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St. Vincent

Comedia. Drama Maggie (Melissa McCarthy) es una madre separada que se muda a Brooklyn con su hijo de 12 años, Oliver (Jaeden Lieberher). Al tener que trabajar muchas horas, no le queda más opción que dejar a Oliver al cargo de su nuevo vecino, Vincent (Bill Murray), un jubilado cascarrabias aficionado al alcohol y a las apuestas. Pronto, una peculiar amistad florece entre ellos. Junto a una stripper embarazada llamada Daka (Naomi Watts), Vincent ... [+]
Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
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6
22 de diciembre de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
... que puedes ver, pero tampoco pasará a la historia. El sr. Murray es un gran actor, o al menos un tío que parece muy simpático. La sra. Watts es sin duda una gran actriz. El niño y la mamá también cumplen. Y entre todos nos hacen sonreír y reír en más de una ocasión.

Pero el tema está ya muy visto y al final al sr. Melfi se le va la mano con el azúcar. Así que advertido quedas, estimado filmaffinitista.
6
23 de diciembre de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo la apariencia de cine liviano y de puro entretenimiento, Theodore Melfi escribe y dirige 'St. Vincent', una comedia con mensaje que busca arañar en lo más profundo de nuestro corazoncito y que ahonda en el recurso siempre rentable de presentar un personaje arisco y refunfuñón pero que a su vez guarda una bondad interior que se revela con el paso de los minutos.
La película cuenta como la vida de Vincent no es un camino de rosas precisamente; Melfi presenta un personaje cascarrabias, bebedor, adicto a las apuestas y con serios problemas económicos -papel al que el genial Bill Murray se enfrenta con gran maestría-, una persona sin futuro pero también sin presente que afronta cada día sin aliciente como si no hubiera un mañana. Sin embargo la vida de Vincent realizará un interesante giro cuando al trasladarse al vecindario una madre y su hijo, la primera tiene que recurrir a él desesperadamente para ejercer de canguro de su joven y espabilado hijo. Un guion que busca la sensibilización del espectador y la empatía en una historia que critica los prejuicios y aclama las segundas oportunidades.

‘St. Vincent’ proporcionará un distraído visionado y encontraremos momentos francamente divertidos, así como otros donde la sensibilidad está a flor de piel. Lo más divertido de la película radica en encontrar a unos actores –a excepción de Murray– en papeles muy diferentes a lo que estamos acostumbrados en ellos. Fundamentalmente llama la atención Naomi Watts, la guapa rubia británica es quien se pone en la piel de un una prostituta rusa embarazada, teniendo en la pronunciación y en lo áspero de sus expresiones uno de sus mayores alicientes. Watts demuestra que se atreve con cualquier tipo de papeles, habiendo sido su papel reconocido por el sindicato de actores al concederle la nominación a mejor actriz secundaria por su Daka Paramova. También hay que destacar el primer papel serio de Melissa McCarthy, a quién estamos absolutamente acostumbrados a ver en papeles cómicos en los que roza la locura. En cuanto a Bill Murray…poco que decir. Murray siempre hace de Murray, en ese tipo de personajes que son despistados, inteligentes y que aglutinan un tipo de sentido del humor muy específico y burlón. Está a gusto en ellos y es palpable. Jaeden Lieberher, el listo y algo pedante Oliver del film realiza una de las mejores interpretaciones de personajes infantiles que he visto últimamente, quizás junto a Ed Oxenbould de ‘Alexander y el día terrible, horrible, espantoso, horroroso’ los mejores del año.

La película (ha obtenido dos nominaciones a los Globos de Oro a mejor película de comedia/musical y mejor actor de comedia para Bill Murray) tiene un ritmo adecuado para el tipo de comedia que se nos presenta, el montaje encaja y la música, a cargo del norteamericano Theodore Saphiro, es suficientemente deliciosa para que nos dejemos querer por ella. Saphiro, un compositor experto en comedias americanas de los últimos 8 años (‘El diablo se viste de prada’, ‘La vida secreta de Walter Mitty’ o ‘Somos los Miller’ por ejemplo), da en la tecla con una composición melódica de piano y acompañamiento que gustará a los espectadores.

Una película con un Murray como héroe improbable que juega con el sentido de la vida y las aspiraciones de cada persona, donde su peor enemigo es su alta previsibilidad pero que explota perfectamente la empatía que despierta la tierna pareja protagonista, lo cual encaja a la perfección dentro del cine navideño de estas fechas. Disfrutable.

Lo mejor: La interpretación del reparto completo. La introspección del prejuicio.
Lo peor: Demasiado predecible su desenlace.

Valoración:
Banda sonora: 7
Fotografía: 6
Interpretaciones: 7
Guion: 5
Dirección: 6
Satisfacción: 6
NOTA FINAL: 6,1

@hilodeseda - www.habladecine.com
6
27 de diciembre de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
St. Vincent constituye una de las comedias más interesantes del 2014 y una de las diez mejores películas protagonizadas por el respetado Bill Murray. Theodore Melfi vuelve tras 15 años de asueto (eso sí que son unas vacaciones) para dirigir un filme de cine independiente que mantiene unos poco habituales niveles de comercialidad y a la vez de sentido de la crítica más propia del indie.
Con una Melissa McCarthy que ha despuntado con esta obra para convertirse en una actriz a tener muy en cuenta en el futuro haciendo el papel de madre coraje sin caer en la sensiblería y una Naomi Watts tan irreconocible como inaudita en el papel de la simpática meretriz caucásica, personaje que recuerda en cierta medida a esas femme fatale del cine negro que solían tener las mejores frases del guión pero con la falta de sutilidad propia del cine moderno.
Hablando de falta de sutilidad, el personaje de Bill Murray se construye desde las premisas y diseños que el personaje de "El Nota" puso tan de moda en "El gran Lebowski" de los Cohen. Esto es, personaje vago, alcohólico, y con el toque de la encantadora antipatía a la que nos tiene acostumbrados el veterano actor estadounidense. La forma de ser del personaje llama la atención del espectador (como para no) pero uno no puede evitar la sensación de deja vù, un arquetipo demasiado repetido.
La película es más drama que comedia y el espectador asiste con cierta tensión e incertidumbre al devenir de los hechos prácticamente imprevisibles en su mayor parte gracias a un ingenioso desarrollo del guión que centra la acción en sus personajes principales y en sus particulares formas, apoyado en la siempre agradable fotografía de John Lindley (Pleasantville) y la sencilla música de Theodore Shapiro (Game Change) Melfi desarrolla una obra de redescubrimiento de la vida y la belleza en las pequeñas cosas. Un filme que se encumbra con unos diez últimos minutos maravillosos.
En conclusión puedo decir que St. Vincent supone un rara avis dentro de una cartelera saturada de Blockbusters y más en estas señaladas fechas, con los años la película se puede convertir en una de esas pequeñas joyas que la gente se harta de ver una y otra vez y acaba copando la mente de muchas generaciones. Y más si la protagonizan Bill Murray y lo apoya Naomi Watts.
Para los que crean en los buenos vecinos.

Lo mejor:
· Bill Murray, cualquier cosa que haga este señor merece la pena al menos un visionado.
· Naomi Watts está radicalmente distinta y no lo hace nada mal.
· El final es sencillamente encantador.
· Que aparezca el carismático Chris O'Dowd, protagonista de una de las mejores series de la década del 2000 "Los informáticos" solo puede subir la valoración final de la obra.

Lo peor:
· Resulta peligroso acostumbrarse al arquetipo del personaje putero y alcohólico, y lamentablemente es un personaje que últimamente se ve mucho (Dom Hemingway, El lobo de Wall Street...) lo que supone un deja vù demasiado habitual.
· La sensación de que la idea de la película se podría haber explotado mucho más.

Nota final:
6'4
6
23 de febrero de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vincent es un tipo viejo, cascarrabias, amargado, maleducado, grosero y antipático. Sin embargo, debajo de esta capa se esconde un hombre generoso y con buen corazón. ¿Es un santo?...Se podría decir que sí, pero a su manera.
El personaje principal de esta película es al menos interesante y bien definido, Bill Murray se apoya en él para conseguir una gran interpretación. El problema viene en el resto de los personajes. Se nota las ganas de crear personajes interesantes y eso se nota, pero se les ve algo flojos en relación con el protagonista.
Por otro lado, hay ciertas lagunas o incongruencias en el guión que hacen que la película no llegue al nivel que se merece.
Pero, se nota las ganas y el esfuerzo de hacer una buena película, y eso es muy loable.
Theodore Melfi necesita mejorar, pero promete, tiene ganas y entusiasmo y no sería nada raro que acabe haciendo una gran película dentro de poco.
6
10 de marzo de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
31/07(11/02/15) Interesante comedia dramática de Theodore Melfi, que también escribe, gran vehículo para el lucimiento de Bill Murray, cinta que no sorprende por su originalidad, pero deja en su previsibilidad un buen sabor de boca, sabiendo el guión dar cabida a secundarios con alma, un film sin más pretensión que hacerte pasar un buen rato, enmarcado en un argumento que huele algo en su buenismo como bien he leído a Frank Capra. Es una historia que sigue un patrón ajado, el de un protagonista huraño, gruñón, solitario, misántropo, cínico, pero que todos sabemos que solo es una coraza que protege un cálido corazón. Su libreto original estuvo en la Blacklist de Hollywood (los mejores guiones sin producir) del 2011, es una narración con un camino claramente marcado, el de emocionarnos, para ello construye personajes muy humanos, todos con defectos, con aristas, y nos viene a decir que las falsas apariencias engañan, asimismo nos habla de que las familias no son solo las consanguíneas, son las que se cuidan unos a otros, prueba de ello la que se forma aquí poco a poco, una entrañable comuna de gente disfuncional.

El escenario es un barrio de Brooklyn, el protagonista es Vicente MacKenna (gran Bill Murray), un jubilado cascarrabias, huraño, misántropo, putero, borracho, jugador empedernido, lo que se dice una joya, solo padece tener cariño por su gato. Desde hace años tiene a la esposa, Sandy (Donna Mitchell) en una residencia para que la cuiden por el alzheimer en alta evolución degenerativa. Tiene relaciones esporádicas con una prostituta rusa, Daka (Naomi Watts), ahora embarazada. Un día llega a la casa vecina Maggie Bronstein (buena Melissa McCarthy) y su hijo de 12 años de edad, Oliver (buen Jaeden Lieberher), ella está en lucha con su ex por la custodia del niño. Maggie convence a Vincent para que haga de canguro mientras ella trabaja, Oliver en el colegio católico al que va se siente atormentado por compañeros de clase, allí su tutor es el hermano Geraghty (buen Chris O' Dowd), con la relación con su “niñero” ganará en confianza y sentirá el despertar, Vincent lo lleva al hipódromo a apostar, al bar, le enseña a pelear, se convierte en una controvertida figura paterna, mientras Vincent sufre el acoso para que para que pague los atrasos de la residencia de su mujer, y lo que le debe al prestamista de apostadores (bluff Terrence Howard).

Es el segundo largometraje del director tras su debut hace 15 años con la inédita en España “Winding Roads”, nos regala una historia muy agradable de ver, de las que te deja buen sabor de boca, pero sin calarte, ello debido a la sensación de deja vú, recordando a “Mejor imposible”, “Bad Santa, “Gran Torino” a la de animación “Up”, su falta de riesgo de afrontar otras variantes que las preestablecidas es su mayor hándicap, no hay sorpresas, ni giros, ante ello o te pones el traje de la inocencia para disfrutar de su tierna y sensible propuesta o te pones duro y te repatearan sus clichés y tópicos. Es una oda a como la persona más cruda y antipática puede esconder una gran persona, un canto a la solidaridad entre las personas, una reflexión sobre las segundas oportunidades, sobre que es una figura paterna, sobre los referentes de los jóvenes, sobre la búsqueda de identidad de los niños, ello en una sociedad cada vez más desestructurada, con familias monoparentales, tocando temas universales como la amistad o la redención. Se critica con sutilidad como el aparato de un estado puede no tener alma y quitarle la custodia a una madre a favor de un padre que ha engañado repetidas veces a su esposa. Es un retrato humanista de gente común, por tanto imperfecta. Tiene su centro y potencia en la extraña relación entre un tipo arisco, nihilista y lenguaraz, con un chico frágil, desorientado, e inquieto, entre los dos surgirá una amistad que nos rozará el corazón, contrastando la picaresca y carácter de vuelta con la inocencia y ansias de madurez del joven, haciendo que el espectador se involucre, gracias a la gran química que hay entre ellos, respirando fluidez y naturalidad entre ellos. El director rocía el relato de sugestivas dosis socarronas que hacen fácil de ver la cinta, con momentos delirantes, conjugándolo con elementos duros dramáticos que se harían muy secos sin el humor referido.

En el lado de lo negativo aparte de lo dicho está su falta valentía, su falta de originalidad, su falta de salirse del molde, acudiendo a tópicos muy gastados, al final te deja un sabor dulce pero de escasa permanencia, rozando en algunos momentos la sensiblería y la artificiosidad. Tampoco entiendo que pinta el personaje de Terrence Howard en el film, totalmente prescindible, un pegote sin sentido su rol, asimismo me hubiera gustado se hubiera explotado un poco más a Daka, está bien, pero lo veo con gran potencial y desaprovechado. (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Bill Murray es el amo y señor de la función, imposible pensar en otro actor para el papel, hecho a su medida, lo borda, imprimiéndole tridimensionalidad, taras, debilidad, y sobre todo humanidad, dejando entrever sentimientos y cariño, un actor con el que es imposible no empatizar, dota de frescura, chispa, mordacidad, a su Vincent, le otorga alma, carisma, personalidad, de pose despreocupada, bufón, divertido, cariñoso, con grandes momentos como cuando enseña a defenderse al chaval, o verlo tumbado mientras a su alrededor el chico “corta” el inexistente césped, extraordinario un actor que ya navega por la senda de los Grandes. Jaeden Lieberher como el niño resulta espléndido, con combina su imagen frágil de candidez con curiosidad por la vida, manteniendo el tipo frente Murray, con una compenetración formidable con el protagonista, haciendo que todo se vea creíble. Naomi Watts sorprende con un rol alejado de su molde, con una malhablada “chica de la noche” embarazada, una mujer de marcado acento ruso, un mujer de gestualidad vulgar, de pose zafia, pero de buenos sentimientos muy adentro, vamos, como Vincent. Melissa Mccarthy se desmarca de la comedia de trazo grueso para demostrarnos es capaz de realizar un rol dramático de madre abnegada, haciéndola verosímil y con fisuras, sin estridencias, ni sobreactuación, notable.

Puesta en escena buena, moviéndonos por escenarios tristes, un barrio de extrarradio, un hipódromo, una residencia de la tercera edad o un colegio católico, el director no deja su marca, con un buen trabajo de fotografía de John Lindley (“Campo de sueños” o “Pleasantville”) en tonos apagados, una agradable música de Theodore Shapiro (“Tropic Thunder” o “El Diablo viste de Prada”), con una notable selección de temas pop de Bob Dylan, Jefferson Airplane o Green Day.

Spoiler:

Momentos recordables: Su potente inicio con la presentación de este disfuncional tipo protagonista, con el broche de verlo llegar borracho a su casa y romper la valla; Cuando Oliver le rompe la nariz a su enemigo en clase, impactante; Las enternecedoras escenas de Vincent vestido de médico para atender a su esposa desmemoriada; Cuando Vincent ha llevado a Oliver al hipódromo y apuestan ganando un pastón a lo que sigue un carrusel de situaciones delirantes y hedonistas; Su clímax final con Oliver haciendo un discurso sobre lo que para él es un Santo, Vincent, conmovedor; El baile extravagante de Vincent con el tema ‘Somebody to love‘ de Jefferson Airplane; Su bello y hermoso epílogo con una comida de la disfuncional familia formada por una madre soltera, su hijo adoptado, un putero y su puta embarazada de otro; Sus créditos finales con un enorme Bill Murray cantando el “Shelter from the storm” de Bob Dylan en plano fijo, mientras riega su inexistente césped con una manguera.

En conjunto un interesante film, de los que te deja con regusto agradable, con buenos actores, aunque con poco poder de permanecer en la memoria. Fuerza y honor!!!
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