Si me dejo llevar por algunas visiones que apuntan a esta película como un gran logro en la crítica y sátira social en un mismo producto, no me queda más que pensar que el listón del cine, la creatividad y la inteligencia para el desarrollo de comedias ha llegado a un momento de ganga absoluta.

Sacha Baron Cohen recoge algunos principios y objetivos de Michael Moore, y los pasa por el manual de estilo "cool macarra" de la MTV para crear Borat. Falso documental y cámara oculta, actores muy naturales o una mezcla de ambos (no importa), crean una serie de gags basados en una actitud gamberra tras haber generado una situación de confianza dentro de grupos con principios o actitudes claras que pueden ser fácilmente expuestos de manera crítica. No hay más. No hay chistes interesantes, situaciones inteligentes o trama a seguir, sólo caca, culo (mucho, de hecho ¡demasiado!), pis y derivados, que son, junto con la "inocencia" del personaje por el desconocimiento de la forma de vida americana, las armas empleadas en todo momento. Eso sí, debo reconocer una capacidad, (o al menos ganas) enorme para incomodar, algo que tampoco es tan sencillo como puede parecer (o eso creo).

Para mí, lo salvable es la propia interpretación de Borat, creíble dentro de la comedia que se presenta, especialmente si las escenas de supuesta cámara oculta / documental son reales (desconozco qué es real y qué no). Eso sí, me atrevería a decir que Sacha Baron Cohen es un gran admirador de Eric Idle, ya que su personaje me recuerda en ocasiones cierto estilo (interpretativo, que no tanto formal) cercano al de este genio del Flying Circus.

Ojalá que el futuro de la comedia en el cine nos depare más productos "Desmontando a Harry" que productos Desmontando a los "USyA" que es Borat. Ambos comparten prostituta ocasional y viaje, pero se encuentran en polos opuestos de la creatividad.

Futuro de época con toque gótico, en el que lo mecánico sigue prevaleciendo sobre lo electrónico, pero que tiene un encanto que sólo es cortado por ciertos efectos especiales que no tienen perdón (pese a estar en la primera mitad de los 80). Para mí es lo más atractivo de Dune. Es un producto presentado con mucho cuidado y trabajo, en el que se crea una fantástica atmósfera que garantiza la inmersión total en el mundo que se expone, pero la historia de la especia y los gusanos, el elegido y los clanes no despiertan mi interés de manera especial.

Películas como La Cinta Blanca confirman que Haneke es uno de los grandes autores contemporáneos y que pese a la polémica posiblemente justificada que la mayor parte de sus películas suscita, éstas expanden un poco más las posibilidades narrativas y comunicativas del cine.

Para esta recreación de la parte más pesimista y oscura de la Alemania (transportable perfectamente a otros entornos) en los momentos previos a la I Guerra Mundial, Haneke acentúa en la nítida fotografía en blanco y negro un contraste muy fuerte entre ambos tonos, y convierte el resultado en algo más que en una forma de filmar, ya que, como en algunas películas de Bergman, el color (su ausencia en este caso) es parte importante de la narración, es el personaje que siempre está ahí o incluso, una voz en off que, a diferencia del maestro que se afana en explicarlos lo sucedido, no necesita palabras para matizar la historia.

Una vez más, la violencia es el punto central de la reflexión de Haneke, esta vez escenificando como él mismo dice el ideal pervertido. Las exigencias morales están muy lejos de las actitudes reales, y la jerarquización, el miedo y el castigo son las bases educativas y sociales que se presentan.

Como es habitual, las puertas quedan abiertas al final a interpretaciones ya que tenemos una visión parcial basada en una frágil memoria a lo que debemos sumar la manipulación de la imagen de la que Haneke siempre habla, a lo que contribuye que parte de lo narrado son vagos recuerdos o relatos que en su momento fueron comentados por otros personajes. Efectivamente la histora de por sí ya parte manipulada. ¿Es realmente importante conocer con seguridad el detalle de lo sucedido?... no reside ahí el interés de esta película.

Violencia generando violencia, contraposición de valores y actitudes, la culpa y el castigo como bases culturales (religiosas) europeas que justifican las agresiones sobre aquellos que se desvían de esos férreos principios que con dolor son inculcados. Totalitarismo.

Haneke logra además su mayor nivel estético hasta ahora, tanto por la imagen y atmósfera globales (recreación del pueblo, vestimenta, actividades, etc.) como por la potencia visual que de por sí contienen muchas escenas, como el espectacular plano del acondicionamiento de la campesina tras el accidente, la salida en carruaje del féretro, el plano del incendio (que parece un clarísimo un homenaje a Tarkovsky), los campesinos en el momento rítmico y síncrono de siega, etc. Todo un lujo.

Un inicio un tanto aburrido, con el doble objetivo de contextualizar la época, y de mostrar la vertiente skinhead desvinculada de violencia y de motivaciones políticas radicales. Es la aparición de la otra vertiente skinhead con la llegada de Combo, cuando la historia da cierto vuelco, te asusta un poco y te muestra que no se trata de un relato sin mayor complicación como parece intuirse.

Con la guerra de las Malvinas y la época Thatcher de fondo contextual, la película ofrece momentos que la avivan, como la primera patriótica charla de Combo en la casa en la que vive su grupo, o la escena de la estancia de Milk con el grupo radical. Otros elementos en cambio, no me encajan y parecen una necesidad argumental para justificar otras escenas (permisividad de la madre de Shaun o cambio de parecer de Milk con respecto a Combo aunque cierto es que está al principio entre los indecisos), aunque el resultado que se obtiene hace que le reste importancia.

Un mayor conocimiento de la evolución del movimiento skinhead y de la aparición del National Front en Inglaterra hará más interesante la película o por el contrario menos creíble, no lo sé. Como mínimo, la visión del patriotismo visceral y la xenofobia como vía de escape a una combinación de problemas sociales y traumas personales están bien reflejadas en el personaje de Combo. Shaun, a sus 12 años, es manipulable y experimenta vivencias de adulto que no le parecen corresponder. Asume por inculcación el pensamiento que otros tienen por convicción. Sólo necesita amigos pero se encuentra el pack ideológico-activista.

Insisto en el concepto de tensión, una de las grandes bazas a favor para mí. Muchas de las escenas de Combo la elevan y la mantienen hasta finalizar, bien sea su entrada en alguna de las fiestas, bien sea hablando en el coche con la chica de Woody.

Ayer fui a ver al fin una película de Béla Tarr, director por el que sentía mucha curiosidad tras leer varias críticas de sus películas y de su estilo de cine (al menos de su "segunda época"). Hasta ese momento sólo había visto algunas espectaculares imágenes de Sátántangó y El Hombre de Londres que me impresionaron visualmente. Por otro lado, esta película tiene buena puntuación en Filmaffinity y en varias ocasiones encuentro comparaciones entre Tarr y Tarkovsky, director por el que reconozco mi enorme admiración.

Pues bien, el chasco que me llevé es de campeonato. Salí con ciertas dudas de si se trata de un acto de esnobismo, de un producto fallido, o en el mejor de los casos de un problema personal mío de recepción del mensaje de la película (y de su desarrollo, muy importante). Me parece larga sin justificación, meramente teatral y poco sincera a nivel artístico, con elementos artificales que se supone que quedarán bien (lo de la silla que se veía a través de la ventana ya me lo tomé a chiste) pero que en muchas ocasiones resultan absurdos y no integrados. Diría que busca una belleza plástica alternativa sin encontrarla (luz saliendo de la mesa de cocina, pelea sobre el suelo de cristal o paredes con papel arrugado - ¿será la irregularidad de las paredes la influencia de Tarkovsky? -) El abuso de los diálogos densos y "¿profundos?" parece muchas veces una mera justificación de una supuesta complejidad cultural o psicológica para las que no estoy preparado. El juego de rojos y azules (que puede que tengan un significado, yo no lo encontré) en combinación muchas veces con las tonalidades verdes y una fotografía que deja mucho que desear, resulta en un aspecto cutre y dejado desde el punto de vista de la propia película, que ya no de la impresión que los escenarios deben ofrecer. Además, y aunque sea una tontería, parece que sólo consigue rellenar, acentuar o romper la monotonía de muchas escenas recurriendo a los cigarrillos de los protagonistas (sin sacarle ni de lejos el partido que por ejemplo Wong Kar Wai obtiene en varias escenas de Deseando Amar).

Me parece la obra de alguien que quiere llamar la atención desde una posición underground más que de alguien con preocupaciones reales que analiza o plasma en la película mediante un estilo que fluye de manera natural. En resumen, mi impresión es la de haber asistido a una mentira artística que aburre mucho y cansa. Sólo espero que pese a la puntuación que tiene, no se trate ni de lejos de una de sus mejores obras.