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El audaz

Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
Críticas 134
Críticas ordenadas por utilidad
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9
22 de febrero de 2010 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de culto, no sólo por abordar con gran maestría el tema de los ganadores y los perdedores, sino por ofrecer una imagen y representación seria del mundo del billar.

Paul Newman en uno de sus papeles estelares, interpreta al inolvidable Eddie Felson "El Rápido", un buscavidas de alto standing y uno de los mejores jugadores de billar de EEUU, en su deseo de derrotar al "Gordo de Minnesota" (interpretado de forma magistral Jackie Gleason). Durante el filme se aborda el tema de la razón y lógica obvias necesarias para poder triunfar en la vida, y la superación de la mentalidad del perdedor. Sólo así el talento se transforma en una máquina de ganar dinero.

La cinta mezcla elementos de amor y odio, de compasión y miedo, a través de la relación que Eddie mantiene con Sarah Packard (Piper Laurie), otra perdedora de la sociedad, si bien su deseo de superar sus males y reintegrarse en la sociedad hacen dudar a Eddie entre ella y los vicios del juego, entre la vida sencilla y el dinero rápido obtenido con el billar. Ganar dinero implica frialdad y capacidad paa deshacerse de lo humano, de lo prescindible. Sólo así se triunfa plenamente.

Técnicamente la película es impecable. A las geniales interpretaciones y su completo guión se suma el excelente planteamiento técnico del juego de billar, que contó con el asesoramiento del nada más ni menos que Willie Mosconi, quién ejecutó personalmente las jugadas más comprometidas. Tanto Newman como Gleason ejecutan con gran genialidad todos los golpes, la posición del cuerpo, de los brazos, la forma de coger el taco, el limado, el canto de las jugadas, la actitud durante las partidas, etc. Una genialidad en toda regla. Pocas películas de este ámbito pueden presumir de una ejecución tan correcta. Es única en su género.

La fotografía en blanco y negro es idónea para representar los típicos tugurios de billar, el alcohol y las peleas, la mafia que rodea tales locales, las personas de poder y las redes que controlan. Una persona es capaz de controlar tu vida y echarte del juego. El dinero lo es todo, te pueden matar hasta por unos simples dólares.

Una joya de Robert Rossen y del cine en general. Absolutamente imprescindible.
8
22 de mayo de 2010 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial Paul Newman, que forma parte de mi 'pack' de hombre perfecto (una mezcla del estilo y mirada de Paul Newman, la picardía de Cary Grant, la resolución de Humphrey Bogart y el humor de Woody Allen...).
No recuerdo una película donde haya brillado tanto.

Gran película sobre el dinero y la fama. Sobre el alcoholismo y el fracaso. Sobre el amor y la locura. Y sobre el billar, claro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Buenísima la representación del mundo del billar, de la esencia del juego. Y espectacular puesta en escena, con carambolas increíbles. Desconozco si Paul era ya un crack del billar, aprendió para el papel, o era un doble, pero hay alguna escena sorprendente.

Emotivo discurso final en el que se descubre la madurez que alcanza Eddie Felson, pero a que alto precio!
9
27 de octubre de 2010 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el amor, en la literatura, en el cine, siempre he sentido debilidad por los perdedores. Es curioso que muchos de los perdedores más representativos del cine americano los haya interpretado Paul Newman, imagen de triunfador en su vida real, ejemplo de éxito para la sociedad estadounidense. El explosivo Ben Quick condenado a huir de todas partes en El largo y cálido verano, el rebelde y tozudo Luke de La leyenda del indomable, el desconcertado alcohólico de La gata sobre el tejado de zinc caliente...
Pero si tuviera que elegir uno entre todos me quedaría sin dudarlo con Eddie Felson en El buscavidas, talento de ganador, talante de perdedor, que busca excusas para perder y poder compadecerse de sí mismo porque sabe que ganar puede convertirse en una pesada carga.
9
11 de enero de 2011 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eddie Felson parece simbolizar y ser la personificación de la manera de pensar y de ver la vida de todo un país. Intentar hacer de cualquier cosa su sustento de vida o soñando, incluso una fortuna.

Una de las películas imprescindibles que todo buen cinéfilo debería ver antes de morir. Por todo lo que representa, por todo lo que retrata, por todo lo excelente película que es.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La vida no le sonríe, no le da una oportunidad, más bien, le da palo tras palo, para intentar escarmentarle y decirle que perderá todo (lo poco desde un punto de vista material, lo mucho desde un punto de vista humano) lo que tiene y que puede que no haya vuelta atrás, él hace caso omiso a todos y a todo en su afán de ser el mejor y de volver a jugar contra el Gordo de Minnesota.

En el camino se dejará su dignidad, su dinero, le propinarán alguna paliza, se peleará con antiguos amigos y perderá para siempre aquello que realmente podía hacerle feliz, el amor. Y lo perderá de la manera más trágica posible; la muerte. Ahí es cuándo Eddie toca fondo, de cierto modo la película da a entender que su existencia es ya algo anecdótico, sin importancia, sin nada a lo que aferrarse en esta vida.

Los continuos vaivenes emocionales y económicos son muestra de la vida de descontrol (y casi de miseria) que lleva y de la que desea salir para siempre.

Es uno de los dramas más dramáticos que he visto hasta el momento. Una bella película que te seduce con su tristeza, con ese sentido pesimista constante que no cesa.

Eddie consigue finalmente su cometido, derrota a El Gordo, pero en balde, no es más que un bálsamo para aliviar toda su alma, todo el pesar de sus cargas. Magistral la escena final, en la que le suelta al jefe de la pequeña mafia lo ruin que es y la capacidad nula que tiene para amar. Su monólogo cala tanto en los allí presentes cómo en los que están al otro lado, nosotros, los espectadores, que recordaremos siempre una maravilla del séptimo arte cómo lo es “El buscavidas”.
10
13 de enero de 2011 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Gordo de Minnesota

El gordo es un hombre elegante. Buena vestimenta, buena dentadura, huele bien… lo que se dice un tipo con clase. Además es un maestro del billar (con lo gordo que está!).
Todas las tardes, a las 8, se deja caer por los billares Ames. Lee la prensa, echa unas partidas y si se tercia, despluma al primer pichón que se le acerca. No le ha ganado nadie en 10 años. Es el rey de los billares. Al menos lo era, hasta que apareció por allí un tipo arrogante con un estuche de piel bajo el brazo

Eddie

Eddie es joven, guapo, impulsivo... le gusta hablar, reír, el J T S Brown y jugar al billar. Se emociona. Cuando coge el taco lo siente como una prolongación de su brazo. La madera se hace carne, se vuelve nerviosa y siente que ya no hay quien lo pare. Alguien le ha dicho que con su talento y más carácter podría hacer mucho dinero. Pero no sabe bien cómo.

Bert

Bert sí sabe cómo hacer dinero. En realidad es lo único que sabe hacer. A falta de talento propio se dedica aprovecharse del de los demás. Bert mira mucho, habla poco y bebe leche y no whiskey. Como las malas personas.

Sarah

Sarah sí bebe whiskey. Quizá demasiado. Pasa las tardes sola leyendo y bebiendo en el bar de la estación. Como si esperara algo. A veces va a la universidad. Incluso escribe poesía. Poesía cruel, claro.
No sabe nada de billar. No distinguiría el estuche de un taco del de una ametralladora. Sin embargo mira a Eddie y le cae la baba. Lo que le emociona a ella es Eddie.

Y a mi lo que me emociona es haberme metido tan adentro en la vida de estos tipos. Soñar como Eddie y amar como Sarah. Ir por la calle y preguntarme cómo le irá al Gordo seguramente en los “Ames”, en su silla leyendo el periódico con la deseo de que por la puerta aparezca un rival de su nivel.
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