La película se puede entender como una sátira que se burla de la frivolidad y vanidad del arte posmoderno. Esta crítica va desde el ultrajo del mercado y las grandes compañías, hasta los supuestos intelectuales y la falsa pedantería de doctorados en nosequé, de esos que ven arte en una banana pegada en la pared (y la valúan en miles de dólares).

Lo bueno de la película es que no pierde tiempo en debates interminables a los cuales claramente no podría dar respuesta. Es por eso que la película no pretende concluir en qué es arte (es más, ni siquiera se muestran los dibujos), sino que simplemente critica a lo que, claramente, no es arte (y hasta es su enemigo): el mercado, las grandes galerías, los empresarios que de artistas no tienen nada, etc, etc, etc. En resumen, y como dice en un pasaje del film, "60% para la galería y 40% para vos".

Por su parte, la película tiene un ritmo muy lento. Esperaba algo más dinámico y con más momentos de comedia, características vistas en otras obras de Cohn y Duprat como "Todo sobre el asado" o "El hombre de al lado". Los planos largos y los momentos de silencio (que en las películas anteriormente mencionadas producían un efecto bizarro que desembocaba en algo cómico), aquí genera una sensación diferente, y quizá llega a cansar sobre todo por lo repetitivo. Aun así, tiene diálogos y momentos de ironía muy buenos.

Algunos planos son muy ingeniosos. En particular, aquellas tomas posicionadas por detrás de las obras exhibidas en la pared. Este recurso llega a ser una especie de cámara subjetiva, donde se pueden ver pasar a los distintos espectadores los cuales, por supuesto, terminan siendo objeto de burla.

Todo en Submarine es uno; cada elemento es parte de un todo que se combina armoniosamente y converge en algo mágico. Nada está librado al azar ni se encuentra porque sí. La película es, de principio a fin, una oda a la belleza. Su música, su paisaje, sus colores; todo nos dirige al mismo ambiente cargado de melancolía y de nostalgia, narrado a la vez con un estilo particular por medio de cuotas de humor y diálogos juguetones.

Existen dos puntos fundamentales en Submarine: el color y la música. Aquí los colores no pasan vanamente ni se mezclan sin razón sino que están perfectamente elegidos y utilizados, esculpidos con la delicadeza de un artesano. De este modo, a cada personaje se le asigna un color que, por supuesto, va en relación a sus características.

Por último, a mi entender, de lo mejor de la película: su banda sonora. Es que no solo la voz de Alex Turner termina siendo perfecta, sino que cada canción está en su lugar correcto dentro del film, de manera que la música, en su armonía y letra, acompaña a la película de manera increíble. La banda sonora es una radiografía del film, de modo que analizar la letra de cada canción, en su respectivo orden, es como volver a ver la película.

Tratar de analizar a Maradona significa recaer ineludiblemente en la habitual controversia. El documental se ahorra todo este embrollo. ¿Está mal? La respuesta es simple: no. Esto no es una biografía. Esto es un film futbolero y "argento" que intenta explicar, por momentos tragicómicamente, lo que Diego Armando Maradona significa para Argentina. Cabe aclarar la validez de esta licencia ya que esto, a fin de cuentas, es cine. Luego, que se condene a quien se deba condenar. Pero mientras tanto, el film se sumerge en la mística y el legado que Maradona dejó al pueblo argentino. Por los millones de chicos que sueñan descalzos llegar desde el potrero hasta lo más alto; por aquellos obreros que exhaustos gritan un gol ante el televisor por no romper a llorar una perpetuada injusticia; por todos aquellos que supieron encontrar un vano refugio y hasta un dulce escaparate en un simple partido de fútbol; por todos ellos y por muchos más es que el mito de Maradona tiene valor. Porque, al igual que el de Jeremías, este promueve los mejores sentimientos del pueblo.

En cuanto a lo técnico, el documental es genial. Grandes anécdotas; curiosas entrevistas; recopilaciones de la vida personal y familiar de Diego tan tiernas que hacen piantar un lagrimón; y por sobre todo muchos, muchos goles.

Una narración muy acertada, bien separada por capítulos y alternando continuamente entre la realidad y la mística. Por momentos, rozando lo bizarro con, por ejemplo, la Iglesia Maradoniana. Cuenta con animaciones muy divertidas y con el Diegote gambeteando a la reina Isabel II y George Bush al ritmo de "God save the queen". Espectacular.

Un guión absurdo. Un grupo de soldados abordo de una misión sin sentido alguno. Personajes intrascendentes y/o predecibles. Escenas de sensiblería barata y discursos motivacionales que dan vergüenza ajena (como el del capitán a mitad de película o el del soldado Ryan cuando lo encuentran). Nacionalismo y propaganda yankee por donde sea. Escenas ridículas que sobran (como la del falso soldado Ryan).
Se salva del 0 porque la mínima de Filmaffinity es 1, y se salva del 1 porque los primeros 30 minutos son una maravilla.