Hay una corriente de ¿humor? español que consiste en presentar a un personaje masculino acosado por una mujer muy fea y muy agresiva. Es una especie de pesadilla del hombre patrio, que incluye variantes como: esposa gorda con faja; esposa con rulos embadurnada de crema verde; esposa que se gasta todo el dinero en trapitos; esposa con madre insoportable; esposa fea sexualmente insaciable... En esa tradición se mueven José Luis Moreno, por poner un ejemplo, y una numerosa lista de humoristas que triunfaban en las revistas de varietés del tardofranquismo y que, en ocasiones, daban el salto a la televisión. Es en esa tradición tan casposa en la que se apoya Álex de la Iglesia para construir su bodrio en pleno siglo XXI. Y el discursito que se marca el prota, en el que se culpa a la educación y a los medios de comunicación; o la escena final en que aparece ella triunfadora no cambian nada de lo que he dicho. A esta base, digo, de la Iglesia le añade una escena espectacular de caos y destrucción con muchos extras corriendo por todas partes (ahí se ve la pasta que maneja), una buena dosis de ketchup y mucha mala leche... y el resultado sigue sin salvarse, porque falla lo más importante: la inteligencia, que está ausente de la idea básica que debe sustentar el film. Es una idea zafia, es burda, es, es.... No encuentro palabras... Las dos estrellas van por la escena inicial, que tanto prometía, y por el desenlace, que consigue cerrar la cosa sin caer del todo en el ridículo. Este director ha hecho un par de películas medianamente aceptables, que son La Comunidad y El día de la Bestia. Lo demás no se puede coger ni con pinzas. Y resulta bastante patético ver a todos los espectadores que depositan en este tío sus esperanzas, película tras película, en espera de que confirme lo que a muchos les gustaría que fuera: ese director gamberro y transgresor que va a dar dignidad (¡por fin!) a la comedia española. Mi consejo para ellos es: busquen por otro lado.