En dos ocasiones, había querido verla, pero, por cuestiones de gustos y de que estaba mentalmente cerrada a las películas de más de dos horas de duración, la dejaba siempre para después. Hasta que por fin, me decidí a verla y agradezco por esta espera.
Es una película con una puesta en escena muy bella y delicada. El personaje principal, Gustav, es tan expresivo y contundente con su actuación, que te atrapa y te seduce su vida, sus problemas y sus emociones a lo largo del filme. Tadzio, quien es el otro personaje, en cambio, te deja siempre a la espera de algo más, con sus silencios tan bien pensados, y, claramente, por la belleza física que emana de él, tan poco prototipica.
Una peli, la verdad, muy sensual, con una narración letargada pero sumamente bella, musicalmente bien estructurada, extremadamente emocional y muy ensoñada. Si lo que buscas es una experiencia sensible, mírala. Si aceptas el amor sin condiciones de género, mírala. Si tienes paciencia, mírala.
Es una película donde la pasión, el dolor, la enfermedad y la vulgaridad son sinónimo de belleza.

Comenzaré por definirla como parte de una corriente filosófica crucial en la reorganización del mundo moderno: el existencialismo, puesto que está cargada de una intima critica a la existencia individual y colectiva a través de la angustia, el duelo, la melancolía, el llanto. Es una película en la cual los personajes constantemente se cuestionan sus condiciones humanas y su significado de la vida; lo que la hace permanente en el tiempo, es decir, pasa el tiempo y su contenido narrativo sigue tan presente como cuando fue hecha por allá en 1973.
En torno a la calidad de las imágenes, hay mucha belleza expresada en el manejo de la luz y la sombra, pero más que esto, en los primeros planos que están casi siempre en constante armonía con el guion. Por ejemplo, si la atención debe ser puesta en un solo personaje, el texto guion se conecta con la cámara para darle esa sensación existencialista que ya referí al inicio: el personaje interactúa con el espectador, te habla, se cuestiona y te hace cuestionarte.
Me atrae demasiado como Eustache aborda la libertad sexual y permite vislumbrar como una parte de la juventud francesa estaba determinando sus relaciones amorosas de manera abierta y sin ataduras de poseer al otro o a la otra simbólicamente. Además de esto, abre el panorama. Supongo que en los '70 ir a ver esta película era una vuelta de tuerca total para muchos jóvenes y adultos que vivían constantemente cuestionándose el cuerpo y la sexualidad, y por ende, también es un modelo que ejemplifica y enseña. En mi caso, debo confesar que esta película transformó de manera radical las visiones sobre las relaciones de pareja y la sexualidad femenina. ¿Quieres saber que significa ser una puta? vive esta película.

Voy a argumentar este filme en cinco puntos que hacen de esta película un cliché y que me llevan a clasificarla de esta manera tan negativa. Yo la verdad pensé que todo iba a tener un sustento sólido -sobretodo porque amigos y amigas me la recomendaron y hablaban maravillas de esta-.
Una película que primero que todo, tiene un acentuado corte machista: la típica chica rubia gritando que se siente impedida en relación con la violencia masculina a su alrededor: violada, acatando ordenes de ama de casa, timorata y dependiente de su marido... Lo cual, es extraño para mí entender, ya que en el contexto de la época, -hablamos de los años '70- hay ya una profunda revolución sexual y empoderamiento social femenino, ¿se quedó replicando modelos de inicio de siglo XX?. Segundo, los clichés de la sangre y el sexo que lo único que incitan es a atraparte banalmente a las imágenes, pues, generan un impacto visual que incita a la impotencia como espectadores, -ya conocida hace mucho rato en filmes de los años '30 por ejemplo-, y que si no estuvieran, este filme sería un verdadero fiasco o por el contrario, en 20 minutos estaría resuelta toda la trama. Tercero, el clasicismo imperante de "los chicos pobres malos del pueblo" contra "el intelectual bueno, nerdo, tímido y pacifico", que está mandado a recoger hace rato, la verdad, qué pereza...demasiada moral, ¿eh?, y por último, ¿alguien me explica que pretendía con ese final? y hablo desde el momento en el que Hoffmann va por el chico y con una sonrisa lo encamina hacia el auto, mientras le pregunta a su esposa con ironía "¿estás bien?"...y aquí corto, porque no seré spoiler.
Pese a todo, rescato el trabajo de cámara en la escena de la fiesta en la iglesia y todo el concepto simbólico que esta le da a la historia: la religión cristiana como un patrón de hipocresía.