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Amanecer

Drama. Romance Un granjero (George O'Brien) convive felizmente en el campo con su esposa (Janet Gaynor). Pero la aparición de una seductora mujer (Margaret Livingston) de la ciudad hace que comience a enamorarse de ésta, y a pensar que su mujer es un estorbo que se interpone en la felicidad entre él y su nueva y sofisticada amante. (FILMAFFINITY)
Críticas 136
Críticas ordenadas por utilidad
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10
19 de junio de 2007
210 de 255 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que me encantan, me gustan y no puedo por menos que calificarlas con un diez, o con “sobresaliente con destaca” según modernos sistemas escolares de medida y valoración.
Pero hay películas que me seducen. Y esas no sé como valorarlas. Es imposible. Renuncio a hacerlo. Como máximo estoy tentado de apostrofarlas con una S. S de seducción.
¿ Donde está la diferencia entre gustar y seducir? Lo siento. No puedo decírselo. Sencillamente porque no lo sé. Es algo fuera de los contextos de la razón y más propio del terreno de lo sentimental.
Tal vez un ejemplo ayude a clarificar las cosas. Veamos. Con la muerte en los talones, mi film mítico por excelencia, me encanta pero no me seduce. Lo mismo me pasa con Testigo de cargo de Billie Wilder ó con El Padrino de Coppola. No me negarán que todos ellos son “peliculones”. Pero les falta algo... Esa S de seducción que en cambio si tienen, siempre desde una óptica personalísima, La reina Cristina de Suecia de Rouben Mamoulian, La vida es bella de Roberto Benigni, Avaricia de Erich von Stroheim y Sunrise (Amanecer) de Friedrich Wilhelm Murnau.

Y quiero detenerme en esta joya del cine que es Amanecer, una de las ultimísimas películas del cine mudo (dos semanas antes del estreno en Estados Unidos de “El cantor de jazz”).

Amanecer es una de esas películas que después de verlas no cabe más que exclamar eso de ¡Que grande es el cine!. Y yo exclamé también ¡Gracias, Murnau por haberlo hecho posible!.
Cada fotograma es una joya, tratada con delicadeza al propio tiempo que con la osadía de los innovadores. Cada gesto de los actores, cada expresión, es un verso de esta maravillosa poesía cinematográfica. Después de verla nadie podrá dejar de comprender a que se llamó y se sigue llamando hoy en día “expresionismo alemán”. Esas expresiones que en otra película como Avaricia de Stroheim hablan por si mismas sin necesidad de rótulos literarios que nos expliquen los hechos, aquí nos hablan desde su mudez con la misma claridad pero con un lenguaje poético absolutamente sublime y, lo que les decía, totalmente seductor.

Un último pensamiento, agarrado al vuelo como se suele decir: La madurez ayuda a comprender y valorar obras como ésta pero al mismo tiempo viendo películas así no se puede por menos que madurar.
10
18 de febrero de 2008
181 de 209 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, ya sé lo que pasa con las pelis antiguas. Los amantes del cine somos así de snobs. Hay una indulgencia basada en aquél lema cinéfilo, ¿cómo era? Ah, sí: “todo lo viejo fue mejor”, o algo similar. Queda guay y muy culto, así que películas a las que hoy despellejaríamos sin piedad tendemos a puntuarlas en alza. Porque claro, fueron abanderadas, precursoras, marcaron un antes, y eso tiene tanto mérito….
O bien confluyen factores nostálgico-romanticoides, y por ello, los que en su día vibraron con las escenas persecutorias de la fantasiosa e infantil utopía esa de “la gran evasión”, hoy se siguen emocionando con su recuerdo. “¡Ohhhh! Le has puesto un cuatro a un clásico, ¡¡guillotina!!”.

Pero no me digas que esto sucede con esta maravillosa alborada que hoy nos ocupa, porque no.
Amanece una lección incontestable en forma de obra de arte, brillante como un resplandor matutino. Para ser obra de arte no debes envejecer, sino remozar con los años. Esta es una lección de cine capaz de hacernos creer que las palabras no importan, y que una mirada de un ser tan maravilloso como Janet Gaynor habla más que el mejor diálogo. Y emociona. Porque esa pureza, ese romanticismo del de siempre (¡te he dicho que no digas "anticuado"!)… eso no envejece, sino que perdura.

Si descubrir el amor es la leche, redescubrirlo debe ser sublime. Esta película es redescubrir el romanticismo.

Para ello, es ineludible que no se hable, es necesaria una fotografía difusa como los sueños y es aconsejable esa ingenuidad primeriza como una sonrisa.

Con esta peli me pongo a soñar al amanecer, y despierto de noche. El cine me pide perdón, y yo despierto amándolo mucho más, porque me hace tan feliz...
10
24 de marzo de 2008
120 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillo cuento de amor, esperanzador y melodramático, elevado por Murnau a fiesta total de la imagen.
Todo el repertorio de recursos del cine mudo disponibles son apurados para potenciar al máximo la intensidad expresiva: superposición de imágenes, iluminación de todo tipo, caleidoscopios y fundidos, escenografía fantasiosa y coreografía automovilística...
Y los recursos que faltan, se improvisan con inventiva creadora: perspectivas falseadas, enanos al fondo para agrandar espacios, travellings circulares...
Los personajes, una cándida pareja de granjeros cuyo matrimonio es amenazado por una seductora de ciudad en vacaciones rurales, son encarnados por actores de mímica insuperable.
La barbería, el estudio del fotógrafo, la feria, el baile tradicional, el cochinillo ebrio, los elementales arrebatos celosos del granjero..., hay un sinfín de escenas que rezuman encanto, a un tiempo cómico y romántico, por la amplitud y ternura con que se describen las andanzas de la pareja en la metrópolis, y las zozobras (metafóricas y reales) de su amor sencillo.
Arte inmortal, mientras haya seres humanos seguirá conmoviendo.
10
15 de agosto de 2006
130 de 175 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el libro de entrevistas que Truffaut escribió sobre Alfred Hitchcock, el genio del suspense dijo que el verdadero cine, acabó con el sonido. He tardado mucho tiempo en entender que quiso decir Alfred Hitchcock con esa afirmación; el mismo tiempo que he tardado en ver esta maravillosa película.
10
26 de agosto de 2009
82 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿De qué calibre es esta obra maestra? ¿Cómo puedes ser tan bueno, Murnau? Que barbaridad. ¿Me vas a decir que después de obras como "Fausto", "El Último" y "Nosferatu", con las que me maravillaste, te vas a Estados Unidos y te arrancas con esto? No contento con lo que ya ofreciste, ¿nos tienes que dar también la historia de amor más bella?

Me sonroja ver tu cine porque no alcanzo a comprender la altura de tus creaciones. Me sobrepasan tus escenas, como la del campo, cuando el hombre busca a su amante, como la de la barca, cuando la luna baña de plata el mar estridente, como la del tranvía, cuando el silencio es la comunicación más nítida posible...

¿Cómo puede ser tu cine tan completo? Lo sombrío, lo trágico, lo alegre, lo tronchante, lo brusco, lo fluido, lo bello... ¿Sabes el cúmulo de sensaciones que me has brindado, lo que he sentido, cuánto me ha embriagado?

Supongo que no, porque seguro que no sabrías a ciencia cierta en cuantos corazones ibas a penetrar sin remedio. Porque quizás ni te hubieras imaginado que allá por el 2009, y lo que queda, se vería tu film tan moderno, tan plástico, atemporal. Por títulos como éste no pasan los años ni pasarán.

Gracias Murnau. Por personas como tú el CINE aún vive.
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