Kapo
7.1
613
Drama
Edith es una joven judía deportada a un campo de exterminio, donde pierde a su familia. Ella se salva porque acepta desempeñar la función de Kapo, prisionero privilegiado cuya misión consiste en vigilar a los demás presos. Edith se adaptará a las formas brutales y despiadadas de sus carceleros hasta que se enamora de un prisionero soviético. (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2020
23 de septiembre de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
306/16/11/09/20) Notable drama enmarcado en algo tan novedoso hace 60 años como era el Holocausto, y la vida en los campos de exterminio nazis. Dirigida por el combativo políticamente Gillo Pontecorvo (judío antifascista, lideró la resistencia en Milán entre 1943 y 1945 durante la WWII), guión propio junto a Franco Solinas (“La batalla de Argel”), la idea de la película nació, en conjunto, entre Gillo y Franco, tras la lectura de “Si esto es un hombre” de Primo Levi, pero entre ellos hubo discusiones sobre el enfoque que dar a la historia, por ejemplo el director no estaba de acuerdo con la introducción de la historia de amor, o el final (spoiler), teniendo que hacer de intermediario el productor Franco Cristaldi parta hubiera fumata blanca. Historia valiente y nada complaciente donde se hace una radiografía punzante del espíritu de supervivencia, sobre como esto te puede deshumanizar, del despertar de la inocencia, de la dignidad, de las ansias de redención, sobre los caminos que nos pueden llevar a colaborar con el enemigo. Ello en un relato cargado de atmósfera de pesadumbre, maravillosamente escenificado, narrado con crudeza, sabiendo sumergirnos en el descenso paulatino de la joven protagonista al Averno de tener que vender su alma al Diablo (los nazis) para sobrevivir (ello ejemplificado nada sutilmente con el nombre del gato negro, Fausto), con unos personajes espléndidos en sus aristas nada acomodaticias, pues muestran a los Kapós como tratan con violencia a los presos y vemos a un soldado nazi amable, y ello enarbolado por brillantes actuaciones, siendo sublime la de Susan Strasberg (hija del mítico Lee Strasberg, creador del mítico Actor´s Studio y su ‘método’), desprende humanidad y dulzura con esos ojazos infinitos, elegida para el papel el mismo año en que perdió el de protagonista en “El diario de Ana Frank” de George Stevens que había encarnado en Broadway. Un viaje a los horrores de la SHOAH, de cómo el estar al límite te puede hacer sobrepasar cualquier línea moral, y más si eres tan joven. Film nominado al Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1960 (perdiendo ante “El manantial de la doncella”).
Empieza con Edith (Susan Strasberg), tocando el piano en un apartamento, está dando clases de música, sale del lugar y a vemos que al caminar por la calle tiene un abrigo con la estrella de David en su pecho (lo que los nazis hacían poner a los judíos), es una niña judía de catorce años que al llegar frente al edificio de sus padres ve como los nazis se llevan a decenas de judíos en camiones, entre ellos sus progenitores, entre los que observan le dicen a la joven que se quede quieta, pero ella corre hacia sus padres, y entonces es echada también al camión, tras lo que vemos que son llevados en trenes a un campo de concentración. Allí son seleccionados y separados los niños de los padres, Edith intenta escapar y llega a un barracón donde una mujer la lleva a la enfermería, donde el doctor se apiada de ella y le da una identidad nueva, la de una reciente muerta, Nicole, y le dice que ya no puede decir que es judía, ahora es una ladrona con el triángulo negro. Estando allí ve por la ventana como cientos de presos son llevados desnudos a empujones hacia la muerte (a las cámaras de gas), entre ellos los padres, ella grita desconsolada. Esto en unos pocos minutos de introducción para veamos el forzado despertar de la inocencia de Edith.
Para a posteriori introducirnos en un campo de concentración, donde las duras condiciones de vida llevan a la joven al borde del abismo mental, desesperación ejemplificada cuando abraza congelada la estufa de los kapós, provocándole llagas en las manos, que precisamente le harán estar cerca de ser ‘desechada’ durante un control ‘médico’, pero su improvisación le hace entrar en ser una de las favoritas de los oficiales nazis (especialmente con Karl encarnado por Gianni Garko, un manco hastiado de no poder estar en la línea de combate contra los rusos), y con ello venderá su cuerpo (y virginidad) por comida, esto terminará llevándola a ser una Kapò. Una travesía por el darwinismo, donde solo sobreviven los más fuertes, dejando un substrato de complejidad sobre si está bien o mal traicionar a o tu gente para salvarte, esto que en principio suena a egoísta es abordado con ambigüedad moral y sin juzgar, el clásico enfrentamiento entre individualismo frente a solidaridad con el colectivo. De cómo en las peores circunstancias los nazis supieron enfrentar a unas víctimas contra otras jerarquizándolas y dando privilegios a unas sobre otras.
La cinta tiene su catarsis con la llegada de un grupo de presos rusos, esto ejemplificado cuando los soviéticos entran en el barracón delas mujeres y estas les abrazan felices cual si fueran libres. Para entonces Edith es una fría mujer que parece desprovista de emociones, pero el encuentro con el noble y apuesto prisionero de guerra ruso, Sascha (Laurent Terzieff), la hace enamorarse y encontrar su alma. Este elemento romántico hizo colisionar a los dos guionistas, y entiendo Pontecorvo tenía razón pues esta sub trama amorosa da un giro que rompe con el naturalismo salvaje de la película hacia escenas intimistas que nos desvían de lo importante. En su rush final retoma la crudeza con el plan de fuga, claramente inspirado en la fuga de Sobibor, donde el personaje protagonista tiene su oportunidad para redimirse, ello en un tramo climático vibrante.
La puesta en escena resulta notable en su recreación del campo de prisioneros rodado en Yugoslavia, , gracias a la gran labor del diseñador de producción Aleksandar Milovic (peaje por ser co-producción) y el director de arte Piero Gherardi (“La Dolce Vita” o “Fellini 8½”), con esos barracones, alambradas y torres de vigilancia; Estupenda la cinematografía de fotografía Aleksandar Sekulovic en glorioso brillante b/n manejando toda una gama de grises que acentúan el dramatismo, con tomas que extraen lo desgarrador del entorno en cuasi documental;... (sigo en spoiler)
Empieza con Edith (Susan Strasberg), tocando el piano en un apartamento, está dando clases de música, sale del lugar y a vemos que al caminar por la calle tiene un abrigo con la estrella de David en su pecho (lo que los nazis hacían poner a los judíos), es una niña judía de catorce años que al llegar frente al edificio de sus padres ve como los nazis se llevan a decenas de judíos en camiones, entre ellos sus progenitores, entre los que observan le dicen a la joven que se quede quieta, pero ella corre hacia sus padres, y entonces es echada también al camión, tras lo que vemos que son llevados en trenes a un campo de concentración. Allí son seleccionados y separados los niños de los padres, Edith intenta escapar y llega a un barracón donde una mujer la lleva a la enfermería, donde el doctor se apiada de ella y le da una identidad nueva, la de una reciente muerta, Nicole, y le dice que ya no puede decir que es judía, ahora es una ladrona con el triángulo negro. Estando allí ve por la ventana como cientos de presos son llevados desnudos a empujones hacia la muerte (a las cámaras de gas), entre ellos los padres, ella grita desconsolada. Esto en unos pocos minutos de introducción para veamos el forzado despertar de la inocencia de Edith.
Para a posteriori introducirnos en un campo de concentración, donde las duras condiciones de vida llevan a la joven al borde del abismo mental, desesperación ejemplificada cuando abraza congelada la estufa de los kapós, provocándole llagas en las manos, que precisamente le harán estar cerca de ser ‘desechada’ durante un control ‘médico’, pero su improvisación le hace entrar en ser una de las favoritas de los oficiales nazis (especialmente con Karl encarnado por Gianni Garko, un manco hastiado de no poder estar en la línea de combate contra los rusos), y con ello venderá su cuerpo (y virginidad) por comida, esto terminará llevándola a ser una Kapò. Una travesía por el darwinismo, donde solo sobreviven los más fuertes, dejando un substrato de complejidad sobre si está bien o mal traicionar a o tu gente para salvarte, esto que en principio suena a egoísta es abordado con ambigüedad moral y sin juzgar, el clásico enfrentamiento entre individualismo frente a solidaridad con el colectivo. De cómo en las peores circunstancias los nazis supieron enfrentar a unas víctimas contra otras jerarquizándolas y dando privilegios a unas sobre otras.
La cinta tiene su catarsis con la llegada de un grupo de presos rusos, esto ejemplificado cuando los soviéticos entran en el barracón delas mujeres y estas les abrazan felices cual si fueran libres. Para entonces Edith es una fría mujer que parece desprovista de emociones, pero el encuentro con el noble y apuesto prisionero de guerra ruso, Sascha (Laurent Terzieff), la hace enamorarse y encontrar su alma. Este elemento romántico hizo colisionar a los dos guionistas, y entiendo Pontecorvo tenía razón pues esta sub trama amorosa da un giro que rompe con el naturalismo salvaje de la película hacia escenas intimistas que nos desvían de lo importante. En su rush final retoma la crudeza con el plan de fuga, claramente inspirado en la fuga de Sobibor, donde el personaje protagonista tiene su oportunidad para redimirse, ello en un tramo climático vibrante.
La puesta en escena resulta notable en su recreación del campo de prisioneros rodado en Yugoslavia, , gracias a la gran labor del diseñador de producción Aleksandar Milovic (peaje por ser co-producción) y el director de arte Piero Gherardi (“La Dolce Vita” o “Fellini 8½”), con esos barracones, alambradas y torres de vigilancia; Estupenda la cinematografía de fotografía Aleksandar Sekulovic en glorioso brillante b/n manejando toda una gama de grises que acentúan el dramatismo, con tomas que extraen lo desgarrador del entorno en cuasi documental;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... Buena labor en la edición de Roberto Cinquini (“Por un puñado de dólares”) sabiendo incrustar imágenes de archivo de convoyes militares en la película haciéndolo verosímil.
Kapò: Durante la WWII, en los campos de concentración que establecieron los nazis para mantener prisioneros a los millones de “enemigos” que se llevaron presos, se inventaron un cargo al que denominaron, Kameradschafts-Polizei (Policía de Camaradas), el cual asignaban a personas recluidas por actos delincuenciales y que tuvieran un fuerte carácter, aunque, ocasionalmente, se asignaba a personas que simplemente inspiraran respeto entre el grupo de prisioneros(as). Sus funciones principales eran: supervisar el comportamiento en las barracas y vigilar a los prisioneros cuando eran sacados para hacer trabajo de campo. Además de que tenían poder para castigar y hasta matar a quien violara las normas o alterara el orden, los Kapós (así comenzó a llamárseles abreviadamente) eran compensados con mejor comida, cómodos espacios para dormir, menores esfuerzos laborales y otros privilegios.
Spoiler:
Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): Terese (la traductora presa amiga de la protagonista) desesperada ha perdido la fe y se dirige con serenidad hacia la electrificada valla, arrojándose con determinación contra ella; Cuando la protagonista vuelve al barracón y una presa se mete con ella por confraternizar con los nazis, Edith le da unos guantazos, reflejando como ha cambiado el carácter de insegura a superviviente; El castigo a Sacha, colocándolo toda la noche de pie en un cuadradito pintado que delante tiene la valla electrificada, si se sale de la pintuira hacia adelante morirá electrocutado y si lo hace atrás el guardia de la torreta le disparará, vemos como Edith (culpable del castigo) observa compungida la escena, Sacha se tambalea tras horas de pie; Y por supuesto el estruendoso y aparatoso final con los presos intentando huir en modo avalancha, en un acto que está claramente inspirado en la huida de del campo de exterminio de Sobibor durante la WWII, similar en ejecución. Ello adornadeo emocionalmente con que Edith se convierte en la principal ayuda para la huida, desconectando la electrificación, aunque esto sabe le costará la vida, lo hace seguramente a modo de expiación por sus pecados en el campo de concentración, trémulo desenlace en su sacrificio.
Entre el tándem de guionistas (Potecorvo & Solinas) no hubo acuerdo sobre el final. Frente al sacrificio final, Pontecorvo hubiera preferido que Edith, una vez liberada, expiara en soledad y remordimiento la elección de pasar al lado de los torturadores.
La película fue criticada de diversas formas por críticos de cine e inicialmente contó con un fuerte ataque de Jacques Rivette, crítico y director francés, describió la toma de seguimiento hacia adelante que muestra a Emmanuelle Riva suicidándose arrojándose sobre cables electrificados, acusando al director de haber querido así hacer la muerte espectacular. El director se defendió aludiendo a la parte superior derecha del plano, en la que, detrás de Teresa, siguen marchando los demás internos; Por tanto, el objeto de su atención no era el suicidio, sino la indiferencia, la adicción a la muerte de sus compañeros.
“Hay algo que no pueden quitarnos si nos aferramos a ello: Nuestra dignidad!”
Strasberg originó el papel principal en la producción de Broadway de El diario de Ana Frank , dirigida por Garson Kanin , que tuvo 717 funciones entre 1955 y 1957. Brooks Atkinson escribió que era "una joven esbelta y encantadora con un rostro en forma de corazón, un par de ojos ardientes y el alma de una actriz". Strasberg fue nominada a un premio Tony a la edad de 18 años y se convirtió en la actriz más joven en protagonizar Broadway con su nombre sobre el título de la marquesina.
Film muy recomendable en su hondura dramática y capacidad de hacerte reflexionar sobre lo que estarías dispuesto a hacer en caso de supervivencia. Fuerza y honor!!!
Kapò: Durante la WWII, en los campos de concentración que establecieron los nazis para mantener prisioneros a los millones de “enemigos” que se llevaron presos, se inventaron un cargo al que denominaron, Kameradschafts-Polizei (Policía de Camaradas), el cual asignaban a personas recluidas por actos delincuenciales y que tuvieran un fuerte carácter, aunque, ocasionalmente, se asignaba a personas que simplemente inspiraran respeto entre el grupo de prisioneros(as). Sus funciones principales eran: supervisar el comportamiento en las barracas y vigilar a los prisioneros cuando eran sacados para hacer trabajo de campo. Además de que tenían poder para castigar y hasta matar a quien violara las normas o alterara el orden, los Kapós (así comenzó a llamárseles abreviadamente) eran compensados con mejor comida, cómodos espacios para dormir, menores esfuerzos laborales y otros privilegios.
Spoiler:
Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): Terese (la traductora presa amiga de la protagonista) desesperada ha perdido la fe y se dirige con serenidad hacia la electrificada valla, arrojándose con determinación contra ella; Cuando la protagonista vuelve al barracón y una presa se mete con ella por confraternizar con los nazis, Edith le da unos guantazos, reflejando como ha cambiado el carácter de insegura a superviviente; El castigo a Sacha, colocándolo toda la noche de pie en un cuadradito pintado que delante tiene la valla electrificada, si se sale de la pintuira hacia adelante morirá electrocutado y si lo hace atrás el guardia de la torreta le disparará, vemos como Edith (culpable del castigo) observa compungida la escena, Sacha se tambalea tras horas de pie; Y por supuesto el estruendoso y aparatoso final con los presos intentando huir en modo avalancha, en un acto que está claramente inspirado en la huida de del campo de exterminio de Sobibor durante la WWII, similar en ejecución. Ello adornadeo emocionalmente con que Edith se convierte en la principal ayuda para la huida, desconectando la electrificación, aunque esto sabe le costará la vida, lo hace seguramente a modo de expiación por sus pecados en el campo de concentración, trémulo desenlace en su sacrificio.
Entre el tándem de guionistas (Potecorvo & Solinas) no hubo acuerdo sobre el final. Frente al sacrificio final, Pontecorvo hubiera preferido que Edith, una vez liberada, expiara en soledad y remordimiento la elección de pasar al lado de los torturadores.
La película fue criticada de diversas formas por críticos de cine e inicialmente contó con un fuerte ataque de Jacques Rivette, crítico y director francés, describió la toma de seguimiento hacia adelante que muestra a Emmanuelle Riva suicidándose arrojándose sobre cables electrificados, acusando al director de haber querido así hacer la muerte espectacular. El director se defendió aludiendo a la parte superior derecha del plano, en la que, detrás de Teresa, siguen marchando los demás internos; Por tanto, el objeto de su atención no era el suicidio, sino la indiferencia, la adicción a la muerte de sus compañeros.
“Hay algo que no pueden quitarnos si nos aferramos a ello: Nuestra dignidad!”
Strasberg originó el papel principal en la producción de Broadway de El diario de Ana Frank , dirigida por Garson Kanin , que tuvo 717 funciones entre 1955 y 1957. Brooks Atkinson escribió que era "una joven esbelta y encantadora con un rostro en forma de corazón, un par de ojos ardientes y el alma de una actriz". Strasberg fue nominada a un premio Tony a la edad de 18 años y se convirtió en la actriz más joven en protagonizar Broadway con su nombre sobre el título de la marquesina.
Film muy recomendable en su hondura dramática y capacidad de hacerte reflexionar sobre lo que estarías dispuesto a hacer en caso de supervivencia. Fuerza y honor!!!
16 de junio de 2018
16 de junio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la II Guerra Mundial, en los campos de concentración que establecieron los nazis para mantener prisioneros a los millones de “enemigos” que se llevaron presos, se inventaron un cargo al que denominaron, Kameradschafts-Polizei (Policía de Camaradas), el cual asignaban a personas recluidas por actos delincuenciales y que tuvieran un fuerte carácter, aunque, ocasionalmente, se asignaba a personas que simplemente inspiraran respeto entre el grupo de prisioneros(as). Sus funciones principales eran: supervisar el comportamiento en las barracas y vigilar a los prisioneros cuando eran sacados para hacer trabajo de campo. Además de que tenían poder para castigar y hasta matar a quien violara las normas o alterara el orden, los Kapós (así comenzó a llamárseles abreviadamente) eran compensados con mejor comida, cómodos espacios para dormir, menores esfuerzos laborales y otros privilegios.
Edith, es una muchacha de 14 años, con buena formación y estudiante de piano, quien, un día gris, termina montada en el mismo camión en el que también son llevados sus padres por el “delito” de ser judíos. Pero, en el campo de concentración y separada de sus progenitores, la muchacha va a tener mejor suerte que ellos, cuando es puesta en manos de un consecuente médico que se dispone a ayudarla.
Así comienza este nuevo drama con el que, el director italiano Gillo Pontecorvo, pretende mantener viva la memoria sobre uno de los hechos más atroces por los que haya pasado la humanidad, el cual dejó un saldo superior a 50 millones de víctimas mortales, sin contar varios millones de heridos y lisiados. Con un guion escrito a dos manos con su habitual colaborador Franco Solinas, Pontecorvo logra una sensible historia en la que, las mujeres, serán las principales protagonistas y podremos apreciar las complejas y muy difíciles situaciones por las que muchísimas pasaron.
De manera bastante atinada, el director consigue alejarse de los estereotipos y alcanza un positivo contraste entre las prisioneras y sus verdugos, de tal manera que, en términos generales, no se alimentan visiones sesgadas de ningún tipo. Pero, hay que decir que, ciertos actos de violencia y de crueldad son recreados a veces con excesiva prudencia, al punto que parecen acciones de comedia. Ésta y el escaso nivel interpretativo de algunos secundarios, podrían ser las principales bajas de un filme que, de resto, complace con la sólida interpretación de Susan Strasberg y Emmanuelle Riva. La primera, suplantando a una figura muerta y moviéndose en la difícil disyuntiva de gozar de los privilegios que se le ofrecen o ser fiel a la causa de quienes luchan por la libertad; y la segunda, una equilibrada Thérèse, luchando por preservarse digna y por sobrevivir en un lugar jamás imaginado.
En el período de dos años en que transcurre la historia de “KAPO’”, muchas cosas dolorosas, y otras también admirables, van a suceder… y Pontecorvo preserva su coherencia política con un filme que importa y vale la pena ver.
Un mensaje para recordar: “Hay algo que no pueden quitarnos si nos aferramos a ello: ¡Nuestra dignidad!”
Edith, es una muchacha de 14 años, con buena formación y estudiante de piano, quien, un día gris, termina montada en el mismo camión en el que también son llevados sus padres por el “delito” de ser judíos. Pero, en el campo de concentración y separada de sus progenitores, la muchacha va a tener mejor suerte que ellos, cuando es puesta en manos de un consecuente médico que se dispone a ayudarla.
Así comienza este nuevo drama con el que, el director italiano Gillo Pontecorvo, pretende mantener viva la memoria sobre uno de los hechos más atroces por los que haya pasado la humanidad, el cual dejó un saldo superior a 50 millones de víctimas mortales, sin contar varios millones de heridos y lisiados. Con un guion escrito a dos manos con su habitual colaborador Franco Solinas, Pontecorvo logra una sensible historia en la que, las mujeres, serán las principales protagonistas y podremos apreciar las complejas y muy difíciles situaciones por las que muchísimas pasaron.
De manera bastante atinada, el director consigue alejarse de los estereotipos y alcanza un positivo contraste entre las prisioneras y sus verdugos, de tal manera que, en términos generales, no se alimentan visiones sesgadas de ningún tipo. Pero, hay que decir que, ciertos actos de violencia y de crueldad son recreados a veces con excesiva prudencia, al punto que parecen acciones de comedia. Ésta y el escaso nivel interpretativo de algunos secundarios, podrían ser las principales bajas de un filme que, de resto, complace con la sólida interpretación de Susan Strasberg y Emmanuelle Riva. La primera, suplantando a una figura muerta y moviéndose en la difícil disyuntiva de gozar de los privilegios que se le ofrecen o ser fiel a la causa de quienes luchan por la libertad; y la segunda, una equilibrada Thérèse, luchando por preservarse digna y por sobrevivir en un lugar jamás imaginado.
En el período de dos años en que transcurre la historia de “KAPO’”, muchas cosas dolorosas, y otras también admirables, van a suceder… y Pontecorvo preserva su coherencia política con un filme que importa y vale la pena ver.
Un mensaje para recordar: “Hay algo que no pueden quitarnos si nos aferramos a ello: ¡Nuestra dignidad!”
14 de octubre de 2018
14 de octubre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Kapò” define a la perfección el cine de Gillo Pontecorvo, un cine de compromiso militante, de mirar a la realidad cara a cara y sin esconder las preferencias ideológicas, pero sin dejar de lado un interés notable por alcanzar las grandes plateas, incluso al precio de contradecir a los sectores más puristas del cine internacional de los tiempos en que el italiano era uno de los grandes del cine de denuncia, la década de los años sesenta. Claramente izquierdista se adentraba en los recovecos de la desgracia fascista, no dejando indiferente absolutamente a nadie. Susan Strasberg le sirve aquí para hablar de los kapò, denominados como “policía judía”, presos que vigilaban a los demás presos a cambio de mejor trato, poniendo sobre la mesa cuestiones que aún no se habían planteado en el cine que trató el tema del Holocausto judío y los campos de concentración.
El interés principal del filme radica en ser uno de los primeros que abordó abiertamente el horror de los campos de concentración, mostrando particularmente la situación de las mujeres, y en que analiza con gran crudeza la adaptación psicológica de la joven Edith a una realidad terrible. La película es también una reflexión acerca del colaboracionismo y de las circunstancias que conducen al mismo, en este caso la mera supervivencia y la terrible convicción de que ésta prevalece sobre la dignidad. El filme se beneficia de un estupendo guión, unas creíbles interpretaciones y de una notable ambientación, que transmite eficazmente la dureza de los campos. Todo ello, bien amalgamado por el director, da como resultado una película directa, dura y desesperanzada.
Susan Strasberg, merece un elogio especial. Además de ser muy bella, esta actriz neoyorkina (1938-1999) que no llegó por muy poco a conocer el siglo XXI, era una estupenda intérprete de obras dramáticas. Su rostro era de una seducción impresionante y en esta película, que quizás sea la mejor de toda su carrera, realizó una actuación que queda relevantemente para la historia. Ella era pequeña y delgada, pero enamoraba por su enorme carisma, tanto haciendo de digna, como de indigna o de indignada.
Una buena película, una película tremenda, cruda, convincente, trágica y hasta en ocasiones repugnante. Todo un testimonio de lo que somos los seres humanos o en qué nos podemos convertir cuando nos vemos inmersos en una situación límite de sufrimiento, de humillación, de deshumanización.
El interés principal del filme radica en ser uno de los primeros que abordó abiertamente el horror de los campos de concentración, mostrando particularmente la situación de las mujeres, y en que analiza con gran crudeza la adaptación psicológica de la joven Edith a una realidad terrible. La película es también una reflexión acerca del colaboracionismo y de las circunstancias que conducen al mismo, en este caso la mera supervivencia y la terrible convicción de que ésta prevalece sobre la dignidad. El filme se beneficia de un estupendo guión, unas creíbles interpretaciones y de una notable ambientación, que transmite eficazmente la dureza de los campos. Todo ello, bien amalgamado por el director, da como resultado una película directa, dura y desesperanzada.
Susan Strasberg, merece un elogio especial. Además de ser muy bella, esta actriz neoyorkina (1938-1999) que no llegó por muy poco a conocer el siglo XXI, era una estupenda intérprete de obras dramáticas. Su rostro era de una seducción impresionante y en esta película, que quizás sea la mejor de toda su carrera, realizó una actuación que queda relevantemente para la historia. Ella era pequeña y delgada, pero enamoraba por su enorme carisma, tanto haciendo de digna, como de indigna o de indignada.
Una buena película, una película tremenda, cruda, convincente, trágica y hasta en ocasiones repugnante. Todo un testimonio de lo que somos los seres humanos o en qué nos podemos convertir cuando nos vemos inmersos en una situación límite de sufrimiento, de humillación, de deshumanización.
6 de junio de 2019
6 de junio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy estimable film de Gillo Pontecorvo, considerado por algunos críticos como uno de sus menos afortunados trabajos, pero que a mí me ha gustado y convencido.
Creo que transmite bien la sensación cruel de la guerra y sus consecuencias para con los menos desfavorecidos, así como que refleja a la perfección el instinto de supervivencia de un ser humano, capaz de aclimatarse a su nueva situación de forma que sólo piense y actúe para sobrevivir en medio del terror, humillación y falta total de dignidad humana.
Muy bien interpretada, su estilo semidocumental nos lleva a un submundo, por desgracia real en el pasado reciente (y también en el actual, por desgracia), donde vemos lo mejor y peor del ser humano.
Merece la pena e invita a la reflexión.
https://filmsencajatonta.blogspot.com
Creo que transmite bien la sensación cruel de la guerra y sus consecuencias para con los menos desfavorecidos, así como que refleja a la perfección el instinto de supervivencia de un ser humano, capaz de aclimatarse a su nueva situación de forma que sólo piense y actúe para sobrevivir en medio del terror, humillación y falta total de dignidad humana.
Muy bien interpretada, su estilo semidocumental nos lleva a un submundo, por desgracia real en el pasado reciente (y también en el actual, por desgracia), donde vemos lo mejor y peor del ser humano.
Merece la pena e invita a la reflexión.
https://filmsencajatonta.blogspot.com
9 de octubre de 2015
9 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pontecorvo nos lleva a un campo de internamiento nazi y no se anda con tonterías. Alambrada adentro las cosas fueron muy duras, todos lo sabían nada más acabada la guerra. No es un camino de rosas, no es una vereda en primavera, si el maestro italiano decide realizar una película sobre el proceso de cambio de una niña que de un día para otro ve arrasada su vida, no creo que sea reprochable que sea en según qué momento tan explícito como desee.
La niña Edith grita en un momento dado '¡estoy viva!', porque esa es su única aspiración cuando descubre el terror del hambre, de las visitas del médico nazi y del tiempo que le ha tocado vivir. Nada más empezar la vemos tocando el piano, poco después de que acaben de salir los títulos del crédito ya está siendo trasladada en uno de los trenes infernales junto a sus padres. ¡¡Ay sus padres!!; lamentablemente parece que se olvida pronto de que ya no están junto a ella, la niña ya no es tan niña, sólo hizo falta que un poco de suerte apareciera por ahí para que de repente le pongan el brazalete de jefaza con ese detestable 'kapo' bien escrito, bien visible. Entonces Edith, que para colmo hasta ya le han cambiado el nombre, ya se ha convertido en una parte más del engranaje criminal. Ya no es una niña, ya todo vale para seguir con vida, para comer mejor, para no tener frío...
Así pues a Pontecorvo no le importa enseñar la cruda realidad, la enfoca y la señala aunque eso no guste a todos porque lo consideren gratuito. Acepto que dentro de Edith haya humanidad, incluso lo aceptaría en el caso de cualquier alemán, pero lo que ya no me cuadra tanto es la historia de amor. En todo caso, películas así son necesarias. Eso sí, uno ha de saber de antemano qué es lo que va a ver.
La niña Edith grita en un momento dado '¡estoy viva!', porque esa es su única aspiración cuando descubre el terror del hambre, de las visitas del médico nazi y del tiempo que le ha tocado vivir. Nada más empezar la vemos tocando el piano, poco después de que acaben de salir los títulos del crédito ya está siendo trasladada en uno de los trenes infernales junto a sus padres. ¡¡Ay sus padres!!; lamentablemente parece que se olvida pronto de que ya no están junto a ella, la niña ya no es tan niña, sólo hizo falta que un poco de suerte apareciera por ahí para que de repente le pongan el brazalete de jefaza con ese detestable 'kapo' bien escrito, bien visible. Entonces Edith, que para colmo hasta ya le han cambiado el nombre, ya se ha convertido en una parte más del engranaje criminal. Ya no es una niña, ya todo vale para seguir con vida, para comer mejor, para no tener frío...
Así pues a Pontecorvo no le importa enseñar la cruda realidad, la enfoca y la señala aunque eso no guste a todos porque lo consideren gratuito. Acepto que dentro de Edith haya humanidad, incluso lo aceptaría en el caso de cualquier alemán, pero lo que ya no me cuadra tanto es la historia de amor. En todo caso, películas así son necesarias. Eso sí, uno ha de saber de antemano qué es lo que va a ver.
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