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España España · barcelona
Críticas de Kokolo
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
1
20 de julio de 2009
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo "El lado oscuro del corazón", de Subiela, como una película llena de simbolismos que me cautivó desde el primer momento, con aquella trama sustentada por los potentes pilares que configuraban la poesía de Benedetti y de Oliverio Girondo. Recuerdo aquella película surrealista a la que el rostro de Dario Grandinetti dotaba de realidad, intentando junto a Nacha Guevara "salir de la niebla, vivir, verse, oírse, tocarse, sentirse, dolerse, ser" como decía Unamuno.
De la segunda parte casi no recuerdo nada. Posiblemente a Ariadna Gil hundiéndose en la niebla y arrastrando sin remedio a un Grandinetti mediocre, fatuo.
Pensé que segundas partes nunca fueron buena, y me resigné a que una vez la sabiduría popular diese en el clavo.
Debo decir que hay otro refrán que siempre se cumple: "No hay dos sin tres."
De "No mires para abajo" no recuerdo ni las tetas de la actriz, y no será porque no las enseña veces. Una burda película sobre el proceso de iniciación al sexo tántrico por parte de una "guru" de Barcelona a un púber argentino. Esta película es soporífera como el sexo tántrico, con la contención como fin, sin dar rienda suelta a una alegría: un buen dialogo, una buena fotografía, siguiendo la falsa premisa de que la contención nos dará energía; pues no, a mí me da sueño.
Leí el otro día que actores y actrices conocidos se negaron a interpretar la película por su carga sexual, no los crítico pero creo que mintieron. Esta película no tiene carga sexual, carga sexual tiene Jenna Jameson jugando con un vibrador, Micky Rourke sosteniendo con los dos brazos a Kim Basinger bajo un chorro de agua, o la mirada de Marlon Brandon en Un tranvía llamado deseo. Creo que rechazaron la película porque no hay por donde agarrarla.
Cuando Sting dijo que él hacía el amor durante 9 horas, se desencadenaron un alubión de comentarios. Al final tuvo que aclarar, para desengaño de muchas, que ese tiempo era contando desde que invitaba a su pareja a cenar, la convencia para que se acostará con él y finalmente correrse. Con esta película no acabe ni de cenar.
Kokolo
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10
11 de marzo de 2009
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustaría empezar esta crítica siendo sincero. No seré imparcial. Esta película es una de mis favoritas, sin paliativos, porque lo reúne todo: un guión sólido con frases magistrales, una ambientación casi mística, unos escenarios formidables, unos actores en estado de gracia, y un director con buen criterio y gusto. Y porque además vemos al mejor Anthony Hopkins, a ese Hopkins capaz de mostrarnos las aristas del ser humano, de hacernos creer que es un ser inmutable, frio, inexpresivos para luego derrumbarse al ver caer los pilares sobre los que su vida se ha sostenido (al igual que en "Lo que queda del día"), un Hopkins al que Debra Winger da una réplica sublime, creciéndose ante el monstruo de Hopkins, y mostrando un personaje con una serenidad sonriente, de una aceptación casi escolástica.
Lo único que le falta a esta película es humor, aunque sé que es pedir un imposible. Pero es que siempre que la termino de ver, me quedo hundido en el sillón, roto por dentro, aguantando el llanto por fuera, consciente de que los fundamentos sobre los que se asienta el ser humano son efímeros, porque la felicidad son momentos puntuales, esporádicos que siempre tienen un precio, por lo dolorosa que puede resultar la ausencia, porque "leemos para olvidar que estamos solos" -lo que no deja de ser un momento puntual de felicidad con su coste de dolor-, porque me duele el alma de ver la grandeza casi extinta del hombre y su capacidad de crear Arte, con mayúsculas.
Es una de las películas que si bien no mejora la novela de C.S Lewis "Una pena en observación", sí la completa, porque Hopkins nos enseña el rostro del dolor en los nebulosos escenarios Oxonienses.
En definitiva porque cuando me siento para verla por enésima vez soy consciente de que La felicidad de su visionado es parte del dolor final, pero Siempre merece la pena.
Kokolo
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5
3 de marzo de 2009
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En La Escritura o La vida, inmortal y obra maestra de Jorge Semprún, se narra un episodio donde una alemana le dice a un Teniente Americano que había liberado Buncheswald (campo de concentración) al visitar el campo: "Nosotros no sabíamos..." a lo que el Teniente le responde: "Vosotros no quisisteis saber, no quisisteis ver, no quisisteis oír....". De eso va esta película, de no querer... de no querer darse cuenta de las limitaciones, de no querer darse cuenta de lo que falla en una relación, de no querer encontrar otra si no se duplica, de no querer asumir la culpa, de no querer verla.
La película comienza con un romance entre Kate Winslet y David kross que bajo mi punto de vista, aunque verosímil conceptualmente no lo hacen creíbles los personajes. Mucho se ha hablado de la interpretación de Kate Winslet en esta película, pero para mí resulta poco convincente y no logra expresar ni un estadio de ausencia, ni una pasión sin sentido, ni un remordimiento interior.
El director y el guion tampoco contribuyen a que esto se haga creíble, ya que los flash back (serían más flash forward) donde se mete a Ralph Fiennnes no añaden nada a la obra, más que un sinsentido claramente expuesto en la escena final.
En definitiva, hay algunos momentos del film, sobre todo el juicio, donde se puede ver la interiorización del mal, pero si alguien quiere saber lo que es la asunción del mal que se lea Las Benévolas de Jonathan Litell y se deje de productos Hollywoodienses.
Me habría gustado ver una película sobre los campos que me hubiera mostrado, como decía Malraux, "esa región crucial del alma donde el Mal absoluto se opone a la fraternidad."
Tendré que esperar.
Kokolo
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Man on Wire
Documental
Reino Unido2008
7,4
11.880
Documental, Intervenciones de: Philippe Petit
8
27 de abril de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este maravilloso documental es mucho más que la historia de un funambulista que paseo entre las Torres Gemelas de Nueva york sobre un cable. Es la historia de una pasión, de un sueño, de una historia compartida.
Perfectamente armada y con una historia llena de flash-backs que nos ayudan a ver como se gestó la hazaña es un documental que merece la pena ver. Digo que los flash-backs nos ayudan a ver como se gestó la hazaña, pero no a entenderla. Entenderla depende de cada uno de nosotros, de si somos capaces de entender la pasión, de luchar por un sueño, de "volar" como decía Benedetti, de entender las inmensa felicidad que se esconde en los últimos diez metros, en los diez segundos que llevan a la consecución de un sueño; esa decena de instantes que hacen olvidar, no que se ha sufrido, sino lo que se sufrió.
Es todo esto lo que intenta mostrar el documental, e intenta enseñarnos que en la vida humana no todo tiene un porqué, esa es la diferencia con los animales en los que todos los porqués son instinto, y esa es su grandeza: Que somos capaces de soñar y luchar por ese sueño.
Al final se desvela algo que nos deja con una cierta amargura, al ver como todos los colaboradores de ese sueño perdieron el contacto. Pero ninguno de ellos lo recuerda con rencor porque probablemente las relaciones humanas más intensas son las que giran en torno a un sueño, de adolescencia, de proyecto vital, de vivir en el filo, pero en definitiva un sueño que a veces, se convierte en un anhelo colectivo.
No se me ocurre un músico mejor que Michael Nyman para la banda sonora. Ese genio que compuso la banda sonora de El Vientre del Arquitecto, capaz de componer melodias que nacen de las profundidades del mundo abisal para llevarnos, mediante la repetición e incorporación de otras, al reino de la luz; admirando a un hombre caminar entre dos torres, sobre un sueño.
Kokolo
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10
15 de febrero de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aranofsky teje una tremenda película sobre la derrota y el desencanto, llena de personajes vencidos y entrañables.
La película se construye sobre una primera parte donde, con un cierto exceso de sangre, nos presenta el sórdido mundo de la lucha americana, lejos de las cámaras, el lujo y los grandes estadios, para devenir en, yendo de lo general a lo particular, el mundo de The Ram, (Mickey Rourke), un mundo de derrotados, de soledades, de perdedores, de ilusiones rotas, de esperanzas vencidas.
Es en esta parte de la película donde Rourke se crece y consigue que su enorme físico se encoja en la pantalla, y su rostro, marcado por las imborrables cicatrices de la vida, nos muestre un personaje entrañable, vulnerable, tierno, vencido, desesperado, desilusionado, arropado por la cámara y los silencios, manejados brilantemente por Aronofsky.
La mirada de Rourke consigue transmitirnos todo eso y nos zambullimos en el pasado-presente de The Ram, y quizás también en el del propio Rourke, paradigma de oportunidades perdidas.
La banda sonora es inconmensurable con Sweet Child o'mine de los Guns 'n Roses sonando en uno de los momentos culmen del film, y con el tema de Springsteen cerrándolo, para dejarnos hundidos en el sillón, viéndo los títulos de crédito y pensando en la grandeza que se puede extraer de la derrota, en la alegría que nos da ver retornar al hijo pródigo, como nos pasó en su día con Travolta por ejemplo, y nos pasa hoy con Rourke, y en el vértigo de un final de vida en soledad; y "es una soledad tan desolada...."
Kokolo
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