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Posesión satánica

Terror. Intriga Una puritana institutriz es contratada para hacerse cargo de la educación de dos niños huérfanos que viven en una apartada mansión rural. Pronto empieza a sospechar que los antiguos criados, muertos hace tiempo, ejercen todavía una perniciosa influencia en la vida de los niños. Basada en la novela de Henry James "Otra vuelta de tuerca". (FILMAFFINITY)
Críticas 99
Críticas ordenadas por utilidad
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8
25 de julio de 2008
235 de 264 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parto de la base de que con esta peli no puede haber certezas porque se basa en la ambigüedad. Dicho esto, diré que para mí no es una historia de fantasmas.
En todo caso es la historia de la lucha de la reprimida institutriz protagonista contra sus propios fantasmas sexuales: Miss Giddens (maravillosa Deborah Kerr), está un poquito desesperada y necesitada, y se siente atraída por el niño al que debe cuidar. Pero para no enfrentarse con esa realidad, su cabeza va pergeñando toda esa historia de la posesión fantasmal: para no reconocer que ve en ese “niño” a ese “hombre” que tanto necesita, se inventa que ese niño está poseído por aquel apuesto capataz cuyo solo retrato la hace temblar, y con el que sueña en sus pesadillas presumiblemente húmedas. Argumentaré mejor ese marcado carácter sexual:
Miss Giddens está inmersa en uno de esos sueños que tiene, entre gemidos, con el recio y viril criado muerto… cuando de repente la ventana se abre violentamente, irrumpiendo en la habitación todas las humedades de la furiosa tormenta exterior… ¡un auténtico orgasmo!
También está ese lenguaje tan sensual que emplea para hablar de la pasión de Miss Jessel (la institutriz muerta) por Quint (el criado buenorro): dice que siente “hambre por él, por sus brazos, por sus labios…”. Está hablando de la antigua institutriz, pero la manera tan concupiscente en que lo hace deja traslucir que también está hablando de sí misma y de sus propias ansias.

Es interesante el remake “mallorquín” que se hizo hace unos años (“El celo”), donde sí se mojaban con la cuestión fantasmal, sin que por ello la buena mujer dejase de estar más salida que el pico de una plancha. Es decir, no hay por qué entender de forma excluyente que “o hay fantasmas o está desequilibrada”, sino que a una mente fracturada se le puede añadir lo sobrenatural como realidad auténtica (que empeora el problema psicológico, claro). Pero me gusta más la ambigüedad total de Clayton (más respetuosa con el espíritu de la novela de Henry James, que lleva la incertidumbre hasta el paroxismo).

Una última mención para resaltar la evidente influencia de esta obra en títulos recientes como “Los otros” o “El orfanato” (aparte de lo evidente; en la idea “peter-panesca” de ese niño al que le gustaría vivir ahí por siempre, sin que nada cambie).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Que para mí no haya fantasmas ni posesiones, no quiere decir que vea en los niños unas criaturitas inocentes, puesto que entiendo que participaban (no sé hasta qué punto) de los juegos sexuales del antiguo criado y la antigua institutriz (tras el shock, la niña suelta por su boca obscenidades que nunca escuchamos pero que dejan perpleja a la criada; y al niño lo expulsan del colegio “por decir cosas”, según explica al final).
Está bastante claro que esos niños están contaminados de algún modo por lo vivido junto a esa turbia pareja. Pero no poseídos por sus espíritus.

Para mí el pobre niño se muere de puro terror: yo me imagino con 10 años, solo en un caserón con una adulta supuestamente cuerda que de repente me sale con que un difunto está ahí, y me grita enloquecida que diga su nombre, y a mí me da algo. Vamos, es que me muero.

Creo que la identificación de Miss Giddens con la anterior institutriz la va a conducir hasta el mismo trágico final: Miss Jessel no pudo soportar la muerte de su amor crispado, y terminó en el fondo del lago. De la misma manera pienso que a Miss Giddens le espera lo mismo: tampoco ella resistirá la muerte de su amor (el niño), y también ella terminará quitándose la vida. Su tumba será ese lugar que parece llevar la tristeza de la muerte en sus apacibles lagos y sus sauces llorones...
9
22 de septiembre de 2007
115 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
"O Willow Wally" es la inquietante canción que inicia esta película de culto. Como dicha melodía, la película es particularmente siniestra a pesar de su envoltorio aparentemente ingenuo. La historia de una institutriz que recala en una mansión para cuidar y educar a unos niños huérfanos abandonados por su egocéntrico tío se convierte conforme avanza en un denso y mórbido cuento adulto.

La película maneja el misterio de una forma muy eficiente y gradual, gracias en buena medida al buen hacer de Deborah Kerr que está espléndida en su papel y que hace evolucionar a su personaje de una manera muy convincente. Me han sorprendido los niños, especialmente el muchacho. Pertubadores y malignos mas allá de su apariencia, se convierten en los protagonistas absolutos conforme avanza la trama. Una trama que evoluciona del misterio al psicologismo, pasando por el terror.

Habría que destacar la dirección de fotografía a cargo de Freddie Francis. La iluminación adquiere una importancia notable en los interiores de la mansión, así como también en los exteriores donde el esplendor del paisaje y el brillo del sol están magníficamente conseguidos.

"The Innocents" (me niego a llamarla "Suspense", otra muestra más de la lamentable práctica de cambiar los títulos de las películas en nuestro país) es una película visionaria y avanzada a su tiempo. Injustamente olvidada por gran parte del público, es un auténtico referente para los amantes del cine de misterio metafísico e intelectual. Una "rara avis" digna de rememorar.
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Impresionante la escena del niño Miles recitando su poema:

"What shall I sing to my lord from my window? What shall I sing for my lord will not stay? What shall I sing for my lord will not listen? Where shall I go when my lord is away? Whom shall I love when the moon is arisen? Gone is my lord and the grave is his prison. What shall I say when my lord comes a calling? What shall I say when he knocks on my door? What shall I say when his feet enter softly? Leaving the marks of his grave on my floor. Enter my lord. Come from your prison. Come from your grave, for the moon is a risen. Welcome, my lord."
8
20 de octubre de 2007
82 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo largometraje de Jack Clayton ("Un lugar en la cumbre", 1959). Escrito por William Archibald, Truman Capote y John Mortimer (escenas adicionales y diálogos), adapta la novela "The Turn Of The Screw" (1898), de Henry James. Se rueda en exteriores de Sussex (Bluebell Railway, Dave Mill, Sheffield Park Garden, Sheffield Park Station) y en los Shepperton Studios (Surrey, RU). Es nominada a la Palma de oro (Cannes). Producida por el mismo Jack Clayton, se proyecta en "première" el 25-XII-1961 (NYC).

La acción principal tiene lugar en la mansión Bly, palacio rural situado en Essex (Inglaterra), en la segunda mitad del XIX. Miss Giddens (Deborah Kerr) es una recatada institutriz victoriana, inexperta y puritana, que se hace cargo del cuidado y educación de dos hermanos huérfanos, Flora (Pamela Franklin) y Miles (Martin Stephens), que han quedado bajo la tutela de su tío (Michael Redgrave). Flora tiene 8 años y Miles 10. Ambos son inocentes, ingenuos y aparentemente angelicales.

El film desarrolla una historia de fantasmas que se apoya en un potente drama psicológico. El realizador se ajusta, tanto como puede, a la letra y espíritu de la obra de Henry James. Construye un relato cargado de intriga, misterio y horror. Envuelve la acción en una atmósfera densa de desasosiego, que fundamenta en una elegante ambigüedad. El desarrollo del relato sitúa al espectador ante dudas importantes y, también, ante interrogantes que no tienen respuestas sencillas y claras. El realizador invita al espectador a leer el subtexto de los diálogos observando las inflexiones de voz, la gestualidad, la mirada y la expresión corporal de la protagonista. Con el rostro, la voz y los ojos, Miss Giddens comunica más cosas de lo que dice de palabra y revela verdades ocultas. Incrementa el dramatismo del relato la crueldad latente de los niños (Miles observa cómo una araña se come una mariposa), la brutalidad que exhala en sus apariciones el rosto del jardinero muerto, las arteras ocultaciones mutuas de los niños y la protagonista, la creciente tensión sexual que vive la institutriz y la incertidumbre que va tomando cuerpo sobre su equilibrio personal. En más de una ocasión el espectador ha de afrontar la interpretación de los hechos y de los indicios mediante conjeturas.

La música, de Georges Auric, aporta una banda sonora inquietante que reitera como tema central la melodía de la canción "O Willow Waly". La fotografía, de Freddie Francis ("El hombre elefante", Lynch, 1980), magnífica, se sirve de luces contrastadas, encuadres inferiores y superiores, numerosos planos medios, algunos primeros planos (araña, beso de Miles en la boca de la institutriz, rosto del jardinero) y en un escaso juego de planos/contraplanos. La interpretación de Deborah Kerr llena la pantalla de credibilidad y fuerza.
9
23 de junio de 2010
74 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente plasmación del cuento de Henry James "The Innocents", realizada para la gran pantalla en un poliédrico guión adaptado por John Mortimer y el mismísimo Truman Capote. La perfección formal de la cinta está fuera de toda duda: una elegante y gótica puesta en escena de estética victoriana que hace gala de unos encuadres magníficos, con un manejo de la tensión y del tempo narrativo ejemplares. El terror sugerido, interpretaciones de lujo, con especial mención a Miss Giddens (Deborah Kerr) y al niño Miles (Martin Stephens), la inteligente dosificación de los momentos inquietantes... toda una joya en bruto referencial de la cual han bebido múltiples directores desde su estreno hasta nuestros dias, desde "Al final de la escalera" de Peter Medak hasta "Los Otros" de Amenábar.

Pero lo más interesante, y es lo que la encumbra, es su marcada ambigüedad. ¿Es una cinta de terror psicológico, de fantasmas o de ambos? El espléndido desarrollo de la trama está tan bien hilvanado, dejándose abierto a varias interpretaciones, en las que el espectador puede pensar lo que quiera...
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¿Los niños están poseídos, o simplemente fue la nefasta influencia de la tormentosa pareja en vida, que les hacía participar en sus "juegos", la que les ha marcado para siempre, alentando sus inusitados comportamientos?

¿Realmente hay fantasmas, o a partir de ver la foto del jardinero muerto, como indica el ama de llaves, la excesiva imaginación de la protagonista (como ella afirma tener en la entrevista inicial con el tío de las criaturas) se pone en marcha y crea esas visiones para justificar su inasumible e ilícita atracción por Miles? Recordemos su exaltado puritanismo reprimido y que es la única que ve o cree ver fantasmas a partir de conocer al niño; nosotros asistimos a toda la acción a través de ella ya que la historia se desarrolla en todo momento desde su punto de vista.

¿Es el espíritu en el muchacho el que habla por su boca o la propia inteligencia de Miles, trastornada y maquiavélica, seduciendo a la protagonista? ¿Y ella se ve cautivada (esas jadeantes pesadillas nocturnas) por el poder de ese ánima, o es que tiene una fijación pederástica con el chaval (ese beso final...)?

¿Heroína o villana? ¿Realmente la institutriz ayuda a los jóvenes o los arrasa? La chiquilla Flora (Pamela Franklin) entra en un estado de incontenible histeria y Miles fallece de puro terror; ambos por causa de los fantasmas o/y de la presión que ejerce la institutriz para "salvarlos". Como dijo la señora Grose, hay cosas en las que es mejor no revolver…

Lo genial del film es su aparente simpleza y su auténtica complejidad y riqueza si nos ponemos a desgranarla paso por paso. Muy grande.
8
16 de abril de 2008
61 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando descubrí que "The Innocents" estaba basada en una novela de Henry James, y que el film estaba guionizado nada más y nada menos que por Truman Capote, me decidí a ver esta reconocida obra de terror, suspense y misterios de Jack Clayton.

No esperaba una obra de miedo, no lo es. Esperaba más bien algo de suspense y terror psicológico, algo fantasmagórico, algo abstracto pero certero. Pues bien, en esta obra he encontrado casi todo lo esperado, aunque la certidumbre de lo que veía estaba ausente en esta singular obra. Clayton muestra sobre todo una asombrosa ambigüedad en todas las facetas del film. Ambigüedad de los personajes, e incluso de los hechos que nos muestra.

Miss Giddens (Deborah Kerr), una recatada institutriz acude a una mansión para cuidar de los sobrinos descarriados de un hombre adinerado y muy ocupado. Los jóvenes Miles y Flora encandilan enseguida a Giddens, pero ella pronto empieza a sospechar de la conducta de los niños y comienza a tener visiones. Giddens ve los fantasmas de los antiguos empleados de la casa y sospecha que los niños también los ven.

Clayton nos muestra siempre el punto de vista de la institutriz, y junto a ella vemos los mismos fantasmas, pero lo que no sabemos es si estas visiones son debidas a un comportamiento desquiciado de la señorita Giddens, o si realmente en esa casa habitan fantasmas. Por este motivo "The innocents" es una gran película, a parte de su gran nivel técnico y artístico. La música y la fotografía son otros elementos a destacar, todo está hecho con elegancia. Así lo demuestran los asombrosos títulos de crédito iniciales. Gran trabajo.
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