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España España · Ourense
Críticas de Roberto
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
7
27 de marzo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tesis es el debut largo de Alejandro Amenábar, una película en la que presenta un lado joven, arriesgado y alocado; y otro mucho más maduro y asentado. Ambas caras tienen ingredientes para hacer una cinta redonda, pero también imperfecciones a pulir.

La película comienza de una forma muy interesante: una estudiante ajena a la violencia, decide hacer su tesis doctoral sobre este tema. Para ello se mete en un mundo que desconocía y que le repugna, pero por el que se siente ligeramente atraída. Hasta aquí la película es perfecta: visceral, freudiana, arriesgada y con ese punto amarillista que pretende denunciar, pero por el que el ser humano siente una enorme atracción.

El problema es que conforme avanza, en lugar de seguir explorando ese mundo, la película se convierte en un whodunit clásico, convirtiendo el universo de violencia en una mera excusa para investigar un asesinato y dejando al filme en una posición mucho menos arriesgada, con una estabilidad que no le sienta nada bien. Además maneja todos los clichés del género: investigación, tensión sexual no resuelta, giros de guion... sin realmente meter nada nuevo.

Es cierto que al final se queda una cinta sólida, los personajes están bien creados (Fele Martínez se sale), las escenas en las que se ahonda más profundamente en la atracción de lo morboso y lo prohibido son magistrales y el epílogo final es una bofetada en la cara magistral. Por tanto, lo bueno gana a lo malo de calle, pero ¿y si la trama del asesinato fuese una excusa para meter a la protagonista en un mundo mucho más profundo todavía en lugar de estabilizar la película en una investigación al uso? Claramente estaríamos ante una obra maestra. Al palo.
Roberto
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9
19 de marzo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy fácil buscar una postura interpretativa a una película como esta. Algunos interpretarán que se trata de una crítica a la sociedad del momento y otros hablarán de complejas metáforas que conlleva la impactante escena inicial, pero quizás esto sea desmerecer lo que estamos viendo.

Tanto Buñuel como Dalí decidieron no dar interpretación a las caóticas imágenes que componen Un perro andaluz, porque ello desvirtuaría la propia naturaleza de la pieza. Y es que estamos ante una sucesión de imágenes surrealistas que expresan perfectamente lo que es un sueño, desde la posición más freudiana: objetos que aparecen y desaparecen, cambios de escenario, líneas temporales difusas... todo llevado con una maestría cinematográfica excelente.

Es la escena inicial una de las más potentes que veremos en el cine surrealista de los años 20 y tiene un sentido: sus autores hablan de ella como una forma de llamar la atención del espectador para así introducirlo más fácilmente en un mundo onírico, como si de hipnosis estuviéramos hablando. Buñuel nos hipnotiza con una potente imagen para que el resto de la cinta sea digerida fácilmente. A partir de ahí, el director utiliza escenas como si de la libre asociación de ideas se tratara, llevando al espectador a un mundo de fantasía magnífico.

Así, se va tallando una obra maestra producida en Francia pero de alma española, que es una joya de la imagen, de la imaginación, un canto contra la represión, ya no por parte de la sociedad, sino de nosotros mismos, de la búsqueda de un sentido a todo.
Roberto
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8
20 de marzo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los cronocrímenes es el ejemplo perfecto de cómo hacer cine de calidad con un presupuesto muy inferior al que en principio requeriría la idea a ejecutar. Si Nacho Vigalondo rodase esta película en tiempos de Colossal tendríamos una ambientación mucho más hollywoodiense que en este caso, pero si algo le sobra al cántabro es imaginación. La solución fue ambientar la película casi como serie B, dándole una dimensión entre oscura y freak y alejándola así de otros enfoques mucho más blancos o de naturaleza científica.

Tampoco tendría sentido hacer esto en una película de un contenido visual grotesco o de ideas muy complejas. Así, lo que nos plantea es el viaje en el tiempo llevado a la mínima potencia. Es cierto que puede ser complejo para alguien que nunca ha visto este tipo de películas, pero resultará un chiste para cualquier amante de la física cuántica. Esto no es positivo ni negativo, simplemente agrada que el director sea honesto con lo que nos quiere contar y no nos venda la moto. Se agradece pues, que no haya ningún efecto de autoflagelación hollywoodiense que se salga de lo planteado. Coherencia y modestia.

Pero a pesar de la sencillez de la idea, la entrada en su juego es de lo mejor que nos puede pasar. Una vez nos vemos metidos en un universo oscuro y delirante (que no es otro que el universo oscuro y delirante de su director), encontramos un montón de posibilidades, dilemas morales, emociones y sensaciones. Muy pocos consiguen transmitir tanto con tan poco. Y es que en la película pasamos de lo añorable a lo repugnante, de la media sonrisa al miedo, del mal rollo a la sorpresa.

Es cierto que Karra Elejalde no es el actor más apropiado para este filme, que Bárbara Goenaga está bien sin más y que Nacho Vigalondo actuar, lo que se dice actuar, sabe poco tirando a nada. Es cierto también que hay escenas bastante predecibles (aunque no contarlas o darlas por hecho sería un error importante). Pero quedémonos con lo más importante. Posiblemente nadie ha conseguido tanto con tan poco, Nadie. Ni Ed Wood.
Roberto
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7
21 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scorsese haciendo un thriller psicológico sobre la locura en los años 50. Shutter Island refleja la barbarie con los llamados "locos" y cómo el término "locura" era completamente arbitrario y engañoso. Lo cierto es que el punto de partida es bastante bueno, así como la idea general (basada en la novela del mismo nombre), pero se pierde en la ejecución de ciertos giros que, desarrollados con maestría, podrían dar lugar a una verdadera joya de aroma clásico. Lo más destacado de la cinta es la dualidad argumental que se mantiene toda la película sin que haya (demasiados) cabos sueltos de por medio. Esa doble interpretación, que se mantiene en cada giro y en cada bandazo que hacemos conforme la historia avanza, nos lleva a lo mejor y lo peor de la película. Para no hacer dos críticas, voy a ir punto por punto:

Lo mejor:
- En ningún momento se cae la película y el guion se mantiene sorprendentemente, sin dejar un montón de cabos sueltos. Para esto ha aprendido del mejor: Alfred Hitchcock. Su influencia es palpable a la hora de sorprender al espectador con lo que pasa a continuación.

- Se refleja perfectamente el concepto de locura, los recovecos del cerebro humano. En ningún momento sabemos hasta qué punto está loco cada personaje y empatizamos con la impotencia de los pacientes. Esto se une a una interpretación social que se nos brinda de forma sutil en el desenlace (quizás lo único verdaderamente sutil de la cinta).

- Buena ejecución de aspectos técnicos, muy al estilo del cine clásico, pero a su vez de la ficción de la época (¿nadie más ve una inspiración clara en Lost?). La fotografía, la banda sonora, la ambientación de naturaleza oscura y enigmática... todo muy bien logrado.

Lo peor:
- Aunque los giros no hacen caer la historia, sí hacen que pierda veracidad, resultando muy casual que todo suceda acorde para que el guion no se precipite al vacío. Jugar a ser Hitchcock no es tan fácil y sorprender al espectador 60 años después tampoco.

- La mayoría de sucesos son predecibles. Esto no es malo ni bueno, pero presentarlos con épica como si estuviese descubriendo el cine es algo que Scorsese no se debería permitir. Menos giros y/o presentados con más honestidad optimizaría el resultado.

- La trabajo de Di Caprio es deficiente. Es cierto que el papel es complicado y quizás la dirección o la novela original (que no he leído) tengan parte de culpa a la hora de construir al personaje, pero su sobreinterpretación se sale de tono, de registro y va contra la naturaleza del personaje. Destaca mucho (y muchos lo verán como un papel magistral por ello), pero quizás debería hacerlo menos.

Es decir, buena película, con sus más y sus menos. Sería un buen punto de partida para un director novel, pero quizás a Scorsese hay que pedirle más. Aun así, sus múltiples interpretaciones, su ambientación y su lectura social (que sí presentan la complejidad que le falta a la historia) la convierten en algo más que un mero entretenimiento psicológico.
Roberto
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8
20 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando sueñas puede pasar de todo. El sueño es una de las vías cinematográficas más sencillas para llegar al surrealismo, la fantasía o la paranoia. Lynch, Buñuel o Walt Disney se apoyaron cientos de veces en este argumento. Pero Christopher Nolan no tira en ningún momento por esa vía, sino que utiliza la fantasía visual para fines científicos: la arquitectura, la anatomía, la física o la matemática son las protagonistas de una película que es casi una ecuación mental llevada a gran escala.

Entrar a robar (o implementar) información apropiándose de sueños es la premisa que se nos plantea durante una dilatada introducción en la que encontramos sueños dentro de sueños, formando una bonita colección de muñecas rusas oníricas. En Origen hay imaginación, pero no fantasía. Nada puede salir mal y esto se deja claro en todo momento. Así, se contrata gente para defenderse de ataques en sueños o incluso se utiliza la anatomía para explicar cómo el ser humano repele a los que intentan sabotear nuestras fantasías. No hay lugar para salirse de la norma ni siquiera cuando dormimos, y ahí reside el encanto y la innovación de Origen. No es una secuencia sin sentido, sino el paraíso de la arquitectura: un lugar donde infinidad de formas y colores pueden converger a espaldas de la física. Así, las potentes imágenes de estructuras imposibles que se derrumban, niveles de sueño que se van construyendo o paisajes medidamente delirantes son absolutamente fantásticas y la sensación de control es perfecta en todo momento.

Es por eso que gran parte del encanto de la película se derrumba cuando menos nos lo esperamos. Los últimos 20 minutos de la cinta se convierten en una película de acción que parece más de Michael Bay que de Christopher Nolan. Ahí radica su gran inconveniente. Es cierto que se cierra la trama de una forma decente y que el guion no se resquebraja por un giro rebuscado y sonrojante, pero la ejecución no es la óptima y en parte se pierde esa perfección milimétrica de la que presume la cinta. Sin ese fallo estaríamos hablando de un sobresaliente.

Del resto poco que destacar. Actores solventes, que no brillantes (quizás destaque a Ellen Page por encima del resto y me chirríe algo Joseph Gordon-Levitt, aunque bastante uniformes todos); un guion que no abusa de lo hollywoodiense en el sentido peyorativo de la palabra y una historia de amor en la que vemos la única concesión a lo humano, desde una perspectiva casi freudiana, pero que encaja bastante bien con el tono de la película.

En definitiva, una matemática vuelta de tuerca a las películas sobre sueños, bien ejecutada. Una creación de estructuras mental perfecta y un guion bastante medido, todo a excepción de esos últimos compases, que nos dejan con una sensación agridulce.
Roberto
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