Yo pensaba que decir comedia francesa era un oxímoron, pero de vez en cuando uno debe tragarse sus palabras y admitir que nuestros vecinos de arriba nos pueden hacer reír a pesar de tener sentidos del humor tan diferentes.
Esta es una película pequeña, sin pretensiones, sencilla e incluso tímida en su relación con el espectador, y ahí está su acierto, que no pretende epatar sino sólo hacernos disfrutar mientras dura con una historia deliciosa, original y encantadora.
La premisa de la que parte es la similar a tantas comedias románticas. Pareja en situación peculiar obligada a coincidir (En este caso viviendo pared con pared en un edificio que casi parece de papel) que comienza mostrando sus diferencias para acabar disfrutando de sus similitudes, con los altibajos en la relación que el género requiere, pero todo se narra de una forma tan encantadora, con un ritmo excelente y un montaje de planos que alternan las dos casas paralelas perfectamente orquestado. No hay tregua, todo se desarrolla con fluidez, sin tiempos muertos, a ritmo de metrónomo.
Los personajes secundarios ponen el contrapunto perfecto para armar un divertimento sencillo pero no menos efectivo perfecto para evadirse y mantener una sonrisa de oreja a oreja hasta que acaba.

Después de verla, aún no sé qué pretende Del Toro con esta película.
En ocasiones, sobre todo al principio, creo estar viendo un remake de Amelie, con personaje femenino positivo y algo ñoño a fuerza de candidez. Más adelante es La Criatura de la Laguna negra, luego es una película de robos medidos y cronometrados a lo Rififi para alcanzar un final que, además de recordarme tanto a 1, 2, 3, Splash, no está a la altura de la película.
La forma del agua es una película llena de hermosísimas imágenes y secuencias. Sally Hawkins merece cualquier Oscar que le puedan dar y el diseño de la criatura, tan fiero y tan dulce, tan viscoso y tan erótico, es maravilloso. La fotografía, tal vez demasiado artificial pero aún así fantástica, y la historia no aburre en ningún momento, los giros de guión son continuos pero no muy bruscos para tenernos enganchados a la aventura de la muda y el monstruo marino.
He disfrutado la película, de su historia y de su belleza plástica, pero no me ha entusiasmado, me falla el malo, demasiado maniqueo y arquetípico, no es que me caiga mal, es que no me importa, y no es el único cliché, creo que hay demasiados, que los personajes más importantes ya los he visto antes. Me pregunto qué habría sido esta historia con menos trama sobre la guerra fría y más desarrollo de la criatura, de su historia de amor con más psicología y menos toallas super absorbentes.
Me falta algo totalmente nuevo, que solo esté en esta historia y me sobra la sensación de que lo que veo en cada momento se parece a otra película,.
La recomiendo, pero sin entusiasmo y sin compartir la pasión que ha desatado entre la crítica oficial.
Ah, y dos huevos duros.

Techiné demostró con "Los juncos salvajes" que podía contar historias sobre adolescentes como pocos otros directores, con una comprensión de la mentalidad de los que cruzan ese periodo de sus vidas que no es fácil encontrar en otras películas con temática similar.
Ahora recupera el tema pero no el acierto y dirige una película errática, imprecisa, que navega entre demasiadas aguas y más de una vez está a punto de ahogarse.
El director es consciente de que no está narrando nada nuevo, que en realidad es la historia de siempre, la que hemos visto en tantas películas y para disimular recurre a demasiados aderezos, distracciones de la trama principal que solo añaden metraje y desconcierto.
Fantasías eróticas, historias paralelas solo esbozadas, personajes secundarios que intentan ser protagonistas, huellas en la nieve, dramas en segundo plano que reclaman demasiados minutos para si mismos, todo lo que ha sido filmado para dotar a la película de un carácter y personalidad únicos entorpecen a la larga una historia que se prevé casi desde el comienzo de la película, un drama de iniciación a la vida que de tan repetido y conocido no pasa de ser una anécdota que el espectador contempla impasible, sin sentir las emociones que pretende transmitir.
No sé qué película habría resultado si Techiné se hubiera centrado en sus dos personajes protagonistas, en explotar sus matices y su intrahistoria, pero intuyo que habría sido una mejor película, incluso una buena película en lugar de ser sólo una cinta correcta, que cumple con las expectativas con un aprobado raso.

Aburrimiento es, tal vez, lo más leve que se pueda decir de esta película.
Si en la primera película ya fracasaba el intento de unir comedia gamberra con historia de amor pastelosa, en este el fracaso es estrepitoso.
Deadpool 2 no es una buena película de superhéroes porque no hay un malo a la altura, porque del lado de los buenos sólo Deadpool tiene interés, Cable es un terminator de guardería y Domino está desaprovechada porque podría haber sido un gran personaje. Los X-men son comparsas ridículas, en especial esa que no sé ni como se llama, ni qué poderes tiene, pero aparece de vez en cuando porque debe tener un contrato blindado.
Como divertimento salvaje, se estrella en la repetición de chistes, ya no divierte que el protagonista sepa que está en una película y que hable a cámara, dejó de divertir al cabo de veinte veces. Pretende ser brutal pero es Disney, así que hay violencia y tacos pasados por un tamiz edulcorado que echa al traste todo ese componente gamberro del personaje y sus compinches.
En cuanto a la parte romántica, no sé ni como aguanté toda la película. Esta parte del guión parece escrita por Paulo Coelho y Corin Tellado tras una sobredosis de azucar. Es espantosa, es insoportable por su ñoñería, por como rompe la trama y el ritmo, por lo poco que importa a los espectadores, y por que ha sido puesta por Disney para camuflar la violencia ante sus hipotético público infantil.
Lo siento por Marvel que está detrás de películas tan buenas como Infinity Wars, esto no hay quien se lo trague.

La llegada ha conquistado a tantos espectadores porque ha sido milimétricamente diseñada para conseguirlo.
La película es un artificio destinado a conseguir el beneplácito de espectadores que salgan del cine convencidos de haber visto la película de ciencia ficción definitiva, la obra maestra que explica el universo, pero en realidad sólo habrán visto un tremendo fiasco.
La Llegada pretende hablar del lenguaje, de la comunicación, la soledad, los recuerdos, la vida y la muerte y cualquier otro tema trascendental que se nos ocurra pero no pasa de la mera pretensión. Más allá del truco final ,que es ya la marca personal de Villeneuve, no hay nada en todo su largo metraje que consiga trascender aunque lo aparente en cada fotograma. Su grandilocuencia y fastuosidad pasa de largo sobre cada aspecto que trata; Ni es un tratado profundo sobre los vericuetos de la comunicación entre especies, ni un reflejo de las limitaciones que los humanos tenemos a la hora de dialogar, ni siquiera una historia de amor maternal o familiar. No es más que una enumeración de tópicos disfrazados de misterios insondables.
Los personajes son pobres de una forma que asusta. La protagonista es una lingüista de la que no sabemos nada y acaba la película sin que conozcamos apenas más que cuatro detalles sin importancia, y aún así es el personaje más desarrollado.
El científico o el militar son arquetipos de manual. Personajes de cartón piedra que no evolucionan porque no tienen carácter, porque no hay nada en ellos que no se haya visto en cientos de películas.
El diseño de los alienígenas es pobre y de nuevo arquetípico, como mucho hay originalidad en el diseño exterior de las naves.
Soy seguidor de Villeneuve, he disfrutado mucho con otras películas suyas pero después de esto estoy temblando de pensar en la continuación de Blade Runner. Ojalá me equivoque.