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Kapo

Drama Edith es una joven judía deportada a un campo de exterminio, donde pierde a su familia. Ella se salva porque acepta desempeñar la función de Kapo, prisionero privilegiado cuya misión consiste en vigilar a los demás presos. Edith se adaptará a las formas brutales y despiadadas de sus carceleros hasta que se enamora de un prisionero soviético. (FILMAFFINITY)
Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
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7
25 de julio de 2010
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un año antes de “Viridiana” alguien jugaba otra partida de cartas. En el magistral filme de Luis Buñuel la partida se jugaba al final, para mostrar la marcada evolución del personaje principal, y cerrar el filme con ménage à trois incluido.
“Kapo” tiene una secuencia similar marcada por una elipsis y transformación del personaje.
Resulta extraño encontrase con una escena prácticamente clavada y con las mismas intenciones narrativas y dramáticas dos años antes de una indiscutible obra maestra. Hablo de los parecidos, más que razonables, de una escena que simboliza la transformación de una ‘virginal’ Edith (Susan Strasberg) sobre un trasfondo puramente sexual. El punto, eso sí, es mero contrapunto para una segunda transformación, pero nunca retorno, de un personaje.

Kapo era ese término que designaban a esos presos con ciertos privilegios sobre el resto en los campos de concentración. Aquí la humanidad se pierde y vuelve. Se designa el poder o se consigue. Posiblemente con un tono rosa por aquello del amor, capaz de transformar y revitalizar a un persona que lo ha perdido todo.
El filme de Gillo Pontecorvo gana enteros por su caótico desenlace donde el escape se convierte en un juego de cartas y amores. Tiros y muertes.
Premiado en el Festival de Karlovy-Vary y conocido universalmente en el universo gafapastil por los textos publicados sobre el «El travelling de Kapo». Jacques Rivette y su ‘abyección’ pusieron a caldo el movimiento de cámara escogido por Pontecorvo en Cahiers du Cinéma. El suicido de Terese lanzándose sobre unos alambres electrificados no fue lo que trajo por la calle de la amargura:
«Observen en Kapo el plano en que Emmanuelle Riva se suicida arrojándose sobre los alambres de púa electrificados: el hombre que en ese momento decide hacer un travelling hacia adelante para encuadrar el cadáver en contrapicado, teniendo el cuidado de inscribir exactamente la mano levantada en un ángulo del encuadre final, ese hombre merece el más profundo desprecio.»
Posiblemente tuviese fresca “Noche y Niebla” de Resnais y la dramatización excesiva, a juicio de Rivette, donde la moralidad y el plano se relacionan en la abyección en este caso. Mostrar la crudeza de la muerte de manera directa y nada sutil produjo un efecto desolador en el director de “La bande des Quatre”. Polémica sobre recursos cinematográficos, fondo y forma, y, por supuesto, desprecio. Pornografía artística, digamos, para los que se vieron transportados e inmersos en un plano directo hacía la muerte y su estilización. Cuestión de forma y efecto. Debate amplio y eso es bueno para un filme (abyecto o no) de 1959.
“La batalla de Argel” pondría siete años después los puntos sobre las ies.
8
25 de junio de 2012
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del director Gillo Pontecorvo nos llega esta notable y desconocida película.

Nos narra la triste historia de Edith, cuando tan solo siendo una niña es deportada a un campo de exterminio por ser judía. Sus padres fallecen rápidamente y, siendo una menor, no le quedará más remedio que intentar adaptarse. En el campo de concentración una de las reclusas la ayudará cambiando su identidad por la de una persona fallecida recientemente, de modo que Edith pasa a llamarse Nicole. Los Kapo son algunos prisioneros seleccionados por los guardianes que tienen algunos pequeños privilegios, muy pocos, siempre y cuando impongan una dura y severa conducta ante el resto de los prisioneros. Un día, una compañera de Edith/Nicole le ofrece el cargo de Kapo y ella acepta. Es en ese momento cuando le cambia el caracter de manera radical y parece renegar de su pasado. Es entonces cuando se desarrolla una descorazonadora historia de amor y las consecuencias del abuso de poder.

Es una estupenda película con la que me he quedado impactado. No es la "típica" peli de nazis, por suerte está enfocada desde otro punto de vista, y por raro que parezca, hasta puede florecer el amor en un sitio tan terrible como un campo de exterminio.

Disfruten del buen cine.
8
8 de abril de 2017
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo reconocer que la razón primigenia por la que decidí ver “Kapò” fue la curiosidad por descubrir qué era la abyección en el cine, concepto que no lograba comprender en profundidad. Y esa curiosidad surge, como podrán imaginar, a partir de la crítica a Kapò que hizo Jacques Rivette, columnista y director de la épica Cahiers du Cinéma. En la misma, Rivette decía, allá por 1961: “Observen en Kapò, el plano en que Riva se suicida, arrojándose sobre las alambradas electrificadas: el hombre que decide, en ese momento, hacer un travelling hacia adelante para reencuadrar el cadáver en un contra-picado, ocupándose de inscribir exactamente la mano alzada en un ángulo de su encuadre final, ese hombre sólo tiene derecho al más profundo desprecio”. Eso decía Rivette a los poco más de treinta años de edad.
Ahora bien, vamos a la definición de abyecto: despreciable o vil. Rivette calificaba de este modo a Pontecorvo porque consideraba que éste estilizaba el horror. Mucho le faltaría por ver y muy frescas tendría en sus retinas las imágenes de “Noche y Niebla” (mediometraje de A. Resnais, uno de los más desgarradores documentos fílmicos de la historia, construido con las imágenes capturadas por las tropas aliadas cuando liberaron los campos de concentración nazis) para emitir desde el lugar de privilegio que le otorgaba escribir para Cahiers semejante sentencia sobre Pontecorvo.
Finalmente vi “Kapò”. Y francamente, no encontré abyección. Que me disculpen los adoradores de la cultura del celuloide, pero lo que encontré fue una película interesante, valiente en su relato para la época en que fue realizada, lejos de los tanques, las bombas y los finales llenos de héroes y condecoraciones. Inevitable recordar al verla, al gran libro de Viktor Frankl, “El hombre en busca de sentido”, pero aún así, Pontecorvo tuvo la virtud de no dejarnos tentar juzgando a Edith, sino que demostró la sabiduría suficiente para que podamos comprenderla.
¿Qué queda por decir sobre la abyección? Si es tan detestable en el cine como en cualquier otra disciplina artística ¿qué opinión nos merece todo el arte renacentista, con mártires, sangre y tormento a toneladas? Y más aún ¿qué nos queda por decir de escenas como la de la aclamada (y por mí odiada) “Más allá de las fronteras”? Allí A. Jolie, en la toma que todos recordarán, se acerca a un niño desnutrido y al buitre que está a su lado esperando que muera para devorar su carroña. Sólo esa escena me dio ganas de vomitar. Y ni hablar de la ganadora del Oscar, la primera primerísima en mi lista de películas odiadas: “La vida es bella”. En esta la abyección es terrible, porque trasciende lo estético, la abyección es conceptual. Podríamos seguir con la lista de abyecciones en el cine que a ningún director le valieron el precio que pagó injustamente Pontecorvo y frente a las cuales, que yo sepa, Rivette no expresó jamás públicamente desacuerdo alguno.
Valga solamente esta opinión para salvar la memoria de Gilles Pontecorvo, recomendar su cine -“La batalla de Argel”, obra maestra- y manifestarme en contra de tanta afectación culturosa y cobarde que durante décadas rondó en torno a su cine.
8
14 de enero de 2010
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria y desconocidísima película de uno de los pioneros del cine político, el casi siempre interesante Gillo Pontecorvo, "Kapo" cuenta la historia de una jovencita francesa judía que durante la ocupación nazi es recluída en un campo de concentración; afortunadamente logra escapar de la cámara de gas, y haciéndose pasar por una presa común es deportada a un campo de trabajo en Polonia, donde llega a alcanzar el status de Kapo, algo así como una capataz de confianza para los nazis.

El interés del filme radica en ser uno de los primeros que abordó abiertamente el horror de los campos de concentración, mostrando particularmente la situación de las mujeres, y en que analiza con gran crudeza la adaptación psicológica de la joven Edith a una realidad terrible. La película es también una reflexión acerca del colaboracionismo y de las circunstancias que conducen al mismo, en este caso la mera superviviencia y la terrible convicción de que ésta prevalece sobre la dignidad. Edith, capturada siendo apenas una niña, separada de unos padres cuyo destino son las cámaras, no espera nada de la vida futura, no tiene un lugar al que volver y su única meta es sobrevivir, cueste lo que cueste; en este sentido es interesante el paralelismo que muestra respecto a Karl, un joven SS que sólo cree en la patria y en el deber ligado a ella.

El filme se beneficia de un estupendo guión, unas creíbles interpretaciones (magnífica Susan Strasberg, así como las secundarias) y de una notable ambientación, que transmite eficazmente la dureza de los campos. Todo ello, bien amalgamado por el director, da como resultado una película directa, dura y desesperanzada, a la que no obstante cabe reprocharle, como ha apuntado alguna crítica, una pobre y mal utilizada banda sonora.

Por el contrario, la historia de amor que Edith tiene con Sasha, el prisionero ruso, no me parece una concesión sentimental, sino un necesario giro para la historia; Edith parece haber encontrado una razón a la que agarrarse de cara al futuro, un motivo, en suma, por el que merece la pena arriesgar lo conseguido, esto es, la supervivencia. Finalmente, Edith enfrentará su destino, pero lo hará con la amargura extrema de quien se cree engañado y tiene por ello la terrible certidumbre de que nada le queda más allá de la alambrada.
8
16 de agosto de 2008
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adelantada a su tiempo. No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que Spielberg y sus colaboradores la tuvieron muy en cuenta a la hora de definir el estilo visual de "La lista de Schindler". La primera parte, más descriptiva y cruda, contiene algunas escenas de prisioneros (siendo conducidos hacia las cámaras de gas, transportados en trenes o intentando mejorar su aspecto antes de una selección médica) que lo dejan bien claro.
Fue una de las primeras películas en abordar sin tapujos el tema del holocausto judío –sólo habían transcurrido 15 años–, y una de las más realistas en su recreación.

Esta fuerza visual, los actores (puede decirse, tanto de la protagonista como de los secundarios y extras, que son mejor que decentes) y el valor histórico inmanente a los guiones de Pontecorvo (era tan exigente que desechaba casi todo lo que pasaba por sus manos, incluyendo sus propios escritos), suponen sus principales alicientes. Pero la música no les sigue ni en ritmo ni en nivel, se intercalan un par de vídeos de archivo que rompen la homogeneidad de la fotografía (de verdad que es para cabrearse con lo que intentan hacer para simular el campo visual de unos prismáticos), y la historia de amor en la segunda mitad, a pesar de entretener y de dar un giro "antimonotonía" que demuestra bastante inteligencia, no deja de traicionar (y el mismo director lo reconocería) los principios con los que fue concebida la producción.

Resumiendo, gracias a su primera mitad no puede faltar en todo buen recopilatorio cinematográfico sobre el holocausto judío que se precie de serlo.

-------

El nuevo prisionero se acerca a la kapo de la que acaba de quedar prendado y acaricia al gato que ésta acuna en sus brazos. Observa que el collar tiene una inscripción.
–¿Qué pone?
–«Quien lo toque, muere».
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