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Un profeta

Thriller. Drama El joven Malik El Djebena (Tahar Rahim), un francés de origen árabe, ingresa en prisión para cumplir una pena de seis años. Aunque al principio la vida en la cárcel le resulta muy dura porque está completamente solo, se adapta rápidamente y, gracias a su carisma, se gana poco a poco la simpatía de los miembros de la mafia corsa, que tienen sobornados a los guardias y controlan todo lo que pasa en prisión.
Críticas 132
Críticas ordenadas por utilidad
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8
10 de julio de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena peli francesa sobre un chico árabe que entra en la cárcel y pronto se convierte en el chico de confianza de un mafioso corso. Poco a poco irá subiendo en la escala alimenticia. Mientras el chico va aprendiendo a leer y a hacerse un hombre, la cinta va narrando la guerra que tienen árabes y corsos. Entre medias nos deja una relación de amistad muy bonita entre nuestro protagonista y el preso que le enseñó a leer. La peli es muy buena en su primera hora, después se hace algo lenta y tiene escenas que sobran, ya que su diración es excesiva, aún así es de agradecerle las duras escenas de violencia que muestra. Por su parte los actores estan todos de 10, en especial el prota, un chico francés de orígen árabe desconocido y el mafioso corso, todo un veterano en estas lides. La cinta es dura, pero creo que la pueden ver todo el mundo, no os dejéis llevar por si es europea o no. El problema es que si le hubieran quitado media hora de metraje sería una obra maestra.
8
24 de agosto de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duro drama centrado en el desarrollo en la cárcel de un preso. Contiene imágenes bastante duras pero necesarias si se habla de la cárcel y lo que pasa en ellas incluso en la época actual. Las mafias no dejan de actuar con sus jerarquías tanto dentro como fuera mientras los "sin nombre" se abren paso entre unas y otras. Esta historia trata sobre un "sin nombre" que no solo consigue sobrevivir sino que encuentra el camino del éxito aún incluso sin saber casi ni leer ni escribir pero sí matar.
Un poco larga de duración pero se mantiene el nivel inicial con una buena puesta en escena y unos secundarios de lujo. El actor principal es un poco lineal pero el personaje no da para más, vamos que no es Hamlet.
Un 8 de nota.
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spoiler:
El protagonista comienza siendo un mierdecilla solitario, la puta de todos, cuando entra en la cárcel y termina cuando sale 6 años después convertido en todo un señorón con guardaespaldas y todo.
8
8 de diciembre de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El drama carcelario constituye un subgénero plagado de grandes películas en la historia del cine, "Un profeta" es una de ellas, pero el film no se limita a ser un drama carcelario, es una historia de conviviencia, superviviencia, conflictos raciales, política y amistad.

El debutante Tahar Rahim compone el personaje de un joven que entra en prisión, sólo, sin amigos y en un entorno hostil, y que desde el principio es colocado en una posición límite de supervivencia, a partir de la cual va ascendiendo en la escala social del penal.

El film es vigoroso, cargado de tensión, escenas emocionantes y grandes interpretaciones, es un viaje a lo más bajo el que hacemos con el protagonista, que tiene por única arma su inteligencia y su capacidad de superviviencia.

Un muy buena película, realista, veraz y llena de tensión y emoción.
8
27 de enero de 2011 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de cautivar a propios y extraños con De latir, mi corazón se ha parado, Jacques Audiard regresa a la palestra con un film que la crítica francesa ya ha coronado como la mejor producción de la temporada. Aunque la hayan vendido como un drama carcelario -en su presentación en el Festival de Cine de San Sebastián llegaron incluso a calificarla de Wéstern social- Un prophète narra en realidad la clásica historia de ascensión al poder dentro del mundo del crimen organizado. En efecto, la cárcel de Audiard es una escuela de la vida y quienes quieran ver en ella alegorías políticas o lecciones vitales también podrán hacerlo, pero eso no quita para que su tremenda fuerza subyugue ante todo nuestros instintos más primarios.

No se puede sino admirar el vigor y la credibilidad con la que está narrada la evolución de un personaje que entra en la cárcel analfabeto, vulnerable y desubicado y resurge reconvertido en un curtido capo. Jacques Audiard no necesita recurrir a la estela de El Padrino o beber de las fuentes del cine negro ni hace falta que nadie le explique lo complicado que resulta aplicar técnicas cinematográficas modernas a historias de corte clásico -que se lo digan a Michael Mann y sus Enemigos Públicos- porque tiene bien claro en todo momento lo que significa actualizar el género a los tiempos que corren. Éste es el mundo del hampa moderno visto en forma de thriller desprovisto de encanto, violentamente desapasionado y sobrio en sus conclusiones.


Después de todos estos argumentos sobra decir que Jacques Audiard firma con su quinto largometraje una magnifica película a la que solamente un metraje ligeramente excesivo impide alcanzar la quinta estrella. Poco o nada se le puede rebatir al Gran Premio del Jurado obtenido en Cannes que devuelve a Francia a lo más alto de su certamen estrella por segundo año consecutivo. Esta película rebate con argumentos de peso a todos esos incrédulos que piensan que el cine francés actual peca de ser demasiado intelectual. Más les valdría a muchos directores iluminados fijarse en la modernidad que empapa esta película en vez de recurrir a ejercicios narrativos del pasado. Un prophète consigue lo que Scorsese, De Palma, Coppola y otros intocables de Holywood llevan intentando desde la década de los setenta. Todo un descubrimiento.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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La cámara se mueve a sus anchas por el pequeño universo asfixiante de la cárcel, con sus despintadas celdas hiperrealistas, su trapicheo de drogas y cigarrillos y sus familias étnicas separadas por una línea invisible que cruza el patio. El toque de autor lo da ese otro realismo extravagante, ciervos corriendo en mitad de la carretera en forma de visiones proféticas del futuro o el fantasma del asesinado que aconseja a nuestro héroe en su camino a la gloria. La cámara lenta en el tiroteo final, las canciones de Dylan y la música de Alexandre Desplat, la fotografía en claroscuro de Stéphane Fontaine, el excelente trabajo de sonido, ese protagonista mojando sus pies en el agua del mar en vez de sumarse a la fiesta… Todo, absolutamente todo, está medido al milímetro en una película que merece estudiarse detenidamente con un segundo visionado.


El desconocido Tahar Rahim es toda una revelación interpretando Malik El Djebna, un protagonista que no es un antihéroe al margen del sistema pero tampoco un malvado criminal al uso porque en la realidad de la prisión de Audiard no hay espacio para las heroicidades, los juicios morales ni la dignificación de la mafia, unas consideraciones que ésta película deja muy atrás. Portentosa y prometedora interpretación a varios niveles la de éste chico. Le corresponden el resto del reparto, Adel Bencherif, Reda Kateb y sobre todo ese magnífico Niels Arestrup completamente desquiciado porque su aprendiz, más que el negocio, le arrebata su condición de señor de la fortaleza.
8
6 de febrero de 2011 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Termina el año, y Días de cine de televisión española repasa metódicamente el pobre año cinematográfico, de entre la quema se salvan pocas obras, entre ellas la de Jacques Audiard, que además se lleva alguna rosa. En consecuencia me dispongo a visionar con la máxima expectativa esta película francesa de un director desconocido para un simple aficionado al cine. Y cumple, vaya si cumple.

Pocos veces antes había visto mezclar con tanta harmonía el cine de corte social con el thriller, pues lo que en principio parece ser buen drama carcelario sobre un pobre chico desarraigado que lo meten en la trena, se va convirtiendo en un vibrante historia de traficantes, mafias y lucha por el poder. Esta perfecta fusión nos puede proporcionar tanto un lúcido retrato de la penosa vida carcelaria, como trepidantes escenas de acción. De entre las escenas más adrenalíticas, destacan los dos asesinatos, la tensión in crecendo y la maestría en los que están rodados son propios de los grandes maestros en la materia.

El film también nos habla de una Francia multi-cultural en el mal sentido, lo peor de cada casa: marselleses, corsos, árabes e italianos pelean sucio para conseguir más porción del pastel. Es interesante que en esta piscina llena de grupos de tiburones, un pez pequeño y con profundas dudas identitarias no solo sobreviva sino que llegue donde llegue.
También nos habla de un sistema corrupto, que no consigue ni por asomo reinsertar criminales; en ningún momento existe esa puerta que esperas tener abierta hacia la sociedad, no hay vía de escape, o juegas o pierdes, o pegas o te roban las zapatillas.
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