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Si vamos 28, volvemos 28

Drama Una clase de bachillerato realiza su particular viaje de fin de curso; un viaje que se convierte en un retrato colectivo y antropológico en el que se capturan momentos muy particulares de madurez y desinhibición, de soledad e integración, de amor y crueldad.
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
15 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soberbio lo que ha conseguido Jonás Trueba con estos chavales. Para mí la mejor pieza del proyecto con mucha diferencia.

Cualquiera que se haya ido de viaje de estudios con el colegio/instituto podrá verse reflejado en algunas de las situaciones. Muestra lo que tiene que mostrar, realzando algunos detalles con buen gusto y dejando otros a la imaginación del espectador. Creo que también habría funcionad bien como película estrictamente de ficción, pero la interacción entre los chicos, compañeros de instituto en la vida real, le aporta una química y una verdad a la historia que resulta muy llamativa. Es una lástima que películas así no encuentren espacio en la cartelera porque estoy seguro de que sí tendrían su público. Y no solo adolescente, sino gente hecha y derecha, en el mejor de los casos.

Espero que con el paso de los años se le de a Jonás Trueba el reconocimiento que merece por querer difundir la palabra del cine más allá de los festivales internacionales, las salas de arte y ensayo y los círculos más cercanos a la industria.
Alvgv
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15 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí la maestría en el cine pasa por esto. Por una película llena de imperfecciones técnicas, justificadas por su condición de inevitables. Puestas al servicio pleno de lo que se cuenta, sin hacerle ni un mínimo de sombra, pero reluciéndolo a su vez.

He tenido que esperar desde 2018 para volver a ver “Si vamos 28, volvemos 28”, una pieza que narra el viaje fin de Bachillerato por Andalucía (mi tierra natal) de una clase madrileña. En ese primer visionado, yo cursaba Bachillerato, y es ahora dos años después, cuando valoro más esta obra, echando una vista atrás más consciente y llena de nostalgia, de un momento tan particular como irrepetible.

Estamos frente a una peripecia cinematográfica desmerecidamente desapercibida. Porque su éxito artístico podría considerarse algo casi milagroso. Puesto que lo genuino que encierran sus escasos 80 minutos de metraje es totalmente extraordinario.

Empezando por su concepción, producir un adentramiento en el universo adolescente con la intención de obtener un retrato altamente veraz, es algo que, antes de ver esto, consideraba imposible. Pero claro, es Jonás Trueba. Y es su mirada sensible y concreta la que consigue propiciar ese clima y consecuentemente armar el relato. Logrando ocultar la existencia de la cámara tanto a ellos como a nosotros.

Un relato que, como es habitual en el director, se compone de situaciones llenas de vida y repletas de detalles, que pueden funcionar perfectamente individualmente. Porque una trama o argumento clásico es algo que no interesa aquí.

Son los juegos nocturnos, las tímidas desobediencias, las conversaciones no superficiales (y las que sí), las frases mal rapeadas, las miradas, las risas, los besos, las lágrimas, las fiestas, los auriculares compartidos o unas manos entrelazadas; lo que de verdad interesa.

Y todo esto emerge de la cocreación. De que Jonás confíe y delegue una amplia zona del proceso creativo a los protagonistas. Y ahí es cuando las personas superan al personaje. Los actores se muestran transparentes y consiguen que el espectador sienta que los conoce de toda la vida. Cada uno de ellos con formas de ser y roles de grupo muy marcados como es usual a esas edades.

La única pega que le pondría a este largometraje son sus últimos 10 minutos, dónde reniega de tener una identidad de ficción y se convierte en un híbrido. Creo que le resta magia y que no conjuga del todo con el resto.


Por último decir que espero que mucha gente pueda disfrutar de esto y estoy seguro de que yo lo haré cada vez más con el paso del tiempo.
Espárrago
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31 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de los capítulos en los que se ha dividido la película, aquí estamos ante la gran pieza. Aunque cada capítulo tenga su propia importancia y sea, en sí mismo, una pequeña película... aquí se palpa la nostalgia de un presente que se sabe pasado, como en "La felicidad" de Varda. Todo está rodado con esa épica (no confundir con la épica de las películas Marvel). La película va surgiendo sobre sus propias ideas y ahí se forma su identidad.

El espectador se siente único, pues parece que le están contando (a él y solo a él) más que una historia, un secreto: un amor, un viaje de fin de curso, las diferentes formas de sentir. Jonás Trueba nos deja asomarnos a unas vidas que pudieron ser las nuestras, los matices entre unas y otras son pequeños pero fundamentales. Hay una inmensa verdad en todo lo que vemos.

Nunca un fin de curso se mostró así, con todo lo que ello conlleva. A menudo, el cine mainstream muestra la cara del exceso de este tipo de viajes, pero no nos enseña lo que marca el comportamiento de esos jóvenes: esa etapa concreta y trascendental de su desarrollo psicoevolutivo. Más que la entrada en la edad adulta, Trueba filma, sobre todo, la despedida de la infancia. De ahí que nunca se hubiera rodado así.
gpiqueras
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27 de junio de 2020
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Me he transportado a una realidad muy diferente de la que nos rodea, a un mundo amable y alejado de los problemas comunes de nuestro entrono. Durante toda la película mi dificultad fue ubicar el centro docente de donde provenían.
Mientras, he disfrutado el como un grupo de adolescentes en viaje de estudios por el sur de la Península van llenando los espacios de vida. Pero ésta me ha parecido como muy prestada, imitada y políticamente correcta, como ejecutando un manual de buenas prácticas. Definitivamente se trata de unos chicos y chicas muy agradables, educados y correctos, que se esfuerzan por hacerlo bien. Son adultos en costrucción, esto es, adolescentes y se les disculpa.
Creo que no se trata de intérpretes profesionales y la totalidad de los planos son subjetivos.
No se me ha hecho excesivamente larga y me ha gustado. La frescura de la juventud siempre es un efectivo eye-catching y se agradece.
Me ha encantado lo transparentes que son los jóvenes, como todo se les nota y es predecible.
Pero insisto en que me parecen una réplica políticamente correcta de sus progenitores . Tienes que fijarte bien para descartar que no se trate de personas adultas porque esos esteriotipos son de hace unas cuantas generaciones. Afortunadamente la frescura de la juventud ayuda a disipar dudas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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