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República Checa República Checa · Praha
Críticas de Johan Liebhart
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
El tiempo contigo
Japón2019
6,8
3.686
Animación
6
17 de noviembre de 2019
57 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva película del aclamado director Makoto Shinkai es de una factura técnica impecable, la animación está cuidada al detalle y tiene planos de una belleza excepcional. Sin embargo, me ha dejado bastante frío cuando he salido del preestreno. Sus personajes y su historia me han resultado muy indiferentes.

Los clichés románticos y una capa de humor manido mal manejado no han ayudado. ¿Será que me estoy haciendo mayor y ya no me atraen las historias juveniles románticas como antes? Para nada, mi adolescente interior sigue muy vivo y Your Name me sigue fascinando.

¿Es que acaso esperaba encontrarme con un Your Name 2? Tampoco, mis expectativas no iban más allá de una historia bonita y emocional. Aunque Shinkai parece querer llevarte a tal comparación cuando introduce a los protagonistas de su anterior trabajo en varios cameos...

El problema es que "El Tiempo Contigo" contiene los elementos que caracterizan el universo de este autor, pero encajados sin sentido ni gracia. El misticismo folclórico queda reducido en unas pocas escenas cómicas muy superficiales. El melodrama esta vez es exagerado y con lagrimones mayormente forzados. Cuesta empatizar con los personajes por su embobamiento y desconexión con la realidad. Además, el conflicto romántico (y central) es demasiado simplista y es resultado de una insensatez evitable.

Incluso la banda sonora (de nuevo compuesta por Radwimps) está muy mal interpuesta y me produce una sensación impostada de sentimentalismo. Casi resulta en un patrón que trata de recrear el éxito anterior.

Por otro lado, las marcas publicitarias están más presentes que nunca. Puedo entender que se ponga publicidad subliminal para conseguir fondos, pero que McDonald’s sea el centro de una escena tan relevante como la del encuentro entre los protagonistas es inaceptable... Y es que le siguen otras tantas bastante explícitas...

Eso me hizo pensar durante el visionado que podría tratarse de una metáfora cínica sobre el cambio climático reforzado por un capitalismo desaforado. O bien una parodia de su trabajo hasta ahora. Desgraciadamente, su tópico desenlace y la nula profundidad de muchas de las acciones de los protagonistas me hicieron abandonar tal hipótesis. La nota se queda, pues, en un 6 por el derroche de animación que tiene y porque no deseo compararla a fondo con otros de sus trabajos, aunque...

Desarrollo en spoiler algunas de las ideas del texto centradas en los dos protagonistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Johan Liebhart
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The First Slam Dunk
Japón2022
7,7
556
Animación
8
7 de julio de 2023
31 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Slam Dunk es el manga deportivo más popular de la historia. Ha vendido cientos de millones de copias en todo el mundo. Coincidiendo con el auge de la NBA en los noventa, su épica trama emocionó y motivó a muchos a acercarse al baloncesto. Finalizó en 1996 y todavía hoy se siente su impronta en las generaciones que la disfrutamos. Su adaptación animada fue igualmente popular; se retransmitió en las televisiones de toda la iberoesfera con excelentes doblajes autonómicos. No obstante, nunca se adaptó su arco final. Nunca pudimos ver animado el desenlace del campeonato nacional. Hasta ahora.

The First Slam Dunk llega, más de veinte años después, como la ansiada culminación audiovisual de la saga. Con Takehiko Inoue, el creador del manga original, dirigiendo personalmente el proyecto, durante casi un lustro, con un grupo veterano de Toei Animation. El resultado es un largometraje apasionante y meticuloso. Dura algo más de dos horas y se centra en el partido del Shohoku vs el Sannoh, intercalando flashbacks del pasado del base, Ryota Miyagi. Encontramos los momentos más icónicos del manga representados de forma fidedigna. Se siente la misma tensión que en las viñetas originales, gracias a las inteligentes decisiones de encuadres, contrastes de color y movimientos de cámara que acompasan e intensifican el movimiento a cada tramo del partido. Cada marcaje, cada clavada se vive así con gran emoción. Aunque se echa en falta la presencia de Hanamichi en la primera parte, este aparece redoblado en la segunda. En las gradas se notan ciertos personajes clónicos y desaparece prácticamente Haruko y demás testigos, pero no falta la vis cómica. Algunas jugadas y marcajes se despliegan a tiempo real generando variaciones de ritmo muy potentes. El ritmo general de la narración es menos efectivo.

Enfocarse en Ryota como punto de vista principal no va en detrimento de los demás. Sin embargo, las continuas incursiones en su pasado, que aguantan y se justifican en la primera parte, se vuelven molestas e innecesarias en la segunda. Aunque tiene instantes de emotividad bien construida, la subtrama a base de flashbacks se descalabra ante la intensidad del partido. No solo no es equiparable, sino que destruye el ritmo interno del enfrentamiento para subrayar sensaciones y eventos que ya habían quedado claros en flashbacks anteriores. Acabas cuasi deseando que acabe el melodrama familiar para volver al partido. Dicho esto, la apertura en Okinawa me parece sublime. Un retazo de la admiración fraternal y la rivalidad deportiva con la que es fácil empatizar.

A nivel técnico la película funciona como un reloj suizo. Con un montaje bien depurado, transiciones potentes y una banda sonora que prende cada vez que suena. Destaca el uso de la animación CGI con rotoscopias hiperrealistas, que se combinan con un leve silueteado de trazo cómic para evitar la sensación de gráficos de videojuego. En ciertos momentos, se desdibuja la imagen utilizando la pantalla de forma creativa como el blanco de la página de cómic. El pulso de Inoue se nota mucho y más claramente al final del partido, donde elabora una de las secuencias más vibrantes y dinámicas variando la técnica y la velocidad de los fotogramas con absoluta maestría.

Los fanáticos y conocedores de la obra, sin duda, se entusiasmarán reviviendo la historia con sus gestos míticos, canastas espectaculares y jugadas increíbles. Los espectadores más profanos pueden disfrutar, igualmente, de una buena dosis de adrenalina animada, pero difícilmente podrán vivirla con la misma emoción; porque Inoue no se preocupa por aportar ni un mínimo de contexto sobre la importancia del partido ni el trasfondo del equipo para llegar a su estado actual. Siento que su carencia principal es, justamente, no construir las expectativas del partido que tan bien reflejaban en cada encuentro en la serie. Siquiera introducir un poco a los jugadores del Shohoku en los instantes previos en el vestuario, con las mariposas en el estómago antes de afrontar el partido, hubiera sido interesante para poder identificarse emocionalmente con ellos.

Con todo, estas objeciones no desmeritan ni mucho menos el esfuerzo titánico por llevar uno de los partidos más legendarios de la ficción al más alto nivel audiovisual. Esta película llega a una calidad que jamás soñó la serie original y despierta la misma pasión, incluso supera a la obra original en sus momentos de mayor intensidad. Toda una experiencia que enriquece al personaje de Ryota, culmina la serie y sublima al baloncesto.
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Johan Liebhart
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8
7 de mayo de 2019
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
An Elephant Sitting Still es una película moral con una óptica de pesimismo absolutamente vitalista.
Desde un inicio te sumerge en una realidad profundamente devastada éticamente. Se nos presentan las complejas situaciones de nuestros cuatro protagonistas en una China gris, repleta de deshechos, que rezuma pobreza y podredumbre espiritual.

Ambientes sombríos y viviendas sórdidas se van sucediendo, adornadas y contrastadas con la tecnología moderna (smartphones, Iphones, Internet...) de una China que también abre sus puertas a la globalización. No obstante, no es esta una película de ambientes, sino de personajes.

Unos personajes, brillantemente interpretados, cuyas situaciones se desarrollan y se entrelazan durante casi cuatro horas de metraje. Una duración excesiva, pero que permite dosificar correctamente las historias de cada uno de ellos, definiendo sus entornos (más psicológicos que físicos) y conectándolos de forma coherente.

Unos personajes, definitivamente, hundidos por su entorno. Un entorno desesperanzador del que todos quieren marchar y poco importa el cómo y el dónde. Quizás, esa ciudad cercana, dónde hay un elefante que permanece sentado, imperturbable pase lo que pase. Un espectáculo de la ataraxia animal para escapar de la insondable miseria humana.

Hu Bo adapta con maestría las técnicas aprendidas del maestro húngaro Béla Tarr. Construyendo una atmósfera que atenaza al espectador al personaje. Mediante planos cortos en secuencia y con un abuso del desenfoque que parece que juzga la entereza de sus acciones y diálogos. Les quita el foco y fuerza a mirar al fondo, a la reacción durante la acción. Estos recursos consiguen que explores la mente de los protagonistas y sientas sus pensamientos visualmente. Puede ser algo terriblemente abrumador, pero es una de las grandes virtudes de la película y un acercamiento a la dimensión mental que no había visto desde hacía mucho en el mundo del cine. Una marca de estilo que espero algún joven cineasta retome como testamento en el futuro.

La trama se desarrolla con cambios de ritmo entre acción e introspección bastante bien medidos, a excepción de algunas escenas, cuyos largos planos mantenidos te inducen en el hastío existencial de los protagonistas.
Cabe destacar la música rítmica y acompasada al avance de la visión de los personajes (la escena de la residencia es asombrosa) hasta llegar a una conclusión que, tras tanta desolación, deja por lo menos un atisbo de esperanza. Gracias...

Gracias por esta obra tan monumental y única, gracias por mantener tu criterio y tu personalidad artística. Gracias por el paquidermo que sigue sentado esperando un nuevo día. D.E.P. Hu Bo.
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Johan Liebhart
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8
7 de noviembre de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Don Hertzfeldt nos conduce una vez más al mundo del mañana. Abrochaos el cinturón porque este es el recorrido más largo hasta ahora y quizás el menos complaciente. 34 minutazos por un futuro más allá del posmodernismo, poshumanismo y posterminología ambivalente. Un futuro (¿lejano?) donde todo es adquirible desde la comodidad de nuestra solitaria nave espacial. Tiempo (¡paga una sola vez!), propósitos de vida (¡únicos y personalizados!), recuerdos (¡2x1 y con descuentos!) todo al alcance de unos clics en una pantalla intangible directamente generada por el neocórtex en tus ojos. Pero la mirada se erosiona ante la vorágine virtual...

Hertzfeldt ha madurado, vaya si ha madurado. Quién diría que aquel muchacho universitario que se paseaba con timidez recogiendo premios de aquí y allá por "Ah, L'Amour", ese chiste que se le fue de las manos, gestaría semejante obra 25 años después. Un ciclo completo de varias etapas lo ha llevado de considerar el amor con cinismo a considerar el amor sobre cualquier cinismo.

Porque sí, aunque no lo parezca, esta obra es una historia de amor. Es más, toda la trilogía de WoT, que aquí halla su desembocadura es, me atrevería a decir, la reconstrucción de un "memento" romántico. Un recuerdo amoroso entre Emily y David Prime. Un particular, originalísimo, Boy Meets Girl a través del tiempo y la conciencia que se va articulando desde la primera entrega de la saga. Cuando el clon número 9 de Emily Prime destaca ciertas eventualidades relacionadas directa o indirectamente con David Prime que encuentran respuesta en este último episodio. El clon número 9 es causa y consecuencia, pues revela el futuro a la pequeña Emily predisponiéndola de alguna forma al encuentro de David. Y hace lo mismo con el primer clon conocido de David, incitándole a iniciar un viaje que le llevará a descubrir su propio futuro creando una paradoja que desgranaremos a continuación.

Intentaré que lo entienda hasta el último clon babeante:
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Johan Liebhart
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7
9 de marzo de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Celebrada con éxito en su estreno, pero perdida y olvidada durante más de medio siglo, «Shoes» es una película a reivindicar por su valor histórico y social. Al igual que la realizadora Lois Weber, pionera tristemente caída en desgracia, aunque otrora fuese, junto al mismísimo D. W. Griffith, la directora más popular del Hollywood primigenio.

Shoes arranca destripando directamente su argumento, mostrando dos páginas de la novela de 1914 "A New Conscience and an Ancient Evil" de la escritora y activista norteamericana Jane Addams. El anticipo nos resume la historia de una chica trabajadora, sumida en la miseria, que caerá en la tentación y se venderá por un par de zapatos. Quedará así sellado desde un inicio, el fatídico destino de Eva, la protagonista del film. La transición a un primer plano de su rostro, dará comienzo propiamente a la película.

Con un tono de realismo dramático cercano al documental, seguiremos de cerca su rutina. Empezando por la tienda de baratijas donde trabaja como dependienta por un sueldo ínfimo. Al acabar la jornada vuelve a casa y en el trayecto se topa inevitablemente con una zapatería. Se detiene como siempre a alimentar su anhelo, admirando unos botines expuestos en el aparador. Los suyos desgastados y agujereados la oprimen y la acomplejan.

Avanza con la esperanza de ahorrar y cambiar su estado, pero es incapaz de lograrlo pues no es responsable de su propio dinero. Su sueldo pasa a su madre quien se encarga de repartirlo para alimentar a la familia. Eva se resigna esperando a la próxima paga, es la única que lleva dinero a casa. Su padre está en paro y se pasa el día día tumbado en la cama leyendo folletines y holgazaneando, despreocupado de la carga familiar. Sus tres hermanas son demasiado pequeñas para colaborar.

La angustia y la desolación se hacen cada vez más palpables con los motivos visuales que emplea Weber (la mano de la pobreza, el clavo en la suela que atraviesa la piel) y con el desgaste físico de la propia rutina que experimenta Eva lavándose los pies hinchados y tumefactos en la tina. Esperando y desesperando con un vaso de leche aguada y un bocadillo de queso mohoso como único consuelo.

Así se va gestando la denuncia social sobre una situación que vivían muchas jóvenes. Empleadas a muy temprana edad, con un sueldo ínfimo en negocios consumistas donde vendían objetos que no podían permitirse ellas mismas. Expuestas por su condición a los captores zalameros y proxenetas de la época. Quienes les prometían favores y regalaban objetos a cambio de una cita o de mantener relaciones sexuales.

La cuestión del sueldo mínimo femenino era central en la campaña de reforma social impulsada por activistas como la citada Jane Addams o Stella Wynne Herron, sufragista y escritora encargada del primer guion de Shoes, a partir de un relato propio homónimo. Ambas mujeres motivaron a la propia Weber a escribir y dirigir este film.

Conscientes de su discurso de actualidad, los ambientes están notablemente trabajados en busca de realismo. Realizando un retrato de la miseria social muy fidedigno para la época. Especialmente, el apartamento donde vive Eva y su familia donde los muebles se ven desgastados, las puertas picadas e incluso se ven moscas revoloteando en alguna escena. Gran parte del attrezzo fue tomado de localizaciones reales y reconstruido posteriormente en el estudio de grabación.

Si bien la cinta peca de cierta literalidad con algunos intertítulos de más, Weber demuestra su maestría visual y dominio técnico en muchas escenas a la altura de las mejores producciones de su época. Empleando la elipsis con elegancia y remarcando la expresividad con sobreimposiciones y mates que aportan dinamismo al conjunto. Introduciendo meritoriamente el motivo del espejo en dos momentos culminantes de la cinta (reflejo del alma quebradiza de Eva). Mucho más destacable teniendo en cuenta las limitaciones técnicas de su tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Johan Liebhart
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