La chica de la pareja protagonista, interpretada por Julie Delpy, además de golfa, es una desconsiderada, porque pretende estar un rato encima cuando folla con su novio para poder correrse, lo que provoca amargas quejas por parte del muchacho acerca del egoísmo de las mujeres en general. Esto podría ser un chiste, si no fuera porque, de forma subliminal, el fantasma de la castración recorre la relación de la pareja (recordemos la escena en que ella ha comprado unos condones demasiado estrechos y se empeña en ponérselos a su dolorido novio; o esa foto que le hace con unos globos atados al pene y que enseña a todo el mundo...) Así, de gilipollez en gilipollez, llegamos a la moralina final. A esas alturas del film la feministoide “miembra” de la parejita nos cae como una patada en el hígado, pero en el desenlace llega la redención: ella misma, en off, nos informa de que tener varias relaciones no le ha traído más que infelicidad y vacío interior, y decide que una mala vida con una pareja “para siempre” es mejor que varias buenas relaciones. La Delpy lo expresa mediante esta bellísima y delicada metáfora: “Aunque él te despierte cada día con un estornudo en la cara, sus estornudos te gustan más que los besos de otros”. Sin palabras me quedé.
En resumen, antifeminismo, conservadurismo, puritanismo sexual... todo dirigido sibilinamente al público progre, a ver si lo pillan despistao. No me resisto a poner un último ejemplo de manipulación: los primeros fotogramas nos informan de que el simpático protagonista norteamericano odia a Bush... y el espectador que también odia a Bush baja la guardia y queda menos reacio a asimilar toda la mierda que viene después. Se trata de “sacrificar” el mensaje conservador al principio para hacer tragable ese mismo mensaje conservador al final.
La responsable de esta bomba fétida es la Samuel Goldwyn Films, fundada en el año 2000 y dedicada muy principalmente a la producción de cine cristiano. Por ejemplo, en España ha coproducido “Encontrarás dragones”, que exalta la figura del fundador del Opus Dei, y en EEUU colabora a menudo con la Sherwood Pictures, de la muy conservadora Iglesia Baptista de Sherwood (Georgia). A los que somos más descreídos nos dedica este tipo de comedias tramposas, con ese falso aire de cine independiente y fresco, en un intento de meternos doblada la misma moralina maloliente. Puaj.

Cuando un padre no es capaz de dejar a sus hijos construir su propia vida; cuando no sabe dejarlos volar y, por el contrario, pretende utilizarlos para vivir sus propios sueños a través de ellos, la relación paterno-filial está condenada al fracaso. Esto es lo que nos quiere contar Tornatore y no tiene nada que ver con el hecho de que “los tiempos hayan cambiado y él no haya sabido adaptarse”. Por eso he comentado antes que la película aborda un asunto intemporal, que ha ocurrido y ocurrirá en cualquier época.