimamente muy propenso. No es que yo sea reacio a ese tipo de discursos, ni mucho menos, pero creo que a películas como la presente no le vienen bien.
Y ahora, los aplausos. El tramo final rescata la película, sin duda. Lluis Homar y Blanca Portillo dan lo mejor de sí y consiguen emocionarme, aunque sea esporádicamente. Penélope Cruz también me sorprende en un papel de múltiples registros. Y otros, como José Luis Gómez, pues no los veo, simplemente.
En fin, tenemos un film puramente almodovariano, al que le falta una marcha más y le sobra un poco de pretenciosidad. No es de lo mejor del manchego, cuya genialidad sólo la vemos aparecer de vez en cuando, pero a cambio ofrece buenos actores y algún que otro momento perdurable. Almodóvar es capaz de más: véase Volver, sin ir más lejos, y me daréis la razón.
Para conocer los temas de su obra, Los abrazos rotos casi los recoge todos: los secretos que todo el mundo encierra, la pasión amorosa, el cine dentro del cine, el tono culebronesco, notas de humor aquí y allá...
Pero para crear seguidores, Los abrazos rotos lo tiene más crudo, principalmente porque le falta fuerza y enganche, algo que a la historia, sin embargo, no le falta; tal vez el problema sean los personajes, trazados de manera un poco manida, o los requiebros de la trama, que la hacen parecer artificiosa más que poderosa.
Los abrazos rotos no es una mala película, pero podría ser mejor. Repite Almodóvar con gran parte del equipo actoral de Volver, y todos lo siguen haciendo muy bien, pero no consigue una película tan redonda ni tan emotiva como aquélla.
En mi opinión, creo que Almodóvar se mete en ciertos berenjenales que no le vienen bien a sus películas; él es un genio trazando personajes del pueblo, con sus problemas cotidianos, y sabe transmitir la fuerza de sus aparentemente intrascendentes existencias; pero cuando se mete en rollos como el metacine, la trama se dispersa y los personajes pierden fuelle. De hecho, mientras veía Los Abrazos Rotos no podía evitar recordar La mala educación, una película con personajes y trama arriesgados que terminaba decepcionando por querer meter con calzador esa reflexión metacinematográfica a la que Almodóvar es últimamente muy propenso. No es que yo sea reacio a ese tipo de discursos, ni mucho menos, pero creo que a películas como la presente no le vienen bien.
Y ahora, los aplausos. El tramo final rescata la película, sin duda. Lluis Homar y Blanca Portillo dan lo mejor de sí y consiguen emocionarme, aunque sea esporádicamente. Penélope Cruz también me sorprende en un papel de múltiples registros. Y otros, como José Luis Gómez, pues no los veo, simplemente.
En fin, tenemos un film puramente almodovariano, al que le falta una marcha más y le sobra un poco de pretenciosidad. No es de lo mejor del manchego, cuya genialidad sólo la vemos aparecer de vez en cuando, pero a cambio ofrece buenos actores y algún que otro momento perdurable. Almodóvar es capaz de más: véase Volver, sin ir más lejos, y me daréis la razón.
25 de marzo de 2009
25 de marzo de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar me posicionaré diciendo que veo en “Los abrazos rotos” un gran buque, que no marcha a la deriva, ya que el timón está bien sujeto, pero que hace aguas por muchas partes, no lo suficiente como para hundirlo, pero sí como para dejarlo muy tocado.
Almodóvar es un oasis en cuanto a originalidad y calidad en este cine español actual, tan yermo últimamente. Si echo atrás la mirada, apenas compruebo que he visto dos o tres películas españolas en el último año, y eso que hago por verlas, y de ninguna de ellas quedará demasiado rastro neuronal en mi cerebro. Por eso, agradezco mucho las películas de Almodóvar, con su ritmo cadencioso, a razón de película cada dos años, tiempo necesario para reflexionar y no repetirse y para no saturar a sus fans, entre los que me encuentro.
A pesar de esto último y como he dicho al principio, la película te deja un sabor agridulce. Tiene todas las virtudes del cine “almodovariano”: una poderosa estructura argumental, unos actores muy eficaces, capaces de dar veracidad a guiones imposibles, una estética o manejo de la cámara muy virtuoso, raro en nuestro cine; a este respecto, traigo a colación las dos escenas de sexo explícito, aunque bajo las sábanas o tras el sofá, o ese plano de fundido en negro, transmitiéndonos de forma angustiante la negritud de la ceguera del protagonista, aunque esto último sólo se puede apreciar en la oscuridad de una sala de cine.
Pero en el lado negativo, aquel por donde entra el agua que pone en peligro la estabilidad de la nave, tenemos un guión cosido a veces con puntadas de hilo grueso. No se entiende en muchos sentidos el comportamiento de los personajes, en especial ese dúo formado por la madre y el hijo; éste hace de lazarillo de Harry o Mateo de una forma tan altruista que rozamos la incredulidad, el comportamiento de la madre todavía resulta más incomprensible, no doy detalles al respecto por no estropear la película a quienes no la hayan visto. Por otra parte, el ritmo es exceso lento, pasan demasiados minutos donde pasan demasiadas pocas cosas.
Para acabar diré que me gusta especialmente esa costumbre última de Almodóvar de meter una película en otra película, y no me refiero a esa comedia que vertebra el melodrama, necesitada de un nuevo montaje; hablo de ese esbozo de guión sobre esa vampiresa que inventa Diego, realmente genial.
Almodóvar es un oasis en cuanto a originalidad y calidad en este cine español actual, tan yermo últimamente. Si echo atrás la mirada, apenas compruebo que he visto dos o tres películas españolas en el último año, y eso que hago por verlas, y de ninguna de ellas quedará demasiado rastro neuronal en mi cerebro. Por eso, agradezco mucho las películas de Almodóvar, con su ritmo cadencioso, a razón de película cada dos años, tiempo necesario para reflexionar y no repetirse y para no saturar a sus fans, entre los que me encuentro.
A pesar de esto último y como he dicho al principio, la película te deja un sabor agridulce. Tiene todas las virtudes del cine “almodovariano”: una poderosa estructura argumental, unos actores muy eficaces, capaces de dar veracidad a guiones imposibles, una estética o manejo de la cámara muy virtuoso, raro en nuestro cine; a este respecto, traigo a colación las dos escenas de sexo explícito, aunque bajo las sábanas o tras el sofá, o ese plano de fundido en negro, transmitiéndonos de forma angustiante la negritud de la ceguera del protagonista, aunque esto último sólo se puede apreciar en la oscuridad de una sala de cine.
Pero en el lado negativo, aquel por donde entra el agua que pone en peligro la estabilidad de la nave, tenemos un guión cosido a veces con puntadas de hilo grueso. No se entiende en muchos sentidos el comportamiento de los personajes, en especial ese dúo formado por la madre y el hijo; éste hace de lazarillo de Harry o Mateo de una forma tan altruista que rozamos la incredulidad, el comportamiento de la madre todavía resulta más incomprensible, no doy detalles al respecto por no estropear la película a quienes no la hayan visto. Por otra parte, el ritmo es exceso lento, pasan demasiados minutos donde pasan demasiadas pocas cosas.
Para acabar diré que me gusta especialmente esa costumbre última de Almodóvar de meter una película en otra película, y no me refiero a esa comedia que vertebra el melodrama, necesitada de un nuevo montaje; hablo de ese esbozo de guión sobre esa vampiresa que inventa Diego, realmente genial.
26 de marzo de 2009
26 de marzo de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedro Almodóvar vuelve a estrenar una película que gustará mucho a algunos y que otros odiarán, su cine no suele dejar indiferente a nadie desde que empezó y aún habiendo evolucionado de una manera muy llamativa en los últimos años la polémica siempre está servida cuando Almodóvar estrena nueva película.
En este caso nos cuenta una historia de amor con tintes de cine clásico y con pellizcos de autohomenaje. Los Abrazos Rotos habla sobre Harry Caine/Mateo Blanco, un ex-director de cine ahora ciego que se dedica a escribir guiones con ayuda del hijo de su mejor amiga, a lo largo de la película se va descubriendo la verdadera historia, lo que ocurrió años atrás y desembocó en el actual estado de Harry/Mateo.
Los Abrazos Rotos es un homenaje al cine clásico, homenaje que se ve en algunos de sus planos, en sus guiños y en general, en el espíritu de la película, pero también es un "autohomenaje" de Almódovar al cine de su anterior etapa, el que le hizo famoso (Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios, Kika, etc), por ello algunos odian la película, porque el "ego" del director la estropea, sin embargo a mi no me molestó, simplemente me pareció curioso.
En cuanto a las interpretaciones, hay de todo, Penélope Cruz está estupenda, cada día me gusta más, aunque nunca la había considerado una buena actriz antes de ver Volver, en esta película sus miradas son muy elocuentes. El protagonista, Lluís Homar también me gustó, es un actor al que nunca he visto destacar mucho pero que siempre cumple muy bien con sus papeles. En el otro lado están algunos secundarios que la verdad es que dan pena, por ejemplo Rubén Ochandiano, un actor de la generación de Al Salir de Clase que interpretando a un personaje gay es, lo peor de toda la película con un amaneramiento propio de chiste malo.
Almodóvar tiene un gran director en su interior que empieza a asomar la cabecita desde hace varias películas pero que aún no termina de salir del todo, sólo se le ve en algunas escenas brillantes, espero que consiga salir algún día y explotar como un gran cineasta, quién sabe...
En este caso nos cuenta una historia de amor con tintes de cine clásico y con pellizcos de autohomenaje. Los Abrazos Rotos habla sobre Harry Caine/Mateo Blanco, un ex-director de cine ahora ciego que se dedica a escribir guiones con ayuda del hijo de su mejor amiga, a lo largo de la película se va descubriendo la verdadera historia, lo que ocurrió años atrás y desembocó en el actual estado de Harry/Mateo.
Los Abrazos Rotos es un homenaje al cine clásico, homenaje que se ve en algunos de sus planos, en sus guiños y en general, en el espíritu de la película, pero también es un "autohomenaje" de Almódovar al cine de su anterior etapa, el que le hizo famoso (Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios, Kika, etc), por ello algunos odian la película, porque el "ego" del director la estropea, sin embargo a mi no me molestó, simplemente me pareció curioso.
En cuanto a las interpretaciones, hay de todo, Penélope Cruz está estupenda, cada día me gusta más, aunque nunca la había considerado una buena actriz antes de ver Volver, en esta película sus miradas son muy elocuentes. El protagonista, Lluís Homar también me gustó, es un actor al que nunca he visto destacar mucho pero que siempre cumple muy bien con sus papeles. En el otro lado están algunos secundarios que la verdad es que dan pena, por ejemplo Rubén Ochandiano, un actor de la generación de Al Salir de Clase que interpretando a un personaje gay es, lo peor de toda la película con un amaneramiento propio de chiste malo.
Almodóvar tiene un gran director en su interior que empieza a asomar la cabecita desde hace varias películas pero que aún no termina de salir del todo, sólo se le ve en algunas escenas brillantes, espero que consiga salir algún día y explotar como un gran cineasta, quién sabe...
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