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Voto de TOM REGAN:
6
Voto de TOM REGAN:
6
Comedia. Drama Maggie (Melissa McCarthy) es una madre separada que se muda a Brooklyn con su hijo de 12 años, Oliver (Jaeden Lieberher). Al tener que trabajar muchas horas, no le queda más opción que dejar a Oliver al cargo de su nuevo vecino, Vincent (Bill Murray), un jubilado cascarrabias aficionado al alcohol y a las apuestas. Pronto, una peculiar amistad florece entre ellos. Junto a una stripper embarazada llamada Daka (Naomi Watts), Vincent ... [+]
10 de marzo de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
31/07(11/02/15) Interesante comedia dramática de Theodore Melfi, que también escribe, gran vehículo para el lucimiento de Bill Murray, cinta que no sorprende por su originalidad, pero deja en su previsibilidad un buen sabor de boca, sabiendo el guión dar cabida a secundarios con alma, un film sin más pretensión que hacerte pasar un buen rato, enmarcado en un argumento que huele algo en su buenismo como bien he leído a Frank Capra. Es una historia que sigue un patrón ajado, el de un protagonista huraño, gruñón, solitario, misántropo, cínico, pero que todos sabemos que solo es una coraza que protege un cálido corazón. Su libreto original estuvo en la Blacklist de Hollywood (los mejores guiones sin producir) del 2011, es una narración con un camino claramente marcado, el de emocionarnos, para ello construye personajes muy humanos, todos con defectos, con aristas, y nos viene a decir que las falsas apariencias engañan, asimismo nos habla de que las familias no son solo las consanguíneas, son las que se cuidan unos a otros, prueba de ello la que se forma aquí poco a poco, una entrañable comuna de gente disfuncional.

El escenario es un barrio de Brooklyn, el protagonista es Vicente MacKenna (gran Bill Murray), un jubilado cascarrabias, huraño, misántropo, putero, borracho, jugador empedernido, lo que se dice una joya, solo padece tener cariño por su gato. Desde hace años tiene a la esposa, Sandy (Donna Mitchell) en una residencia para que la cuiden por el alzheimer en alta evolución degenerativa. Tiene relaciones esporádicas con una prostituta rusa, Daka (Naomi Watts), ahora embarazada. Un día llega a la casa vecina Maggie Bronstein (buena Melissa McCarthy) y su hijo de 12 años de edad, Oliver (buen Jaeden Lieberher), ella está en lucha con su ex por la custodia del niño. Maggie convence a Vincent para que haga de canguro mientras ella trabaja, Oliver en el colegio católico al que va se siente atormentado por compañeros de clase, allí su tutor es el hermano Geraghty (buen Chris O' Dowd), con la relación con su “niñero” ganará en confianza y sentirá el despertar, Vincent lo lleva al hipódromo a apostar, al bar, le enseña a pelear, se convierte en una controvertida figura paterna, mientras Vincent sufre el acoso para que para que pague los atrasos de la residencia de su mujer, y lo que le debe al prestamista de apostadores (bluff Terrence Howard).

Es el segundo largometraje del director tras su debut hace 15 años con la inédita en España “Winding Roads”, nos regala una historia muy agradable de ver, de las que te deja buen sabor de boca, pero sin calarte, ello debido a la sensación de deja vú, recordando a “Mejor imposible”, “Bad Santa, “Gran Torino” a la de animación “Up”, su falta de riesgo de afrontar otras variantes que las preestablecidas es su mayor hándicap, no hay sorpresas, ni giros, ante ello o te pones el traje de la inocencia para disfrutar de su tierna y sensible propuesta o te pones duro y te repatearan sus clichés y tópicos. Es una oda a como la persona más cruda y antipática puede esconder una gran persona, un canto a la solidaridad entre las personas, una reflexión sobre las segundas oportunidades, sobre que es una figura paterna, sobre los referentes de los jóvenes, sobre la búsqueda de identidad de los niños, ello en una sociedad cada vez más desestructurada, con familias monoparentales, tocando temas universales como la amistad o la redención. Se critica con sutilidad como el aparato de un estado puede no tener alma y quitarle la custodia a una madre a favor de un padre que ha engañado repetidas veces a su esposa. Es un retrato humanista de gente común, por tanto imperfecta. Tiene su centro y potencia en la extraña relación entre un tipo arisco, nihilista y lenguaraz, con un chico frágil, desorientado, e inquieto, entre los dos surgirá una amistad que nos rozará el corazón, contrastando la picaresca y carácter de vuelta con la inocencia y ansias de madurez del joven, haciendo que el espectador se involucre, gracias a la gran química que hay entre ellos, respirando fluidez y naturalidad entre ellos. El director rocía el relato de sugestivas dosis socarronas que hacen fácil de ver la cinta, con momentos delirantes, conjugándolo con elementos duros dramáticos que se harían muy secos sin el humor referido.

En el lado de lo negativo aparte de lo dicho está su falta valentía, su falta de originalidad, su falta de salirse del molde, acudiendo a tópicos muy gastados, al final te deja un sabor dulce pero de escasa permanencia, rozando en algunos momentos la sensiblería y la artificiosidad. Tampoco entiendo que pinta el personaje de Terrence Howard en el film, totalmente prescindible, un pegote sin sentido su rol, asimismo me hubiera gustado se hubiera explotado un poco más a Daka, está bien, pero lo veo con gran potencial y desaprovechado. (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Bill Murray es el amo y señor de la función, imposible pensar en otro actor para el papel, hecho a su medida, lo borda, imprimiéndole tridimensionalidad, taras, debilidad, y sobre todo humanidad, dejando entrever sentimientos y cariño, un actor con el que es imposible no empatizar, dota de frescura, chispa, mordacidad, a su Vincent, le otorga alma, carisma, personalidad, de pose despreocupada, bufón, divertido, cariñoso, con grandes momentos como cuando enseña a defenderse al chaval, o verlo tumbado mientras a su alrededor el chico “corta” el inexistente césped, extraordinario un actor que ya navega por la senda de los Grandes. Jaeden Lieberher como el niño resulta espléndido, con combina su imagen frágil de candidez con curiosidad por la vida, manteniendo el tipo frente Murray, con una compenetración formidable con el protagonista, haciendo que todo se vea creíble. Naomi Watts sorprende con un rol alejado de su molde, con una malhablada “chica de la noche” embarazada, una mujer de marcado acento ruso, un mujer de gestualidad vulgar, de pose zafia, pero de buenos sentimientos muy adentro, vamos, como Vincent. Melissa Mccarthy se desmarca de la comedia de trazo grueso para demostrarnos es capaz de realizar un rol dramático de madre abnegada, haciéndola verosímil y con fisuras, sin estridencias, ni sobreactuación, notable.

Puesta en escena buena, moviéndonos por escenarios tristes, un barrio de extrarradio, un hipódromo, una residencia de la tercera edad o un colegio católico, el director no deja su marca, con un buen trabajo de fotografía de John Lindley (“Campo de sueños” o “Pleasantville”) en tonos apagados, una agradable música de Theodore Shapiro (“Tropic Thunder” o “El Diablo viste de Prada”), con una notable selección de temas pop de Bob Dylan, Jefferson Airplane o Green Day.

Spoiler:

Momentos recordables: Su potente inicio con la presentación de este disfuncional tipo protagonista, con el broche de verlo llegar borracho a su casa y romper la valla; Cuando Oliver le rompe la nariz a su enemigo en clase, impactante; Las enternecedoras escenas de Vincent vestido de médico para atender a su esposa desmemoriada; Cuando Vincent ha llevado a Oliver al hipódromo y apuestan ganando un pastón a lo que sigue un carrusel de situaciones delirantes y hedonistas; Su clímax final con Oliver haciendo un discurso sobre lo que para él es un Santo, Vincent, conmovedor; El baile extravagante de Vincent con el tema ‘Somebody to love‘ de Jefferson Airplane; Su bello y hermoso epílogo con una comida de la disfuncional familia formada por una madre soltera, su hijo adoptado, un putero y su puta embarazada de otro; Sus créditos finales con un enorme Bill Murray cantando el “Shelter from the storm” de Bob Dylan en plano fijo, mientras riega su inexistente césped con una manguera.

En conjunto un interesante film, de los que te deja con regusto agradable, con buenos actores, aunque con poco poder de permanecer en la memoria. Fuerza y honor!!!
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