Hasta que llegó su hora
Western
Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés, vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros los ha asesinado a todos.
13 de julio de 2024
13 de julio de 2024
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me duele pensar que pronto nos dejó Sergio Leone. Todo lo que dejó por fabular, por rodar, personajes que hubieran sido míticos, en filmes que sin duda hubiesen alcanzado la categoría de clásicos. A él le debemos tantas cosas, esa visión imaginada de un western que jamás existió, el western surgido de sus recuerdos de niñez, con héroes y villanos propios de la Grecia y Roma clásicas, semidioses enfrentados en un destino inevitable. A él también le debemos a Morricone e, incluso a Clint Eastwood y Lee Van Cleef. Una desaparición pronta que fue una tragedia para el cine.
"Hasta que llegó su hora" es , quizás, el culmen de ese western de fantasía - me resisto a llamarlo spaguetti- que creó nuestro amado Sergio.
Personajes heroicos, más próximos al cine de samurais que al de John Ford, que se confrontarán en duelos épicos, fuera del tiempo. Venganzas, codicia, ambición, camaradería. Un mundo de gente ruda, de supervivientes, con un extraño sentido del honor. Morricone creó para cada uno de los cuatro personajes su propio tema musical en una banda sonora maravillosa que jamás me canso de escuchar. Las disarmonías de Armónica, un personaje torturado, muerto en vida, la música bufa de Cheyenne, el único de los personajes masculinos que realmente ama la vida y la oscuridad de Frank, el malo por antonomasia, capaz de matar niños sin sentir asomo de remordimiento. Y con ellos una fémina empoderada, capaz de escabullirse de ese destino al que parece abocada, Jill, antigua prostituta, recién casada y también viuda reciente, enfrentada a un progreso, que lejos de satisfacer al ser humano, es tremendamente hostil a él. Un progreso que arrolla a quién esté delante.
Leone piensa cada plano, es meticuloso hasta el extremo. No hay nada descuidado o al azar. Movimientos de cámara excelsos, secuencias con movimientos calculados milimétricamente, como ese duelo final, un portento del encuadre, en el que cada objeto tiene su función, un duelo inacabable e inconmensurable, una orfebrería fílmica que destila lo mejor de Leone. Otro maravilloso movimiento de cámara se produce al final, cuando uno de los personajes está muriendo y el otro eleva la mirada al cielo, como buscando el alma ascendente y de ahí la cámara nos lleva a las obras del ferrocarril. Y es que Leone no dejó ni un segundo fílmico sin planificar.
Pero para ser una obra maestra, que lo es, es necesario el concurso de un guión a la altura. Y este lo cumple. Quizás no tanto en la historia, un compendio de tópicos del western, sino en los diálogos y en la definición de los personajes. Son conversaciones idealizadas, propias de seres míticos y no de vulgares pistoleros. Brillan, y de qué manera, los diálogos entre Frank y Armónica, enigmáticos o los diálogos entre Cheyenne y Jill, entre la admiración y el amor no correspondido. Cada línea de diálogo es una perla literaria. Incluso los silencios, en especial los de Armónica, tienen su importancia y dicen tanto como mil palabras.
Quizás esa conjunción de maravillas, tanto en la dirección como en el guión, hizo que el reparto esté perfecto. No recuerdo otro filme en el que el rostro de granito de Bronson diga tanto, o esas miradas frías y sin alma de Henry Fonda, esa humanidad de Robards o esa esperanza que muestra el rostro de Jill. Incluso Morton, el ferroviario, interpretado por Ferzetti, tiene su momentáneo brillo. Es un filme coral, detrás y delante de la cámara. De esos momentos de magnificiencia que raramente se dan en el cine.
Leone nos ofrece de nuevo al bueno, el feo y el malo, en una versión algo más triste y descarnada. Aunque al final triunfará el bien, el coste será elevado e inasumible. Y los supervivientes no encajarán en ese mundo que llega, el mundo que viene con el ferrocarril. Al final, todos pierden.
"Hasta que llegó su hora" es uno de esos filmes que te marcan cuando lo ves en la adolescencia y disfrutas de un cine que aún no estás descubriendo con la edad. ¡Que momento más maravilloso! De Leone y de su concepción del cine y de los planos se ha abusado con posterioridad, parodiándolo, contaminando su esencia. Quizás quién vea ahora este filme, recordará escenas que ha visto en multitud de películas y series posteriores al mismo y que lo desmerecen. Una pena. A los nuevos espectadores un consejo os doy: olvidaos de lo visto hasta ahora y descubrid lo maravilloso que es el cine de Leone.
"Hasta que llegó su hora" es , quizás, el culmen de ese western de fantasía - me resisto a llamarlo spaguetti- que creó nuestro amado Sergio.
Personajes heroicos, más próximos al cine de samurais que al de John Ford, que se confrontarán en duelos épicos, fuera del tiempo. Venganzas, codicia, ambición, camaradería. Un mundo de gente ruda, de supervivientes, con un extraño sentido del honor. Morricone creó para cada uno de los cuatro personajes su propio tema musical en una banda sonora maravillosa que jamás me canso de escuchar. Las disarmonías de Armónica, un personaje torturado, muerto en vida, la música bufa de Cheyenne, el único de los personajes masculinos que realmente ama la vida y la oscuridad de Frank, el malo por antonomasia, capaz de matar niños sin sentir asomo de remordimiento. Y con ellos una fémina empoderada, capaz de escabullirse de ese destino al que parece abocada, Jill, antigua prostituta, recién casada y también viuda reciente, enfrentada a un progreso, que lejos de satisfacer al ser humano, es tremendamente hostil a él. Un progreso que arrolla a quién esté delante.
Leone piensa cada plano, es meticuloso hasta el extremo. No hay nada descuidado o al azar. Movimientos de cámara excelsos, secuencias con movimientos calculados milimétricamente, como ese duelo final, un portento del encuadre, en el que cada objeto tiene su función, un duelo inacabable e inconmensurable, una orfebrería fílmica que destila lo mejor de Leone. Otro maravilloso movimiento de cámara se produce al final, cuando uno de los personajes está muriendo y el otro eleva la mirada al cielo, como buscando el alma ascendente y de ahí la cámara nos lleva a las obras del ferrocarril. Y es que Leone no dejó ni un segundo fílmico sin planificar.
Pero para ser una obra maestra, que lo es, es necesario el concurso de un guión a la altura. Y este lo cumple. Quizás no tanto en la historia, un compendio de tópicos del western, sino en los diálogos y en la definición de los personajes. Son conversaciones idealizadas, propias de seres míticos y no de vulgares pistoleros. Brillan, y de qué manera, los diálogos entre Frank y Armónica, enigmáticos o los diálogos entre Cheyenne y Jill, entre la admiración y el amor no correspondido. Cada línea de diálogo es una perla literaria. Incluso los silencios, en especial los de Armónica, tienen su importancia y dicen tanto como mil palabras.
Quizás esa conjunción de maravillas, tanto en la dirección como en el guión, hizo que el reparto esté perfecto. No recuerdo otro filme en el que el rostro de granito de Bronson diga tanto, o esas miradas frías y sin alma de Henry Fonda, esa humanidad de Robards o esa esperanza que muestra el rostro de Jill. Incluso Morton, el ferroviario, interpretado por Ferzetti, tiene su momentáneo brillo. Es un filme coral, detrás y delante de la cámara. De esos momentos de magnificiencia que raramente se dan en el cine.
Leone nos ofrece de nuevo al bueno, el feo y el malo, en una versión algo más triste y descarnada. Aunque al final triunfará el bien, el coste será elevado e inasumible. Y los supervivientes no encajarán en ese mundo que llega, el mundo que viene con el ferrocarril. Al final, todos pierden.
"Hasta que llegó su hora" es uno de esos filmes que te marcan cuando lo ves en la adolescencia y disfrutas de un cine que aún no estás descubriendo con la edad. ¡Que momento más maravilloso! De Leone y de su concepción del cine y de los planos se ha abusado con posterioridad, parodiándolo, contaminando su esencia. Quizás quién vea ahora este filme, recordará escenas que ha visto en multitud de películas y series posteriores al mismo y que lo desmerecen. Una pena. A los nuevos espectadores un consejo os doy: olvidaos de lo visto hasta ahora y descubrid lo maravilloso que es el cine de Leone.
21 de noviembre de 2011
21 de noviembre de 2011
41 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se hace muy larga. Según el meridiano de Greenwich, Hasta que llegó su hora tenía que haber llegado mucho antes.
-Yo doy una estrellita por Jason Robards que indudablemente es el que consigue la actuación más creíble respecto al resto de los estólidos personajes y otra por el último extra que como sale poco también está creíble.
-Le quito varias estrellas por esos primeros planos interminables que terminan siendo como anuncios de ópticas o de rayos uva y no anuncian nada.
-Le quito otras cuantas por ser un spaghetti western con una permanente sensación de aspiraciones muy elevadas, siendo lo real una lentitud de movimientos de la gente demasiado para el body. Llegué a pensar que faltaba poco para ver a Bronson haciendo katas de Kung Fu a cámara lenta al estilo capitán Willard. Leone cae bien a la gente pero goza de demasiado crédito, me parece.
-Le doy una estrella por Fonda, no sé por qué.
-Le doy dos estrellas por la música.
-Le resto una y media porque observo viendo tantos dieces de nota que esta película sirve para crear más afinidad que credibilidad. Aunque la página web se denomine Affinity no es ese el sentido del nombre.
-Le quito media estrella en definitiva porque es un film decepcionante con poca sustancia para tanto metraje y media estrella más va fuera porque Claudia no me convence; le falta un punto sexy que es muy importante en el Oeste. La escena de la cama de ella con Fonda es bastante mediocre. ¿Estaba esperando a que él dejara de hablar o él se había metido en la cama sin pistola?
Total, que quito y pongo estrellas para un spaghetti lleno de estrellas pero estrellado en el intento de algo realmente épico pero que absurdamente (desde mi modo de ver) goza de buena estrella.
-Yo doy una estrellita por Jason Robards que indudablemente es el que consigue la actuación más creíble respecto al resto de los estólidos personajes y otra por el último extra que como sale poco también está creíble.
-Le quito varias estrellas por esos primeros planos interminables que terminan siendo como anuncios de ópticas o de rayos uva y no anuncian nada.
-Le quito otras cuantas por ser un spaghetti western con una permanente sensación de aspiraciones muy elevadas, siendo lo real una lentitud de movimientos de la gente demasiado para el body. Llegué a pensar que faltaba poco para ver a Bronson haciendo katas de Kung Fu a cámara lenta al estilo capitán Willard. Leone cae bien a la gente pero goza de demasiado crédito, me parece.
-Le doy una estrella por Fonda, no sé por qué.
-Le doy dos estrellas por la música.
-Le resto una y media porque observo viendo tantos dieces de nota que esta película sirve para crear más afinidad que credibilidad. Aunque la página web se denomine Affinity no es ese el sentido del nombre.
-Le quito media estrella en definitiva porque es un film decepcionante con poca sustancia para tanto metraje y media estrella más va fuera porque Claudia no me convence; le falta un punto sexy que es muy importante en el Oeste. La escena de la cama de ella con Fonda es bastante mediocre. ¿Estaba esperando a que él dejara de hablar o él se había metido en la cama sin pistola?
Total, que quito y pongo estrellas para un spaghetti lleno de estrellas pero estrellado en el intento de algo realmente épico pero que absurdamente (desde mi modo de ver) goza de buena estrella.
7 de noviembre de 2010
7 de noviembre de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si quieres disfrutar a lo grande, esta es tu película. Puedes sentir en tu piel, el calor, el polvo, el sol, la arena, la suciedad, el olor a sudor y hasta el aroma del café o el baño espumoso.
Vaqueros genuinos. Chulos donde los haya. Primerísimos primeros planos donde no se pestañea jamás y los ojos no se irritan. Donde la vida vale menos que nada y la puntería es certera. Ni uno solo se revuelve. ¡Pum! y muerto. Y qué decir de las carretas, el menaje, la ropa. Todo perfecto.
Una delicia la luz, el paisaje, la música, el pueblo, el ambiente, el vestuario, el maquillaje y sobre todo...: los sonidos. Increíble como los sonidos más pequeños son llevados a primer término hasta retumbar en los oídos y como misteriosamente y según en qué escenas, desaparecen sin apreciarlo y no te das cuenta hasta que vuelven a estar ahí. El uso que se hace de los sonidos es con mucho lo mejor.
Impecable la interpretación de todos los grandes. ¡Hasta la mosca lo hace genial!. Increíble el papel de la mosca. Esas escenas sin mediar palabra son únicas y maravillosas.
Vamos que no le pongo un 10 porque se lo he reservado a otra de Sergio Leone, "Érase una vez en América". Insuperable.
Vaqueros genuinos. Chulos donde los haya. Primerísimos primeros planos donde no se pestañea jamás y los ojos no se irritan. Donde la vida vale menos que nada y la puntería es certera. Ni uno solo se revuelve. ¡Pum! y muerto. Y qué decir de las carretas, el menaje, la ropa. Todo perfecto.
Una delicia la luz, el paisaje, la música, el pueblo, el ambiente, el vestuario, el maquillaje y sobre todo...: los sonidos. Increíble como los sonidos más pequeños son llevados a primer término hasta retumbar en los oídos y como misteriosamente y según en qué escenas, desaparecen sin apreciarlo y no te das cuenta hasta que vuelven a estar ahí. El uso que se hace de los sonidos es con mucho lo mejor.
Impecable la interpretación de todos los grandes. ¡Hasta la mosca lo hace genial!. Increíble el papel de la mosca. Esas escenas sin mediar palabra son únicas y maravillosas.
Vamos que no le pongo un 10 porque se lo he reservado a otra de Sergio Leone, "Érase una vez en América". Insuperable.
26 de octubre de 2011
26 de octubre de 2011
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver algunos westerns llamados spaghettis me dispuse, tal vez, a contemplar uno más, pero mi sorpresa fué mayúscula al comprobar esta obra maestra en todos los sentidos. El argumento, el guión, las interpretaciones, la fotografía, la música (y qué música de Ennio Morricone), la dirección de Sergio Leone, todo fué magistral. Eran los años 6O, y después vinieron otras obras maestras del Western norteamericano, pero esta era distinta a lo conocido hasta esa fecha, por su producción europea y ese tufillo a spaghetti ya conocido en producciones anteriores más inferiores. A pesar de su largo metraje se disfruta de ella con interés y expectación.
Lástima que en aquella época no existiera el sonido Stéreo Digital, pues la música se habría enriquecido de una forma maravillosa, pero nos quedan las grabaciones sonoras originales para disfrutar de semajante partitura cargada de una nostalgia que no se acaba nunca. Y lo dice uno de los proyeccionistas que la estrenó en Madrid con llenos diarios de público durante mucho tiempo que estuvo en su local de estreno. No me cansaba de verla una y otra vez y disfrutar de su partitura y de sus imágenes.
Siempre recordaré el estuche que se regalaba a los espectadores con unas cuantas cajas de cerillas dentro con fotogramas de la película en la portada de cada una de ellas. Fúe un detalle para recordar junto a la gran calidad del film.
Imprescindible su visionado y su audición para todos los amantes del Western.
José Antonio ZG
Lástima que en aquella época no existiera el sonido Stéreo Digital, pues la música se habría enriquecido de una forma maravillosa, pero nos quedan las grabaciones sonoras originales para disfrutar de semajante partitura cargada de una nostalgia que no se acaba nunca. Y lo dice uno de los proyeccionistas que la estrenó en Madrid con llenos diarios de público durante mucho tiempo que estuvo en su local de estreno. No me cansaba de verla una y otra vez y disfrutar de su partitura y de sus imágenes.
Siempre recordaré el estuche que se regalaba a los espectadores con unas cuantas cajas de cerillas dentro con fotogramas de la película en la portada de cada una de ellas. Fúe un detalle para recordar junto a la gran calidad del film.
Imprescindible su visionado y su audición para todos los amantes del Western.
José Antonio ZG
7 de octubre de 2007
7 de octubre de 2007
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antológico film de Leone, crudo, áspero, con un comienzo sin palabras en el que se imponen el silencio y los planos cortos. Y acto seguido la aparición de Franck ( Henry Fonda) acompañado por una desgarradora música de Morricone en la que se aprecia una guitarra eléctrica que acentúa aún más el desasosiego. Una escena brutal pero tratada con tanta maestría que adquiere un gran lirismo y deja ya claro desde muy temprano que un acto tan malvado e injusto no puede quedar sin venganza. Creo que Leone condensó en este film todo lo mejor de sus western anteriores. Las tres películas anteriores, de la llamada trilogía del dólar, desprendían un aroma más humorístico y resultaban más divertidas y dinámicas. Hasta que llegó su hora, sin embargo, ahonda más en los sentimientos de los personajes y ofrece una visión más pesimista de la condición humana, los personajes son taciturnos y a todos se les nota un poso de tristeza en lo más interno incluso al astuto Cheyene al que se le detecta cierta nostalgia por una vida tranquila de hombre de familia que no ha podido pudo vivir. Ambición, egoísmo y venganza se se unen en una única dirección posible que es la de la muerte. Pero al mismo tiempo el director quiere dejar una puerta abierta al cambio y a la esperanza que se representa es esa estación de ferrocarril naciente que es levantada con entusiasmo.Unos vienen y otros se van...
Una obra maestra.
Una obra maestra.
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