Posesión satánica
7.7
9,719
Terror. Intriga
Una puritana institutriz es contratada para hacerse cargo de la educación de dos niños huérfanos que viven en una apartada mansión rural. Pronto empieza a sospechar que los antiguos criados, muertos hace tiempo, ejercen todavía una perniciosa influencia en la vida de los niños. Basada en la novela de Henry James "Otra vuelta de tuerca". (FILMAFFINITY)
21 de octubre de 2007
21 de octubre de 2007
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que pasaran a la historia del cine y ésta es una de ellas.
Basada en la maravillosa historia de fantasmas "Otra vuelta de tuerca" es una estremecedora e inquietante película que nos hace disfrutar y pasar miedo. La ví por primera vez con diez o doce años y se me quedó grabada. Después leí el libro y he visto casi todas las adaptaciones de esta obra magnífica.
Lo mejor es la ambientación, como debe ser. Un caserón grande, muchas sombras, presencias que se intuyen... También destacan los personajes: la institruz ingenua pero resuelta, los niños perversamente angelicales, y lo mejor, los fantasmas que tratan de arrebatar la pureza de sus antiguos "discípulos".
Lo mejor: Los fantasmas que poco a poco empiezan a dejarse ver y pasan de ser meras sombras a presencias reales. La perversidad del niño, sutil e inquietante. Una maravillosa Deborah Kerr. El espléndido guión.
Lo peor: Nada para mi gusto. Es una de mis películas favoritas.
Basada en la maravillosa historia de fantasmas "Otra vuelta de tuerca" es una estremecedora e inquietante película que nos hace disfrutar y pasar miedo. La ví por primera vez con diez o doce años y se me quedó grabada. Después leí el libro y he visto casi todas las adaptaciones de esta obra magnífica.
Lo mejor es la ambientación, como debe ser. Un caserón grande, muchas sombras, presencias que se intuyen... También destacan los personajes: la institruz ingenua pero resuelta, los niños perversamente angelicales, y lo mejor, los fantasmas que tratan de arrebatar la pureza de sus antiguos "discípulos".
Lo mejor: Los fantasmas que poco a poco empiezan a dejarse ver y pasan de ser meras sombras a presencias reales. La perversidad del niño, sutil e inquietante. Una maravillosa Deborah Kerr. El espléndido guión.
Lo peor: Nada para mi gusto. Es una de mis películas favoritas.
17 de diciembre de 2009
17 de diciembre de 2009
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miss Giddens decide asumir el cargo de institutriz. A pesar de haber dudado en un primer momento, cae ante el poder de persuasión del tío lejano de los huérfanos, tío adinerado y de vida agitada que necesita darle a los niños alguien que los quiera y alguien a quien ellos quieran. Es la primera situación en la que la personalidad de Giddens se ve avasallada por la candidez de quien logra ejercer tal fuerza a pesar de presentarse como persona fría y vacía, ajena a preocupación alguna por los niños. Sin embargo, ella se esfuerza por rebuscar alguna cualidad en razón de su profunda fe religiosa, la cual le es atribuible por la formación de su padre, cuando dice «mi casa era pequeña y no podíamos guardar secretos; debíamos estar en silencio pues mi padre trabajaba en sus sermones». Es de esa formación religiosa, devenida en cualidad, de lo que se aferran los niños para resguardar un secreto que susurran al caminar. Los niños buenos no guardan secretos por lo tanto hay que parecerlo.
En la mansión de Bly, la institutriz va armando un macabro rompecabezas al conseguir información referida a la muerte de los antiguos custodios, Quint y Jessel; en la manera en que éstos mantenían relaciones sexuales en los diversos cuartos sin importarles la presencia de los infantes, o la afinidad enfermiza de los niños por encontrar la figura paterna en ambos criados. Es así como se nutre la relación deformándose en aturdida amistad entre Flora, la niña y la señorita Jessel, y en influencia desbordada entre Miles, el niño y Quint, siendo muy parecido a lo que ejerció Demian sobre Emil Sinclair (resaltando la diferencia, claro).
Frente a esta situación es que Miss Giddens se aferra aún más a su fe encontrando en ella la posible solución a lo que cree sucederá: el amor entre los amantes fallecidos se hará posible nuevamente sólo encarnando en los niños. Es entonces cuando comienza a perseguirlos con la idea de que ellos ven “algo”, que hablan con “alguien”, pues así lo insinúa la institutriz persistiendo en la extraña presencia. Los niños solo lo niegan.
«Di su nombre y te salvarás», dice Giddens cuando se queda a solas con el niño en la mansión. Pretende exorcizar su cuerpo por el error de pronunciar frases que sólo se le permitirían a un adulto o por el comportamiento agresivo que presenta, sin asumir que la fuerte presencia de una persona que ha muerto y nos ha dejado palabras en los labios no es en sí la encarnación de la misma en nosotros, si no que el aprendizaje hace que repitamos hasta las posibles malas influencias.
(continua)
En la mansión de Bly, la institutriz va armando un macabro rompecabezas al conseguir información referida a la muerte de los antiguos custodios, Quint y Jessel; en la manera en que éstos mantenían relaciones sexuales en los diversos cuartos sin importarles la presencia de los infantes, o la afinidad enfermiza de los niños por encontrar la figura paterna en ambos criados. Es así como se nutre la relación deformándose en aturdida amistad entre Flora, la niña y la señorita Jessel, y en influencia desbordada entre Miles, el niño y Quint, siendo muy parecido a lo que ejerció Demian sobre Emil Sinclair (resaltando la diferencia, claro).
Frente a esta situación es que Miss Giddens se aferra aún más a su fe encontrando en ella la posible solución a lo que cree sucederá: el amor entre los amantes fallecidos se hará posible nuevamente sólo encarnando en los niños. Es entonces cuando comienza a perseguirlos con la idea de que ellos ven “algo”, que hablan con “alguien”, pues así lo insinúa la institutriz persistiendo en la extraña presencia. Los niños solo lo niegan.
«Di su nombre y te salvarás», dice Giddens cuando se queda a solas con el niño en la mansión. Pretende exorcizar su cuerpo por el error de pronunciar frases que sólo se le permitirían a un adulto o por el comportamiento agresivo que presenta, sin asumir que la fuerte presencia de una persona que ha muerto y nos ha dejado palabras en los labios no es en sí la encarnación de la misma en nosotros, si no que el aprendizaje hace que repitamos hasta las posibles malas influencias.
(continua)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Miles, el niño, cae entre los brazos de Giddens y ella llora conmovida al haberlo librado de su pesada carga al haber cumplido el precepto que le había enseñado su padre: nunca dejes de ayudar a alguien. Ella prometió ayudarle y nunca lo abandonó pero cuando Miles esta en sus brazos se percata de su palidez. El niño gritó el nombre pero no se liberó y por el contrario, cayó rendido y agotado sin más, para ser besado por Giddens en señal de perdón porque lo único que ella quería, y lo reafirman sus oraciones, era «salvar a los niños, no destruirlos»
¿Eran realmente inocentes Milles, el soldado fanfarrón de Plauto y Flora, la naturaleza? Es interesante pensar que las dos supuestas contraposiciones de la película en realidad no lo eran y que en verdad los niños no veían nada, por lo tanto Giddens luchaba con su propia mente y es en este proceso que Flora termina desquiciada y Milles, agotado. Es posible también que su inocencia no haya sido tal y que todo el esfuerzo en negarse a aceptar las apariciones haya sido parte de algún plan escabroso. Como leí en algún texto la idea de Henry James era que no se resolviera el misterio y al parecer Clayton lo aceptó.
¿Eran realmente inocentes Milles, el soldado fanfarrón de Plauto y Flora, la naturaleza? Es interesante pensar que las dos supuestas contraposiciones de la película en realidad no lo eran y que en verdad los niños no veían nada, por lo tanto Giddens luchaba con su propia mente y es en este proceso que Flora termina desquiciada y Milles, agotado. Es posible también que su inocencia no haya sido tal y que todo el esfuerzo en negarse a aceptar las apariciones haya sido parte de algún plan escabroso. Como leí en algún texto la idea de Henry James era que no se resolviera el misterio y al parecer Clayton lo aceptó.
8 de abril de 2011
8 de abril de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Difícil valorar esta película. A duras penas se reconoce la historia original de Henry James. Sí recordamos el nombre de "Flora" por lo atípico y un lago. También un fantasma en el ventanal y una joven despeinada.
Pero se ha esfumado de mi memoria la figura de la institutriz: Debora Kerr. Quizás ya de niña la rechacé. Había fantasmas en aquel libro. Por eso, los alegres minuetos no forman parte de ese recuerdo. Error.
Vista la película en desorden de entre las de su saga (antes "Al final de la escalera", luego "Los otros" y ahora por fin "The Innocents") se me hace inevitable caer en el dilema del huevo y la gallina.
Valorar cine conjugando la primera persona es una absoluta gilipollez. Pero está dicho por activa y por pasiva que tanto técnicamente como a nivel interpretativo la obra de Clayton es una joya. No estamos aquí para desmentirlo. Pero... o falta algo o algo no cuadra.
Seguramente era yo demasiado inocente como para percibir ese tipo de indeterminaciones, entre tabúes morales, religiosos, represión y conteción sexual que ahora redescubro en la cinta.
Ahí reside lo más sorprendente del asunto. No es una película de fantasmas. Es un drama psicológico sobre las consecuencias que la represión puede obrar sobre el discernimiento de una persona... Y más, cuando joven, mujer y Deborah Kerr, se le abotona a una el último broche del vestido encorsetando el natural deseo sexual.
Si el riego no llega al cerebro ya se sabe.
Lo genial es que de una patología o una obsesión podamos ver una película en la que sí, hay fantasmas, sombras movedizas, tormentas, muchos candelabros, pianos que suenan solos, risas macabras y voces del más allá. Y ambigüedad un rato largo. Buena y papelazo de Kerr.
Pero se ha esfumado de mi memoria la figura de la institutriz: Debora Kerr. Quizás ya de niña la rechacé. Había fantasmas en aquel libro. Por eso, los alegres minuetos no forman parte de ese recuerdo. Error.
Vista la película en desorden de entre las de su saga (antes "Al final de la escalera", luego "Los otros" y ahora por fin "The Innocents") se me hace inevitable caer en el dilema del huevo y la gallina.
Valorar cine conjugando la primera persona es una absoluta gilipollez. Pero está dicho por activa y por pasiva que tanto técnicamente como a nivel interpretativo la obra de Clayton es una joya. No estamos aquí para desmentirlo. Pero... o falta algo o algo no cuadra.
Seguramente era yo demasiado inocente como para percibir ese tipo de indeterminaciones, entre tabúes morales, religiosos, represión y conteción sexual que ahora redescubro en la cinta.
Ahí reside lo más sorprendente del asunto. No es una película de fantasmas. Es un drama psicológico sobre las consecuencias que la represión puede obrar sobre el discernimiento de una persona... Y más, cuando joven, mujer y Deborah Kerr, se le abotona a una el último broche del vestido encorsetando el natural deseo sexual.
Si el riego no llega al cerebro ya se sabe.
Lo genial es que de una patología o una obsesión podamos ver una película en la que sí, hay fantasmas, sombras movedizas, tormentas, muchos candelabros, pianos que suenan solos, risas macabras y voces del más allá. Y ambigüedad un rato largo. Buena y papelazo de Kerr.
25 de enero de 2011
25 de enero de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Suspense”, el film de 1961, dirigido por Jack Clayton y todo un clásico del terror, resulta ser la más fiel e inspirada adaptación de las (múltiples) realizadas hasta la fecha de la inspirada novela de Henry James “Otra vuelta de Tuerca”, la pluma de Truman Capote en el guión y las arrebatadoras interpretaciones hacen de ella un clásico irrepetible.
La historia mil veces contada (solo que en esta ocasión, bien contada) nos narra cómo una institutriz (Deborah Kerr) llega a una casa victoriana para hacerse cargo de unos niños aparentemente adorables. Pronto tendrá que hacer frente al oscuro pasado que rodea la vida de estos niños, descubre cómo sus anteriores compañeros de juegos, unos criados, murieron en trágicas circunstancias… averigua que los niños aún pueden verlos y deduce que la influencia del más allá no es nada positiva… ¿o acaso es todo un turbio juego de su puritana mente?
Todo es loable en esta producción, desde su cuidada adaptación hasta su refinada estética que el blanco y negro de la época dota aún de más elegancia.
Deborah Kerr está irrepetible encarnando a esta institutriz mil veces vista en el cine (y cuya encarnación desde entonces ha sido totalmente olvidable, salvando por mi parte quizás únicamente a Sadie Frost en “El Celo” otra adaptación de la misma novela bastante aceptable) al igual que los niños, sobre todo Miles, que borda un infante que no sólo consigue el escalofrío de su institutriz, sino también del espectador.
Varias son las escenas de la película que quedan grabadas en la retina y mente de la audiencia, pero sobre todas ellas destaca el recitado de un poema (diabólico en sus labios) que realiza el niño, hipnotizando al reparto y arrastrándolo a las tinieblas, a su propia oscuridad.
Otro punto muy a destacar de la producción es el respeto formal a la duda razonable que representa la médula espinal de la novela… ¿es real lo que ocurre?¿está acaso en la mente de su protagonista? Otras adaptaciones se han decantado de una un otra forma hacia una respuesta clara, esta película deja al espectador sacar sus conclusiones, y como muchas veces ocurre en este tipo de películas la duda es más aterradora que la obviedad.
Un clásico a reivindicar y a no dejar ubicarse en el olvido. Altamente recomendable.
Enoch
La historia mil veces contada (solo que en esta ocasión, bien contada) nos narra cómo una institutriz (Deborah Kerr) llega a una casa victoriana para hacerse cargo de unos niños aparentemente adorables. Pronto tendrá que hacer frente al oscuro pasado que rodea la vida de estos niños, descubre cómo sus anteriores compañeros de juegos, unos criados, murieron en trágicas circunstancias… averigua que los niños aún pueden verlos y deduce que la influencia del más allá no es nada positiva… ¿o acaso es todo un turbio juego de su puritana mente?
Todo es loable en esta producción, desde su cuidada adaptación hasta su refinada estética que el blanco y negro de la época dota aún de más elegancia.
Deborah Kerr está irrepetible encarnando a esta institutriz mil veces vista en el cine (y cuya encarnación desde entonces ha sido totalmente olvidable, salvando por mi parte quizás únicamente a Sadie Frost en “El Celo” otra adaptación de la misma novela bastante aceptable) al igual que los niños, sobre todo Miles, que borda un infante que no sólo consigue el escalofrío de su institutriz, sino también del espectador.
Varias son las escenas de la película que quedan grabadas en la retina y mente de la audiencia, pero sobre todas ellas destaca el recitado de un poema (diabólico en sus labios) que realiza el niño, hipnotizando al reparto y arrastrándolo a las tinieblas, a su propia oscuridad.
Otro punto muy a destacar de la producción es el respeto formal a la duda razonable que representa la médula espinal de la novela… ¿es real lo que ocurre?¿está acaso en la mente de su protagonista? Otras adaptaciones se han decantado de una un otra forma hacia una respuesta clara, esta película deja al espectador sacar sus conclusiones, y como muchas veces ocurre en este tipo de películas la duda es más aterradora que la obviedad.
Un clásico a reivindicar y a no dejar ubicarse en el olvido. Altamente recomendable.
Enoch
4 de mayo de 2008
4 de mayo de 2008
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
De fondo estamos en presencia de una alternativa que busca en todo momento provocar escalofríos y ratos de intriga. Y para ello plantea circunstancias que oscilan entre espíritus en pena que deambulan aún en este mundo y la paranoia propia de una mujer que debe experimentar con tales extraños fenómenos. Claro que su efectividad depende de los ojos con que la miremos, vista hoy día donde ya como espectadores hemos sido inundados por numerosas obras con esta misma impronta, pues los ratos de sobresalto no son tan contundentes. Pero vista en el contexto de comienzos de la década del sesenta, pues a mi criterio es una cinta que tiene mucho de novedoso e incluso polémica en algunos pasajes.
Una notable producción inglesa con grandes ratos de suspense, provenientes de variantes que combinan al subgénero de fantasmas con terror psicológico.
La cinta sigue una premisa sólida y extremadamente convincente de generar dudas sobre si las situaciones que dan vida al filme pasan por el terreno de lo paranormal o si estamos en presencia de una obra que describe una severa patología mental de la protagonista.
Además, el filme es trasgresor ya que expone la figura de una parejita de “inocentes” niños hermanos para supuestamente encarnar lo maligno, lo macabro, lo lascivo, lo paranormal. Creo que en esto radica también parte del acierto para que la cinta sea un éxito, ya que no es común que se vincule la ingenuidad de dos críos con la maldad y el apetito sexual de seres de ultratumba.
Notables son todas las interpretaciones, donde se destaca más la de la protagonista Deborah Kerr, como la institutriz que recibe la tarea de cuidar a dos niños en una casona bastante sugestiva y enigmática. También resultan convincentes las actuaciones de los niños, de 13 y 11 años, quienes resultan creíbles en sus respectivos roles.
Por lo demás: una interesante y sugerente ambientación como resulta ser siempre una casona en penumbras que depara enigmáticas sorpresas, y una banda sonora aplomada con un cariz amenazante y opresivo. Ello, junto a todo lo expuesto anteriormente, dan por resultado una notable cinta de terror-intriga que perdura aún hoy como una de las más recomendadas dentro del género.
Una notable producción inglesa con grandes ratos de suspense, provenientes de variantes que combinan al subgénero de fantasmas con terror psicológico.
La cinta sigue una premisa sólida y extremadamente convincente de generar dudas sobre si las situaciones que dan vida al filme pasan por el terreno de lo paranormal o si estamos en presencia de una obra que describe una severa patología mental de la protagonista.
Además, el filme es trasgresor ya que expone la figura de una parejita de “inocentes” niños hermanos para supuestamente encarnar lo maligno, lo macabro, lo lascivo, lo paranormal. Creo que en esto radica también parte del acierto para que la cinta sea un éxito, ya que no es común que se vincule la ingenuidad de dos críos con la maldad y el apetito sexual de seres de ultratumba.
Notables son todas las interpretaciones, donde se destaca más la de la protagonista Deborah Kerr, como la institutriz que recibe la tarea de cuidar a dos niños en una casona bastante sugestiva y enigmática. También resultan convincentes las actuaciones de los niños, de 13 y 11 años, quienes resultan creíbles en sus respectivos roles.
Por lo demás: una interesante y sugerente ambientación como resulta ser siempre una casona en penumbras que depara enigmáticas sorpresas, y una banda sonora aplomada con un cariz amenazante y opresivo. Ello, junto a todo lo expuesto anteriormente, dan por resultado una notable cinta de terror-intriga que perdura aún hoy como una de las más recomendadas dentro del género.
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