El beso del asesino
6.4
5,760
Cine negro
Un boxeador rescata a una cantante de las lascivas garras de su jefe. Intriga y melodrama para una película de bajo presupuesto producida, dirigida, escrita, fotografiada y montada por Stanley Kubrick. (FILMAFFINITY)
17 de octubre de 2008
17 de octubre de 2008
122 de 124 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El beso del asesino” no es una obra maestra ni un clásico.
Como en su anterior largometraje, el joven Kubrick sigue ‘en prácticas’, aprendiendo facetas del cine que aún está lejos de dominar.
La historia flaquea. De corte negro, está tramada de modo convencional, con diálogos pretendidamente acerados. Dentro del gran flashback general hay otros que no se justifican del todo. Uno de ellos incluye el episodio del ballet, un largo relato en off poco acoplado. Los actores no son de primera, y dan un rendimiento rutinario…
El final está encajado forzadamente…
Pero, sabido esto, lo que importa son los aspectos visuales de diferentes escenas, los valiosos avances del excelente fotógrafo que Kubrick ya era.
El microcosmos claustrofóbico de los diminutos apartamentos conectados por un patio de luces, donde viven los protagonistas, y se estudian con disimulo mientras Kubrick los explora para nosotros con su lente, es fascinante. Los rostros se duplican y deforman en espejos y cristales, a través de la pecera, en el reflejo de los buzones. Él deja la vista ir mientras habla por teléfono; ella también mira, taza en mano, suspendida.
En el ring, la cámara baila con los pugilistas, se mete entre ellos. En el instante del KO se vuelve subjetiva. Una primitiva TV lo retransmite con imágenes borrosas.
También se adentra la cámara en un sueño, que construye con tomas callejeras en negativo, aceleradas.
Rodando exteriores sin licencia (Times Square y Broadway, sus carteleras luminosas, la muchedumbre transeúnte bajo marquesinas de bombillas), Nueva York se capta con espontánea viveza de reportaje.
Los célebres encuadres simétricos, los contrastes de las poderosas sombras, juegan a fondo en la escena de la paliza del callejón, a manos de siniestras siluetas.
Y enorme potencia expresiva tienen también los paisajes de los muelles desiertos, las solitarias calles de almacenes y naves de ladrillo en Brooklyn y el bajo Manhattan, así como, especialmente, la escenificación hipnótica de la lucha a muerte en medio de maniquíes…
En la perspectiva del tiempo queda patente la inteligencia de Kubrick, su gran capacidad de aprendizaje. Comprendió que el guión no era lo suyo y no volvió a escribir ninguno. Todas sus películas siguientes se basan en sólidas novelas, adaptadas en equipo.
En cambio, su extraordinario talento para el lenguaje puramente visual, que siembra “El beso del asesino” de magníficos destellos, fue desarrollado hasta cotas culminantes en su obra posterior.
Como en su anterior largometraje, el joven Kubrick sigue ‘en prácticas’, aprendiendo facetas del cine que aún está lejos de dominar.
La historia flaquea. De corte negro, está tramada de modo convencional, con diálogos pretendidamente acerados. Dentro del gran flashback general hay otros que no se justifican del todo. Uno de ellos incluye el episodio del ballet, un largo relato en off poco acoplado. Los actores no son de primera, y dan un rendimiento rutinario…
El final está encajado forzadamente…
Pero, sabido esto, lo que importa son los aspectos visuales de diferentes escenas, los valiosos avances del excelente fotógrafo que Kubrick ya era.
El microcosmos claustrofóbico de los diminutos apartamentos conectados por un patio de luces, donde viven los protagonistas, y se estudian con disimulo mientras Kubrick los explora para nosotros con su lente, es fascinante. Los rostros se duplican y deforman en espejos y cristales, a través de la pecera, en el reflejo de los buzones. Él deja la vista ir mientras habla por teléfono; ella también mira, taza en mano, suspendida.
En el ring, la cámara baila con los pugilistas, se mete entre ellos. En el instante del KO se vuelve subjetiva. Una primitiva TV lo retransmite con imágenes borrosas.
También se adentra la cámara en un sueño, que construye con tomas callejeras en negativo, aceleradas.
Rodando exteriores sin licencia (Times Square y Broadway, sus carteleras luminosas, la muchedumbre transeúnte bajo marquesinas de bombillas), Nueva York se capta con espontánea viveza de reportaje.
Los célebres encuadres simétricos, los contrastes de las poderosas sombras, juegan a fondo en la escena de la paliza del callejón, a manos de siniestras siluetas.
Y enorme potencia expresiva tienen también los paisajes de los muelles desiertos, las solitarias calles de almacenes y naves de ladrillo en Brooklyn y el bajo Manhattan, así como, especialmente, la escenificación hipnótica de la lucha a muerte en medio de maniquíes…
En la perspectiva del tiempo queda patente la inteligencia de Kubrick, su gran capacidad de aprendizaje. Comprendió que el guión no era lo suyo y no volvió a escribir ninguno. Todas sus películas siguientes se basan en sólidas novelas, adaptadas en equipo.
En cambio, su extraordinario talento para el lenguaje puramente visual, que siembra “El beso del asesino” de magníficos destellos, fue desarrollado hasta cotas culminantes en su obra posterior.
27 de junio de 2010
27 de junio de 2010
44 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simple, sí, es simple. Un guión de lo más simple en el cine negro, unas actuaciones simples, una dirección simple y en vías de desarrollo, una duración simple...
¿Y quién dijo que lo simple no puede ser genial? Lo es. No creo que esta película sea odiada por nadie, no es una obra maestra (casi) pero no desperdicias para nada el tiempo.
Kubrick no pierde el tiempo ni en hacer un buen guión ni en poner mucho dinero, se centra en la fotografía y el montaje. Es de la mejor fotografía que se ha hecho jamás. Planos muy distintos se unen en esta película: Panorámicas de azoteas, espejos, ventanas, sombras, etc.
Y no se crean que no se nota su huella (de Kubrick) está presente sobre todo (aparte de la mencionada fotografía) en la escena inicial con la voz en off, que presenta el Flashback; recuerda a Atraco Perfecto, o al menos a mí.
Película llena de grandes momentos: Persecuciones, peleas a muerte entre maniquíes, flashbacks largos, buenos y con sentido, un baile de ballet con una historia del pasado tormentoso...
La banda sonora, buena también. No pega mucho en el contexto, pero queda muy bien.
Para todos aquellos amantes del buen Cine Negro, Kubrick, y a la buena fotografía en blanco y negro.
¿Y quién dijo que lo simple no puede ser genial? Lo es. No creo que esta película sea odiada por nadie, no es una obra maestra (casi) pero no desperdicias para nada el tiempo.
Kubrick no pierde el tiempo ni en hacer un buen guión ni en poner mucho dinero, se centra en la fotografía y el montaje. Es de la mejor fotografía que se ha hecho jamás. Planos muy distintos se unen en esta película: Panorámicas de azoteas, espejos, ventanas, sombras, etc.
Y no se crean que no se nota su huella (de Kubrick) está presente sobre todo (aparte de la mencionada fotografía) en la escena inicial con la voz en off, que presenta el Flashback; recuerda a Atraco Perfecto, o al menos a mí.
Película llena de grandes momentos: Persecuciones, peleas a muerte entre maniquíes, flashbacks largos, buenos y con sentido, un baile de ballet con una historia del pasado tormentoso...
La banda sonora, buena también. No pega mucho en el contexto, pero queda muy bien.
Para todos aquellos amantes del buen Cine Negro, Kubrick, y a la buena fotografía en blanco y negro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es muy bueno cuando se rompe el objetivo de la cámara al tirarle un objeto o cuando le dan un puñetazo en el ring.
¿Quien es el asesino del título? Porque los dos besan a la chica y son asesinos (aunque sea en defensa propia).
El final, sí, es forzado, pero ¿que querían, que se fuera solo el pobre?.
¿Quien es el asesino del título? Porque los dos besan a la chica y son asesinos (aunque sea en defensa propia).
El final, sí, es forzado, pero ¿que querían, que se fuera solo el pobre?.
13 de febrero de 2010
13 de febrero de 2010
31 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo que sea muy razonable intentar hincar el diente por parte de los detractores de Stanley Kubrick en una película de aprendizaje como es “El beso del asesino”. Es más, si tuviéramos que valorarla poniéndola en contexto creo que es francamente buena.
Es una película muy de su tiempo, año 55, cine negro, virtuosismo en la fotografía, guión con todos los elementos del género (boxeador derrotado, mujer fatal, villano gangsteril…) y duelo final muy creativo en clara alusión a “La dama de Shanghai” de Orson Welles.
El cine, aunque últimamente parezca lo contrario, no es un medio artístico que los jóvenes puedan manejar fácilmente. Kubrick contaba con 27 años y logró una película que tiene algo más que un mero ejercicio de estilo (una estructura de flash-back dentro de un largo flash-back), contando además con un hándicap que jamás volvería a repetir: escribir un guión original.
Creo que todos los amantes del cine de Kubrick, están abocados a su visionado, aunque sea como una forma de completar su filmografía, aunque no sea una obra estrictamente kubrickiana, el genio se estaba modelando, buscando su propia personalidad artística. Un ejemplo de ello, el tipo de final –no desvelaré nada- nunca más se volvió a repetir en una de sus películas. No es coincidencia.
Nota: 6,3.
Es una película muy de su tiempo, año 55, cine negro, virtuosismo en la fotografía, guión con todos los elementos del género (boxeador derrotado, mujer fatal, villano gangsteril…) y duelo final muy creativo en clara alusión a “La dama de Shanghai” de Orson Welles.
El cine, aunque últimamente parezca lo contrario, no es un medio artístico que los jóvenes puedan manejar fácilmente. Kubrick contaba con 27 años y logró una película que tiene algo más que un mero ejercicio de estilo (una estructura de flash-back dentro de un largo flash-back), contando además con un hándicap que jamás volvería a repetir: escribir un guión original.
Creo que todos los amantes del cine de Kubrick, están abocados a su visionado, aunque sea como una forma de completar su filmografía, aunque no sea una obra estrictamente kubrickiana, el genio se estaba modelando, buscando su propia personalidad artística. Un ejemplo de ello, el tipo de final –no desvelaré nada- nunca más se volvió a repetir en una de sus películas. No es coincidencia.
Nota: 6,3.
24 de enero de 2009
24 de enero de 2009
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo largometraje de Stanley Kubrick. El guión es original de S. Kubrick y Howard O. Sackler (no acreditado), futuro premio Pulitzer. Se rueda en exteriores y escenarios reales de NYC (Brooklyn, Pensylvania Station, Times Square...), con un presupuesto de 75.000 USD. Producido por Morris Bousel y S. Kubrick para Minotaur Productions, se estrena el 21-IX-1955 (NYC).
La acción tiene lugar en NYC durante 3 días, entre octubre y noviembre de 1954. El mediocre boxeador Davy Gordon (Smith) decide prestar ayuda a su vecina Gloria Price (Kane), cuando observa a través de la ventaja que es maltratada por el rufián Vicent Rapallo (Silvera).
El film, que suma cine negro, thriller, crimen, drama y romance. Los dos protagonistas son personas corrientes, solitarias y fracasadas. El relato refleja el punto de vista de Davy, que hace las funciones de protagonista y narrador. La estructura expositiva se apoya en flashbacks: uno de Davy, otro de Gloria y uno muy largo que abarca todo el film. El flashback de Gloria se añade a última hora para alargar el metraje del film hasta alcanzar la duración preceptiva para su exhibición en cines. Se sirve de un narrador (voz en off) omnisciente destinado a facilitar la comprensión del relato.
La cinta presenta una brillante visualidad, especialmente patente en la secuencia de boxeo, la persecución callejera (propia de cine negro), la conversación en el apartamento de Gloria y la lucha en el almacén de maniquíes. Mediante metáforas visuales, el realizador parece indicar que Gloria se comporta como un juguete en manos de un rufián; que los dos protagonistas viven en un mundo falso e irreal, poblado de seres sin personalidad; y que ambos han renunciado a la vida en libertad y plenitud al vender su capacidad de trabajo como lo han hecho. A través del reflejo que duplica la imagen de Davy en los espejos de su casa, se sugiere, posiblemente, la dualidad del personaje: su personalidad bondadosa y violenta, solidaria y perversa, movida por el amor y el odio.
Las imágenes contienen algunas de las constantes del realizador, como encuadres simétricos, personas moviéndose en pasillos, peleas a golpes, ojos que miran fijamente, etc. La secuencia de la pelea entre maniquíes contiene referencias de humor negro. Kubrick realiza la obra gracias a la aportación de 40 mil USD que hace el farmacéutico de Manhattan, Morris Bousel. Con esta cantidad cubre poco más de la mitad del coste de la inversión. El resto lo financia recurriendo al endeudamiento y para cancelarlo Kubrick vende a UA el film por 75 mil USD, sin beneficio.
(Sigue en el "spoiler" sin desvelar partes del argumento)
La acción tiene lugar en NYC durante 3 días, entre octubre y noviembre de 1954. El mediocre boxeador Davy Gordon (Smith) decide prestar ayuda a su vecina Gloria Price (Kane), cuando observa a través de la ventaja que es maltratada por el rufián Vicent Rapallo (Silvera).
El film, que suma cine negro, thriller, crimen, drama y romance. Los dos protagonistas son personas corrientes, solitarias y fracasadas. El relato refleja el punto de vista de Davy, que hace las funciones de protagonista y narrador. La estructura expositiva se apoya en flashbacks: uno de Davy, otro de Gloria y uno muy largo que abarca todo el film. El flashback de Gloria se añade a última hora para alargar el metraje del film hasta alcanzar la duración preceptiva para su exhibición en cines. Se sirve de un narrador (voz en off) omnisciente destinado a facilitar la comprensión del relato.
La cinta presenta una brillante visualidad, especialmente patente en la secuencia de boxeo, la persecución callejera (propia de cine negro), la conversación en el apartamento de Gloria y la lucha en el almacén de maniquíes. Mediante metáforas visuales, el realizador parece indicar que Gloria se comporta como un juguete en manos de un rufián; que los dos protagonistas viven en un mundo falso e irreal, poblado de seres sin personalidad; y que ambos han renunciado a la vida en libertad y plenitud al vender su capacidad de trabajo como lo han hecho. A través del reflejo que duplica la imagen de Davy en los espejos de su casa, se sugiere, posiblemente, la dualidad del personaje: su personalidad bondadosa y violenta, solidaria y perversa, movida por el amor y el odio.
Las imágenes contienen algunas de las constantes del realizador, como encuadres simétricos, personas moviéndose en pasillos, peleas a golpes, ojos que miran fijamente, etc. La secuencia de la pelea entre maniquíes contiene referencias de humor negro. Kubrick realiza la obra gracias a la aportación de 40 mil USD que hace el farmacéutico de Manhattan, Morris Bousel. Con esta cantidad cubre poco más de la mitad del coste de la inversión. El resto lo financia recurriendo al endeudamiento y para cancelarlo Kubrick vende a UA el film por 75 mil USD, sin beneficio.
(Sigue en el "spoiler" sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es el segundo y el último largometraje que Kubrick realiza a partir de un guión original. Los guiones posteriores adaptan obras literarias. Kubrick realiza el film con el propósito de llamar la atención de las productoras que pueden asumir la financiación de sus proyectos. Este hecho explica, al menos en parte, algunas de las debilidades del film y los destellos de maestría cinematográfica que contiene. Las debilidades responden a la escasez de medios disponibles y lo logros son fruto del deseo de Kubrick de presentar en público sus habilidades de excelente fotógrafo. El aparente desequilibrio interno del film responde al deseo del realizador de elaborar una narración visual rica en momentos sugestivos y fascinantes, como anticipo de lo que podrá hacer cuando disponga de suficientes medios económicos. La limitada duración de la cinta se explica en función del deseo del realizador de proporcionar al film el metraje correspondiente al de una película de complemento de los programas dobles habituales de las salas de cine de los años 50. Kubrick consigue su propósito (llama la atención) y, gracias a ello, puede afrontar el rodaje de su tercer film, “Atraco perfecto”. Por lo demás, Kubrick asume todas las funciones básicas de producción de la película, lo que le permite demostrar su versatilidad y la solidez de su oficio.
Son escenas memorables la de la paliza en la noche, la de la lucha a muerte entre maniquíes, la persecución por los tejados, las visiones nocturnas de Brooklyn y Manhattan, las realistas escenas del ring y los juegos de reflejos de los rostros en espejos, cristales y similares. El éxito relativo de taquilla que obtiene le permite afrontar la producción del siguiente films, que será su primer trabajo importante.
La música, de Gerald Fried (“Senderos de gloria”, Kubrick, 1957), aporta una intensa partitura jazzística, que no deja a penas espacios libres. Incluye ritmos del momento, como el mambo. La fotografía, de Kubrick, muy elaborada, se sirve de vibrantes contrastes de luz y sombras, encuadres singulares y emotivas imágenes de cámara subjetiva (Davy en el ring). Por lo demás, construye imágenes sorprendentes y composiciones de gran fuerza expresiva, tarea a la que dedica la mayor parte de su atención. La narración visual de las principales escenas está desarrollada con la pasión, la fluidez y la espontaneidad propias de la primera etapa de Kubrick.
Film no es una gran obra, sino un producto de serie B, en el que algunas partes son brillantes y mejores que el conjunto y otras son mejorables (excesivo recurso a la voz en off, final impuesto por la distribuidora, interpretaciones a cargo de actores y actrices de segundo nivel, personajes esquemáticos, etc.). Es un trabajo de experimentación y aprendizaje y, a la vez, de presentación y demostración de conocimientos y habilidades del realizador.
Son escenas memorables la de la paliza en la noche, la de la lucha a muerte entre maniquíes, la persecución por los tejados, las visiones nocturnas de Brooklyn y Manhattan, las realistas escenas del ring y los juegos de reflejos de los rostros en espejos, cristales y similares. El éxito relativo de taquilla que obtiene le permite afrontar la producción del siguiente films, que será su primer trabajo importante.
La música, de Gerald Fried (“Senderos de gloria”, Kubrick, 1957), aporta una intensa partitura jazzística, que no deja a penas espacios libres. Incluye ritmos del momento, como el mambo. La fotografía, de Kubrick, muy elaborada, se sirve de vibrantes contrastes de luz y sombras, encuadres singulares y emotivas imágenes de cámara subjetiva (Davy en el ring). Por lo demás, construye imágenes sorprendentes y composiciones de gran fuerza expresiva, tarea a la que dedica la mayor parte de su atención. La narración visual de las principales escenas está desarrollada con la pasión, la fluidez y la espontaneidad propias de la primera etapa de Kubrick.
Film no es una gran obra, sino un producto de serie B, en el que algunas partes son brillantes y mejores que el conjunto y otras son mejorables (excesivo recurso a la voz en off, final impuesto por la distribuidora, interpretaciones a cargo de actores y actrices de segundo nivel, personajes esquemáticos, etc.). Es un trabajo de experimentación y aprendizaje y, a la vez, de presentación y demostración de conocimientos y habilidades del realizador.
14 de diciembre de 2007
14 de diciembre de 2007
29 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi se podría decir sin temor a equivocarme que este fue el debut del bueno de Stanley, el primero que reflejaba un poquito de lo que podría dar de sí en un futuro. Cierto es que “Fear and desire” se sigue conociendo como su debut real, pero sus desfasadas imágenes y la lógica falta medios nos ofrecía un film demasiado pobre y más próximo al documental. Y no es que “El beso del asesino” ofrezca demasiado por parte de kubrick, más bien es una modesta pretensión de cineasta que encuentra en esta sosa historia un juguete de escasa armonía con lo que sería su posterior obra. En el capítulo positivo estaría la labor fotográfica, único terreno en el que por aquel entonces Kubrick ya tenía un grado de práctica a respetar, jugando con luces y sombras que en determinados momentos son de lo más llamativo. Su mano está impresa en el entorno del film, como sería posteriormente, de forma pesimista y melancólica, narrando una historia de perdedores, donde la sombra de la esperanza se pasea sin manifestarse de una manera clara. Lo peor, es precisamente la falta de experiencia como director, los actores son hacen gala de pobres interpretaciones y su falta de linealidad hace que resulte bastante pesada y aburrida, para quedarse en un mero ensayo práctico, cuyo único interés radica en la firma de su autor. Po lo demás un film que si no es para olvidar, tampoco se puede considerar como algo notorio en su brillante carrera.
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