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Hasta que llegó su hora

Western Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés, vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros los ha asesinado a todos.
Críticas 205
Críticas ordenadas por utilidad
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9
11 de marzo de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del western realizada por el genial Sergio Leone.

Sergio Leone cuida al máximo todos los detalles, no hay ningún tipo de improvisación en esta cinta. Leone ya tenía rodada la película en su cabeza antes de empezar. Destacar la cuidada y milimétrica caracterización de los personajes (sus gestos, movimientos, atuendos,…), los escenarios y la fotografía (mezclando imágenes de Almería y del Monument Valley), la importancia de los ruidos de los diferentes objetos (que en ocasiones forman una sintonía que sustituye a la música de Morricone). Todo en su conjunto constituye una verdadera obra de arte cinematográfica.

El reparto de actores:
Empezar por el increíble “Henry Fonda”, que llegó a Europa un poco perdido sin saber que era lo que quería el tal Leone ese (al que no conocía de nada, ni siquiera había visto sus anteriores películas), pero termina realizando uno de los mejores papeles de malo jamás vistos, un tipo de papel desconocido totalmente para el porque en Estados Unidos era la imagen de lo honrado, noble, decente, honesto, …
“Claudia Cardinale” realiza un papel principal en una película del oeste (algo novedoso) pero es que a parte es la mujer del oeste más atractiva que nunca haya existido.
“Charles Bronson” realiza el que posiblemente es el mejor trabajo de su carrera, aún así no se si otro podía haberlo hecho mejor (ya sabéis a quien me refiero).
“Jason Robards” lo borda aportando la parte cómica del film con su papel de pistolero tramposo, granuja e inteligente.

No me he olvidado, pero es que no tengo palabras para definir la maravillosa banda sonora de Ennio Morricone que, entre otras cosas, compuso una canción para cada protagonista.

Y para terminar nombrar el fascinante duelo final, el duelo de miradas en que Sergio Leone termina enfocando solo los ojos de Bronson y Fonda (¡que ojos!), no hacen falta pistolas.

Para algunos la película es demasiado larga, lo entiendo son más de dos horas y media, pero yo no le quito ni un minuto. En USA acortaron la cinta para su estreno y se la cargaron.

Una obra maestra, de 160 min., pero una obra maestra.
10
7 de octubre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de mi vida cinematográfica, así la he descrito yo, hay películas que te llegan, que te marcan, que te hacen cambiar de pensar, que te hacen ser más fuerte, más sutil, vulnerable, pero esta película definitivamente tocó todas las fibras sensitivas de mi ser, aparte de que la ví en una época muy especial de mi vida.
Vivo en México y fué traducido su título como: Había una vez en el oeste.........
Te das cuenta de su calidad actoral, la escenografía es excepcional, la historia que, siento que te explica en 3 horas de duración que la vida es especial y que las cosas tienen un precio, y que la gente mala puede ser o no ser. Ya está de más decir que la banda sonora sobrepasa los límites de lo que uno puede llegar a oir y te haga ser una persona mejor.....
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo más destacable, Claudia Cardinale, bellísima cuando llega al pueblo y se dá cuenta que está sola, la escena final, cuando sucede el duelo con Harmónica.
Todo lo que uno pueda decir es poco para esta joya de la cinematografía.
9
10 de noviembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Western siempre ha sido una de las máximas representaciones del cine norteamericano. Alcanzó su máximo esplendor en la edad de oro de Hollywood y se caracterizó por mostrar la problemática social que la expansión de la civilización encontró en su camino hacia la costa del pacífico. Este género redefinió la figura del héroe, un personaje sacado de las novelas de caballerías quien, a lomos de su rocín, se dedicaba a salvar a damiselas en apuros o a pequeños comerciantes extorsionados por despiadados grupos de salvajes. Se adaptó la personalidad de estos caballeros por una mucho más ruda, cambiando la sagaz retórica y finos modales por el sarcasmo descarado y el tabaco de mascar, el inquebrantable honor por la picardía, y el espíritu desinteresado de aquellos que se contentaban con servir a su rey, por los caza recompensas que no conocían otra ley que la del oro.
Antes de su completa desaparición, allá por los 70, nació el Spaghetti Western, denominado de esa manera, no sólo como indicativo de la procedencia de sus películas (españolas e italianas), sino también por la forma en la que la crítica se refería a ellas para menospreciar la calidad del producto. Y es que este subgénero siempre fue la vergüenza de la familia, la oveja negra del rebaño, todo eran producciones infumables con una puesta en escena mediocre y pésimos guiones; esto era así… hasta que llegó su hora. Y su hora llegó el día que apareció Sergio Leone para revolucionar la industria cinematográfica, dando un golpe de autoridad y con un más que ajustado presupuesto supo encontrar la clave que le llevaría al éxito, y que otorgó al western un homólogo europeo a la altura. Dicha clave residió en un talento innato para la dirección, acompañado de una gran fotografía y de dos geniales colaboradores; el primero, uno de los mayores iconos el cine, poseedor de una mirada como no ha habido otra y el actor que reinventó la figura del fuera de la ley, Clint Eastwood, quien con su poncho, su sombrero lleno de polvo y su barba de 2 días, se convirtió en el referente de la trilogía que compusieron, Por un Puñado de Dólares, 1964, La Muerte tenía un Precio, 1965, y El bueno el Feo y el Malo, 1966; su otro colaborador fue el compositor Ennio Morricone, que consiguió dar a la música un protagonismo casi absoluto en las más de quinientas películas a las que puso la banda sonora, siendo el creador de las mejores canciones que se han escuchado jamás en la gran pantalla.
En esta ocasión, el director, no contó con Eastwood, de hecho el proyecto de Once Upon a Time in the West le fue impuesto de manera inesperada al director, siendo Charles Bronson el encargado del papel principal. Este dato no hizo que el realizador se abrumara, todo lo contrario, aceptó el reto de la mejor manera posible. Un director que sabe mejor que nadie donde ha de colocarse una cámara, el tiempo que ha de esperar hasta dar paso al siguiente plano, o la cantidad de palabras que una mirada o un gesto pueden ahorrar, supo sacar una de las mejores interpretaciones de Bronson en su prolífica carrera. Pero lo mejor estaba por llegar; habiéndose ganado el favor de productores e inversores, tuvo una petición muy especial para el rol de malo: Henry Fonda. En un papel que rompería con su faceta de héroe apuesto, que tan buenos resultados le había dado junto a directores como Sidney Lumet interpretando al único hombre compasivo de aquellos 12 hombres sin piedad, 1957, Fritz Lang, Pretson Sturges, Hitchcock, Vidor e incluso en sus muchas colaboraciones con el maestro John Ford, donde dejó clara su aportación al western, aunque siempre del lado de “los que visten de blanco”. Sin embargo, otros planes tenía para él Leone, vistiéndole de negro por primera vez y haciendo que aquella fría mirada se mostrara indolente, oculta tras un pañuelo, mientras cometía los actos más atroces de todo el oeste. Otra de las sorpresas de la cinta fue la actriz Claudia Cardinale, pese a que Leone no era muy partícipe a otorgar papeles importantes a mujeres, no pudo evitar rendirse a los encantos de la artista, que llegó a convertirse en todo un mito erótico de la época.
La trama es la recurrente en este tipo de películas pero, por la forma en la que está presentada, podría decirse que es el prototipo del cine del oeste. Es la lucha del bien contra el mal, blanco contra negro. Un niño al que se echó sobre sus hombros el peso de una responsabilidad que no podía soportar y que con el paso de los años convirtió el triste son de la armónica, que con violencia le fue introducida en la boca, en la música de una muerte anunciada, que perseguirá a Frank durante todo el metraje hasta que consiga recordarla.
Pero no es realmente la historia, brillantemente escrita por Leone, Dario Argento y Bernardo Bertolucci, lo que llama la atención en esta ocasión, sino la manera en la que está contada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La cantidad de recursos de un director que alcanzó la perfección con esta cinta, en la que logra que parezca que la historia transcurra como si estuviera rodada en una sola toma. No es lo que cuenta, sino de qué manera la música, el decorado, los actores, la cámara y todos los elementos se combinan entre sí para formar un regalo sensorial. De repente el volumen de la música se incrementa, el melancólico sonido de una armónica, que todo el mundo parece reconocer con estupor, presagia que algo importante está por acontecer. Una lámpara caprichosa que, con su movimiento oscilante, alumbra y esconde intermitentemente los ojos de un Charles Bronson salido de la nada, un primer plano que es en sí una obra de arte, un agujero de bala en la chaqueta, un revólver errante que, objeto de miradas furtivas, se muestra tan cercano como inalcanzable teniendo en cuenta la rapidez del oponente. Aun así se muerde el anzuelo, se prueba suerte en esta ocasión en la que parece que todo juega a favor, se peca de exceso de confianza, y en respuesta se obtiene una descarada provocación. Sin separar la armónica de la boca del protagonista, Leone hizo la presentación más espectacular de un personaje en la historia del cine.
10
19 de diciembre de 2015 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que comenzar diciendo que Sergio Leone ha sido siempre uno de mis directores fetiches (y de quién no, si Tarantino lo idolatra en un podio por algo será). Desde bien pequeño he visitado recurrentemente su trilogía del dólar, como tantos niños alentado por los gustos de su padre y abuelo, disfrutando esas calurosas tardes de verano en cualquier pueblo perdido de la mano de Dios.

Poco a poco te vas enganchando a esta maravillosa adicción llamada cine y descubres que oye, tiene otras películas (que no solo de Eastwood vive el hombre) y qué cosas tiene la vida, son peliculones, auténticas maravillas… peeeero no son muchas y decides que vas a desgranarlas poquito a poco, sin prisas que las cosas buenas tienen que llevar su tiempo.

Y un día te descubres esquivando el visionado de para el gusto generalizado (crítica y público va n de la mano en una de esas ocasiones tan atípicas) es su auténtica obra maestra, la película por la que será recordado ad eternum (más allá de su icónica aportación con la trilogía ya mencionada).

Y llega el momento, te sientas en tu sillón favorito y decides que ya vale, que ya va siendo la hora, que quizá se lo debas al bueno de Sergio y aunque con el miedo en el cuerpo: ¿cumplirá las expectativas? ¿un “spaguetti” marca Leone sin Eastwood tiene tanto potencial?, decides que es el momento de cerrar el ciclo.

Y el resto os lo podéis imaginar, aún tengo un escalofrío de recordar su banda sonora (histórica, de las mejores de Morricone), mantengo en mi retina la fría y despiadada mirada de Henry Fonda, en una de sus mejores interpretaciones curiosamente como villano, en las antípodas del regio vaquero de las pelis de Ford. Me enamoro de la Cardinale espectacular como pocas veces se ha visto en pantalla demostrando que las mujeres de Leone tienen más bemoles que muchos personajes macho-alfa de cualquier otro director… Mención especial para el dúo de pícaros formado por Robards y Bronson, a quien su pétrea expresión esculpida a golpe de mazazo y cincel no le puede venir mejor al misterioso personaje Harmónica, hecho a la medida de Clint Eastwood para que nos vamos a engañar, pero a quien no se le echa en falta para nada.

OBRA MAESTRA sí, en mayúsculas.
10
14 de noviembre de 2016 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película ambiciosa que cumple su cometido: grandiosa, con grandes paisajes, planos grandilocuentes, una banda sonora magistral y escenas interminables que son pura poesía épica.

En cierto modo, es la trilogía del dólar pasada por el filtro hollywoodiense. Es un Oeste que no existía en Hollywood hasta que lo importaron desde Italia. Sucio y cazurro, de frontera. Sin indios ni cowboys, sólo hay pistoleros, borrachos, putas y burgueses.

Desde la apertura, con Jack Elam, Woody Strode y el actor italiano que ya abría "El Bueno, El feo y el malo", lo deja claro. No se puede hacer otro western con MÁS. Es Leone & Morricone al 110%. A partir de cuatro personajes principales (ver spoiler) que resumen los estereotipos que habitan su universo, Leone nos cuenta una epopeya de su Oeste, el universo que ha creado, es devorado por las vías de la modernidad. El mundo en el que habitan el Manco, Tuco y el Coronel Mortimer (que podrían perfectamente encajaren esta película) finaliza el mismo día que el tren llega a Sweetwater. En el tren viene el mundo real, podrido y enfermo como Morton.

Leone no quería hacer otro western, y aquí echó el resto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Claudia Cardinale, pura voluptuosidad. Qué buena está. Con rotundidad, sin sutilezas. Su personaje es más puta que las gallinas, y haría lo que fuera por sobrevivir. Por esas ganas de vivir a pesar de lo que venga, el personaje es una maravilla.
Bronson: para qué va a hablar, si toca la armónica y dispara. Tiene la característica, como otros actores de la época con los que compartió cartel (James Coburn y McQueen), de tener una cara que ya es media película. Aunque sea inexpresivo. No hace falta ser Brando o Pacino cuando tienes esa jeta, parece que ha estado diez años bajo el sol del desierto.
Henry Fonda, en un auténtico papelón. No sólo por bordar la maldad, si no por cómo se mueve en esta película, es casi felino. Siendo un tío ya mayorcete y no muy grande, transmite peligro físico. Frank es el personaje al que nunca irías a tocarle las pelotas.
Jason Robards y su Cheyenne, el bandido asesino más entrañable. De los cuatro personajes es claramente el que más empatía siente y produce.

¿Quién va a fiarse de quien lleva cinturón y tirantes al mismo tiempo?
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