The Devil Rides Out
1968 

6.3
1,322
Terror
Cuando Simon no acude a la reunión anual con sus amigos, el Duque de Richleau y Rex Van Ryn comienzan a preocuparse. Pronto descubren que ha ingresado en una secta satánica, cuyo líder es el Duque Mocata, que utiliza a inocentes, a los que lavan el cerebro por medio de hipnosis, y luego sacrifican en honor al diablo. Aunque Richleau está dispuesto a evitar que mueran más inocentes, la tarea a la que tendrá que enfrentarse no será sencilla. (FILMAFFINITY) [+]
8 de febrero de 2009
8 de febrero de 2009
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los años sesenta en Estados Unidos comenzaron a aflorar todo tipo de grupos sectarios de corte satánico y luciferino, que llegaron con la libertad religiosa de la época. Muchas noticias aparecían a diario en los medios de comunicación referentes a estos temas, tales como sacrificios, misas negras y demás actos diabólicos.
El cine, uno de los mejores periódicos de la sociedad del siglo XX, no tardó en ocuparse de estos asuntos rápidamente. Quizá la más conocida fue “La semilla del diablo”, pero otras muchas se realizaron con tramas parejas. Del mismo año que la anterior, 1968, es “La novia del Diablo”, una de las mejores películas de la madurez de la Hammer, mucho más compleja, ambigua, barroca y diferente de lo solían ser sus películas habitualmente.
Una de esas diferencias más notables es que hasta Christopher Lee hace de héroe y no de villano, ofreciéndonos un papel lleno de matices y dobles lecturas.
Pero es el punto de partida del guión lo que la hace a esta película tan especial. Una de las novelas ocultistas de Dennis Wheatley, uno de los mayores expertos en el tema, hace que el material sea de un valor a mayores comparado con otros guiones de la Hammer más cercanos a historias más simples y lineales.
Es un terror más maduro y trabajado y por lo tanto produce más angustia su visionado. Si antes mencionaba la interpretación de Lee, hay que resaltar aún más la de Charles Gray, en el papel de brujo satánico, que resulta estremecedor con esos ojos azules.
El director, ese grande del género que fue Terence Fisher, nos ofrece con maestría como rodar en interiores, pero es que además nos brinda desde persecuciones de coches a travellings de gran valor. A pesar de que siguió haciendo cine, esta es probablemente su última gran película.
Altamente aconsejable al público en general y referencia obligada para los amantes del cine de terror.
Nota: 7,2.
El cine, uno de los mejores periódicos de la sociedad del siglo XX, no tardó en ocuparse de estos asuntos rápidamente. Quizá la más conocida fue “La semilla del diablo”, pero otras muchas se realizaron con tramas parejas. Del mismo año que la anterior, 1968, es “La novia del Diablo”, una de las mejores películas de la madurez de la Hammer, mucho más compleja, ambigua, barroca y diferente de lo solían ser sus películas habitualmente.
Una de esas diferencias más notables es que hasta Christopher Lee hace de héroe y no de villano, ofreciéndonos un papel lleno de matices y dobles lecturas.
Pero es el punto de partida del guión lo que la hace a esta película tan especial. Una de las novelas ocultistas de Dennis Wheatley, uno de los mayores expertos en el tema, hace que el material sea de un valor a mayores comparado con otros guiones de la Hammer más cercanos a historias más simples y lineales.
Es un terror más maduro y trabajado y por lo tanto produce más angustia su visionado. Si antes mencionaba la interpretación de Lee, hay que resaltar aún más la de Charles Gray, en el papel de brujo satánico, que resulta estremecedor con esos ojos azules.
El director, ese grande del género que fue Terence Fisher, nos ofrece con maestría como rodar en interiores, pero es que además nos brinda desde persecuciones de coches a travellings de gran valor. A pesar de que siguió haciendo cine, esta es probablemente su última gran película.
Altamente aconsejable al público en general y referencia obligada para los amantes del cine de terror.
Nota: 7,2.
31 de mayo de 2012
31 de mayo de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arranca mostrándonos al duque de Richleu (Christopher Lee) y su amigo Rex Van Ryn (Leon Green) dirigiéndose a visitar a Simón Aron (Patrick Mower), el joven al que juraron a su padre 10 años atrás proteger y cuidar, encontrándose al entrar en la casa de este, un grupo de heterogéneas personas que parecen estar celebrando una fiesta, pero que la perspicacia y sabiduría en cuanto a temas satánicos del duque, le hacen, primero sospechar, y luego tras una visita al ático en la que ve anagramas y demás parafernalia satánica, confirmar que dicha reunión va de temas satánicos y que el chaval va por mal camino, por lo que a pesar de la fuerte oposición de este, se lo llevan por la fuerza de la casa.
Simón logra escaparse de la casa del duque y este y su amigo vuelven en su busca a la casa de marras, encontrando esta vacía y teniendo una experiencia infernal, a resultas de la cual el duque deduce que detrás del asunto esta Mocata (habla de él como si se tratara de un viejo enemigo) y que hay que ponerse manos a la obra para salvar al muchacho y acabar con la secta.
Todo esto a modo de presentación durante los primeros minutos, a partir de aquí, con la Hammer como productora, el maestro Richard Matheson adaptando una de las novelas de corte sobrenatural que el escritor Dennis Wheatley alumbro con el duque de Richleu como protagonista, y el eficiente hacedor de verdaderas joyitas (casi todas en la Hammer), Terence Fisher, en la dirección, tenemos un muy entretenido thriller satánico (las andanzas del duque y su inseparable amigo Rex, guardan evidentes semejanzas con las de Sherlock Holmes y Watson), estrenado el mismo año que "La semilla del diablo" (podría decirse que fueron las que abrieron el camino a las abundantes y buenas películas satánicas que preñaron los 70), en la que para variar tenemos a Christopher Lee del lado de las fuerzas del bien (vamos, haciendo de Peter Cushing, para que me entiendan), considerada por este como su mejor película rodada bajo el paraguas de la Hammer, y que a través de una excelente fotografía (obra del gran Arthur Grant, inquietante por lo luminosa, lo que a mi juicio es todo un hallazgo), una excelente banda sonora del reputado especialista en cine de terror, James Bernard, buen trabajo de todos y cada uno de los integrantes del casting (especialmente Charles Gray en el papel de Mocata), y un pulso narrativo en el que terror (a destacar un aquelarre en el que podemos ver al mismísimo Satanás, y otro conjunto de escenas con tarántula gigante y demonio a caballo de por medio) y thriller se complementan de maravilla, dan como resultado una buena y muy entretenida película, que el aficionado a este siempre resultón tipo de temáticas no debería perderse.
Sigue en spoiler por falta de espacio:
Simón logra escaparse de la casa del duque y este y su amigo vuelven en su busca a la casa de marras, encontrando esta vacía y teniendo una experiencia infernal, a resultas de la cual el duque deduce que detrás del asunto esta Mocata (habla de él como si se tratara de un viejo enemigo) y que hay que ponerse manos a la obra para salvar al muchacho y acabar con la secta.
Todo esto a modo de presentación durante los primeros minutos, a partir de aquí, con la Hammer como productora, el maestro Richard Matheson adaptando una de las novelas de corte sobrenatural que el escritor Dennis Wheatley alumbro con el duque de Richleu como protagonista, y el eficiente hacedor de verdaderas joyitas (casi todas en la Hammer), Terence Fisher, en la dirección, tenemos un muy entretenido thriller satánico (las andanzas del duque y su inseparable amigo Rex, guardan evidentes semejanzas con las de Sherlock Holmes y Watson), estrenado el mismo año que "La semilla del diablo" (podría decirse que fueron las que abrieron el camino a las abundantes y buenas películas satánicas que preñaron los 70), en la que para variar tenemos a Christopher Lee del lado de las fuerzas del bien (vamos, haciendo de Peter Cushing, para que me entiendan), considerada por este como su mejor película rodada bajo el paraguas de la Hammer, y que a través de una excelente fotografía (obra del gran Arthur Grant, inquietante por lo luminosa, lo que a mi juicio es todo un hallazgo), una excelente banda sonora del reputado especialista en cine de terror, James Bernard, buen trabajo de todos y cada uno de los integrantes del casting (especialmente Charles Gray en el papel de Mocata), y un pulso narrativo en el que terror (a destacar un aquelarre en el que podemos ver al mismísimo Satanás, y otro conjunto de escenas con tarántula gigante y demonio a caballo de por medio) y thriller se complementan de maravilla, dan como resultado una buena y muy entretenida película, que el aficionado a este siempre resultón tipo de temáticas no debería perderse.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como plus añadido para los aficionados al motor, podemos ver (entre otros) unos preciosos Bentley 3 litre y Lancia Lambda de 1928 en una persecución a través de la campiña inglesa (al estilo del mejor thriller de la época), un Vauxhall Cadet de 1931 en manos de una de las integrantes de la secta, y un Rolls-Royce 20/25 h.p. conducido por Mocata (todos ellos luciendo como recién salidos de fabrica).
9 de marzo de 2021
9 de marzo de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí me ha parecido magnífica. Una interesante película de tinte esotérico con el Gran Christopher Lee y una buena historia.
Muy entretenida, engancha desde el primer momento, con buenos giros y una excelente parte final.
Paree una partida de rol de "La Llamada De Cthulhu" llevada a la pantalla, casi puedes darte cuenta de cuando hacen las tiradas para buscar, oir, etc xDDD. Fantástica.
Muy entretenida, engancha desde el primer momento, con buenos giros y una excelente parte final.
Paree una partida de rol de "La Llamada De Cthulhu" llevada a la pantalla, casi puedes darte cuenta de cuando hacen las tiradas para buscar, oir, etc xDDD. Fantástica.
26 de diciembre de 2019
26 de diciembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novia del diablo (la batalla de Satán) se trata de una película producida por la mítica compañía británica de terror y serie B, la Hammer, y dirigida por uno de los directores fetiches de la citada, como fue Terence Fisher. Además, cuenta en el reparto principal con Cristopher Lee, con lo que tiene los suficientes alicientes como para que un amante de la serie B se lance a por ella de cabeza. Y difícilmente saldrá decepcionado.
No es casualidad que prácticamente coetáneamente a La novia del diablo (La batalla de Satán), nos encontremos con otra producción que revolucionaría no sólo el subgénero satánico o el de terror, sino el cine en general. Me estoy refiriendo, claro está, a la Semilla del diablo (1969), estrenada tan solo un año más tarde. Y es obvio que hay que hacer algunas comparaciones, de tal manera como en la historia del arte se hacen entre pintores de un mismo período, para sacar conclusiones provechosas.
De hecho, a priori puede parecer que ambas películas son muy similares, pero lo cierto es que están totalmente alejadas la una de la otra. La producción de la Hammer es precisamente eso, una producción más, una obra artesanal hecha por un dignisimo artesano como era Terence Fisher (que todo el que ama la serie B respeta como a un Dios), pero no una película que avanza o que incluso refleja el miedo o el terror de la sociedad de los sesenta. También hemos de tener en cuenta que la censura británica de aquella época era la que era, mucho más dura que la norteamericana, y la Hammer siempre estuvo atada en este sentido.
Sí la película de Polanski utilizaba una parábola de terror para contarnos multitud de temas, como el aborto (y las complicaciones de las medidas abortivas en aquellos años, que causaron miles de deformaciones en bebés, como ya relacionó muy bien el historiador cultural David J.Skal en su obra sobre la Historia cultural del terror), el aislamiento de una mujer, y en definitiva, iniciaba lo que sería el thriller psicológico contemporáneo, en la película de Fisher nos encontramos con algo diferente. Algo más tradicional, que no peor.
Lo que hace el guión, que en realidad está basado en una novela de Dennis Wheatley (un escritor con gran popularidad en el Reino Unido en aquellos años, y que frecuentemente en sus novelas tocaba temas sobrenaturales), es incluir algunos elementos y citas relacionadas con el satanismo, pero de manera muy superficial, con lo que la sociedad de aquella época podía evidentemente sentirse reflejado, porque le había llegado por algún canal. Sin embargo, todo eso se queda aquí, y no hay una auténtica explotación del tema del Satanismo, más que en algún momento contado.
Por ejemplo, sí, vemos los sacrificios del gallo, así como un pentagrama. Incluso se habla de Las Clavículas de Salomón, una cita culta a un libro del siglo XVI que está relacionado con la magia negra y que existe o existió realmente. También, el personaje de Cristopher Lee, que es el que en realidad tira toda esta información a la cara del espectador, habla del camino de la mano izquierda (también relacionado con la magia negra), algo real.
Pero todo esto no dejan de ser elementos tan folclóricos que podría haber oído una abuela en la peluquería en una conversación terrorífica sobre la creciente aparición de sectas relacionadas con Satán. Nada más lejos de la realidad.
Y sin embargo, todo lo comentado anteriormente no hace a la película algo peor. En realidad, es una obra maestra en su género. Dentro del terror popular, alejado del cine más para élites que pretendía Polanski, La novia del diablo se convierte en una película que aúna todas las características de la Hammer, pero llevándolas a su máximo nivel. Tanto en concepción artística, como en su reparto, como incluso en efectos especiales. No en vano, fue la película favorita de Cristopher Lee dentro de todas las de la factoría británica.
Sí, Cristopher Lee, el eterno Dracula, el malvado Saruman y otros tantos personajes malignos que ha encarnado en el cine, aquí en esta película lo vemos en el papel de bueno (y no solo eso, también estéticamente lo vemos bastante cambiado respecto a otras películas). Y esto ha hecho decir a algunos que por esto mismo la película ya es una absoluta rara avis dentro de la Hammer. Un servidor no iría tan lejos solo por este motivo.
Sí es cierto que hay algunos elementos sorprendentes. Por ejemplo, el ímpetu con el que arranca la película, y es que casi desde el primer momento entramos ya de lleno en el tema de las sectas y el satanismo, y la película coge un ritmo con el que no suelta al espectador hasta por lo menos el último cuarto del filme, que es incluso aún mejor, con un final apoteósico.
ero también contamos con un diseño de producción más que notable, que a pesar de que no es amplio en presupuesto (pues muchas veces repite los mismos escenarios), Fisher es lo suficientemente astuto como para presentarlo de una manera bastante singular. En realidad, el frío al que hacen referencia en numerosos diálogos los personajes, se puede entrever también a través de la puesta en escena y la fotografía.
También contamos con la aparición de un diablo menor y el mísmismo Satán. Si bien la primera aparición puede ser hoy en día algo más cuestionable (un hombre negro con los ojos rojos mirando fijamente a cámara), la verdad es que la aparición del propio Lucifer en persona resulta más conseguida. Lo vemos en su forma de medio hombre medio macho cabrío, y los efectos artesanales (no deja de ser un hombre disfrazado) resultan bastante logrados. A pesar de recurrir a una iconografía poco innovadora, lo cierto es que la mirada del actor resulta cuanto menos inquietante.
Y ya hacía el final, la película pierde la vergüenza para ofrecernos aun más de lo suyo, incluyendo el caballero de la muerte, representado por un caballero cadavérico. Un espectáculo muy bufonesco, pero efectivo.
Sigue en Spoiler por falta de espacio
Crítica escrita para https://cinemagavia.es/
No es casualidad que prácticamente coetáneamente a La novia del diablo (La batalla de Satán), nos encontremos con otra producción que revolucionaría no sólo el subgénero satánico o el de terror, sino el cine en general. Me estoy refiriendo, claro está, a la Semilla del diablo (1969), estrenada tan solo un año más tarde. Y es obvio que hay que hacer algunas comparaciones, de tal manera como en la historia del arte se hacen entre pintores de un mismo período, para sacar conclusiones provechosas.
De hecho, a priori puede parecer que ambas películas son muy similares, pero lo cierto es que están totalmente alejadas la una de la otra. La producción de la Hammer es precisamente eso, una producción más, una obra artesanal hecha por un dignisimo artesano como era Terence Fisher (que todo el que ama la serie B respeta como a un Dios), pero no una película que avanza o que incluso refleja el miedo o el terror de la sociedad de los sesenta. También hemos de tener en cuenta que la censura británica de aquella época era la que era, mucho más dura que la norteamericana, y la Hammer siempre estuvo atada en este sentido.
Sí la película de Polanski utilizaba una parábola de terror para contarnos multitud de temas, como el aborto (y las complicaciones de las medidas abortivas en aquellos años, que causaron miles de deformaciones en bebés, como ya relacionó muy bien el historiador cultural David J.Skal en su obra sobre la Historia cultural del terror), el aislamiento de una mujer, y en definitiva, iniciaba lo que sería el thriller psicológico contemporáneo, en la película de Fisher nos encontramos con algo diferente. Algo más tradicional, que no peor.
Lo que hace el guión, que en realidad está basado en una novela de Dennis Wheatley (un escritor con gran popularidad en el Reino Unido en aquellos años, y que frecuentemente en sus novelas tocaba temas sobrenaturales), es incluir algunos elementos y citas relacionadas con el satanismo, pero de manera muy superficial, con lo que la sociedad de aquella época podía evidentemente sentirse reflejado, porque le había llegado por algún canal. Sin embargo, todo eso se queda aquí, y no hay una auténtica explotación del tema del Satanismo, más que en algún momento contado.
Por ejemplo, sí, vemos los sacrificios del gallo, así como un pentagrama. Incluso se habla de Las Clavículas de Salomón, una cita culta a un libro del siglo XVI que está relacionado con la magia negra y que existe o existió realmente. También, el personaje de Cristopher Lee, que es el que en realidad tira toda esta información a la cara del espectador, habla del camino de la mano izquierda (también relacionado con la magia negra), algo real.
Pero todo esto no dejan de ser elementos tan folclóricos que podría haber oído una abuela en la peluquería en una conversación terrorífica sobre la creciente aparición de sectas relacionadas con Satán. Nada más lejos de la realidad.
Y sin embargo, todo lo comentado anteriormente no hace a la película algo peor. En realidad, es una obra maestra en su género. Dentro del terror popular, alejado del cine más para élites que pretendía Polanski, La novia del diablo se convierte en una película que aúna todas las características de la Hammer, pero llevándolas a su máximo nivel. Tanto en concepción artística, como en su reparto, como incluso en efectos especiales. No en vano, fue la película favorita de Cristopher Lee dentro de todas las de la factoría británica.
Sí, Cristopher Lee, el eterno Dracula, el malvado Saruman y otros tantos personajes malignos que ha encarnado en el cine, aquí en esta película lo vemos en el papel de bueno (y no solo eso, también estéticamente lo vemos bastante cambiado respecto a otras películas). Y esto ha hecho decir a algunos que por esto mismo la película ya es una absoluta rara avis dentro de la Hammer. Un servidor no iría tan lejos solo por este motivo.
Sí es cierto que hay algunos elementos sorprendentes. Por ejemplo, el ímpetu con el que arranca la película, y es que casi desde el primer momento entramos ya de lleno en el tema de las sectas y el satanismo, y la película coge un ritmo con el que no suelta al espectador hasta por lo menos el último cuarto del filme, que es incluso aún mejor, con un final apoteósico.
ero también contamos con un diseño de producción más que notable, que a pesar de que no es amplio en presupuesto (pues muchas veces repite los mismos escenarios), Fisher es lo suficientemente astuto como para presentarlo de una manera bastante singular. En realidad, el frío al que hacen referencia en numerosos diálogos los personajes, se puede entrever también a través de la puesta en escena y la fotografía.
También contamos con la aparición de un diablo menor y el mísmismo Satán. Si bien la primera aparición puede ser hoy en día algo más cuestionable (un hombre negro con los ojos rojos mirando fijamente a cámara), la verdad es que la aparición del propio Lucifer en persona resulta más conseguida. Lo vemos en su forma de medio hombre medio macho cabrío, y los efectos artesanales (no deja de ser un hombre disfrazado) resultan bastante logrados. A pesar de recurrir a una iconografía poco innovadora, lo cierto es que la mirada del actor resulta cuanto menos inquietante.
Y ya hacía el final, la película pierde la vergüenza para ofrecernos aun más de lo suyo, incluyendo el caballero de la muerte, representado por un caballero cadavérico. Un espectáculo muy bufonesco, pero efectivo.
Sigue en Spoiler por falta de espacio
Crítica escrita para https://cinemagavia.es/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pero sin duda, lo mejor se guarda para el final, donde hay una auténtica traca que recuerda al mejor cine de la Hammer. Fisher sabe como mantener la tensión, aunque sea con trucos bastante reconocibles, como esos planos generales del círculo de protección, y como poco a poco va introduciendo un tour de force, o los primerísimos primeros planos de los ojos, que en la película juegan un componente de fuerza sobrenatural. Detalles de maestro, que acaban con la señal de la cruz en alto. El bien volvió a triunfar...por ahora.
Conclusión
Nos encontramos ante una de las cimas de la compañía británica. Recomendable para cualquier amante al cine, sea fan del género o no.
Conclusión
Nos encontramos ante una de las cimas de la compañía británica. Recomendable para cualquier amante al cine, sea fan del género o no.
31 de enero de 2022
31 de enero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante historia sobre satanismo y magia negra protagonizada por Christopher Lee en uno de sus mejores trabajos.
Escrita por el maestro de la ciencia ficción y el género fantástico Richard Matheson, la película narra el particular duelo que mantienen un duque experto en ocultismo y el líder de una secta diabólica encarnado por Charles Gray con la solvencia habitual cuando se trata de interpretar a villanos.
El guion es bastante riguroso y didáctico a la hora de mostrar todo el submundo de los adoradores de Satán. La historia se deja ver y resulta lo suficientemente convincente como para perdonarle algunos efectos especiales anticuados.
El cine sobre el culto al Demonio se puso de moda a finales de los sesenta con películas como la que nos ocupa aunque la más conocida fue La semilla del diablo de Roman Polanski. De todas formas, La novia del Diablo es una producción muy digna y recomendable para cualquier aficionado al terror.
Escrita por el maestro de la ciencia ficción y el género fantástico Richard Matheson, la película narra el particular duelo que mantienen un duque experto en ocultismo y el líder de una secta diabólica encarnado por Charles Gray con la solvencia habitual cuando se trata de interpretar a villanos.
El guion es bastante riguroso y didáctico a la hora de mostrar todo el submundo de los adoradores de Satán. La historia se deja ver y resulta lo suficientemente convincente como para perdonarle algunos efectos especiales anticuados.
El cine sobre el culto al Demonio se puso de moda a finales de los sesenta con películas como la que nos ocupa aunque la más conocida fue La semilla del diablo de Roman Polanski. De todas formas, La novia del Diablo es una producción muy digna y recomendable para cualquier aficionado al terror.
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