La calidad de la animación es tan buena que se convierte en el principal estímulo para no sucumbir con aquel cliché de la "pseudo-autocrítica" europea ante el cruento colonialismo en África. Una cosa es pretender que la obra cuestione sobre los sentidos que han dominado la empresa colonial europea (específicamente la tristemente "célebre" experiencia belga) desde las misma sociedad belga, y otra muy distinta que la obra cuestione el colonialismo belga en África, donde ésta es justamente representada tal y como la representó Conrad desde el siglo XIX.

El gran trabajo de cámara que exhibe esta obra parece quedar en deuda con la poco clara articulación entre la visceral y cruel violencia de la vida de calle de unos perros en Moscú y el lugar de éstos como crítica a la visión antropocéntrica de la ciencia, en el marco espacial tanto soviético como estadounidense en la guerra fría. Son historias paralelas, que confusamente se hilan a partir de la "historia oficial" y mítica de Laika, personaje que es re-visitado a partir de la exposición de material de archivo soviético, dejando ver la crueldad aséptica (y omitida por las narrativas nacionalistas) de la ciencia. Definitivamente, la especie humana no puede connotarse como precursora de nada, más que de la brutalidad creadora. La voz en OFF apenas guía, magistralmente, una historia donde la humanidad más que presencia encarnada, es representada como la trágica condición reinante personificada en la vida de otras especies, que en la muerte cósmica, tienen el dizque "privilegio" de ver su mundo desde el "exterior".

Obra que otorga una fuerza demoledora a las circunstancias que enfrenta el personaje de Maria Mozhdah, que se mueve entre lo estrecho del canon cultural islámico frente a las posibilidades que como adolescente le ofrece la vida en el norte de Europa; al punto de hacer experimentar un irritante rechazo a su extrema pasividad. El machismo y sumisión de la mujer naturalizado en su rol familiar se muestra complejizado más allá de la dominación, pues la propuesta problematiza la dominación patriarcal mostrando no sólo el flagrante accionar de su perturbado padre, su cobarde primo o su obediente hermano, sino la legitimidad que a estos valores le otorgan su propia madre y tía. El viaje entre Oslo e Islamabad plantea la problemática relación entre el arraigo/desarraigo de su familia frente a sus propias luchas aspiracionales, haciendo del problema de lo nacional (occidente - oriente) un campo fértil para la crítica cultural.

La experiencia de ver una película que explora el surrealismo de los confines geográficos y morales Ucranianos resulta sobrecogedora también para un espectador que como yo, percibe la cultura Ucraniana en la lejanía. La violencia desplegada articulador de esta sociedad, parece no encontrarse tan nítidamente con los dramas personales, aunque este aspecto bien podría verse como parte de una lírica en la obra.

Un agradable proyecto plasmado desde la profundidad de quien piensa cómo sus sentires y contradicciones con la idea hegemónica de la feminidad pueden ser ironizados valieńdose de un ejecicio colectivo personal. Haciendo uso de un sincero y valioso registro personal a través de fotografías, películas caseras y testimonios, la narrativa lleva a cuestionar el modelo dominante de feminidad a través del recuerdo y la memoria como potencial de reflexión. Perfila una memoria conflictiva y a la vez lúcida, que fluye en el registro de lo cotidiano, permitiendo evidenciar el contexto machista latinoamericano que codifica y clasifica la belleza y los modos de vivir la feminidad como si fueran mercancías, mujeres abocadas a un banal y reducido sentido de la felicidad paradójicamente ajeno a ellas mismas, planteado en función de las expectativas masculinas.