El capital
6.2
6,310
Drama. Thriller
Marc Tourneuil (Gad Elmaleh) es un cínico empleado de banca, un sector que está en plena crisis económica en todo el planeta. Desde la nada, Marc comenzará un ascenso imparable por los entresijos del mundo de la banca hasta convertirse en una de las personas más poderosas e influyentes del país. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2012
21 de diciembre de 2012
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nadie que nos haya sabido explicar del todo bien cómo nos hemos metido en esta crisis que actualmente marca nuestro día a día. Es un gran enigma, y al cine le gustan los enigmas. Muchas películas se han hecho ya sobre el tema en estos años, y era de esperar que un viejo guerrillero del cine de protesta, Costa-Gavras, intentara dar su versión. La apuesta es narrar en forma de thriller las peripecias de un banquero con ansias de poder, que pisoteará a compañeros, bancos o países por tal de obtener lo que quiere. Aún con un buen ritmo y buenos actores, el film peca de ser demasiado tópico en sus planteamientos. Todos sabemos lo malos que son los banqueros en nuestro mundo, el film tendría que aportar algo más.
Lo mejor: su apuesta por el thriller la hace entretenida e interesante.
Lo peor: todo es demasiado evidente.
Lo mejor: su apuesta por el thriller la hace entretenida e interesante.
Lo peor: todo es demasiado evidente.
20 de diciembre de 2016
20 de diciembre de 2016
4 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver esta parodia grotesca, maniquea y zafia del capitalismo más perverso, sin pretender negar en asoluto que existan casos aislados y situaciones cercanas, no me parece creíble lo que recrea este thriller en tono de farsa con tintes de humor negro, esquemático y simplista, artísticamente poco novedoso y bastante predecible. Lo más cómodo y gratificante sería clamar al cielo por un sistema económico tan inhumano y solicitar la complicidad interesada del que lea esto, dada la crisis económica mundial que hemos padecido y que ha hecho brotar los populismos de uno y otro lado del espectro ideológico, liderado por oportunistas demagogos que escuchan los indignados por su situación precaria personal, aferrándose a falsas promesas y estrafalarias ocurrencias de limosnas y subvenciones, que todos sabemos a donde nos llevan, lo estamos comprobando con Venezuela, Ecuador, Perú y hasta Grecia, a la ruina y a más pobreza para el pueblo que pretenden salvar. La revista Forbes acaba de publicar que Castro escondía una fortuna de 800 millones de dólares. Los avaros y ambiciosos no tienen ideología, sólo amasar riqueza cada uno como puede, sean de derechas o de izquierdas.
Costa-Gavras, cineasta marxista por antonomasia cuyo compromiso político le impide ser objetivo, ha abordado a lo largo de su obra temas políticos escabrosos y polémicos: el rebrote de los fascismos europeos en “Z”; el intervencionismo USA en las dictaduras latinoamericanas en “Estado de sitio” y “Missing”; o la connivencia de la iglesia católica con el nazismo en “Amén”. Era de esperar, pues, que tarde o temprano la emprendería contra el sistema capitalista por los escándalos de corrupción conocidos. Pero lo que echo en falta es una película sobre las purgas de tiranos como Stalin, Castro o la adaptación del “Archipiélago Gulag”, de Alexandr Solzhenitsyn, que denunciaba los campos de concentración en el paraíso proletario soviético para los disidentes políticos, quizá el militante cineasta no se sienta tan cómodo en estas ideas. Por cierto, qué malos son esos yanquis que le permitieron ganar un buen sueldo filmando en USA “La caja de música”, “El sendero de la traición” y “Mad city”, imagino que con toda libertad.
El capital”, manifiesto revolucionario escrito hace 150 años por el filósofo K. Marx, había quedado un tanto obsoleto y es por eso que la novela “Le capital” del francés Stéphane Osmont intenta reinterpretarlo a los tiempos actuales. Costa-Gavras recrea la avaricia insaciable que pretende dejar al descubierto la esencia de un sistema imperfecto que sólo cree en el dinero como único valor en el que se fundamenta la existencia. Así las desmesuradas ganancias rigen los principios de la actividad económica en detrimento del reparto equitativo de la riqueza. Tipos indeseables que especulan constantemente para obtener beneficios inmediatos sin crear riqueza solidaria. Todo ello muy loable, no seré yo el que defienda ese execrable comportamiento, pero lo que no es aceptable es un retrato en negro tan exagerado, donde describe a un consejo directivo de un gran banco como estúpidos niños caprichosos y malcriados encandilados con soflamas indecentes e inaceptables, sólo faltaba vestirlos con sombreros altos, gran barriga y enorme puro, todo muy tópico y chabacano.
“El capital” como film, es un entramado folclórico, pero eso sí, accesible y didáctico, que siempre filtra y matiza… En la dirección que todos esperamos, un mundo virtual de especulación financiera, con “top model” anoréxica, drogadicta que utiliza el sexo para chantajear al banquero cuando resulta que su esposa está más buena que la furcia. También encontramos banqueros americanos especuladores y horteras, pactando negocios turbios en yates de lujo rodeados de lindas rameras, conspiraciones entre accionistas, puñaladas por obtener el poder y el “listo” de Marc Torneill, director de un banco francés, todo un sicario del sistema que se defiende entre las dentelladas de los tiburones financieros. Lo peor sin duda son los eslóganes de brocha gorda, cínicos y pueriles que dudo mucho jamás se puedan escuchar en un consejo de administración de una entidad financiera, sólo en este panfleto tendencioso, facilón y oportunista.
Costa-Gavras, cineasta marxista por antonomasia cuyo compromiso político le impide ser objetivo, ha abordado a lo largo de su obra temas políticos escabrosos y polémicos: el rebrote de los fascismos europeos en “Z”; el intervencionismo USA en las dictaduras latinoamericanas en “Estado de sitio” y “Missing”; o la connivencia de la iglesia católica con el nazismo en “Amén”. Era de esperar, pues, que tarde o temprano la emprendería contra el sistema capitalista por los escándalos de corrupción conocidos. Pero lo que echo en falta es una película sobre las purgas de tiranos como Stalin, Castro o la adaptación del “Archipiélago Gulag”, de Alexandr Solzhenitsyn, que denunciaba los campos de concentración en el paraíso proletario soviético para los disidentes políticos, quizá el militante cineasta no se sienta tan cómodo en estas ideas. Por cierto, qué malos son esos yanquis que le permitieron ganar un buen sueldo filmando en USA “La caja de música”, “El sendero de la traición” y “Mad city”, imagino que con toda libertad.
El capital”, manifiesto revolucionario escrito hace 150 años por el filósofo K. Marx, había quedado un tanto obsoleto y es por eso que la novela “Le capital” del francés Stéphane Osmont intenta reinterpretarlo a los tiempos actuales. Costa-Gavras recrea la avaricia insaciable que pretende dejar al descubierto la esencia de un sistema imperfecto que sólo cree en el dinero como único valor en el que se fundamenta la existencia. Así las desmesuradas ganancias rigen los principios de la actividad económica en detrimento del reparto equitativo de la riqueza. Tipos indeseables que especulan constantemente para obtener beneficios inmediatos sin crear riqueza solidaria. Todo ello muy loable, no seré yo el que defienda ese execrable comportamiento, pero lo que no es aceptable es un retrato en negro tan exagerado, donde describe a un consejo directivo de un gran banco como estúpidos niños caprichosos y malcriados encandilados con soflamas indecentes e inaceptables, sólo faltaba vestirlos con sombreros altos, gran barriga y enorme puro, todo muy tópico y chabacano.
“El capital” como film, es un entramado folclórico, pero eso sí, accesible y didáctico, que siempre filtra y matiza… En la dirección que todos esperamos, un mundo virtual de especulación financiera, con “top model” anoréxica, drogadicta que utiliza el sexo para chantajear al banquero cuando resulta que su esposa está más buena que la furcia. También encontramos banqueros americanos especuladores y horteras, pactando negocios turbios en yates de lujo rodeados de lindas rameras, conspiraciones entre accionistas, puñaladas por obtener el poder y el “listo” de Marc Torneill, director de un banco francés, todo un sicario del sistema que se defiende entre las dentelladas de los tiburones financieros. Lo peor sin duda son los eslóganes de brocha gorda, cínicos y pueriles que dudo mucho jamás se puedan escuchar en un consejo de administración de una entidad financiera, sólo en este panfleto tendencioso, facilón y oportunista.
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