Es curioso que con las series antiguas, me suele pasar que cuando veo las reposiciones después de muchos años, me dan la sensación de que han perdido calidad, y algunas me sorprendo a mí mismo opinando que son una "cutrez". Pero he visto Verano Azul recientemente y lejos de disgustarme, me ha gustado igual o más que cuando la vi cuando era pequeño (tenía la edad de Tito y Piraña cuando la vi en 1981). A parte de parecerme una serie divertida, creo que cada capítulo enseña unos valores que me parecen fundamentales en la educación de los niños (y en muchas ocasiones de los mayores), todo ello al estilo de los que vivimos los años 80, que nos recuerda cómo hablábamos, cómo vestíamos, cómo hacíamos pandilla y las cosas que hacíamos para divertirnos.
En cuanto a la interpretación de los actores, esta se centra en la naturalidad, dando imagen de cotidianeidad, por lo que parece que estamos viendo la vida real (de entonces) desde nuestras butacas. Otras interpretaciones dejan un poco que desear, como es el caso de algunos personajes secundarios, pero nada que ensombrezca demasiado el contenido total de la serie.
En resumen, me gustaría que mis hijos crecieran viendo esta serie como lo hice yo, y eso creo que lo dice todo.

Película entretenida desde el principio, ya que apuesta por un argumento que te hace pensar en las viejas películas de vampiros, pero desde un punto de vista diferente, el punto de vista de los vampiros si llegasen a triunfar de forma global en nuestro mundo. Le falta sobriedad y le sobran escenas en las que los amantes de la serie B se sienten a sus anchas, pero cierto es que si no fuese de esa manera, a muchos espectadores les aburriría, puesto que hoy en día parece que prima más la puesta en escena que el guión. Y es que el equilibrio entre ambos es lo que lleva a una película a alcanzar la excelencia.

También se puede decir de esta película que es una crítica metafórica de lo que representa la sociedad de hoy en día, en la que todos codiciamos las cosas que nos hacen ser lo que somos, y olvidamos vivir como seres humanos cuya esencia se aleja de las necesidades materiales que nos son impuestas.

En definitiva, algunos la verán como una película de serie B con mucho presupuesto, y otros como una entretenida alegoría del ser humano.

La película refleja los anhelos del ser humano por encontrar a las personas que nos harán felices, mezclando fantasía y ficción, de la misma manera que muchos de nosotros imaginamos y nos dejamos llevar por nuestros deseos. Mezcla varios géneros de manera magistral en los que Gene Tierney demuestra su capacidad de expresar con sus gestos las situaciones de miedo, humor y pasión que requiere cada uno de ellos, enamorando a la cámara como deben hacer las grandes actrices, y ofrece una crítica a la sociedad machista y puritana de principios de siglo, que sigue vigente en nuestra época en muchos aspectos. Rex Harrison, el fantasma, está a la altura y entre los dos hay química. Especial mención al personaje de Edna Best, la sirvienta, y "La gaviota", la casa donde se desarrolla la historia y su situación frente al mar, es el lugar perfecto donde dar vida a una historia de amor eterna. Sin duda una de las mejores películas que he visto.

Me encantaba ver la del 81 cuando era pequeño, pero con el paso de los años los efectos especiales quedaron demasiado obsoletos. Por lo tanto, sí era necesario hacer la de 2010, aunque pienso que no hacía falta adaptarla a 3D, puesto que se rodó para proyectarla en 2D y en las escenas de lucha uno se pierde con los movimientos de cámara y con el exceso de primeros planos. Los escenarios y personajes me han gustado y en cuanto al argumento, le faltan 20 minutos de película donde profundizar un poco más en por qué ocurren las cosas. En definitiva es demasiado simple para poder decir que se acerca al cine del bueno. Por lo tanto se queda en una entretenida película para pasar la tarde donde se rememora las viejas historias de la mitología griega.

La comedia y el drama se disputan esta historia más que aceptable sobre la esencia misma del teatro. Buenas interpretaciones y aceptable guión de Kenneth Branagh, que dirige esta película sin más pretensión que hacer cine de autor para alimentar el alma del creador, criticando las grandes producciones comerciales como fútiles productos que no hacen sino alimentar los bolsillos.