Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Críticas de Feisal
<< 1 7 8 9 10 11 >>
Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
6
2 de enero de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tardé mucho en ver esta película, hasta que no me la regalaron en DVD. La película se estrenó en 2004, y aún recuerdo la que se montó, con prácticamente el 90% de crítica y público celebrándolo como un peliculón de los que hacen época. El circo prosiguió en USA, hasta ganar, como todos sabemos, el Oscar. El argumento no hace falta que lo explique, ya todos lo sabemos. Pues bien, por fin vi el filme.

No sé si cuenta tanto que te predispongan de una manera determinada para ver una película. Un director alemán famoso, pero cuyo nombre ahora no recuerdo, dijo una vez que habría que ver las películas, y luego leer opiniones y contrastar críticas. Llegar virgen al visionado, vamos. Es bastante complicado, sobre todo para los que estamos ávidos de nuevas películas, y queremos saber qué opinan los "expertos". Bueno, pues tantas alabanzas y tal fue la excelencia que me prometieron con esta película, que me acabó decepcionando. La historia de Ramón Sampedro, con todos sus matices y complejidades, merecía mucha sutileza y maestría, para no caer en cierta brocha gorda y lugares comunes. Y, tras haber visto dos veces la película ya, Amenábar no lo consigue. O al menos, son las sensaciones que me provoca. Digamos que la película, lentamente, va de más a menos.

Empieza bien, mostrando la rutina diaria de Sampedro, con todas las limitaciones físicas, pero con toda la agudeza y campechanía de su personalidad. Pero a medida que observamos los conflictos que va teniendo con los que le rodean (Julia, su sobrino, con los abogados, con su padre) el guión va cayendo en lugares más comunes, y termina por seguir un rumbo que busca más forzadamente la empatía con el espectador y con el personaje de Sampedro. Hay buenas secuencias (el flashback de su juventud y su accidente), pero otras sobran completamente. Por ejemplo, la secuencia con el sacerdote y su ayudante, que pretende ser una crítica al anquilosamiento de la Iglesia en el tema de la eutanasia. Lástima que Amenábar use el humor y la famosa brocha gorda en un aspecto delicado y controvertido de la película, que exige más sutilidad y matizaciones. Dicho de otro modo, que Clint Eastwood hubiera hecho esa escena de otro modo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feisal
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
20 de diciembre de 2008
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peliculilla de aventuras que no merece una crítica más exhaustiva que la de indicar que se trata de otro producto Bruckheimer con cierto empaque. En esta ocasión, el guión está ligeramente más cuidado que en otras mierdas del productor, y es curioso comprobar cómo el titánico presupuesto no luce en todo su esplendor, puesto que no hay grandes escenas de acción, y el clímax de la película es hasta "modesto" para lo que nos suele ofrecer este productor. Eso sí, la película es una sucesión de tópicos a más no poder: héroe listo, inteligente e intrépido (Nicolas Cage, que, manda huevos, no sé quién fue el listo que le vio perfil de héroe, cuando tiene un perfil de hombre atormentado que tan bien explotó Scorsese en "Al límite"), chica (Diane Kruger, sin enseñar carne como en "Troya"), amigo gracioso, malo malísimo (Sean Bean, el mejor actor de esta peliculilla), y papá del héroe, listo y gracioso (Jon Voight, con su antiguo prestigio ya hundido). La trama está convenientemente poco explicada y es algo liosa para que entendamos que es algo importante y que solo los inteligentes de los protagonistas podrán resolverlos. Aunque eso sí, la idea de que los masones custodian el Tesoro de los Templarios, cuya clave está en el reverso de la Declaración de Independencia de los EUA, no puede ser más tonta... y más patriótica, porque da mucho juego el hecho de, durante la mitad de la película, se maten todos porque no le pase nada a tan magno y patriótico documento. En fin. Pena da de ver a dos grandísimos actores como Harvey Keitel y Christopher Plummer dejarse comprar por un puñado de dólares para participar en este circo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feisal
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
1 de septiembre de 2006
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había muchas, pero que muchas esperanzas puestas en este estreno. Supone la película española del momento (unos 24 millones de euros), cuyo protagonista es toda una estrella de Hollywood como Viggo Mortensen. Pero lo que Agustín Díaz Yanes y Arturo Pérez-Reverte han querido no es amortizar esos 24 kilos mostrando batallas con miles de extras, y duelos épicos de espada, al estilo "Troya". Han querido mostrar lo simplemente muestra la novela, y lo que muestra la novela es, ni más ni menos, que la caída de todo un imperio colosal y fastuoso, pero a través de un personaje de la más baja calaña, Diego Alatriste y Tenorio, un soldado veterano que malvive en Madrid entre guerra y guerra como mercenario que mata por dinero. A su cargo se encuentra Íñigo Balboa, un muchacho cuyo padre fue compañero de armas de Alatriste, y murió en la guerra.

Lo que las cinco (en total, va a haber siete) novelas hasta el momento publicadas nos relatan a través de los ojos de Alatriste e Íñigo es cómo un imperio cae, cómo los grandes imperio, en este caso el español, se caen cuando la fuerza de sus gobernantes es inexistente, cuando (y esto es lo paradójico) los únicos que parecen apreciar, a su manera, lo que significa la honra y el valor son los individuos de lo más hondo del pozo social. Así, España dejó de ser en aquel momento el gran imperio que había sido, y ya nunca volvió a levantar cabeza (y así sigue, me temo), algo que cualquiera puede leer en un libro de historia.

Agustín Díaz Yanes se enfrentó, pues, a la titánica tarea de emprender el rodaje de una película histórica basada en un famosísimo libro. Comencé a leer críticas de la gente, nada más llegar a mi casa desde el cine. Y me ha sorprendido unas cuantas negativas. Yo reconozco que me gusta Arturo Pérez-Reverte. Me gustan sus libros, sus opiniones, su forma de expresar sus opiniones, y su manera de ver a la gente y a los lugares. Pese a ello intenté liberarme de mi subjetividad cuando fui a ver la película. Y lo que me encontré no me defraudó, en líneas generales. Lo más importante, la esencia, lo que realmente cuenta la película, me pareció inmejorable, esa decadencia, esos soldados dejados de la mano de Dios por quienes mandan sobre ellos, y que al final supieron mejor que nadie demostrar porqué España fue España durante 200 años.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feisal
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
28 de julio de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Compleja y no apta para todos los paladares adaptación de la novela de Le Carré. Con una narración extremadamente pausada y cuidadosamente fragmentada, Alfredson nos sumerge en la psicología del espía, en sus paranoias y sus silencios, en su rutina y en sus desventuras. No hay persecuciones de coches ni explosiones, sino los rostros y las almas al descubierto de una serie de personajes aislados, con sentimientos aislados y ocultados por su propio trabajo. La Guerra Fría, el topo infiltrado, las deserciones o las traiciones en un bando y en otro son casi lo de menos, casi un macguffin que permite al director y a los guionistas, ayudados por la atmosférica y densa música de Alberto Iglesias, irradiar una frialdad casi polar en el mundo del MI6 y sus secretos. Ayuda la puesta en escena, deliberadamente gris y decadente, con pisos y casas completamente anodinos (incluso la misma sede del MI6 parece una oficina del montón, a excepción de la habitación secreta donde se reúne la cúpula de la organización). Incluso se opta por pasar de planos "postales", tan típicos en las películas cuando la acción transcurre en ciudades pintorescas, y Londres, Estambul y Budapest casi salen desapercibidas.

Decía antes que no es apta para todos los paladares, y es que el filme pide al espectador concentración absoluta, porque su narración fragmentada juega con flashbacks (bien hilvanados) entre varias historias protagonizadas por varios personajes, que el protagonista, George Smiley, va uniéndolas poco a poco. Y son microhistorias tan apasionantes como la principal, puesto que descubren la turbiedad y el sacrificio que requiere el oficio de espía (y más durante los convulsos años de la Guerra Fría), y permiten al espectador acceder a las torturadas personalidades de sus protagonistas. Particularmente destacan las desventuras de Tom Hardy en Turquía con la espía rusa (un destello de lirismo y emoción en medio de la fealdad y frialdad de la película), y sobre todo la de un enorme Mark Strong, espía torturado (física y emocionalmente) que cobra toda la importancia de la película hacia el final. Y es que esencialmente, ésta es una película de actores, porque cada personaje, en mayor o menor medida, tiene construida su personalidad, sus motivaciones íntimas dentro de ese tiovivo gélido que es el MI6. El doble rasero miserable de Toby Jones, la eficiencia y el desconcierto de Benedict Cumberbatch, los secretos tras un cuidado cinismo de Colin Firth y los ya mencionados Hardy y Strong. Por encima de todos ellos, Gary Oldman, la misma gelidez hecha carne, la eficacia burocrática y paciente que buscará incansablemente al topo infiltrado. Un hombre de muchos silencios y muchos desencantos, que en puntuales miradas y en mínimos gestos, deja a veces entrever una furia interior (bien por la caída que tuvo años atrás junto a su ex-jefe John Hurt, bien por saber que ha anclado su vida y su futuro a un oficio desagradecido), parapetada y oculta a través de sus gestos y sus grandes gafas.

Hombres todos ellos hastiados, insatisfechos con sus vidas unos, y miserables otros con su indiferencia. Si se consigue entrar, poco a poco, en el alma de la película y en su narrativa, la atmósfera va calando poco a poco en el espectador, y hasta el mismo argumento, que hasta entonces había que hacer encajar como piezas sueltas de un puzzle (ejercicio, como digo, que requiere paciencia y mucha atención), va cobrando sentido. Aun así, en una jugada arriesgada e inteligente, Alfredson deja algunos huecos e interrogantes al propio gusto del espectador. Es la antítesis del cine mascado y sobreexplicado de espionaje de cualquier Bond o de cualquier misión imposible, porque es el propio espectador el que debe llenar algunos agujeros con pistas y datos desvelados a lo largo del metraje. Sospecho que ésta es de las películas que necesitan y que ganan con un segundo y tercer visionado. Con todo, yo sí que entré en la atmósfera y en el juego mental de la trama, y el final de la película supone todo un disparo al cerebro y al corazón, un lamento en forma de último trozo de un flashback que va a apareciendo en trozos casi desde el principio (una fiesta con todos los protagonistas, en un pasado no muy lejano, donde todos eran más humanos), y la conjunción de ese flashback con la imagen de Mark Strong con un rifle, al son de la canción "La Mer" suponen todo un resumen de la misma alma y significado de lo que nos han contado. Compleja, intrincada, fría, emocional, mental, tensa, laberíntica y actoral, sin duda, una de las películas del 2011.
Feisal
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
3 de noviembre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hannibal Lecter, icono desde que Anthony Hopkins se calzara la máscara y enumerara sus gustos gastronómicos, merecía un regreso así. En plena forma y por la puerta grande, como los toreros, cortando dos orejas y rabo (y comiéndoselos también, supongo). En esta película, que merece más de una revisión a pesar de los palos caprichosos que la muy caprichosa crítica le dio en su día, Ridley Scott oficia de maestro de ceremonias para la vuelta al escenario del mejor gourmet de la historia. Importa muy poco que Clarice ya no sea la Clarice aplicada, alumna y jovencita de la primera película. Ni siquiera que no sea la diminuta Jodie Foster y lo sea la sensual y curvilínea Julianne Moore. Porque ésta es una película por, para y desde Hannibal. Ya desde su propio título.

Ridley Scott sabía lo que se hacía, sabía que había aceptado la patata caliente de volver a tocar un personaje santificado por Hollywood, los Oscars y la mitomanía cinéfila. De manera que él, Steve Zaillian y David Mamet (tres nombres de aupa) decidieron, sencillamente, abrirle la jaula al caníbal y dejarle libre. Por ello, la primera hora de película es asombrosa. "El silencio de los corderos" era una película sobre Clarice Starling, no sobre un Hannibal encerrado en su jaula, divagando, riéndose y psicoanalizando a su alumna. Aquí, el doctor tiene a toda Florencia a su disposición. Tiene sus calles, sus cafés, sus monumentos, sus palazzos, sus vinos, su aroma. Vive en libertad, y se siente satisfecho y en paz. Tan en paz, que el ser descubierto por un nervioso y decidido inspector de policía italiano (un buen Giancarlo Giannini) no le supondrá más que pequeñas molestias y unas buenas ganas de (sangriento) cachondeo a su costa. Y encima dando lecciones de historia del Renacimiento. O sea: Hannibal Lecter en su más perfecta salsa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feisal
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 7 8 9 10 11 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow