Sympathy for Lady Vengeance
2005 

7.2
16,276
Thriller
La bella Kum-ja ha pasado trece años en prisión por el secuestro y asesinato de un niño de 6 años. El crimen había conmocionado a la opinión pública tanto por su brutalidad como porque la asesina tenía tan solo 20 años cuando realizó un hecho tan horrible. Una vez cumplida la pena y en libertad, Kum-ja sólo desea vengarse... pero ¿De quién? Última parte de la trilogía de la venganza de Chan-wook Park, tras "Sympathy For Mr. Vengeance" y "Oldboy". (FILMAFFINITY) [+]
6 de febrero de 2013
6 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera y conclusa parte de la trilogía de "La Venganza" de Park Chan-Wook, una para mi gusto que aunque tampoco alcanza el nivel de "Old Boy" si lo hace con la primera entrega.
Estoy convencido de que Quentin Tarantino ha tenido que inspirarse en alguna de estas películas para realizar algunos de trabajos, no puedo evitar tener ese presentimiento cuando he visto cada una de las películas de la trilogía, pero en concreto lo he sentido viendo esta (cierto aire de Kill Bill quizás), planos y demás, creo que Tarantino ha podido recibir de aquí gran fuente de inspiración para realizar algún trabajo que otro.
Una fantástica película para concluir una digna trilogía
Continúa en el Spoiler
Estoy convencido de que Quentin Tarantino ha tenido que inspirarse en alguna de estas películas para realizar algunos de trabajos, no puedo evitar tener ese presentimiento cuando he visto cada una de las películas de la trilogía, pero en concreto lo he sentido viendo esta (cierto aire de Kill Bill quizás), planos y demás, creo que Tarantino ha podido recibir de aquí gran fuente de inspiración para realizar algún trabajo que otro.
Una fantástica película para concluir una digna trilogía
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
He de decir que en un principio la película me pareció algo lenta y en ocasiones aburrida, no conseguía pillarle el hilo totalmente y se me hacía muy cansina pero, sorpresa, a medida que va avanzando va adquiriendo sabor y más concretamente para mí, cuando supera la hora, los últimos 40 o 45 minutos son fantásticos, por no hablar del final, la escena de la hija entregándole ese alimento a la madre, y ella tomándolo con desesperación porque busca desesperadamente un perdón, poder limpiar su alma, cosa que al principio de la cinta no aceptó porque aún tenía que obrar su venganza.
La protagonista incluso me caía mal, la veía despiadada y vil pero cuando toda la verdad se desenmascara adquiere una sensibilidad y se enfatiza con ella, le he cogido cariño a la protagonista de esta historia y una excelente muestra de el engaño de las apariencias, bien sea para bien o para mal.
La escena de todos los padres o más bien familiares para vengarse por la muerte de sus hijos, ella compartiendo eso con ellos y todos aliados para hacerlo juntos me ha parecido un acto totalmente humano, y no como algo malo, de hecho algunos ni se atrevían a hacerle daño al asesino, veo aquí nuevamente el debate entre lo correcto e incorrecto, la relatividad de las cosas, lo moral, ética, principios ...
La protagonista incluso me caía mal, la veía despiadada y vil pero cuando toda la verdad se desenmascara adquiere una sensibilidad y se enfatiza con ella, le he cogido cariño a la protagonista de esta historia y una excelente muestra de el engaño de las apariencias, bien sea para bien o para mal.
La escena de todos los padres o más bien familiares para vengarse por la muerte de sus hijos, ella compartiendo eso con ellos y todos aliados para hacerlo juntos me ha parecido un acto totalmente humano, y no como algo malo, de hecho algunos ni se atrevían a hacerle daño al asesino, veo aquí nuevamente el debate entre lo correcto e incorrecto, la relatividad de las cosas, lo moral, ética, principios ...
31 de diciembre de 2017
31 de diciembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminada de ver la tercera película de la trilogía de la venganza puede asegurarse, de manera clara, que Oldboy no tiene ni replica ni reflejo ni en la parte precedente ni en la posterior.
Esta película a falta de un par de momentos lúcidos técnicamente me deja tan frío como Sympathy for Mr. Vengeance.
Lamentablemente no llego a establecer una conexión emocional con ninguno de los personajes ni en esta tercera parte ni en la primera, cosa que sí me sucedía, y en forma notable, con Oldboy.
Particularmente inconexo me ha parecido el principio en el que durante casi una hora se nos introducen a las amigas de nuestra protagonista. Amigas que sin embargo no llegar a tener ningún desarrollo en momentos posteriores. De hecho llame la atención como esa introducción desemboca en nada y sin embargo la conexión de la protagonista parece establecerse finalmente con los familiares de las víctimas.
Lo mejor de la película, algunas partes de su factura técnica y la idea de la venganza colectiva; la venganza privada, la venganza compartida…
Lo peor es que no convence, se siente inconsistente.
Esta película a falta de un par de momentos lúcidos técnicamente me deja tan frío como Sympathy for Mr. Vengeance.
Lamentablemente no llego a establecer una conexión emocional con ninguno de los personajes ni en esta tercera parte ni en la primera, cosa que sí me sucedía, y en forma notable, con Oldboy.
Particularmente inconexo me ha parecido el principio en el que durante casi una hora se nos introducen a las amigas de nuestra protagonista. Amigas que sin embargo no llegar a tener ningún desarrollo en momentos posteriores. De hecho llame la atención como esa introducción desemboca en nada y sin embargo la conexión de la protagonista parece establecerse finalmente con los familiares de las víctimas.
Lo mejor de la película, algunas partes de su factura técnica y la idea de la venganza colectiva; la venganza privada, la venganza compartida…
Lo peor es que no convence, se siente inconsistente.
9 de julio de 2020
9 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
201/05/04/07/20) Irregular film dirigido por Park Chan-wook, tercera entrega de Park's Vengeance Trilogy, después de “Sympathy for Mr. Vengeance” (2002) y “Oldboy” (2003), guión de Park y Jeong Seo-kyeong protagonizado por Lee Young-ae como Lee Geum-ja, mujer liberada de prisión después de cumplir 13 años de condena por un asesinato que no cometió, la película cuenta su historia de venganza contra el verdadero asesino. El realizador surcoreano despliega sus gustos en lo referente a la violencia, en las venganzas, en el nihilismo, y ello regado con humor negro, y todo ello con sentido estético-lírico-melancólico, de claras reminiscencias al género pulp. Tiene un desequilibrio evidente en una pretenciosidad narrativa y visual que termina por derivar en primar el continente sobre el contenido. Ello en un inicio que me resulta confuso, atropellado con tanto flash-back, donde las sub tramas se agolpan sin dejarte respiro a digerirlas, resultándome liosas e innecesariamente muchas de las ramificaciones (todas las sub historias de la prisión) en que se abre sin destino alguno al final. Con situaciones tan chuscas como la visita de la protagonista a su hija en Australia, resulta de un modo que atenta al mínimo raciocinio. Al final todo lo visto parece una excusa para el rush final donde se pretende reflexionar sobre la Venganza vs Justicia, ello en un tramo que ansía mucho más de lo que consigue, con unos argumentos más simplistas que el mecanismo de un martillo, este clímax anhela removerme emocionalmente y lo que consigue es sentirme ante un teatrillo nada creíble. Ello en una historia que me ha costado seguir por sus arritmias y por su desarrollo, que atenta a mantener la realidad, acercándose en su evolución a una narración en su sencillez llega al infantilismo, todo son bosquejos de ideas regularmente indagadas.
El director juega con la percepción del espectador al principio, con una ‘criminal’ auto-incriminada, que sale de prisión por algo tan despreciable como el asesinato de un niño de seis años, pero a medida que avanza el metraje vemos que la verdad está escondida tras secuestros y chantajes. Donde se nos muestra la inteligencia sibilina de Lady Venganza en prisión, su modo de moverse amoldándose a cada recluso para sacar algo de ellos (dona un riñón, a otra la cuida en su enfermedad envenenándola,...), como a su salida se nos muestra con una cuasi-Santa arrepentida (se corta un dedo en ritual de petición de perdón). Una sucesión de momentos extraños, salvajes, violentos, que se rompen un poco con la esperpéntica visita de ella a Australia. Anhelando del espectador una sonrisa cómplice turbadora lo que saca de mí es una mueca torcida: todo para desembocar en un tramo final que pide del espectador reflexión sobre cómo sus entrañas pedirían venganza, pero esto expuesto con una asamblea guiñolesca que hace me desconecte de la idea.
Me queda una película sobrevalorada, en la que no he entrado, me ha quedado como algo impostado y artificioso. Fuerza y honor!!!
El director juega con la percepción del espectador al principio, con una ‘criminal’ auto-incriminada, que sale de prisión por algo tan despreciable como el asesinato de un niño de seis años, pero a medida que avanza el metraje vemos que la verdad está escondida tras secuestros y chantajes. Donde se nos muestra la inteligencia sibilina de Lady Venganza en prisión, su modo de moverse amoldándose a cada recluso para sacar algo de ellos (dona un riñón, a otra la cuida en su enfermedad envenenándola,...), como a su salida se nos muestra con una cuasi-Santa arrepentida (se corta un dedo en ritual de petición de perdón). Una sucesión de momentos extraños, salvajes, violentos, que se rompen un poco con la esperpéntica visita de ella a Australia. Anhelando del espectador una sonrisa cómplice turbadora lo que saca de mí es una mueca torcida: todo para desembocar en un tramo final que pide del espectador reflexión sobre cómo sus entrañas pedirían venganza, pero esto expuesto con una asamblea guiñolesca que hace me desconecte de la idea.
Me queda una película sobrevalorada, en la que no he entrado, me ha quedado como algo impostado y artificioso. Fuerza y honor!!!
1 de noviembre de 2021
1 de noviembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una especie de chascarrillo en algunas zonas del Sur de Italia que viene a decir algo así como "soy lento, pero no olvidadizo", haciendo referencia a que por años que pasen nunca es tarde para cobrarse las deudas. O como decía el otro, "la venganza se sirve mejor fría". En esos parámetros se mueve la protagonista de esta película, una criminal (¿o no?) rehabilitada (¿o no?) que cuando sale de la cárcel pone en marcha un minucioso plan para vengarse de un tipo con el que tiene una cuenta pendiente...
No tan buena para mi gusto como "Oldboy" pero superior, sobre todo por tener un desarrollo menos confuso y un ritmo más ágil, a "Sympathy for Mr. Vengeance", la tercera película de la saga oficiosa sobre la venganza de Park Chan-Wook empieza como un cruce entre comedia negrísima e intriga criminal y va derivando poco a poco hacia una mezcla de drama y suspense con toques de reflexión metafísica sobre el pecado, la redención y la venganza. Este cambio de tono se acompaña con cambios en el ritmo, que se vuelve más pausado, en la música, que se vuelve más melancólica, y en la fotografía, que se vuelve más oscura. El apartado técnico, como siempre en las películas del hombre este, es impecable en todos los aspectos: música, uso de la cámara, fotografía, etc. Muy buena interpretación de la actriz protagonista también.
En cuanto a la historia que se nos cuenta, acaba resultando más simple de lo que parecía en un principio, aunque al estar narrada desde las perspectivas intercaladas de varios personajes, se consigue "estirarla" lo suficiente para que la película no se quede sin nada que contar a la mitad del metraje. El giro definitivo, por así decirlo, es medianamente sorprendente y rompe con ese concepto más o menos convencional de que la venganza es algo que se acaba volviendo contra el que la ejerce, lo que yo personalmente encuentro uno de los aspectos más interesantes del film.
No tan buena para mi gusto como "Oldboy" pero superior, sobre todo por tener un desarrollo menos confuso y un ritmo más ágil, a "Sympathy for Mr. Vengeance", la tercera película de la saga oficiosa sobre la venganza de Park Chan-Wook empieza como un cruce entre comedia negrísima e intriga criminal y va derivando poco a poco hacia una mezcla de drama y suspense con toques de reflexión metafísica sobre el pecado, la redención y la venganza. Este cambio de tono se acompaña con cambios en el ritmo, que se vuelve más pausado, en la música, que se vuelve más melancólica, y en la fotografía, que se vuelve más oscura. El apartado técnico, como siempre en las películas del hombre este, es impecable en todos los aspectos: música, uso de la cámara, fotografía, etc. Muy buena interpretación de la actriz protagonista también.
En cuanto a la historia que se nos cuenta, acaba resultando más simple de lo que parecía en un principio, aunque al estar narrada desde las perspectivas intercaladas de varios personajes, se consigue "estirarla" lo suficiente para que la película no se quede sin nada que contar a la mitad del metraje. El giro definitivo, por así decirlo, es medianamente sorprendente y rompe con ese concepto más o menos convencional de que la venganza es algo que se acaba volviendo contra el que la ejerce, lo que yo personalmente encuentro uno de los aspectos más interesantes del film.
10 de mayo de 2024
10 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Has cambiado mucho", le dicen todos. Tantos años maquinando la muerte de una persona y sintiendo por otro lado el efecto de la culpa es lógico que hayan podrido un alma, envenenado una mente y oscurecido un corazón.
Los monstruos han llevado a cabo su venganza. Ahora hay que sentir compasión con la dama justiciera.
Por desgracia cuesta mucho sopesar por quién sentir compasión esta vez. Quizás por el sr. Chan-wook Park, pues, y es mejor admitirlo antes que después, puso el listón muy alto con ese descarnado periplo llamado "Oldboy" que rompió todos los moldes del cine a principios de siglo a través de un cóctel de emociones inclasificable, y querer repetirlo no era posible, por mucho que volviera a concentrarse en los temas de la venganza, la justicia personal, la culpa, la inmoralidad, el perdón y el castigo ya analizados en sus dos obras previas...
La novedad era la introducción de una protagonista femenina, enorme para el público asiático debido a la elección de la estrella Yeong-ae Lee, lo que le sirvió para separarse de sus típicos papeles de mujer buena y pura que la hicieron tan famosa; eso proyecta cuando vemos a su álter-ego Geum-ja abandonar la cárcel en la que ha permanecido trece años. Un sacerdote que la atendió durante su reclusión la recibe, con un ridículo coro tras él, en la puerta sujetando el tofu tradicional, pero ella lo vuelca y le manda a freír espárragos; vaya, magistral comienzo con el que Lee se transmuta en su personaje, el cual desprende un magnetismo y carisma sin igual.
"Chinjeolhan Geum-ja-ssi" presenta una estructura, aunque sea difícil hablar aquí de eso, dividida en dos partes, muy diferentes entre sí, y durante esta 1.ª se acumulan todos los tropos de la técnica hiperestilizada y la experimentación narrativa que han distinguido al coreano. Se acumulan, pero no se disfrutan. Saltos adelante y atrás en el tiempo y una historia fragmentada por la narración en multiperspectiva que se dedica a escudriñar en el pasado de la protagonista desde que fue procesada por el asesinato de un niño pequeño, un caso que escandalizó al país, hasta su más directo presente, intentando reinsertarse en la sociedad.
Ya empieza mal su premisa el sr. Park porque nadie que haya asesinado a un niño con la crueldad descrita por la acusada (y aún menos en Corea) se libraría de una cadena perpetua o de una condena a muerte, algo en lo que yo, personalmente, estaría muy de acuerdo. Aquí quiere plantear que esta señorita puede optar a esa absurda opción; y nosotros, como público, lo aceptamos por un motivo: porque a los pocos minutos sabemos que ella no es la culpable, y aunque no se nos muestre explícitamente en pantalla (primera exposición, demasiado temprana y demasiado reveladora) está claro que ella no ha sido.
La inspiración viene de muchos sitios. Parece que Park quiere unir las dos tramas de sus películas anteriores: el acto del secuestro de "Boksuneon naui Geot" y la idea de una venganza hirviendo en el interior del protagonista de "Oldboy"; por otra parte, al igual que sucedió con ésta última, toma de referencia la cultura popular japonesa, y si antes fue un manga ahora se fija en la popular saga de los '70 "Joshu Sasori", donde se presentaban situaciones extremas en cárceles de mujeres y personajes vengadores hasta las últimas consecuencias.
Pero quienes la conozcan sabrán que ni Geum-ja es Nami ni Yeong-ae Lee, por muy peligrosa y sensual que se presente, es Meiko Kaji. Tampoco, y esto es un problema muy grande para ella, tiene nada que ver con Dae-su, y la razón es sencilla: con aquél (y por extensión con el brillante actor Min-sik Choi) empatizabas, observabas su evolución dentro de ese hotel-prisión, poco a poco sus emociones se iban infiltrando en tus poros y finalmente su rabia, confusión, desolación y odio también formaban parte de ti; tus órganos se habían podrido como los suyos, mirabas, respirabas, pensabas y te movías a través de él. La simbiosis espectador-personaje era visceral.
Esa simbiosis con Geum-ja es imposible porque su evolución resulta errática. La vemos adoptar la misma actitud bondadosa y piadosa hacia todos durante sus años de reclusa hasta que, ¡sorpresa!, sale del lugar y ya es otra distinta. No compartimos un cambio, es un salto repentino, y además el punto de vista compartido no nos permite residir en ella ni adaptarnos a ella.
El guión divaga durante un largo trecho, presentando a sus compañeras de prisión, una tras otra (tras otra, tras otra, tras otra...). Sí, de algún modo todas serán importantes en su venganza, y de hecho los secundarios que pivotan a su alrededor tienen un papel clave en los hechos del presente...
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
La insatisfacción es lo único que permanece, la insatisfacción de no saber dónde hemos estado, hacia dónde nos han llevado, por qué, para qué, ni cuándo ni cómo, es un viaje extraño de indiferencia, no hay ni rastro de emoción ni de humanidad. Park no sabe organizar un guión como es debido, y si en su obra anterior acertó fue porque tenía de base el manga de Garon Tsuchiya, ni más ni menos.
Pero "Chinjeolhan Geum-ja-ssi", infinitamente inferior a todos los niveles, triunfó en su momento, fue aplaudida por críticos, galardonada en festivales y la mayoría de fans se rindieron ante ella. ¿La razón? ¡Porque se trataba del director de la gran "Oldboy"!, así que la influencia era enorme, tanto que provocó ver lo que no había en ningún sitio, y los críticos, hipócritas, no se atrevieron a decir la verdad. Hoy, dos décadas después, incluso el mismo director tiene malas opiniones de la película...lo cual comparto.
Los monstruos han llevado a cabo su venganza. Ahora hay que sentir compasión con la dama justiciera.
Por desgracia cuesta mucho sopesar por quién sentir compasión esta vez. Quizás por el sr. Chan-wook Park, pues, y es mejor admitirlo antes que después, puso el listón muy alto con ese descarnado periplo llamado "Oldboy" que rompió todos los moldes del cine a principios de siglo a través de un cóctel de emociones inclasificable, y querer repetirlo no era posible, por mucho que volviera a concentrarse en los temas de la venganza, la justicia personal, la culpa, la inmoralidad, el perdón y el castigo ya analizados en sus dos obras previas...
La novedad era la introducción de una protagonista femenina, enorme para el público asiático debido a la elección de la estrella Yeong-ae Lee, lo que le sirvió para separarse de sus típicos papeles de mujer buena y pura que la hicieron tan famosa; eso proyecta cuando vemos a su álter-ego Geum-ja abandonar la cárcel en la que ha permanecido trece años. Un sacerdote que la atendió durante su reclusión la recibe, con un ridículo coro tras él, en la puerta sujetando el tofu tradicional, pero ella lo vuelca y le manda a freír espárragos; vaya, magistral comienzo con el que Lee se transmuta en su personaje, el cual desprende un magnetismo y carisma sin igual.
"Chinjeolhan Geum-ja-ssi" presenta una estructura, aunque sea difícil hablar aquí de eso, dividida en dos partes, muy diferentes entre sí, y durante esta 1.ª se acumulan todos los tropos de la técnica hiperestilizada y la experimentación narrativa que han distinguido al coreano. Se acumulan, pero no se disfrutan. Saltos adelante y atrás en el tiempo y una historia fragmentada por la narración en multiperspectiva que se dedica a escudriñar en el pasado de la protagonista desde que fue procesada por el asesinato de un niño pequeño, un caso que escandalizó al país, hasta su más directo presente, intentando reinsertarse en la sociedad.
Ya empieza mal su premisa el sr. Park porque nadie que haya asesinado a un niño con la crueldad descrita por la acusada (y aún menos en Corea) se libraría de una cadena perpetua o de una condena a muerte, algo en lo que yo, personalmente, estaría muy de acuerdo. Aquí quiere plantear que esta señorita puede optar a esa absurda opción; y nosotros, como público, lo aceptamos por un motivo: porque a los pocos minutos sabemos que ella no es la culpable, y aunque no se nos muestre explícitamente en pantalla (primera exposición, demasiado temprana y demasiado reveladora) está claro que ella no ha sido.
La inspiración viene de muchos sitios. Parece que Park quiere unir las dos tramas de sus películas anteriores: el acto del secuestro de "Boksuneon naui Geot" y la idea de una venganza hirviendo en el interior del protagonista de "Oldboy"; por otra parte, al igual que sucedió con ésta última, toma de referencia la cultura popular japonesa, y si antes fue un manga ahora se fija en la popular saga de los '70 "Joshu Sasori", donde se presentaban situaciones extremas en cárceles de mujeres y personajes vengadores hasta las últimas consecuencias.
Pero quienes la conozcan sabrán que ni Geum-ja es Nami ni Yeong-ae Lee, por muy peligrosa y sensual que se presente, es Meiko Kaji. Tampoco, y esto es un problema muy grande para ella, tiene nada que ver con Dae-su, y la razón es sencilla: con aquél (y por extensión con el brillante actor Min-sik Choi) empatizabas, observabas su evolución dentro de ese hotel-prisión, poco a poco sus emociones se iban infiltrando en tus poros y finalmente su rabia, confusión, desolación y odio también formaban parte de ti; tus órganos se habían podrido como los suyos, mirabas, respirabas, pensabas y te movías a través de él. La simbiosis espectador-personaje era visceral.
Esa simbiosis con Geum-ja es imposible porque su evolución resulta errática. La vemos adoptar la misma actitud bondadosa y piadosa hacia todos durante sus años de reclusa hasta que, ¡sorpresa!, sale del lugar y ya es otra distinta. No compartimos un cambio, es un salto repentino, y además el punto de vista compartido no nos permite residir en ella ni adaptarnos a ella.
El guión divaga durante un largo trecho, presentando a sus compañeras de prisión, una tras otra (tras otra, tras otra, tras otra...). Sí, de algún modo todas serán importantes en su venganza, y de hecho los secundarios que pivotan a su alrededor tienen un papel clave en los hechos del presente...
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
La insatisfacción es lo único que permanece, la insatisfacción de no saber dónde hemos estado, hacia dónde nos han llevado, por qué, para qué, ni cuándo ni cómo, es un viaje extraño de indiferencia, no hay ni rastro de emoción ni de humanidad. Park no sabe organizar un guión como es debido, y si en su obra anterior acertó fue porque tenía de base el manga de Garon Tsuchiya, ni más ni menos.
Pero "Chinjeolhan Geum-ja-ssi", infinitamente inferior a todos los niveles, triunfó en su momento, fue aplaudida por críticos, galardonada en festivales y la mayoría de fans se rindieron ante ella. ¿La razón? ¡Porque se trataba del director de la gran "Oldboy"!, así que la influencia era enorme, tanto que provocó ver lo que no había en ningún sitio, y los críticos, hipócritas, no se atrevieron a decir la verdad. Hoy, dos décadas después, incluso el mismo director tiene malas opiniones de la película...lo cual comparto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Pero el modo en que esto se expone, con recurrentes "flashbacks", cambios de voz y perspectiva y secuencias fuera de todo orden y contexto, termina por hacerse tedioso, de ahí a soporífero, y de ahí a insoportable. Y eso que Geum-ja sigue los pasos de Dae-su (o al menos lo pretende): encuentra a un chico con el que inicia un romance y se lanza a la búsqueda de una hija perdida...
Pero, ¡sorpresa!, ninguno de estos sucesos cambia la dinámica de la historia, ni influyen en el personaje, ni sirven para absolutamente nada de nada, y la manera en que se producen da una vergüenza ajena horripilante (que me diga alguien si sintió algo distinto o si sólo me ocurrió a mí durante la reunión entre Geum-ja y los padres adoptivos de la niña).
Es más, antes de encontrar a su hija, cuando aún no llevamos ni tres cuartos de hora de metraje, la protagonista, hablando con el joven amante, revela todo lo referente a la historia: el secuestro, el tipo que lo organizó, la traición, el secuestro de su propia hija y la condena que cumplió para mantenerla con vida. Si "Oldboy" destapaba sus secretos poco a poco aquí Park deja claro que las intrigas importan un pimiento; ya sabemos todo lo que teníamos que saber, no quedan intrigas, ni misterios, ni nada, por lo que la acción divaga aún más, hacia lo impenetrable, lo confuso, lo trivial, lo engañoso.
A partir de aquí comienza la 2.ª parte del caótico argumento, y esta mitad, a su vez, se divide en dos segmentos: el duelo entre Geum-ja y Baek, responsable de su calvario (Choi, por cierto, que cambia roles), y la venganza volcada hacia él. Pero la atmósfera va cambiando, se reduce la velocidad del montaje, se oscurecen los interiores, en algunas versiones de la película un blanco y negro metálico y asfixiante sustituirá a la mezcla ecléctica de colores del principio (Chung-hoon Chung realiza un trabajo impresionante de fotografía, eso no puede negarse) y la acción se concentra en un escenario apartado y solitario (una escuela), recordando a los habituales clímax de las historias de Kiyoshi Kurosawa...
Ocurre lo inesperado. No es Geum-ja quien castiga a Baek...son los padres de todos los niños secuestrados por él, que han sido llevados a dicho lugar. El impacto psicológico de estas escenas es desgarrador y el tema un asunto de controversia, tabú para la civilización occidental: la justicia personal sin mediación de la ley. Pero gracias a la abstracción que produce la ficción, no dudamos ni un segundo: en una televisión aparecen los diversos niños secuestrados pidiendo clemencia, sus progenitores miran el horroroso espectáculo, y lo que Park quiere es que nos pongamos en el lugar de ellos, y no es difícil de conseguir. Ya ni pensamos en Geum-ja.
Esto no es venganza, sino justicia, porque tú harías lo mismo; si era imposible empatizar con ella no lo es, en cambio, con esos padres. Por fin se produce la simbiosis, y en el dolor del castigo físico se encuentra un placer indescriptible, aunque el director, transmutándose en la versión adulta del niño que secuestró Geum-ja, quiera decirnos que no hay redención en la venganza; es una lástima que el guión no se centrara en estos padres en lugar de en una mera intermediaria como realmente es la protagonista, y que para llegar a esta parte, tan poderosa y conmovedora, se utilicen métodos y vueltas tan pobres.
Porque Geum-ja no había planeado este castigo, lo lleva a cabo tras encontrar por casualidad el teléfono móvil de Baek, y la reunión de los padres en el colegio sucede por medio de elipsis inexplicables, metiendo en el embrollo al policía que la detuvo, quien se había ido de la película hace tiempo y yo ni me acordaba ya de él.
El final, por cierto, vuelve a la frialdad y la confusión anterior; la intensidad de las duras experiencias vividas dentro de aquellas habitaciones se disipa, y para cuando la inútil de la protagonista mete su maldita cara en una tarta que le da su hija (esto pasa, sí...) ya no es más que un recuerdo borroso.
Pero, ¡sorpresa!, ninguno de estos sucesos cambia la dinámica de la historia, ni influyen en el personaje, ni sirven para absolutamente nada de nada, y la manera en que se producen da una vergüenza ajena horripilante (que me diga alguien si sintió algo distinto o si sólo me ocurrió a mí durante la reunión entre Geum-ja y los padres adoptivos de la niña).
Es más, antes de encontrar a su hija, cuando aún no llevamos ni tres cuartos de hora de metraje, la protagonista, hablando con el joven amante, revela todo lo referente a la historia: el secuestro, el tipo que lo organizó, la traición, el secuestro de su propia hija y la condena que cumplió para mantenerla con vida. Si "Oldboy" destapaba sus secretos poco a poco aquí Park deja claro que las intrigas importan un pimiento; ya sabemos todo lo que teníamos que saber, no quedan intrigas, ni misterios, ni nada, por lo que la acción divaga aún más, hacia lo impenetrable, lo confuso, lo trivial, lo engañoso.
A partir de aquí comienza la 2.ª parte del caótico argumento, y esta mitad, a su vez, se divide en dos segmentos: el duelo entre Geum-ja y Baek, responsable de su calvario (Choi, por cierto, que cambia roles), y la venganza volcada hacia él. Pero la atmósfera va cambiando, se reduce la velocidad del montaje, se oscurecen los interiores, en algunas versiones de la película un blanco y negro metálico y asfixiante sustituirá a la mezcla ecléctica de colores del principio (Chung-hoon Chung realiza un trabajo impresionante de fotografía, eso no puede negarse) y la acción se concentra en un escenario apartado y solitario (una escuela), recordando a los habituales clímax de las historias de Kiyoshi Kurosawa...
Ocurre lo inesperado. No es Geum-ja quien castiga a Baek...son los padres de todos los niños secuestrados por él, que han sido llevados a dicho lugar. El impacto psicológico de estas escenas es desgarrador y el tema un asunto de controversia, tabú para la civilización occidental: la justicia personal sin mediación de la ley. Pero gracias a la abstracción que produce la ficción, no dudamos ni un segundo: en una televisión aparecen los diversos niños secuestrados pidiendo clemencia, sus progenitores miran el horroroso espectáculo, y lo que Park quiere es que nos pongamos en el lugar de ellos, y no es difícil de conseguir. Ya ni pensamos en Geum-ja.
Esto no es venganza, sino justicia, porque tú harías lo mismo; si era imposible empatizar con ella no lo es, en cambio, con esos padres. Por fin se produce la simbiosis, y en el dolor del castigo físico se encuentra un placer indescriptible, aunque el director, transmutándose en la versión adulta del niño que secuestró Geum-ja, quiera decirnos que no hay redención en la venganza; es una lástima que el guión no se centrara en estos padres en lugar de en una mera intermediaria como realmente es la protagonista, y que para llegar a esta parte, tan poderosa y conmovedora, se utilicen métodos y vueltas tan pobres.
Porque Geum-ja no había planeado este castigo, lo lleva a cabo tras encontrar por casualidad el teléfono móvil de Baek, y la reunión de los padres en el colegio sucede por medio de elipsis inexplicables, metiendo en el embrollo al policía que la detuvo, quien se había ido de la película hace tiempo y yo ni me acordaba ya de él.
El final, por cierto, vuelve a la frialdad y la confusión anterior; la intensidad de las duras experiencias vividas dentro de aquellas habitaciones se disipa, y para cuando la inútil de la protagonista mete su maldita cara en una tarta que le da su hija (esto pasa, sí...) ya no es más que un recuerdo borroso.
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