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Críticas de Terror Crítico
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
6
11 de junio de 2014
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando nos duele la cabeza y necesitamos calmar ese dolor, lo mejor es tomar una pastilla que nos consiga una mejora inmediata. Pues bien, "Parking 2" podría ser un ejemplo de pastilla cinematográfica para todos esos enfermos del terror que necesitan un soplo de aire fresco de vez en cuando. Estamos hartos de películas directas a videoclub con una mala dirección y un pobre argumento, hartos de las réplicas de "Saw" y "Hostel" que solo se dedican a mostrar toda la sangre y gore que pueden. Por suerte, la película de la que estamos hablando sirve como medicina para ese dolor de productos repetitivos y nos proporciona unos agradables minutos de terror dirigido al estilo clásico. No obstante, el problema de la película es que es tan efervescente como la pastilla que nos tomamos.

Se trata de un argumento simple y repetitivo que nos han presentado muchas otras veces en el cine de terror: Angela, una chica joven interpretada por Rachel Nichols, se queda encerrada en un parking durante la noche de Navidad (concretamente en la segunda planta, de ahí su título que invita a la confusión de una posible secuela) y un psicópata la acosa sin motivo aparente. Poco a poco, la chica irá descubriendo que ese asesino esconde un siniestro secreto. A pesar de lo convencional que resulta su historia, "Parking 2" está correctamente dirigida y presenta una elegante intriga que nos recuerda a las películas de terror de antaño, a aquellas que trataban el suspense de un modo elegante y lo respetaban como algo suficiente como para atrapar al espectador durante 90 minutos.

Sin duda alguna, lo más atractivo del filme es que Alexander Aja ("Alta tensión", "Las colinas tienen ojos") está involucrado en el guión y producción de este producto, dato que da un punto extra de interés a la hora de elegir el medicamento que necesitamos tomarnos. Curiosamente, la participación activa de Aja en la producción del film resulta ser una de las cosas más negativas, ya que se puede percibir la seña de identidad del cineasta en algunos toques gore que desentonan un poco en la línea general de la película. Como buen productor, Aja se rodea de unos cuantos amiguetes franceses para poder sacar adelante este pequeño producto encabezado por el director Franck Khalfoun, que debuta con bastante éxito antes de repetir en el terror con el remake de la recientemente estrenada "Maniac". Por otra parte, el talentoso compositor Tomandandy (responsable de la turbadora banda sonora de la ópera prima de Bryan Bertino, "Los extraños") pone música a esta historia con sus perversas partituras que sacan partido de los sonidos más extraños que se puedan encontrar en un parking mientras que el fantástico director de fotografía Maxime Alexandre (conocido de Aja por participar en casi todas sus películas) realiza también un trabajo correcto sacando partido de la oscuridad y la iluminación de fluorescentes.

Así pues, teniendo en cuenta que los responsables de los departamentos técnicos del film son ese pequeño grupo de locos que hicieron de películas como "Alta tensión" o "Las colinas tienen ojos" un par de títulos brillantes del terror más reciente, ¿por qué es tan simple y correcta "Parking 2"? Posiblemente encontraremos la respuesta en algún manual de producción Hollywoodiense que se dedica a cazar los talentos europeos para crear títulos poco arriesgados pero que sean efectivos.

Pese a contar con un equipo con una buena experiencia en el género, "Parking 2" no es ningún nuevo ejercicio de estilo ni una propuesta rompedora en las convenciones del terror. Se trata de un film acomodaticio que encuentra en la mediocridad su mayor carta para contentar a los espectadores sin emociones fuertes ni tampoco historias que naufraguen en intentos de innovar. Todos sus elementos se encuentran en la misma línea de satisfacción: tanto Rachel Nichols como su compañero de reparto interpretan correctamente a sus personajes, el ritmo es adecuado y los golpes de efecto son moderadamente impactantes (aunque esté un poco pasada de rosca, la escena del hombre en la silla es realmente aterradora). El interés se mantiene durante todo el metraje y los más aficionados al género acabarán contentos con este título que, sin desbordar originalidad ni una excepcional visión del terror, entretiene.

Es por eso que después de calmar el dolor de cabeza y ver una película que, como mínimo, no nos presenta personajes estúpidos y situaciones absurdas, olvidamos por completo a "Parking 2" para volver a buscar un nuevo título que logre saciar nuestras ansias de buen terror. Seguiremos buscando.

Lo mejor: La dirección tiene un aire clásico que complementa perfectamente a la simplicidad de la propuesta.

Lo peor: Las escenas gore desentonan en el conjunto.

Para más críticas del género consulta el blog "Terror Crítico": http://terrorcritico.wordpress.com/
Terror Crítico
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10
11 de junio de 2014
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue en el año 1978 cuando apareció "Halloween", un pequeño título dirigido por John Carpenter que se convirtió en una de las películas más influyentes del género de terror. Su argumento puede parecer muy convencional si lo valoramos en la actualidad, pero en el momento de su nacimiento fue tan rompedor como impactante: el pequeño Michael Myers asesinó a su hermana en la noche de Halloween cuando solo tenía seis años. Después de pasar quince años en un hospital psiquiátrico, Michael escapa el 31 de octubre y vuelve a su pueblo para acosar a chicas jóvenes como su difunta hermana.

Carpenter erigió una película magistral gracias a un excelente ejercicio de cine de terror. El director ofreció con esta obra técnicas que no se habían tratado antes en el cine y las convirtió en nuevas fórmulas que se siguen usando en la actualidad. Sin ir más lejos, el famoso prólogo se filmó con cámara subjetiva con tal de conseguir una aproximación total al asesino, situando al espectador en el punto de vista del mismo y haciéndole así partícipe de los brutales asesinatos. A pesar de que Michael Powell ya utilizó esta técnica en 1960 con su film "El fotógrafo del pánico", Carpenter se decidió a ubicarnos en un rincón más profundo de la psicología del personaje situando la cámara detrás de la misma máscara del asesino.

Michael Myers fue presentado como un asesino enigmático, incluso místico, que se paseaba por el apacible pueblo de Haddonfield como si de una sombra se tratase, acechando de una forma inusual en el género. Con estos rasgos, Myers encarna el concepto de la maldad que aparece en un pueblo tranquilo para sumirlo en una sombra creciente que se alarga a medida que se acerca la noche de Halloween. Carpenter no se limitó a rodar una simple película de terror; creó un icono basado en el mal en estado puro. La personalidad del asesino es vacía, no hay palabras ni gestos, y su cara está cubierta por una inexpresiva y neutra máscara pálida. Sin atisbo de emociones ni pensamientos, existe solo el deseo frenético de matar. De ahí la comparación con el hombre del saco, alguien que existe solo en los pensamientos de los humanos que conservan resabios de los primeros terrores infantiles.

La película empieza con el asesinato del prólogo y con la huida de Michael quince años después de los hechos. Durante la siguiente hora de metraje, "Halloween" se desarrolla en espacios libres a la luz del día, para mostrar la calma que precede a la tempestad. La protagonista principal, Laurie Strode (interpretada perfectamente por una jovencísima Jamie Lee Curtis), es una tímida y educada chica que se prepara para hacer de canguro del hijo de sus vecinos durante la noche de Halloween. Su personaje es presentado como la encarnación de la inocencia que sufrirá el brutal acoso del asesino, poniendo al límite su pureza en un escenario de placidez, donde nada malo puede ocurrir. La tercera y última parte del film se centra en la llegada de la noche, momento en el que Michael surgirá como la amenaza más grande que rompe con la tranquilidad del pueblo y la virginal candidez de Laurie, que intenta pasar una calmada noche de Halloween mientras todos sus amigos se divierten en las fiestas. Será en esta parte final cuando Carpenter enfrente a Michael y Laurie como una representación del mal contra el bien y la perturbación total de la figura maligna sobre la figura pura.

En la parte técnica de "Halloween" destaca una elaboradísima fotografía conducida por Dean Cundey que, a pesar de contar con un limitado presupuesto, consigue sacar partido de las imágenes más oscuras del tercer acto del film. Haciendo un tratamiento especial de la imagen, Cundey da protagonismo a la oscuridad y utiliza los tonos metálicos para poder inquietar al espectador, logrando así un gran contraste con la palidez del asesino y una violencia mayor en los realistas asesinatos. Gracias a este acertado tratamiento de la imagen y a un ritmo narrativo con un orden de factores perfectamente seleccionado, Halloween consigue tener una aura de pesadilla que da numerosos matices de terror a las calles solitarias, los silencios perturbadores y cada una de las escenas en las que la presencia de Michael observa a Laurie a través de las ventanas. A todo esto se le suma una excelente banda sonora compuesta por el propio Carpenter que, con unas pocas notas de piano, consigue ponernos los pelos de punta.

En la historia del cine de terror queda ya escrita de forma imborrable la brutal escena en la que Michael intenta asesinar a Laurie tras el armario de madera, un momento que convirtió a Jamie Lee en la nueva reina del grito tomando el relevo de Janet Leigh (Marion en "Psicosis", de Alfred Hitchcock, y que, curiosamente, era la madre de Jamie Lee). También queda para el recuerdo el Dr. Loomis y su obsesión por entender los orígenes del mal de Myers, así como la imagen del cuchillo de cocina usado por el asesino para cometer los crímenes.

*Sigue en el apartado "spoiler" por falta de espacio*
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Terror Crítico
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6
11 de junio de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realismo que nos ofrecían cintas como "La matanza de Texas" (Tobe Hooper, 1974) y que marcó el terror para siempre ha quedado atrás. Ahora toca sufrir con un realismo muy crudo y que va directo a violar nuestros tímidos ojos a partir de un torrente de imágenes que por su descarada acumulación terminan por removernos las entrañas. La clave está en el uso de esas imágenes y la forma en las que se presentan. El remake de "La última casa a la izquierda" (Wes Craven, 1972), que a la vez es un título inspirado en "El manantial de la doncella" (Ingmar Bergman, 1960), es un ejemplo de este hiperrealismo que se puso de moda a finales de los años 2000 y que renovó unos terrores que ya habían caducado. Mientras que los años 90 se despedían con una revitalización del terror adolescente, la década de los 2000 trajo una remesa de historias centradas en la violencia explícita que, de tanto en tanto, resultaba convincente. El acierto residía en servir una receta arriesgada y llena de ingredientes bien utilizados por unos productores americanos inspirados en las historias sangrientas de la llamada Nouvelle Horreur Vague.

Teniendo en cuenta la irrefrenable tendencia de copiar una y otra vez antiguos títulos del género por parte de la industria de Hollywood, no era de esperar que apareciese este título que tan adaptable es a esta nueva moda caracterizada por las historias más viscerales y sangrientas. Veamos, pues, qué es lo que decidieron hacer sus productores ante esta revisión del ya clásico título de Craven en el que Mari, una frágil adolescente ilusionada por sus competencias en el deporte de natación y melancólica por la reciente muerte de su hermano pequeño, va a pasar el verano con su familia a una casa situada en medio de un bosque. Como cada año, la joven se divierte con sus amigos pero su disfrute se verá frustrado por el ataque de unos desconocidos. Una vez finalizada la brutal carnaza, los individuos se verán atrapados por una fuerte tormenta y pedirán alojamiento en la casa de los padres de la joven muchacha.

La premisa tiene el mismo argumento de la cinta original y por ello sigue resultando impactante. El cambio lo encontramos en la actualización de su envase, que se adapta a los cánones actuales dando rienda suelta a una dirección de Dennis Illiadis llena de pulso y nerviosismo, perfectamente acompañada de la cuidada y tenebrosa fotografía de Sharone Meir. Gracias a su impecable factura y a un guión pausado y que se toma su tiempo en introducirnos en el horror, la película convence en su primera mitad consiguiendo un alto nivel de tensión, lo que nos hace pensar que estamos ante una obra de inusual dignidad entre las de su género. Ello es acaso lo que consigue ganarse nuestra confianza, hasta el punto de abandonarnos al desquiciante e imparable ritmo de la historia. Así llegamos a vivir junto a la protagonista un horror repugnante y sin piedad que conduce a una deseada venganza, en la línea del más puro "rape and vengance"; una venganza que Illiadis sabe cómo contar en los tiempos que corren y que consigue llegar a un punto de placer desagradable tan contradictorio como efectivo.

Tras la alentadora promesa de la introducción, la cinta cambia de protagonistas y se centra en la búsqueda del refugio de los atacantes para trasladarnos a una segunda mitad totalmente diferente. Casualmente los villanos llegan a la casa de los familiares de Mari, la chica que acaban de violar y asesinar, y estos les ofrecen alojamiento en su casa. Poco a poco, los padres comienzan a tomar consciencia de lo que ha sucedido y descubren quiénes son los inquilinos que acaban de aposentar en la sala de invitados. Al problema central se le suma la llegada de Mari, que ha sobrevivido al brutal ataque, y los intentos desesperados de los padres para mantenerla a salvo. Este tramo llega a niveles de tensión de alto calibre, en los que el director mantiene los deseos de venganza bien retenidos para que la gula del espectador vaya creciendo.

El segundo plato del menú resulta lo más divertido por brindarnos una venganza descarada, ya que, tal como dice el refrán, esta vez se va a servir bien fría por parte de los familiares de la joven protagonista, que dejarán de ser las víctimas para convertirse los verdugos. Así es como llegamos a un juego de persecución que contiene alguno de los mayores aciertos del film, centrando esta historia en un puro divertimento lleno de angustia que evita reflexiones sobre la violencia y se detiene en freír nuestros nervios con una impresionante destreza de los espacios pequeños, acción estilizada y una rica intención de planos. Y es en la dirección donde encontraremos el mayor acierto del film, pues Illiadis coge como puede un guión que en realidad está en bastante mal estado y le añade todo aquello que hace falta para camuflar unos defectos que no tardarán en hacerse notar. Las situaciones empiezan a desvincularse del nivel de coherencia del que habían gozado hasta entonces, y cuando la película debe empezar a encaminarse hacia su desenlace, el exceso de altos clímax acaba por hacer perder el tono, dando lugar a unas situaciones descabelladas que su director no consigue dominar.

*Sigue en el apartado "spoiler" por falta de espacio*
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Terror Crítico
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9
11 de junio de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay atracciones que no destacan mucho al lado de otras más grandes o espectaculares, pero que al experimentarlas tienen algo que te atrapan y te hacen vivir emociones trepidantes. Esta película británica apareció en las salas de cine sin hacer mucho ruido y acabó convirtiéndose en uno de los títulos de terror más importantes de la última década y consagró a su director como uno de los nuevos talentos del género. Parte de su merecido título es gracias a la idea de situar a un grupo de amigas en medio de un bosque y mandarlas a hacer escaladas y descensos por la montaña para terminar en una claustrofóbica cueva que encierra secretos mortales, algo que parece muy trillado pero que adquiere otra forma si las protagonistas son tratadas con una dimensión tan profunda como el espacio en el que se emmarca la historia. De este modo, "The descent" nos propone recuperar el respeto por las películas de terror y por los personajes con un interior rico, repleto de problemas, sentimientos, dudas, traiciones, valentía y amistad.

Tras una muy bien narrada introducción en la que conocemos rápidamente los conflictos entre los personajes, las protagonistas se adentran en las entrañas de una cueva aún por descubrir y comienzan un descenso lleno de pruebas y situaciones extremas que las cambiará para siempre. Sumidas en esa oscuridad natural, empieza a aflorar un duelo entre las protagonistas Sarah y Juno, dos mujeres enfrentadas por una traición que partió en dos una fuerte amistad años atrás. Y es así, de la mano de los conflictos internos de los personajes, como todo se complica en un espacio hostil habitado por criaturas mutantes que se convertirán en la peor de las pesadillas.

A partir de ese punto podemos decir que comienza la segunda parte del metraje, en la que el eficiente director Neil Marshall nos muestra unas criaturas realmente espeluznantes (la primera aparición del hombre agazapado en la oscuridad es terrorífica) y nos propina unos cuantos sustos efectivos que sobresalen por encima de la media. Montado ya en este vehículo imparable de sobresaltos y situaciones extremas, el director avanza rápidamente por la cueva y se adentra poco a poco en las entrañas de las protagonistas principales, llegando a un ambiente creciente en claustrofobia que nos encierra sin llave de salida y que nos empuja sin advertencia hacia un viaje mucho más aterrador de lo que nos imaginábamos.

Decidido a no soltarse de esa montaña rusa de locura, Marshall toma la vía del gore más salvaje y visceral que nos ha dado el cine de terror reciente y, a pesar de que alguno de esos momentos se aleja del tono del film, no resulta suficientemente negativo como para representar un bajada del nivel que nos estaba ofreciendo hasta entonces. La verdad es que no hay engaño posible a favor de la sutileza estilística en "The descent", pues nos encontramos ante una película totalmente gore que contenta a todos los fans del subgénero y que, a la par, logra atrapar a aquellos espectadores acomodados en el manual de las cintas más comerciales. Si consigue este efecto es precisamente por algo que no abunda en este tipo de películas: un gore que no es totalmente gratuito, pues funciona como vehículo narrativo para trasladarnos, a golpes, a la demencia que se respira en las grutas y que nos contagia de una repulsión intencionada hacia los humanoides, que despedazan sin ningún tipo de sentimiento a todo aquel que se cruza por su camino.

El ritmo vertiginoso que adquiere la película desde que se desnuda de sus pudores visuales es imparable y termina sin descarrilar en un final que es un banquete de sangre, vísceras y locura. Una locura que Marshall utiliza de forma inteligente en unos últimos fotogramas en los que el engaño (uno inteligente, ¡por fin!) pone el broche de oro a la coherencia que invade al film desde el inicio, convirtiéndose así en una historia bastante redonda que siempre está al servicio de la temática por la que apuesta el director.

Este arriesgado film nos habla del descenso al interior de uno mismo para explorarlo. Nos propone investigar cada uno de los túneles oscuros de nuestras entrañas, sin ningún tipo de meta ni cometido; tan solo buscar para ver qué encontramos. Una vez dentro, solo falta descubrir cuáles son nuestros temores, enfrentarnos a ellos y superarlos para conocernos a nosotros mismos. Sin duda alguna merece la pena tomar el vagón de "The descent" y dejarse llevar por una experiencia aterradora y a la vez inteligente, que nos deja con ganas de repetir la atracción de la mano de alguien que tiene ganas de apostar por algo que nos divierta, nos haga gritar y nos deje la cabeza removida al terminar.


Lo mejor: El uso del espacio de la película como metáfora del conflicto interno de los personajes.

Lo peor: Algún momento gore que se sale de tono.

Para más críticas del género consulta el blog "Terror Crítico": http://terrorcritico.wordpress.com/
Terror Crítico
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4
11 de junio de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para poder ser honesto debo empezar diciendo que suelen causarme bastante vergüenza ajena las películas de ángeles, demonios, profecías y el Apocalipsis que presentan un tráiler empeñado en dejarme claro que esto es la nueva obra maestra del terror fantástico. Se me crispan los pelos cada vez que veo a ángeles con metralletas que van soltando frases sentenciosas de la Biblia a modo de introducción antes de masacrar al personal con una tira de disparos a cámara lenta. Justamente esto me sucedió cuando vi el tráiler de "Legión", una película sobre el castigo que lanza Dios a los humanos por haber perdido la fe en él. Y no se le ocurre nada más que mandarnos a ángeles metrosexuales dispuestos a aniquilarnos a base de tiros.

De entrada, la cinta puede recordarnos a la notable "Constantine" (Francis Lawrence, 2005) o a la menos agraciada "Gabriel" (Shane Abbess, 2007), pero con solo unos minutos de metraje podremos darnos cuenta de que, a nuestro pesar, se decanta más por el segundo ejemplo. Un servidor, resignado a tener que ver “otra de esas”, decidió intentar divertirse o entretenerse con lo que sabía que iba a ser otra de esas historias pretenciosas que hablan de la Biblia y del Evangelio como si fuesen códigos crípticos propios de las novelas de Dan Brown. Con tanta resignación y pesar terminé llevándome una grata sorpresa al ver que "Legión" no se tomaba tan en serio a sí misma y mezclaba toques de serie B totalmente desnudos de vergüenza y con aroma a algunas de las genialidades propias del cine de John Carpenter o Sam Raimi.

Con un gracioso arranque, "Legión" nos sitúa en un punto de partida peculiar en este tipo de películas: los personajes quedan encerrados en una cabaña sin muchas noticias de lo que ocurre en el apocalíptico exterior, recordando al divertidísimo grupo de humanos atrapados en la gamberra y notable "Feast" (John Gulager, 2005). En este ambiente claustrofóbico que eleva a la película unos puntos por encima de lo que ofrecen normalmente estos títulos, está totalmente protagonizado por el personaje de la vieja, un elemento totalmente raiminiano que consigue darnos tanto miedo como risa, una curiosa combinación que no todo el mundo sabe conseguir. No obstante, el milagro dura poco y "Legión" se desarrolla con torpeza e indecisión entre varios géneros, fracasando totalmente en el intento de mezclar fantasía, terror, humor y acción. En este maremágnum de estilos y géneros, la producción que se presentaba interesante se torna cutre y despersonalizada, los aspectos técnicos dejan mucho que desear cuando se trata de dar carnaza de acción y el ingenio que podía haber en el guión da paso a un desarrollo típico y sin luz propia.

En medio del desastre se encuentra una plantilla de buenos actores desperdiciados que se esmeran en dar algo de dignidad al asunto pero que naufragan con un catálogo de muecas que, acompañadas por unos diálogos bastante bochornosos, terminan irritando al personal. Destaca negativamente Dennis Quaid en un papel odioso de chulito americano que basa sus matices en un puñado de gestos repetitivos y cargantes, algo muy alejado de Paul Bettany, que parece estar estreñido durante toda la película para poder dar algo de seriedad a su personaje. A parte del desacierto en el apartado actoral, la película también se pierde en el resto de aspectos técnicos y, sobre todo, argumentales, pues el guionista intenta dar un giro de tuerca a la historia en un intento de dotarla de seriedad. La osadía de transformar el inicio ligero y gracioso en una segunda mitad con aires de grandeza y seriedad termina convirtiendo la película en una simple y típica historia de ángeles y dioses que se enfrentan entre ellos en batallas interminables fotografiadas con colores verdosos y gotas de lluvia hechas por ordenador que recuerdan demasiado a la estética de "Matrix" (Andy y Lana Wachowski, 1999).

En resumen, "Legión" es una de esas películas de la estantería del fracaso. Una de esas que intenta hacer más de lo que puede y que no es consciente de su naturaleza de producto pretencioso y de estética hortera totalmente olvidable. No obstante, en un acto de condescendencia, le otorgaremos la etiqueta de bodriete entretenido que se deja ver solo por los menos exigentes del género.

Lo mejor: Sus 20 minutos iniciales repletos de humor y retales de géneros B.

Lo peor: Su poca consciencia del tipo de género al que debería pertenecer.

Para más críticas del género consulta el blog "Terror Crítico": http://terrorcritico.wordpress.com/
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