Vitoria, año 2009. Después de los altercados en su barrio debido a la inminente expropiación de algunas viviendas, Lide, madre joven que trabaja como vigilante en las obras del tren de alta velocidad, descubre que su hija adolescente, Ane, no ha ido a dormir a casa.

El bilbaino David Pérez Sañudo debuta en la pantalla grande con ésta pequeña pero bien construida historia que obtuvo el premio Irizar al cine vasco en la pasada edición del Zinemaldia y que relata el abismo que separa a los integrantes de una familia y especialmente a la madre Lide con su hija Ane que es con quien convive después de la separación de su marido Fernando.

Lide es pragmática y sobrevive precariamente gracias a su trabajo como vigilante en las obras del tren de alta velocidad, lo que le lleva a un enfrentamiento total con su hija Ane, ferviente activista contra dichas obras, así como a todo su entorno social marcado por la expropiación de viviendas en un barrio periférico de Gasteiz que se moviliza ante la desocupación inminente de su gaztetxe.

La mirada del director no se posiciona ni a favor ni en contra de ninguno de los miembros de la familia y se limita a mostrar las razones de sus comportamientos y el cisma generacional con su hija, digamos que es la misma historia que ocurre en cualquier otra parte del mundo entre una madre y su hija adolescente, solo que está afianzada en un conflicto muy concreto vasco y que tiene un importante rechazo ente una parte de la sociedad, lo que ocurre, es que el trabajo de la actriz que interpreta a Lide, Patricia López Arnáiz, es tan convincente en su papel como madre coraje que eclipsa inevitablemente a todos los demás

Muy recomendable.

Cuando uno piensa en Irán no se le vienen a la cabeza las imágenes de toxicómanos destrozados por el crack en ciudades occidentales como Los Ángeles o Filadelfia. Uno se imagina una sociedad casi medieval e inocente, así como fuertemente influenciada por la religión y con una escasa permisividad en asuntos como las drogas o el alcohol. Sin embargo seis millones de personas son toxicómanos por el crack, la heroína y la metanfetamina y malviven en barriadas marginales sobre todo en la capital Teherán.

El director iraní Saeed Roustayi compone un magnífico relato con este argumento que no solo se queda en la lucha del estado contra la droga por medios policiales e importantes penas judiciales que suponen incluso la muerte, sino que se mete también en la piel de traficantes y consumidores dejándonos encariñarnos con los personajes y sus malas decisiones.

La película empieza con mucho brío en la persecución policial de un pequeño traficante en la línea de otras muchas películas occidentales y la investigación que les llevará hasta el capo mas importante de la droga, para luego posar la cámara sobres sus hombros y ver la historia desde el otro lado lado de la barrera.

Sugerente película que nos deja claro que para hacer buen cine solo es necesaria una interesante historia, buen guion y solventes interpretaciones.

Flaco favor le hacen a ésta delirante película francesa la traducción del título y el venderla solo como una comedia canalla sobre la marihuana, a mi me ha parecido que hay mucho más dentro de este vodevil que aunque parece que pretende ser ligero, si arañamos un poco el argumento, nos encontramos con algo más que una pincelada de los conflictos raciales y de inclusión francesa para con sus ex-colonias, así como la desazón de llevar una vida que crees que no te pertenece y los problemas económicos de una señora “respetable” para llegar a final de mes.

Me ha gustado y creo que a dos días de haberla visto, la sensación que tengo respecto a ella ha mejorado a pesar de que puedo entender que haya gente que le parezca una bobada absurda sin pies ni cabeza, porque la verdad es que a mí me costó en algunos momentos no empezar a reírme a carcajadas, sobre todo en todo lo concerniente a los trapicheos y la estrecha relación del personaje de “Patience”con la policía, es que es un autentico disparate, pero tengo la sensación de que todo es un desbarajuste hecho a posta y con todas sus consecuencias, como lo es el cine del mismo Almodóvar.

Por fin vemos a Isabelle Huppert en un registro mucho mas amable que a los que nos tiene acostumbrados y además está maravillosa, así que “chapeau” por el cambio que estoy seguro le habrá venido estupendamente también a ella. Por lo demás yo pongo un pin encima del director Jean-Paul Salomé para seguirle la pista mas de cerca.

Puede parecer una perogrullada, pero nadie ha sido capaz de hacer un contenido Disney tan fiel como la propia Disney y mira que ha habido ocasiones para imitarla a lo largo de sus casi cien años de vida desde que en 1923 la fundase WALT DISNEY y se convirtiese en la mayor multinacional mundial del entretenimiento.

Y es que DISNEY es como la COCA-COLA, tiene un secreto que nadie conoce y por más que uno quiera imitarla haciendo un producto similar, nunca será igual al del gigante americano que consigue siempre ser no solo líder de taquilla, sino amada y odiada a partes iguales.

ALADDIN no defrauda en ese aspecto, es un cuento clásico de Disney al estilo de BELLA Y BESTIA, BLANCANIEVES, EL REY LEÓN, PIRATAS DEL CARIBE o EL LIBRO DE LA SELVA aunque con personajes reales, la consabida mega dosis digital y esas cancioncillas txorras que siempre le dan a uno ganas de salir corriendo sin mirar atrás, pero que al final sucumbes como un cervatillo al empacho de azúcar y tiernas miradas.

No faltan los números épicos, las coreografías masivas al estilo BOLLYWOOD, el malísimo GRAN VISIR, las telas lujosas, dorados y cejas perfiladas, tesoros y palacios de cuento, un mono ladrón, la alfombra voladora y un desternillante genio encarnado por el siempre divertido WILL SMITH y aunque en ésta ocasión luzca hipertrofia muscular y color azul, es totalmente reconocible y también, predecible.

Se pasa en un plis-plas y a mí me ha parecido enormemente entretenida, tampoco creo que la casa del entretenimiento por excelencia, busque nada más que eso.

Y no por la ciudad, como cantaban Para-Lelos hace ya algunas décadas, sino en plena Sudáfrica y rodeados de bestias salvajes. Bueno, en el caso que nos ocupa además de bestia salvaje, es un asesino serial fruto de la codicia y la caza furtiva.

Para eso no hay nada mejor que montarte en un Jeep de tercera mano e ir en busca de manadas de leones con un experto familiar blanco, algo que no sería extraordinario si la familia no fuese negra, todavía me sigo preguntando cual era el verdadero parentesco del tío Ben. Bueno, da igual, el cine es lo que tiene, convierte situaciones inverosímiles en creíbles. Luego, como el calor aprieta , no olvidar que estamos en África, vamos con las ventanas bajadas y si además la ruta es muy cansada, pues nos bajamos a sacar fotos y selfis con alegría esperando tener conexión de datos para subirlas al “insta”; ah y las puertas abiertas de par en par no vaya a ser se se cuele la “chicharrina”. No olvidar que antes de salir, es necesario asegurarte de que estás bajo mínimos de combustible, no vaya a ser que puedas volver al campamento sin un rasguño, así por la cara.

En fin, lo mejor las vistas de África, de hecho hubiese preferido un ver un documental de la 2 a pantalla grande. ¿Entretiene o asusta? Bueno, pues no voy a negar que pasas un rato entretenido entre ventanas y puertas abiertas para que entre el bicho, pero no esperes mucho más.