La noche americana
1973 

7.7
11,225
16 de junio de 2021
16 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Os presento a Pamela" quizá fue, en algún momento, el titulo que barajaba el director para esta cinta, finalmente nombrada como un filtro de cámara que sirve para rodar de día pero que parezca de noche en la pantalla, con el consiguiente ahorro de costes en la producción.
Cine dentro del cine. Categoría difícil de manejar que en esta ocasión lo maneja el director de manera magistral. Es un auténtico ensayo sobre la dirección y el arte de hacer una película. Un director de cine, dice en un momento al comienzo de la película, es alguien a quien siempre se le están haciendo preguntas.
La ambientación, los problemas que surgen en el rodaje, el 'divimos' de las estrellas, los problemas con el alcohol, las relaciones entre los colaboradores del rodaje, los obstáculos que se encuentra el director a lo largo del rodaje. Es un estudio muy interesante, verdaderamente un ensayo visual sobre el arte de rodar películas.
Jacqueline Bisset es una mujer guapísima, de una belleza algo enigmática, con unos grises de una profundidad similar a la del lecho marino. Es esa mujer distante y separada de la realidad muy consciente de su feminidad y del efecto que causa en los hombres, una auténtica diva del cine, una superestrella.
Me gusta ver a Truffaut como actor en su rol de director. Nadie como él para entender qué ocurre y cuáles son los problemas a los que se enfrenta una película de cine.
Me ha gustado mucho, pero hay algo que no me acaba de agradar. En otras del "cine dentro del cine" el meollo de la cuestión son las relaciones entre los personajes. En esta el ensayo profundiza en la dinámica de la realización de la película, abandonando la perspectiva 'clásica' en este subgénero.
Hay varias escenas míticas y que recordaré: la de la actriz mayor incapaz de recordar parte del guión en una escena y que se equivoca de puerta al salir de cada escena; la de Jaqueline repasando el guión la noche antes de una escena haciendo cosas de la vida cotidiana.
La música es sensacional, con un tono épico pero moderno muy intenso. La "locura" de las prisas por terminar el rodaje, la sensación de tener que terminarla como sea y demás 'relojería' interna de la industria del cine está expuestas como nunca lo había visto antes. Me parece una película maestra, una cinta realmente canónica: el cine dentro del cine es esto.
Cine dentro del cine. Categoría difícil de manejar que en esta ocasión lo maneja el director de manera magistral. Es un auténtico ensayo sobre la dirección y el arte de hacer una película. Un director de cine, dice en un momento al comienzo de la película, es alguien a quien siempre se le están haciendo preguntas.
La ambientación, los problemas que surgen en el rodaje, el 'divimos' de las estrellas, los problemas con el alcohol, las relaciones entre los colaboradores del rodaje, los obstáculos que se encuentra el director a lo largo del rodaje. Es un estudio muy interesante, verdaderamente un ensayo visual sobre el arte de rodar películas.
Jacqueline Bisset es una mujer guapísima, de una belleza algo enigmática, con unos grises de una profundidad similar a la del lecho marino. Es esa mujer distante y separada de la realidad muy consciente de su feminidad y del efecto que causa en los hombres, una auténtica diva del cine, una superestrella.
Me gusta ver a Truffaut como actor en su rol de director. Nadie como él para entender qué ocurre y cuáles son los problemas a los que se enfrenta una película de cine.
Me ha gustado mucho, pero hay algo que no me acaba de agradar. En otras del "cine dentro del cine" el meollo de la cuestión son las relaciones entre los personajes. En esta el ensayo profundiza en la dinámica de la realización de la película, abandonando la perspectiva 'clásica' en este subgénero.
Hay varias escenas míticas y que recordaré: la de la actriz mayor incapaz de recordar parte del guión en una escena y que se equivoca de puerta al salir de cada escena; la de Jaqueline repasando el guión la noche antes de una escena haciendo cosas de la vida cotidiana.
La música es sensacional, con un tono épico pero moderno muy intenso. La "locura" de las prisas por terminar el rodaje, la sensación de tener que terminarla como sea y demás 'relojería' interna de la industria del cine está expuestas como nunca lo había visto antes. Me parece una película maestra, una cinta realmente canónica: el cine dentro del cine es esto.
3 de junio de 2023
3 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La noche americana” es una carta de amor al cine rodada por uno de los mayores amantes del Séptimo Arte que hayan existido, François Truffaut. No es una obra maestra, a ratos ni tan siquiera una gran película, no corona su filmografía, pero es de visión obligatoria si adoras por encima de todas las cosas el arte de contar historias con imágenes, porque pocas películas, por no decir ninguna, cuentan mejor los entresijos de un rodaje como lo hace “La noche americana”.
Película coral por definición y vocación, Truffaut no deja atrás a ninguno de los elementos técnicos y artísticos que se requieren para la elaboración de un film, ese falso rodaje de una falsa película titulada “Os presento a Pamela”. Dicho sea de paso, incluso él mismo interpreta al director de la película ficticia que se rueda, a la par que el propio montador y el compositor de “La noche americana” se interpretan a sí mismos. Fascinante ejercicio de metacine.
Estamos en 1973, o sea, la década donde el cine fue más libre y mejor, y esa frescura de formas y pensamiento contagia cada fotograma de esta cinta. Sus 115 minutos de comedia humana y humanista acaban pasando como un suspiro y dejan una sonrisa benéfica en el espectador, que entiende las vicisitudes por las que tiene que pasar un cineasta para sacar su obra adelante.
Entre la multitud de actores y actrices que van apareciendo alrededor del ficticio rodaje de la película, con aparente y cuidada verosimilitud que hace que Truffaut, a ratos, incluso busque el tono de documental, destaco a su alter ego eterno, inmenso Jean-Pierre Léaud (al que sacó de las calles para protagonizar “Los cuatrocientos golpes” y, a partir de ahí, acompañó en su desarrollo vital ante la cámara durante el resto de su vida), creando el personaje de Alphonse, para mí, el más llamativo entre la pléyade de estrambóticos seres que pululan por este mecanismo cómico.
Pero, sin duda, lo que más perdura y mejor se recuerda de este film es su excelsa partitura original, obra cumbre de Georges Delerue, que forma parte de nuestro bagaje personal y que tarareamos más veces de las que imaginamos. Igualmente me atrae la dirección de fotografía de Pierre-William Glenn, gozosamente setentera, como yo adoro.
Y es que muchos, como el niño que representa al propio Truffaut en la película, hemos soñado con robar fotogramas de “Ciudadano Kane”. Por eso entendemos este delirio-homenaje al cine.
Película coral por definición y vocación, Truffaut no deja atrás a ninguno de los elementos técnicos y artísticos que se requieren para la elaboración de un film, ese falso rodaje de una falsa película titulada “Os presento a Pamela”. Dicho sea de paso, incluso él mismo interpreta al director de la película ficticia que se rueda, a la par que el propio montador y el compositor de “La noche americana” se interpretan a sí mismos. Fascinante ejercicio de metacine.
Estamos en 1973, o sea, la década donde el cine fue más libre y mejor, y esa frescura de formas y pensamiento contagia cada fotograma de esta cinta. Sus 115 minutos de comedia humana y humanista acaban pasando como un suspiro y dejan una sonrisa benéfica en el espectador, que entiende las vicisitudes por las que tiene que pasar un cineasta para sacar su obra adelante.
Entre la multitud de actores y actrices que van apareciendo alrededor del ficticio rodaje de la película, con aparente y cuidada verosimilitud que hace que Truffaut, a ratos, incluso busque el tono de documental, destaco a su alter ego eterno, inmenso Jean-Pierre Léaud (al que sacó de las calles para protagonizar “Los cuatrocientos golpes” y, a partir de ahí, acompañó en su desarrollo vital ante la cámara durante el resto de su vida), creando el personaje de Alphonse, para mí, el más llamativo entre la pléyade de estrambóticos seres que pululan por este mecanismo cómico.
Pero, sin duda, lo que más perdura y mejor se recuerda de este film es su excelsa partitura original, obra cumbre de Georges Delerue, que forma parte de nuestro bagaje personal y que tarareamos más veces de las que imaginamos. Igualmente me atrae la dirección de fotografía de Pierre-William Glenn, gozosamente setentera, como yo adoro.
Y es que muchos, como el niño que representa al propio Truffaut en la película, hemos soñado con robar fotogramas de “Ciudadano Kane”. Por eso entendemos este delirio-homenaje al cine.
3 de julio de 2023
3 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
156/08(08/06/23) Con motivo del medio siglo del estreno de este film (15/05/1973), he subsanado uno de esos lunares cinéfilos que tenía, pues aún no había visto este oscarizado film francés (lo fue en la categoría de Mejor film en habla no inglesa). Dirigida por escrita por Françoise Truffaut, Suzanne Schiffman y Jean-Louis Richard, en lo que es una carta de amor al cine de un gran cinéfilo como era el director, se interpreta a una alegoría de sí mismo (Ferrand) que dice claramente hablando por boca de Truffaut (que lío): “Truffaut/Ferrand: "Antes de empezar un rodaje, deseo sobre todo una película bella pero cuando surgen los primeros problemas, reduzco mis ambiciones y me limito a esperar a que podamos terminar la película. Hacia la mitad del rodaje hago examen de conciencia y me digo: podías haber trabajado mejor, podías haber hecho mucho más, pero, en fin, te queda la segunda mitad para compensar, y a partir de ese momento me esfuerzo en hacer que todo lo que aparezca en la pantalla tenga más vida", y sobre el proceso de filmación dice: "Es como un viaje en diligencia hacia el lejano oeste. Al principio esperas un viaje hermoso. Pero pronto te preguntas si lo lograrás". Y otras disertaciones puntiagudas brillantes: “Lo sé, hay privacidad, pero la privacidad es aburrida para todos. Las películas son más armoniosas que la vida, Alphonse. No hay atascos de tráfico en las películas, no hay tiempos de inactividad. Las películas se mueven como trenes, entiendes? Como trenes en la noche. Gente como tú, como yo, lo sabes bien, estamos hechos para ser felices en el trabajo del cine”.
Obra que pretende con tono de ligereza homenajear al mundo de la trastienda en los rodajes de películas, la excusa es el rodaje durante siete semanas en los Victorine Studios de Niza, con sus decorados ficticios, las grúas, los extras, los trampantojos (pisos en altura, velas o nieve), el circo en que se convierten, un caos constante en que el director se convierte en el encargado que todas las piezas encajen, los neuróticos y egocéntricos intérpretes, el guion, el productor, el script, los dobles, y hasta un gato. Ello en una cinta que proyecta el entusiasmo y cariño al Séptimo Arte, idealizando a este mundillo como una gran familia, con sus diferencias y sus alegrías. Un desarrollo coral mezclando drama y comedia (ejemplo esa diva borrachina que culpa de sus olvidos a la maquilladora), con romances pasajeros, nervios, alcoholismo, egos, embarazos, inseguridades (ese protagonista Alphonse), celos, muertes, infidelidades, presiones de los que ponen la plata, jugando con las falsas apariencias y el absurdo, y donde el drama está exento de sentimentalismo, todo se resuelve de modo trivial.
Encuadrado en ese sub género del cine dentro del cine donde los juegos de espejos son continuos, cercano al ‘pirandellismo’, el cine y la vida y viceversa, y como siempre el cine lo mejora todo (que se lo digan a Tarantino salvando a Sharon Tate en su último film). Nos muestra una filmación como algo rutinario, tedioso, con múltiples repeticiones, donde todo es fachada (de ahí el título referente a como se rueda de día y con filtros se hace ver es de noche), frente a lo que vemos tras ser finalizada. La vida es finita y el Cine es eterno. La película se basó en una idea original de Truffaut, dijo que quería que la película fuera lo que fue “Fahrenheit 451” (que Truffaut adaptó en 196.) para los libros "para mostrar por qué es bueno amar el cine". La película se rodó en Niza en un enorme plató para una calle de París construido originalmente por una empresa estadounidense y utilizado para Lady L (1965) y La loca de Chaillot (1969). Uno de los temas de la película es si el cine es más importante que la vida para quienes lo hacen. Pone en solfa varias sub tramas que se van alternando con mayor o menor éxito, que colisionan con el propio rodaje, que en el colmo del metacine el director y guionista aprovecha para introducir cambios inspirados en estos problemas.
Para los que gusten de buscar jueguecitos de meta cine pueden encontrar que el rol de Jacqueline Bisset es de una inglesa que trabaja en Hollywood, habla francés, y apareció en una película de acción, clara referencia a “Bullit”; La escena del gato rebelde es una clara referencia de Truffaut a su film de 1964 “La piel suave”, donde había un gato que al parecer le dio problemas; Cuando el personaje de Jean-Pierre Aumont comentando todas las veces que murió en cine antes de llegar al estrellato es un guiño al gran Humphrey Bogart; En su papel Valentina Cortese habla de un Federico y sin dudas, no hay otro Federico en el cine, se refiere a Fellini; Ferrand/Truffaut tiene sueño con su niñez robando de un cine un cartel de “Ciudadano Kane”, inspirada claramente en otra de su ópera prima “Los 400 golpes” donde Antoine robaba una (picarona) foto de "Un verano con Mónica" de Bergman; Más directamente vemos los referentes del cine de Truffaut cuando a su alter ego le envían un paquete con libros, al abrirlos vemos son sobre grandes directores, como Luis Buñuel, Carl Theodor Dreyer, Ingmar Bergman, Alfred Hitchcock, Howard Hawks, Jean-Luc Godard, Ernst Lubitsch, Roberto Rossellini y Roberto Bresson; También da su homenaje el director a Jean Cocteau con un cartel, en otro momento vemos la calle Jean Vigo sobre el director maldito; Hasta se puede ver como un mirarse el ombligo que vuelva a escoger a su actor fetiche como cuasi-protagonista, me refiero por supuesto a Jean-Pierre Léaud, con el que colabora desde 1959 (tenía el actor 15 años) con su debut en la dirección “Los 400 golpes”, con el que estuvo en 7 películas; Jean-François Stévenin hace de ayudante de4 dirección del film que ruedan y tras las cámaras es real ayudante de dirección; La guionista de ficción, Joëlle, es el alter ego de la colaboradora habitual de Truffaut, Suzanne Schiffman, de hecho guionista de este propio film.
Obra que pretende con tono de ligereza homenajear al mundo de la trastienda en los rodajes de películas, la excusa es el rodaje durante siete semanas en los Victorine Studios de Niza, con sus decorados ficticios, las grúas, los extras, los trampantojos (pisos en altura, velas o nieve), el circo en que se convierten, un caos constante en que el director se convierte en el encargado que todas las piezas encajen, los neuróticos y egocéntricos intérpretes, el guion, el productor, el script, los dobles, y hasta un gato. Ello en una cinta que proyecta el entusiasmo y cariño al Séptimo Arte, idealizando a este mundillo como una gran familia, con sus diferencias y sus alegrías. Un desarrollo coral mezclando drama y comedia (ejemplo esa diva borrachina que culpa de sus olvidos a la maquilladora), con romances pasajeros, nervios, alcoholismo, egos, embarazos, inseguridades (ese protagonista Alphonse), celos, muertes, infidelidades, presiones de los que ponen la plata, jugando con las falsas apariencias y el absurdo, y donde el drama está exento de sentimentalismo, todo se resuelve de modo trivial.
Encuadrado en ese sub género del cine dentro del cine donde los juegos de espejos son continuos, cercano al ‘pirandellismo’, el cine y la vida y viceversa, y como siempre el cine lo mejora todo (que se lo digan a Tarantino salvando a Sharon Tate en su último film). Nos muestra una filmación como algo rutinario, tedioso, con múltiples repeticiones, donde todo es fachada (de ahí el título referente a como se rueda de día y con filtros se hace ver es de noche), frente a lo que vemos tras ser finalizada. La vida es finita y el Cine es eterno. La película se basó en una idea original de Truffaut, dijo que quería que la película fuera lo que fue “Fahrenheit 451” (que Truffaut adaptó en 196.) para los libros "para mostrar por qué es bueno amar el cine". La película se rodó en Niza en un enorme plató para una calle de París construido originalmente por una empresa estadounidense y utilizado para Lady L (1965) y La loca de Chaillot (1969). Uno de los temas de la película es si el cine es más importante que la vida para quienes lo hacen. Pone en solfa varias sub tramas que se van alternando con mayor o menor éxito, que colisionan con el propio rodaje, que en el colmo del metacine el director y guionista aprovecha para introducir cambios inspirados en estos problemas.
Para los que gusten de buscar jueguecitos de meta cine pueden encontrar que el rol de Jacqueline Bisset es de una inglesa que trabaja en Hollywood, habla francés, y apareció en una película de acción, clara referencia a “Bullit”; La escena del gato rebelde es una clara referencia de Truffaut a su film de 1964 “La piel suave”, donde había un gato que al parecer le dio problemas; Cuando el personaje de Jean-Pierre Aumont comentando todas las veces que murió en cine antes de llegar al estrellato es un guiño al gran Humphrey Bogart; En su papel Valentina Cortese habla de un Federico y sin dudas, no hay otro Federico en el cine, se refiere a Fellini; Ferrand/Truffaut tiene sueño con su niñez robando de un cine un cartel de “Ciudadano Kane”, inspirada claramente en otra de su ópera prima “Los 400 golpes” donde Antoine robaba una (picarona) foto de "Un verano con Mónica" de Bergman; Más directamente vemos los referentes del cine de Truffaut cuando a su alter ego le envían un paquete con libros, al abrirlos vemos son sobre grandes directores, como Luis Buñuel, Carl Theodor Dreyer, Ingmar Bergman, Alfred Hitchcock, Howard Hawks, Jean-Luc Godard, Ernst Lubitsch, Roberto Rossellini y Roberto Bresson; También da su homenaje el director a Jean Cocteau con un cartel, en otro momento vemos la calle Jean Vigo sobre el director maldito; Hasta se puede ver como un mirarse el ombligo que vuelva a escoger a su actor fetiche como cuasi-protagonista, me refiero por supuesto a Jean-Pierre Léaud, con el que colabora desde 1959 (tenía el actor 15 años) con su debut en la dirección “Los 400 golpes”, con el que estuvo en 7 películas; Jean-François Stévenin hace de ayudante de4 dirección del film que ruedan y tras las cámaras es real ayudante de dirección; La guionista de ficción, Joëlle, es el alter ego de la colaboradora habitual de Truffaut, Suzanne Schiffman, de hecho guionista de este propio film.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tiene un inicio que marca las cartas del juego al que vamos a asistir, queriendo desconcertar al espectador, su percepción de lo real y lo irreal, con una toma de grúa creemos estar en una plaza parisina con el bullicio diario, con la salida de una parada de metro, la cámara sigue a Léaud, se para frente a Aumont, y lo abofetea, tras lo que oímos “corten”, Ferrand/Truffaut lo grita tras la cámara, y hace repetir en varias ocasiones la escena, ahora Ferrand irá aleccionado lo que debe hacer Léaud, pero también a los figurantes como deben entrar y salir de foco, el trampantojo del cine. Ello para que veamos que tras una sola secuencia hay cuando la ve el espectador un gran trabajo, un poco onanista en este aspecto Truffaut queriendo ser visto como un perfeccionista. Como se ve como un escultor que debe ir improvisando sobre la marcha, si muere alguien la función debe continuar, y viene como sustituir al muerto, si una mujer está embarazada como ocultarlo a cámara, como lidiar con las dudas de los actores. La cinta como juego de enredos constantes donde el director es quien debe, con mano de seda inteligente, que todo funcione.
Es una película entretenida, ágil de ritmo, con actuaciones deliciosas algunas, regada con diálogos y frases para el recuerdo, esto es lo que más me gusta, el surtido de reflexiones que se oyen, donde la pasión del cine es incluso contrarrestada con esa mujer ajena a la producción que acompaña a un operario que tras un problema en el rodaje explota, hasta entonces no había dicho palabra y espeta a todos a gritos: “Qué es este cine? Qué es este trabajo donde todos se acuestan con todos? Donde todos se hablan, donde todos mienten. Pero que es? Encuentras eso normal?”.
Me ha resultado amena, pero el paso del tiempo quizás la ha arrugado un tanto, pues en realidad tira de lso clichés con los actores, con su personalidad infantilizada, tira de los amoríos soterrados que se (supuestamente) se dan entre bambalinas, tira de que los actores veteranos caballeros, de las divas alcoholizadas por el peso del tiempo, de los caprichos de las estrellitas; Tampoco es que haya una sub trama que encandile, todo resulta liviano, ingenioso en el modo de ir entremezclándolo todo, pero falto de garra emocional para sea algo trascendente. Lo de mostrar el rodaje de una peli se había visto y se ha visto después, no añade sustancia nueva, no hay mordacidad, hay complacencia, falta mala uva y sobra condescendencia, es una oda al medio, pero a veces, por las críticas que leo basta con hacer guiños al cine y ya babean algunos críticos, tildando al film de obra maestra, y eso no. Tampoco, entre la coralidad, es que haya una actuación que sobresalga, todas cumplen con creces, pero no desbordan la pantalla. Si acaso, Truffaut mencionar a Truffaut que se guarda las mejores frases, actuaba, pero le faltaba capacidad para ser buen actor.
En la puesta en escena tenemos la fotografía de Pierre William Glenn (“Estado de sitio” o “La piel dura”), juega hábilmente a ser meta cinematográfico, al estar dentro y fuera de la filmación, es el trampantojo principal para desorientar al espectador, creando una realidad de cerca y cuando la grúa se eleva se ven los reversos de las fachadas; Aunque me ha gustado más la música creada por Georges Delerue (“El desprecio” o “Un hombre para la eternidad”), dotada de un lirismo exacerbado en sus melodías de piano y cuerdas, impregnando de trascendencia las imágenes.
Otra gran frase de amor al cine: que suelta Nathalie Baye como asistente indispensable de Truffaut: "Renunciaría a un chico por una película, pero nunca dejaría una película por un chico".
No me ha sido la Obra Maestra que muchos han visto, le falta mala leche, pero si no es un 10, si me es un buen 7 disfrutable. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2023/07/la-noche-americana.html
Es una película entretenida, ágil de ritmo, con actuaciones deliciosas algunas, regada con diálogos y frases para el recuerdo, esto es lo que más me gusta, el surtido de reflexiones que se oyen, donde la pasión del cine es incluso contrarrestada con esa mujer ajena a la producción que acompaña a un operario que tras un problema en el rodaje explota, hasta entonces no había dicho palabra y espeta a todos a gritos: “Qué es este cine? Qué es este trabajo donde todos se acuestan con todos? Donde todos se hablan, donde todos mienten. Pero que es? Encuentras eso normal?”.
Me ha resultado amena, pero el paso del tiempo quizás la ha arrugado un tanto, pues en realidad tira de lso clichés con los actores, con su personalidad infantilizada, tira de los amoríos soterrados que se (supuestamente) se dan entre bambalinas, tira de que los actores veteranos caballeros, de las divas alcoholizadas por el peso del tiempo, de los caprichos de las estrellitas; Tampoco es que haya una sub trama que encandile, todo resulta liviano, ingenioso en el modo de ir entremezclándolo todo, pero falto de garra emocional para sea algo trascendente. Lo de mostrar el rodaje de una peli se había visto y se ha visto después, no añade sustancia nueva, no hay mordacidad, hay complacencia, falta mala uva y sobra condescendencia, es una oda al medio, pero a veces, por las críticas que leo basta con hacer guiños al cine y ya babean algunos críticos, tildando al film de obra maestra, y eso no. Tampoco, entre la coralidad, es que haya una actuación que sobresalga, todas cumplen con creces, pero no desbordan la pantalla. Si acaso, Truffaut mencionar a Truffaut que se guarda las mejores frases, actuaba, pero le faltaba capacidad para ser buen actor.
En la puesta en escena tenemos la fotografía de Pierre William Glenn (“Estado de sitio” o “La piel dura”), juega hábilmente a ser meta cinematográfico, al estar dentro y fuera de la filmación, es el trampantojo principal para desorientar al espectador, creando una realidad de cerca y cuando la grúa se eleva se ven los reversos de las fachadas; Aunque me ha gustado más la música creada por Georges Delerue (“El desprecio” o “Un hombre para la eternidad”), dotada de un lirismo exacerbado en sus melodías de piano y cuerdas, impregnando de trascendencia las imágenes.
Otra gran frase de amor al cine: que suelta Nathalie Baye como asistente indispensable de Truffaut: "Renunciaría a un chico por una película, pero nunca dejaría una película por un chico".
No me ha sido la Obra Maestra que muchos han visto, le falta mala leche, pero si no es un 10, si me es un buen 7 disfrutable. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2023/07/la-noche-americana.html
9 de febrero de 2025
9 de febrero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Je vous présente Truffaut, Citoyen Truffaut. "¿El cine es más importante que la vida? Es la pregunta que me atormenta desde hace treinta años", dijo el francés en una entrevista para Le Monde. También se la hace el réalisateur Ferrand, mientras se mueve de aquí para allá acosado por sus actores, operadores de sonido, diseñadores de producción y los pesados periodistas.
El cine como gran familia. Como epopeya existencial. Como industria llena de obstáculos. Como una escapada mágica. ¿Las mujeres son mágicas?, ¿y los hombres? Mucho menos que las películas. Las películas avanzan como los trenes en la noche. La noche americana.
A principios de los '60 y frente a Alfred Hitchcock, Truffaut ya habló del interés de realizar una comedia que tratara sobre el rodaje de una película; la idea estaba ahí, sólo necesitó seguir acumulando experiencia durante unos doce años más. En el estudio donde Bryan Forbes filmó "La Loca de Chaillot" tiene lugar otro rodaje. No lo parece. Un bello plano secuencia abre en una plaza llena de gente, y sigue, y sigue...hasta que un berrido, el del tal Ferrand, interrumpe la magia del momento. Truffaut dijo que su personaje tenía muchas cosas de sí mismo, pero tal vez simplemente haga de sí mismo.
Estamos en el principio de la producción "Je vous présente Paméla", y nos quedaremos hasta que acabe; no es una gran obra de autor ni una epopeya épica al estilo de Hollywood, sino un melodrama del montón de infidelidades y tragedias con todos los clichés que puedan imaginarse, así ni Ferrand ni Truffaut quedan como arrogantes pretenciosos, a diferencia del imbécil de Jean-Luc Godard, cuya amistad con él llegó a su fin tras el estreno de "La Nuit Américaine" (y por carta...). Hay un bonito homenaje a las actrices de "The Unseen Enemy", de W. Griffith, y la acción se presenta como el "making of" de una película: frontal, clara, seca, emotiva, sincera, dura y triste.
Hay mucho personal entremezclándose, este es un pintoresco y carismático reparto coral igual que quienes lo encarnan. Jean-Pierre Aumont es un galán del cine clásico (Alexandre) cuya vida privada es opuesta a su imagen; la maravillosa Valentina Cortese, otra vieja gloria alcohólica y medio amnésica (la escena en que debe repetir un millón de veces una toma es desgarradora...); Jean Champion, en su rol de productor, dice la mejor frase de toda la película: "Para ganar dinero hoy en día hay que meterse en una inmobiliaria, no en el cine". Los primeros problemas de producción asoman y los compartimos entre discusiones de atrezzo y primeras proyecciones.
Mientras Jacqueline Bisset, dando vida a Julie (recordando Truffaut su colaboración con Julie Christie en "Fahrenheit 451"), comenta a la prensa que el argumento de la película que va a realizar se basa en un hecho real (eso es cierto, porque el director leyó la noticia en el periódico), a Ferrand, pese a su condición de director comercial, le asalta un sueño recurrente, tal vez un recuerdo, o un deseo que no puede hacer realidad: un niño roba de un cine las fotos de "Ciudadano Kane". Ya quisiera ser Orson Welles, pero su ambición es demasiado grande.
Es vital el enfoque de Truffaut. Su álter-ego se niega a hacer cine político igual que su colega Godard. Puede que "La Nuit Américaine" sea una sátira del mundo del cine y sus entresijos, pero es una sátira amable, leve, divertida, agridulce y humana, no lo usa de instrumento para destripar la industria; para eso ya está Robert Altman. El equipo de "Je vous présente Paméla" es una familia que bromea, se apoya, a veces se critican entre ellos como cualquier otra familia, se recuerdan los tiempos pasados, pero este enfoque transmite el gozo por el arte de hacer cine, y eso es lo importante.
De repente, un bonito guiño a una escena de "La Peau Douce", enseñando también el gran problema de rodar con animales. Y un título perfectamente elegido, ya que cuando termina la 1.ª mitad del film, señalado por el director en su diario de producción, la secuencia que debe rodarse usando el efecto "day-for-night" (convertir una escena diurna en una nocturna) es la desencadenante de una sucesión de desgracias que puede echarlo todo a perder, y es lo que da la vuelta a la tortilla, lo que dispara el drama durante la 2.ª mitad, sobreponiéndose los problemas personales de los protagonistas (Julie y su compañero Alphonse (fantástico Jean-Pierre Léaud) ) a los del rodaje.
Pero el estilo de falso documental se mantiene y es magnífico. <<Truffaut, putain de génie>>. Porque su cámara no va más allá de donde debe ir, no se mete en la habitación de Julie y la filma de cerca, no sigue a Alphonse en su loca escapada, ni nos muestra la tragedia de Alexandre. Sin música. Nos quedamos casi siempre en las inmediaciones del rodaje y somos parte de la alegría o la angustia de todos los miembros del equipo, quienes buscan el amor entre toma y toma, ya sea en un hotel o en un descampado...
Y en el más sencillo pero mayor homenaje al cine de la Historia del cine, Ferrand saca de la cartera de Truffaut un puñado de libros sobre otros realizadores (Hitchcock, Bergman, Dreyer, Rossellini, ¡incluso Godard!), y el corazón se me encoge porque un servidor, como cualquier otro cinéfilo, también llevó esos libros en su mochila algún día de su vida. Qué mentiroso el encargado del atrezzo, desmintiendo las palabras del periodista acerca de la terrible producción que han vivido; nos quedamos con lo mejor de la experiencia. Truffaut se queda con lo mejor de la experiencia.
Y así afirma en la gala de los Oscar de 1.974 que su obra, ganadora a Mejor Película Extranjera, trata sobre la gente del cine, y se dirige al público diciendo que ellos representan el cine, que el premio es para ellos...
pero que, si están de acuerdo y no les importa, él lo guardará por ellos. Truffaut, Citoyen Truffaut.
El cine como gran familia. Como epopeya existencial. Como industria llena de obstáculos. Como una escapada mágica. ¿Las mujeres son mágicas?, ¿y los hombres? Mucho menos que las películas. Las películas avanzan como los trenes en la noche. La noche americana.
A principios de los '60 y frente a Alfred Hitchcock, Truffaut ya habló del interés de realizar una comedia que tratara sobre el rodaje de una película; la idea estaba ahí, sólo necesitó seguir acumulando experiencia durante unos doce años más. En el estudio donde Bryan Forbes filmó "La Loca de Chaillot" tiene lugar otro rodaje. No lo parece. Un bello plano secuencia abre en una plaza llena de gente, y sigue, y sigue...hasta que un berrido, el del tal Ferrand, interrumpe la magia del momento. Truffaut dijo que su personaje tenía muchas cosas de sí mismo, pero tal vez simplemente haga de sí mismo.
Estamos en el principio de la producción "Je vous présente Paméla", y nos quedaremos hasta que acabe; no es una gran obra de autor ni una epopeya épica al estilo de Hollywood, sino un melodrama del montón de infidelidades y tragedias con todos los clichés que puedan imaginarse, así ni Ferrand ni Truffaut quedan como arrogantes pretenciosos, a diferencia del imbécil de Jean-Luc Godard, cuya amistad con él llegó a su fin tras el estreno de "La Nuit Américaine" (y por carta...). Hay un bonito homenaje a las actrices de "The Unseen Enemy", de W. Griffith, y la acción se presenta como el "making of" de una película: frontal, clara, seca, emotiva, sincera, dura y triste.
Hay mucho personal entremezclándose, este es un pintoresco y carismático reparto coral igual que quienes lo encarnan. Jean-Pierre Aumont es un galán del cine clásico (Alexandre) cuya vida privada es opuesta a su imagen; la maravillosa Valentina Cortese, otra vieja gloria alcohólica y medio amnésica (la escena en que debe repetir un millón de veces una toma es desgarradora...); Jean Champion, en su rol de productor, dice la mejor frase de toda la película: "Para ganar dinero hoy en día hay que meterse en una inmobiliaria, no en el cine". Los primeros problemas de producción asoman y los compartimos entre discusiones de atrezzo y primeras proyecciones.
Mientras Jacqueline Bisset, dando vida a Julie (recordando Truffaut su colaboración con Julie Christie en "Fahrenheit 451"), comenta a la prensa que el argumento de la película que va a realizar se basa en un hecho real (eso es cierto, porque el director leyó la noticia en el periódico), a Ferrand, pese a su condición de director comercial, le asalta un sueño recurrente, tal vez un recuerdo, o un deseo que no puede hacer realidad: un niño roba de un cine las fotos de "Ciudadano Kane". Ya quisiera ser Orson Welles, pero su ambición es demasiado grande.
Es vital el enfoque de Truffaut. Su álter-ego se niega a hacer cine político igual que su colega Godard. Puede que "La Nuit Américaine" sea una sátira del mundo del cine y sus entresijos, pero es una sátira amable, leve, divertida, agridulce y humana, no lo usa de instrumento para destripar la industria; para eso ya está Robert Altman. El equipo de "Je vous présente Paméla" es una familia que bromea, se apoya, a veces se critican entre ellos como cualquier otra familia, se recuerdan los tiempos pasados, pero este enfoque transmite el gozo por el arte de hacer cine, y eso es lo importante.
De repente, un bonito guiño a una escena de "La Peau Douce", enseñando también el gran problema de rodar con animales. Y un título perfectamente elegido, ya que cuando termina la 1.ª mitad del film, señalado por el director en su diario de producción, la secuencia que debe rodarse usando el efecto "day-for-night" (convertir una escena diurna en una nocturna) es la desencadenante de una sucesión de desgracias que puede echarlo todo a perder, y es lo que da la vuelta a la tortilla, lo que dispara el drama durante la 2.ª mitad, sobreponiéndose los problemas personales de los protagonistas (Julie y su compañero Alphonse (fantástico Jean-Pierre Léaud) ) a los del rodaje.
Pero el estilo de falso documental se mantiene y es magnífico. <<Truffaut, putain de génie>>. Porque su cámara no va más allá de donde debe ir, no se mete en la habitación de Julie y la filma de cerca, no sigue a Alphonse en su loca escapada, ni nos muestra la tragedia de Alexandre. Sin música. Nos quedamos casi siempre en las inmediaciones del rodaje y somos parte de la alegría o la angustia de todos los miembros del equipo, quienes buscan el amor entre toma y toma, ya sea en un hotel o en un descampado...
Y en el más sencillo pero mayor homenaje al cine de la Historia del cine, Ferrand saca de la cartera de Truffaut un puñado de libros sobre otros realizadores (Hitchcock, Bergman, Dreyer, Rossellini, ¡incluso Godard!), y el corazón se me encoge porque un servidor, como cualquier otro cinéfilo, también llevó esos libros en su mochila algún día de su vida. Qué mentiroso el encargado del atrezzo, desmintiendo las palabras del periodista acerca de la terrible producción que han vivido; nos quedamos con lo mejor de la experiencia. Truffaut se queda con lo mejor de la experiencia.
Y así afirma en la gala de los Oscar de 1.974 que su obra, ganadora a Mejor Película Extranjera, trata sobre la gente del cine, y se dirige al público diciendo que ellos representan el cine, que el premio es para ellos...
pero que, si están de acuerdo y no les importa, él lo guardará por ellos. Truffaut, Citoyen Truffaut.
29 de enero de 2015
29 de enero de 2015
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se si hay que trabajar detrás de cámara para apreciar esta película, pero como espectador no me gustó, me aburrió.
Para entretenerse un poco está el rostro bello de Jacqueline Bisset, un Truffaut incansable que soluciona cualquier problema que se le presenta y alguna que otra escena puntual (pero pocas).
Mucha "Acción", "Repetimos" y poca chicha.
La vi hace más de 20 años, la volví a ver ahora y mi opinión no ha cambiado.
Para entretenerse un poco está el rostro bello de Jacqueline Bisset, un Truffaut incansable que soluciona cualquier problema que se le presenta y alguna que otra escena puntual (pero pocas).
Mucha "Acción", "Repetimos" y poca chicha.
La vi hace más de 20 años, la volví a ver ahora y mi opinión no ha cambiado.
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