Sexo, mentiras y video
1989 

6.7
29,770
Drama
John, un abogado sin escrúpulos, está casado con Ann, una mujer seria e introvertida. Ella, aunque muestra poco interés por el sexo, se siente segura de su matrimonio. John, en cambio, es un adicto al sexo y tiene una aventura con Cinthia, la extrovertida y desenfadada hermana de Ann. La llegada del enigmático Graham, un antiguo compañero de John en la universidad, alterará la vida de Ann. (FILMAFFINITY)
29 de octubre de 2007
29 de octubre de 2007
143 de 154 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la excelente composición del personaje de Spader destacan las dubitaciones en sus diálogos que probablemente reescribiera añadiéndoles la naturalidad de lo imperfecto. La media sonrisa, la mirada interrogativa y esos titubeos denotan la inseguridad de un personaje que sólo está dispuesto a participar en la vida con la mirada. Graham nos descubre su voyeurismo a la primera que se presenta cuando le pregunta a Ann si ha salido alguna vez en televisión: consciente o inconscientemente, desde el principio la imagina víctima de su objetivo. Pero Graham no es el clásico "voyeur", una tensión interna le acomete y se manifiesta en sus contradicciones. Si por un lado se resiste a encerrarse bajo siete llaves, según afirma, por el otro pronto se enclaustra para rehuir el contacto con los demás. Sin embargo, la puerta de su casa permanece abierta y su contacto con el mundo se mantiene gracias a esta circunstancia que permite las distintas intrusiones del trío de protagonistas. Me interesan aquí dos escenas de la primera parte de la película en la que se presenta el personaje: la sobremesa con el matrimonio de John y Ann y la charla en el café a solas con Ann.
En la primera, sorprende la atracción creada entre Ann y Graham a expensas del marido que se muestra en todo momento cínico y distante. Las miradas de Graham gravitan en torno a la figura de Ann desplazando a su amigo al que, por otra parte, ya nada le une después de nueve años de separación. El número nueve alude al cambio de vida, a una muerte y una resurrección simbólicas (en consonancia con su costumbre de vestir de luto). Además de ese detalle de numerología hay otra referencia bíblica en la mención a la costumbre de la mujer de salar en abundancia las comidas. La sal se ofrendaba en los pactos realizados ante dios y probablemente sea una vaga referencia al pacto de fidelidad del matrimonio. Las posturas aparentemente opuestas de John y Graham se confrontan simbólicamente. Mientras que John, el infiel, se mofa de esa manía de su mujer de poner tanta sal, de Graham se nos dice anecdóticamente que años atrás "oficiaba misas privadas detrás de la capilla", en alusión a su fidelidad.
En la escena del café los personajes de Ann y Graham tienen la posibilidad de intimar en ausencia del marido. Graham pide té helado, una bebida que le caracteriza durante toda la película, hasta que logra figuradamente romper el hielo, ponerse del otro lado de la cámara -algo que aterroriza a cualquier "voyeur"- y expresar sus temores. Quizá la elección del té helado invite a una intimidad cuyo propósito parece ser antes la curiosidad que la lascivia. Graham descubre su impotencia mientras Ann acaricia inadvertida y repetidamente el pie de su copa de vino blanco en un ligero movimiento de vaivén. No hay lascivia en ese gesto porque no hay consciencia del mismo. Ese detalle mínimo de puesta en escena adelanta el tipo de relación que se establece entre los dos personajes y que prefiero no revelar aquí.
En la primera, sorprende la atracción creada entre Ann y Graham a expensas del marido que se muestra en todo momento cínico y distante. Las miradas de Graham gravitan en torno a la figura de Ann desplazando a su amigo al que, por otra parte, ya nada le une después de nueve años de separación. El número nueve alude al cambio de vida, a una muerte y una resurrección simbólicas (en consonancia con su costumbre de vestir de luto). Además de ese detalle de numerología hay otra referencia bíblica en la mención a la costumbre de la mujer de salar en abundancia las comidas. La sal se ofrendaba en los pactos realizados ante dios y probablemente sea una vaga referencia al pacto de fidelidad del matrimonio. Las posturas aparentemente opuestas de John y Graham se confrontan simbólicamente. Mientras que John, el infiel, se mofa de esa manía de su mujer de poner tanta sal, de Graham se nos dice anecdóticamente que años atrás "oficiaba misas privadas detrás de la capilla", en alusión a su fidelidad.
En la escena del café los personajes de Ann y Graham tienen la posibilidad de intimar en ausencia del marido. Graham pide té helado, una bebida que le caracteriza durante toda la película, hasta que logra figuradamente romper el hielo, ponerse del otro lado de la cámara -algo que aterroriza a cualquier "voyeur"- y expresar sus temores. Quizá la elección del té helado invite a una intimidad cuyo propósito parece ser antes la curiosidad que la lascivia. Graham descubre su impotencia mientras Ann acaricia inadvertida y repetidamente el pie de su copa de vino blanco en un ligero movimiento de vaivén. No hay lascivia en ese gesto porque no hay consciencia del mismo. Ese detalle mínimo de puesta en escena adelanta el tipo de relación que se establece entre los dos personajes y que prefiero no revelar aquí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El rol de Ann consistirá en ayudar a Graham a superar su impotencia, del mismo modo que él terminará por ayudarla a ella que, en cierto modo y dada su frigidez, comparte esta anomalía. En esta liberación juega un papel predominante la gestión del espacio que tan importante es en una película sobre el voyeurismo porque, en definitiva, siempre trata de la posibilidad del voyeur de salir afuera, de exteriorizarse y abandonar la concha en la que se refugia. A esa cerrazón, refiere la ambigüedad de la palabra inglesa "closure", que emplea Graham al afirmar, en referencia a su relación anterior, que ha vuelto después de su ausencia de nueve años para "clausurar" algo. En realidad, ese algo puesto en clausura es él mismo y lo esencial de su vuelta consistirá, de ser capaz de lograrlo, en abrirse al mundo. La mención a la lluvia en el porche de su casa en la escena final de la película constata, dado que el agua en su curso es un símbolo de fertilidad, la superación de su impotencia gracias a Ann, su liberación de la reclusión y la salida al mundo.
20 de mayo de 2008
20 de mayo de 2008
91 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Hay algo de transgresor en el hecho de contarle a una cámara de vídeo tu sexualidad más recóndita?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Soderbergh así lo cree y en esta cinta consigue que también lo pensemos nosotros. Ningún personaje es lo que parece ser. Los vamos descubriendo a medida que ellos se descubren a sí mismos. Pequeños detalles operan esas transformaciones: un cambio de vestuario, de luz, de plano. Sutilezas muy bien utilizadas por el director.
La primera vez que Andy Mc Dowell va de visita a casa de Graham, el amigo misterioso, lleva un vestido que sólo le llega a la rodilla, en lugar de las faldas monjiles con las que aparecía hasta ese momento; el marido, el abogado ambicioso, se nos muestra en su despacho de traje claro con pajarita, asombrosamente ridículo, en una de las escenas finales; la camisa invariablemente negra de James Spader nos hace pensar sin querer en un paralelismo religioso: el sacerdote, la confesión... hasta las hermanas tienen un apellido que no da lugar a dudas: Bishop, “obispo” en inglés.
¿Por qué la terapia de Ann resulta en apariencia inútil, descafeinada? Porque todo lo que cuenta se lo está relatando al terapeuta calvo, que le recibe con su misma cara de terapeuta cada semana, en una consulta irreal a la que solo le falta la tacita de té y la labor de ganchillo. La única vez que ella cuenta con total sinceridad algo de sí, esas cosas que uno solo saca de sus abismos, lo hace frente a la cámara de video de Graham, y no creo que sea porque él escucha, sino porque está hablando consigo misma. Por primera vez parece ponerse ante un espejo, explorar, buscar. Esa es la verdadera terapia, por ahí atisba uno la posibilidad de concerse. Y lo paradójico es que quien está presente es prácticamente un extraño, una sombra tras la cámara, que jamás contará aquello que oye. Lo guardará como un secreto de confesión, para disfrute y meditación personal.
El hecho mismo de grabarlo da trascendencia a cada palabra. Ambas hermanas realizan una exhibición ante la cámara (desvelan su cuerpo, en un caso, su alma, en el otro). Dos caras de una misma moneda. Quizá cada personaje es eso, un aspecto de una personalidad completa e idealizada, escisiones muy esquemáticas de un ser más complejo que reuniría en sí la espiritualidad de Graham, los temores y represiones sexuales de Ann, el apasionamiento y el complejo de inferioridad de Cynthia y la ambición y la indecisión de John, que ve por primera vez desnuda a su mujer, simbólicamente hablando, la noche en la que escucha la grabación en casa de su extraño amigo. Ahí asistimos a una elipsis maravillosa en la que se adivina una escena de sexo que no nos es desvelada.
Como pasa muchas veces, al final es tan importante lo que se cuenta como lo que solo se deja imaginar.
La primera vez que Andy Mc Dowell va de visita a casa de Graham, el amigo misterioso, lleva un vestido que sólo le llega a la rodilla, en lugar de las faldas monjiles con las que aparecía hasta ese momento; el marido, el abogado ambicioso, se nos muestra en su despacho de traje claro con pajarita, asombrosamente ridículo, en una de las escenas finales; la camisa invariablemente negra de James Spader nos hace pensar sin querer en un paralelismo religioso: el sacerdote, la confesión... hasta las hermanas tienen un apellido que no da lugar a dudas: Bishop, “obispo” en inglés.
¿Por qué la terapia de Ann resulta en apariencia inútil, descafeinada? Porque todo lo que cuenta se lo está relatando al terapeuta calvo, que le recibe con su misma cara de terapeuta cada semana, en una consulta irreal a la que solo le falta la tacita de té y la labor de ganchillo. La única vez que ella cuenta con total sinceridad algo de sí, esas cosas que uno solo saca de sus abismos, lo hace frente a la cámara de video de Graham, y no creo que sea porque él escucha, sino porque está hablando consigo misma. Por primera vez parece ponerse ante un espejo, explorar, buscar. Esa es la verdadera terapia, por ahí atisba uno la posibilidad de concerse. Y lo paradójico es que quien está presente es prácticamente un extraño, una sombra tras la cámara, que jamás contará aquello que oye. Lo guardará como un secreto de confesión, para disfrute y meditación personal.
El hecho mismo de grabarlo da trascendencia a cada palabra. Ambas hermanas realizan una exhibición ante la cámara (desvelan su cuerpo, en un caso, su alma, en el otro). Dos caras de una misma moneda. Quizá cada personaje es eso, un aspecto de una personalidad completa e idealizada, escisiones muy esquemáticas de un ser más complejo que reuniría en sí la espiritualidad de Graham, los temores y represiones sexuales de Ann, el apasionamiento y el complejo de inferioridad de Cynthia y la ambición y la indecisión de John, que ve por primera vez desnuda a su mujer, simbólicamente hablando, la noche en la que escucha la grabación en casa de su extraño amigo. Ahí asistimos a una elipsis maravillosa en la que se adivina una escena de sexo que no nos es desvelada.
Como pasa muchas veces, al final es tan importante lo que se cuenta como lo que solo se deja imaginar.
20 de octubre de 2008
20 de octubre de 2008
50 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
He tenido esta película como pendiente de ver durante muchísimo tiempo, y ya se sabe que ocurren estos casos de obras que dejamos guardadas en la estantería cogiendo polvo, sin darnos cuenta durante años de la maravilla por la que pasábamos delante cada día sin percibirla.
Desde el comienzo, desde la primera palabra del film (spoiler 1), comienza una hora y media de diálogos fascinantes que pueden llegar a engañar a simple vista, sí, pero acaban por revelar un fondo al que parece no acabársele el jugo (spoiler 2). La película puede parecer simple conversación, pero es que cada escena de la película, cada palabra, cada gesto, está calculado para asemejarse tanto a la realidad, que parece que estuviéramos escuchando las conversaciones de personas de la vida real, y no de actores interpretando un papel (spoiler 3).
La manera tan original de irnos presentando a los personajes consigue que los logremos definir en tan sólo un par de escenas. Peter Gallagher está simplemente correcto (a pesar de que es coherente con su personaje) ante James Spader y Andie MacDowell, magníficos en cada una de sus apariciones. Laura San Giacomo, en el papel de Cynthia, está tan sólo un nivel por debajo, con una sensualidad que practicamente traspasa la pantalla.
El film rebosa de frases para enmarcar que dejo para la gente que ya lo haya visto (spoiler 4).
Por otro lado, la música, aunque puede que escasa, está presente en los momentos justos, ayuda a crear un climax de verdadera tensión y algunos cambios de ritmo impresionantes (spoiler 5).
La película remata con un final realmente hilvanado y en el que todas las piezas encajan (spoiler 6), a pesar de que necesité un segundo visionado para ello, aunque no me ha supuesto un esfuerzo de ningún modo.
Quizás lo más sorprendente de todo es que este guión fue escrito por el propio Soderbergh en tan sólo 8 días, y que para mi constituye uno de los más sólidos que he visto y sin duda, como es llamada a ser, una de las piedras angulares del cine independiente.
Sin más, sencillamente maravillosa.
Desde el comienzo, desde la primera palabra del film (spoiler 1), comienza una hora y media de diálogos fascinantes que pueden llegar a engañar a simple vista, sí, pero acaban por revelar un fondo al que parece no acabársele el jugo (spoiler 2). La película puede parecer simple conversación, pero es que cada escena de la película, cada palabra, cada gesto, está calculado para asemejarse tanto a la realidad, que parece que estuviéramos escuchando las conversaciones de personas de la vida real, y no de actores interpretando un papel (spoiler 3).
La manera tan original de irnos presentando a los personajes consigue que los logremos definir en tan sólo un par de escenas. Peter Gallagher está simplemente correcto (a pesar de que es coherente con su personaje) ante James Spader y Andie MacDowell, magníficos en cada una de sus apariciones. Laura San Giacomo, en el papel de Cynthia, está tan sólo un nivel por debajo, con una sensualidad que practicamente traspasa la pantalla.
El film rebosa de frases para enmarcar que dejo para la gente que ya lo haya visto (spoiler 4).
Por otro lado, la música, aunque puede que escasa, está presente en los momentos justos, ayuda a crear un climax de verdadera tensión y algunos cambios de ritmo impresionantes (spoiler 5).
La película remata con un final realmente hilvanado y en el que todas las piezas encajan (spoiler 6), a pesar de que necesité un segundo visionado para ello, aunque no me ha supuesto un esfuerzo de ningún modo.
Quizás lo más sorprendente de todo es que este guión fue escrito por el propio Soderbergh en tan sólo 8 días, y que para mi constituye uno de los más sólidos que he visto y sin duda, como es llamada a ser, una de las piedras angulares del cine independiente.
Sin más, sencillamente maravillosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(spoiler 1) "Basura." Esta primera palabra está fusionada con un curioso plano con el que comienza la película, enfocando la carretera por la que circula el coche de Graham, y que para mí simboliza las ocasiones en la vida en las que debemos volver a un punto anterior, lo cual es totalmente acorde con el desenlace de la obra.
(spoiler 2) Incontables son los motivos que puedo dar para apreciar el fondo de esta obra: Desde la sugerencia de la extraña aficción de Graham en el puntual momento en el que se ve su cámara en el maletero, en una de las primeras preguntas que le hace a Ann, o en la butaca de director que tiene en su piso; hasta el momento en que Graham está viendo el vídeo de Cynthia y recuerda detalles de la conversación que aún no se han escuchado, lo cual se ve reflejado en su rostro.
(spoiler 3) Tales detalles se pueden apreciar en que Graham, en el momento de entrar a la casa de Ann por primera vez, le pida si puede ir al baño, y en seguida vuelva para excusarse de que fuera una falsa alarma; o en que una vez en su apartamento no escuche lo que le dice Ann en un momento dado (también quizás porque no quiere escucharlo en ese momento).
(spoiler 4) Aunque podría mencionar muchas, la práctica totalidad están insertadas en la propia historia y pierden su sentido de manera independiente, y siento no poder seleccionar una escena en concreto, porque todas me parecen excelentes. Me quedo con una frase que no podría ser más cierta desde mi punto de vista, y que refleja perfectamente la distinción de ambos sexos:
"Recuerdo haber leído una vez que los hombres aprenden a amar a las mujeres por las que se sienten atraídos, y las mujeres se sienten cada vez más atraídas por el hombre a quien aman."
(spoiler 5) Me llama la atención especialmente la escena en la que Ann descubre el pendiente y corre al coche tras cambiarse agresivamente de ropa. En el momento de entrar en él se tapa los oídos como en señal de tremenda rabia, para dar paso instantaneamente al lugar donde ha aparcado, justo enfrente de casa de Graham.
(spoiler 6) En el momento en el que Ann toma las riendas de la grabación y enfoca a Graham se cambian los papeles y el voyeurista pasa a ser el confesor: Graham niega toda relación humana para evitar el dolor de la ruptura y el rechazo, reflejado en la manera que tiene de estructurar su vida, tal y como él dice, y se da cuenta de su error cuando ve que él ha influenciado ya la vida de Ann, y sobre todo cuando John le revela que él fue el artífice de su fracaso con Elisabeth.
Por su parte, Ann está influenciada por su hermana, al afirmar que detesta sentir las mismas cosas que Cynthia, y que por ello detesta pensar en los hombres; y toma la decisión de enfrentarse a un problema que realmente puede abarcar, y es el ayudar a Graham.
La escena final me remite a la gran sensación de realismo de la película al no presentarnos el típico final feliz, sino simplemente que "está lloviendo".
(spoiler 2) Incontables son los motivos que puedo dar para apreciar el fondo de esta obra: Desde la sugerencia de la extraña aficción de Graham en el puntual momento en el que se ve su cámara en el maletero, en una de las primeras preguntas que le hace a Ann, o en la butaca de director que tiene en su piso; hasta el momento en que Graham está viendo el vídeo de Cynthia y recuerda detalles de la conversación que aún no se han escuchado, lo cual se ve reflejado en su rostro.
(spoiler 3) Tales detalles se pueden apreciar en que Graham, en el momento de entrar a la casa de Ann por primera vez, le pida si puede ir al baño, y en seguida vuelva para excusarse de que fuera una falsa alarma; o en que una vez en su apartamento no escuche lo que le dice Ann en un momento dado (también quizás porque no quiere escucharlo en ese momento).
(spoiler 4) Aunque podría mencionar muchas, la práctica totalidad están insertadas en la propia historia y pierden su sentido de manera independiente, y siento no poder seleccionar una escena en concreto, porque todas me parecen excelentes. Me quedo con una frase que no podría ser más cierta desde mi punto de vista, y que refleja perfectamente la distinción de ambos sexos:
"Recuerdo haber leído una vez que los hombres aprenden a amar a las mujeres por las que se sienten atraídos, y las mujeres se sienten cada vez más atraídas por el hombre a quien aman."
(spoiler 5) Me llama la atención especialmente la escena en la que Ann descubre el pendiente y corre al coche tras cambiarse agresivamente de ropa. En el momento de entrar en él se tapa los oídos como en señal de tremenda rabia, para dar paso instantaneamente al lugar donde ha aparcado, justo enfrente de casa de Graham.
(spoiler 6) En el momento en el que Ann toma las riendas de la grabación y enfoca a Graham se cambian los papeles y el voyeurista pasa a ser el confesor: Graham niega toda relación humana para evitar el dolor de la ruptura y el rechazo, reflejado en la manera que tiene de estructurar su vida, tal y como él dice, y se da cuenta de su error cuando ve que él ha influenciado ya la vida de Ann, y sobre todo cuando John le revela que él fue el artífice de su fracaso con Elisabeth.
Por su parte, Ann está influenciada por su hermana, al afirmar que detesta sentir las mismas cosas que Cynthia, y que por ello detesta pensar en los hombres; y toma la decisión de enfrentarse a un problema que realmente puede abarcar, y es el ayudar a Graham.
La escena final me remite a la gran sensación de realismo de la película al no presentarnos el típico final feliz, sino simplemente que "está lloviendo".
18 de junio de 2008
18 de junio de 2008
54 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me canso de repasar esta película, cuantas más veces la veo, más brillante me parece. Hay que verla en versión original aunque el doblaje en español es peculiar no se adapta a nuestra cultura: la cadencia en las voces, las miradas, los gestos... son un alarde de interpretación. Me parece erótica, inteligente y valiente y me gusta mucho.
6 de septiembre de 2010
6 de septiembre de 2010
41 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran director Steven Soderbergh sorprende a propios y extraños con esta increíble ópera prima realizada con un bajísimo presupuesto.
El arte de no complicarse la vida, el poder de la intuición y el alejamiento del modo de vida americano -obsesionados siempre por la perversa dinámica triunfador/perdedor- son mezclados con el arte de un gran cocinero para acabar siendo un plato delicioso e inolvidable que debe revisarse de vez en cuando.
Buscar la felicidad en las cosas pequeñas del día a día e intentar buscar la paz interior prescindiendo de la opinión de la comunidad bienpensante serían dos de las moralejas -si es que pueden llamarse así- de esta pequeña-gran obra maestra del cine.
El arte de no complicarse la vida, el poder de la intuición y el alejamiento del modo de vida americano -obsesionados siempre por la perversa dinámica triunfador/perdedor- son mezclados con el arte de un gran cocinero para acabar siendo un plato delicioso e inolvidable que debe revisarse de vez en cuando.
Buscar la felicidad en las cosas pequeñas del día a día e intentar buscar la paz interior prescindiendo de la opinión de la comunidad bienpensante serían dos de las moralejas -si es que pueden llamarse así- de esta pequeña-gran obra maestra del cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Creo que James Spader -en el papel de su vida, el extraño amigo del abogado de éxito John, Graham- licenciado en Derecho en una Universidad de prestigio y que ahora vive a salto de mata buscando básicamente la felicidad del día a día, ha llegado a ese estilo de vida minimalista y en busca de la sanación después de superar muchísimas neurosis y de muchísimo sufrimiento, pero le falta completar el círculo (su impotencia, su necesidad de hacer esas grabaciones de vídeo con las que acaba definitivamente al conseguir completar el círculo); y esa es para mí la clave de esta obra maestra que hay que disfrutar con la mente muy abierta.
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