Dicen que el fútbol consiste en la vision de 11 caballeros jugando como villanos. El boxeo, deporte al que me unen lazos afectivos familiares, son dos villanos compitiendo como caballeros. No es por casualidad, pues, que la ficción pariera al gran Rocky Balboa.

No he querido leer ninguna critica ni antes ni despues de visionar Creed II, para no dejar influencias sueltas. Y como siempre, superó cualquier expectativa. Rocky no es para mi un personaje ajeno que me lleva a disfrutar, es un referente desde que era casi una niña. Creci en mi interior con ese ejemplo vivo de superacion personal que va mas allá de la fuerza de sus puños. Tengo en la retina y pegado al corazón sus terribles fracasos, sufrí con el dolor de ese cuerpo mutilado de dignidad cuando recibia, tantos los golpes despiadados de sus adversarios, como los tremendos embistes de una vida herida.

Rocky se ha hecho con cachos de él mismo. Su enorme dulzura en esa voz rota gana puntos a su terrible mirada de tigre. Sus años no le resta ni un ápice de frescura, de fuerza y de poder. Sus músculos derivaron al destierro de su vejez, y en cada trozo de piel la hombria de quien jamás desistió a rendirse. Enfermo de cáncer, las canas flojas en su cuero cabelludo resisten en el ring, como él. Esa llave secreta, que abre las respuestas de cada duda, que cierra las heridas, que mata los odios y que salpimenta los sinsabores, solo la posee él. Sabiduria y recreo, en cada puñetazo a un saco de carne abierta.

Lució la sangre mas amarga de la historia del cine. Y ahora me regala la saga de Creed, su amigo y hermano de otra madre. Adonis no podia ser de otra manera, digna distensión de su padre y perfecto discipulo del mejor mentor. No es mas de lo mismo, cada entrega es una emoción nueva. Una historia a contar llena de vida. Golpes de la fuerza de un atropello de camión de mediano tonelaje en cuerpos no siempre preparados. Como dice Rocky, " no hay dolor cuando la fuerza esta en la cabeza".

Me quedo siempre llena, pero quiero más. Sigue mostrando ese sombrero que te acomodas en los momentos de gloria. Botas esa pelotita en tu incertidumbre. Rendición, amistad, fuerza y amor. Me quedo contigo. Y con esa frase que ayer me empañó la vista : " No hay dolor. Eres peligroso. Este es tu momento"

Señor Balboa. Un respeto.

Gracias a esta pelicula, me pasé una tarde entera si salir del salón, con todo cerrado y aterrorizada. En esta impresionante obra de King llevada muy decentemente a esta cinta, murió esa seguridad de candor, inocencia y bondad que emanan los niños. La pareja protagonista y atractiva, consigue adaptar ternura y terror en una emocinante mezcla donde hay cabida a las reflexiones sobre la fé mal entendida, el fanatismo y la lucha por sobrevivir.

La fotografia, el doblaje y la trama Kingneana de lo mejor. La banda sonora, espeluznante. Mas que entretenida, y psicológicamente, como poco, espesa la calma.

Sudor frio que a veces, vuelvo a sentir mirando a Malacay.

Y como pintaba en bastos, salió el rey. Unas colas imposibles para aparcar, para coger palomitas, para sentarse en la inmensa sala sin una butaca libre en pleno Agosto. 17 interminables minutos de anuncios antes de dar paso al desfile de color impresionante que disfruté sin gafas. Me cautivó desde el primer minuto la hipnosis de estética setentera, americana, impredecible, inmejorable.

Di Caprio esta en su mejor papel, sin ninguna duda. Ha tirado a la hoguera cada mal recuerdo que tengo de él en gestos idénticos, en papeles sin interés, en esa sonrisa de medio lado característica que me irritaba. Di Caprio vive, no interpreta. El niño del titanic se ha hecho hombre en Hollywood. Leonardo ha nacido en su madurez en un papel estelar que va a ser amuleto para él, para mi, para siempre.

Pitt llena la pantalla en un derroche de talento para no olvidar. Nunca me conquistaron los rubios. El no podia ser otra cosa que rubio, porque rubio es el sol. Tanta luz jamás de cruzó con tanta sombra. El personaje de Cliff y su hecatombe, cada molécula de su cuerpo y de sus gestos maravillan en un baile tarantinesco. Enamora a la vez que desgasta, a la vez que conquista. Un muso a la altura de Reford, o Dean.

Una oda a lo que nunca debió perecer. Cortante y sangrante crítica al mundo que empezó hace ya 50 años y ahora nos envuelve. La muerte de la era del buen gusto, de los hombres cuando eran hombres, masticaban tabaco y las mujeres llevaban su femineidad hasta la bandera. Una bofetada a lo hippie, las barbas sin cuidar, la porqueria, el desaliento y el detritus humano.

Precioso recuerdo a Tate, saliéndose de guión que.... y hasta ahi puedo contar. Y bonito guiño a España.
Cuantos momentos, cuanta enseñanza, cuanto talento.
Maneras de quebrantos, de Tarantos, Tarantino. Erase una vez... alli, en Hollywood. OBRA MAESTRA