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España España · Madrid
Críticas de Wanchope
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Críticas 199
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de septiembre de 2023
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Un hombre soñaba con gobernar la ciudad de los sueños...

Un sólido relato criminal. Otro sólido relato criminal avalado "por los creadores de 'Mirapur'" que por poder, podría haber dirigido el Martin Scorsese indio. ¿Y por qué no? Eso es en resumen y en la práctica 'Los reyes de Bombay', una historia sobre dinero, poder, familia y moralidad que cuenta la vida de un gánster llamado Dara Kadri vista a través de los ojos de su padre Ismael, un policía. Un obstinado pero honrado policía que al igual que ocurría con Oscar Isaac en 'El año más violento', parece la única persona de toda la ciudad interesada en ser legal. Aunque la vida se empeñe en lo contrario.

En esta primera temporada veremos cómo Dara se lo juega todo, incluida su familia, para convertirse en un gánster frío y temerario que usa su agudeza para prosperar y conseguir la vida que por supuesto se merece, cómo no, mientras lucha contra la policía, sus rivales... y sus propios demonios. Sobre el papel, la clásica historia del ascenso de un delincuente desde lo más bajo a lo más alto, en resumen y en la práctica, que comienza con Dara siendo un chaval, en 1965, y que tres episodios después da el salto a veinte años después, a 1977, con una finura y picardía del todo encomiables.

No cabría esperar menos siendo como decíamos "otro" sólido, firme, violento y muy consistente relato criminal indio marcado a fuego por la relación del mencionado Dana con su padre, auténtico protagonista de estos tres primeros episodios que actúan a modo de prólogo. Un prólogo que establece el principal conflicto dramático de esta obra que pronto se deshace del aroma a déjà vu que puede impregnar este tipo de historias gracias a lo mismo por lo que destacan unas más que otras de entre todas las historias de este tipo: Por lo vivo, ágil y orgánico de una narración repleta de matices y dilemas.

Esto es, aún jugando más o menos las mismas cartas, cómo por otro lado tampoco podría ser de otra manera, cuanto más avanza más acusados y notables son los detalles, flecos y giros que dotan a 'Los reyes de Bombay' de su propia alma, enriqueciendo este "otro" sólido relato criminal indio adictivo y potencialmente apasionante para quien guste de este tipo de relatos criminales con un fuerte y poderoso componente familiar. La familia, causa y a la vez solución de todos los problemas. Ya sea en la India, en los años 70, o en cualquier otra parte del mundo en cualquier otra época.
Wanchope
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6
28 de mayo de 2010
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Desde que viera ‘La Caja’ hace ya bastantes horas ésta no ha dejado de dar vueltas por el interior de mi cabeza, algo que daré por bueno aun en contra de la primera impresión que me dejó, y que se traduce en la cara de tonto que se me había quedado al finalizar la proyección. No sé si alabar o defenestrar un film que se mueve entre aguas turbias por la peligrosa línea que separa a la tomadura de pelo de la ciencia-ficción inteligente y para adultos. Aunque, si algo define a esta producción, es su intento por salirse del camino establecido por las modernas y efectistas vertientes del género fantástico o, al menos, buscar su propia personalidad al margen de los cánones de una gran industria pero sin salirse de ella. Una mezcla, en resumen, de un regusto de autor tamizado por el ojo de la taquilla.

Se antoja difícil mostrar que posibilidades ofrece sin contar más de lo necesario (que para eso ya se basta sola Cameron Díaz). No sé hasta qué punto entendí los mecanismos de la película, si es que hay algo más que entender aparte de lo evidente de su condescendiente puesta en escena (y visiblemente amputada por el gran estudio productor), una arriesgada producción de corte clásico y potencialmente muy indigesta para el común de los espectadores, quienes en su mayoría dudo que acaben de pillarle el punto a las expectativas de una película aparentemente inteligente... o profundamente idiota. Sea como fuere, este castillo de naipes que es 'La Caja' se sostiene, menos mal, aun con resultados cuestionables.

No por casualidad, el relato corto de Richard Matheson del que parte el guión de Richard Kelly (y que sólo sirve de base para el primer acto de la cinta) ya fue objeto de una adaptación en 1986 en forma de episodio televisivo en la serie ‘Más Allá de los Límites de la Realidad’. Durante su visionado es difícil no pensar que estamos ante un clásico episodio alargado de dicha serie, un mero pasatiempo sin grandes aspiraciones ni muchas dobleces que intenta disimular su verdadera fragilidad con una elaborada pirueta narrativa. Ambientada acertadamente en los años 70, Kelly se inspira en la ciencia-ficción añeja de los años 60 y 70 para presentar una elaborada estafa fílmica que sin embargo atrapa al espectador con la incertidumbre de su sencillez formal, reverenciando un retorno en forma y fondo a la raíz del género, y apuntando hacia la perdida ingenuidad del espectador.
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Wanchope
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6
28 de mayo de 2010
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Cuando sobre una película decimos que es "de género", popularmente nos referimos a que se trata de una producción de terror y/o de corte fantástico. Esta asociación tan extendida y que muchos emplean no sin cierto menosprecio resulta un tanto injusta para con un género tan válido como cualquier otro ya que, al fin y al cabo, la mayoría de las películas son "de género", ya sea este la acción, el drama o la comedia, o en todo caso, un cruce a mitad de camino entre dos o más. Claro está, hay producciones inclasificables que escapan por completo a la esclavitud que suele conllevar reconocer abiertamente una afiliación genérica, pero no dejan de ser la excepción que confirma la regla.

Así pues, nuestra reacción ante una película está supeditada a nuestra afinidad al género al que pertenezca y de como esta es capaz de conjugar y manipular sus directrices básicas para presentar un producto estimulante, e incluso a veces trascender del género para ser una obra imprescindible en cualquier término cinematográfico absoluto. En ‘Expediente 39' este es un factor clave tanto para dejar bien asentada la base sobre la que se mueve la película como para poder apreciarla en su justa medida: se trata de una película "de género", lisa y llanamente, y lo es hasta sus últimas consecuencias. Ajustada a un molde y con unas pautas bien definidas, en ningún momento se aleja de unas intenciones a las que sirve con profesionalidad y oficio... pero poco más.

Y es que ‘Expediente 39' cumple, pero siempre y cuando tengamos en cuenta su condición, y aunque lo haga de forma tan sumisa y complaciente que no represente nada destacable. Es efectiva, pero no sorprende; entretiene, pero no emociona; es competente, pero carece de alma. Siguiendo al pie de la letra el manual, y fruto de la revisión de otras muchas cintas de temática similar, la película transita por terrenos tan comunes que su capacidad de sorpresa es mínima, y salvo por momentos aislados deviene en un film tan rutinario y previsible como cualquier telefilme de sobremesa. Esto se traduce en que se deja ver con la misma facilidad con la que se olvida, no aporta nada relevante, y aunque sea aceptable que un film sólo pretenda entretener su falta de ambición la condenan a una existencia sin pena ni gloria.
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Wanchope
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10
14 de octubre de 2010
11 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final de cada año pocas películas son capaces de alcanzar el honor de ser consideradas "imprescindibles", producciones que por un motivo u otro se ganan el derecho a ser recomendadas para un visionado obligado. 'La red social' es una de ellas, tanto de este como muy probablemente lo podría ser de cualquier de los últimos 5 años. Y puede que no sea tanto por ser una de las mejores películas del año, que lo es, sino por el propio trasfondo de una historia que es mucho más de lo que aparenta y que se sirve de la creación del Facebook para hablar de valores como la amistad, la traición o la venganza mientras realiza un ejemplarizante retrato social de un momento histórico marcado por la aplastante intromisión de las tres uvedobles sobre la vida cotidiana, un fenómeno que ha marcado inequívocamente a este aun joven siglo XXI.

Lo mismo da las posibles libertades creativas que se hayan podido tomar, eterno motivo de discordia cuando la coletilla "basado en un hecho real" asoma en algún momento de los créditos de un film. Fincher, principal cabeza visible aunque no único culpable, ha alumbrado una nueva muestra de que el cine puede ser una experiencia maravillosa cuando las cosas se hacen como dios manda. Vaya por delante que 'La red social' es un prodigio de narrativa, puesta en escena y ritmo, una elaborada y exquisita 'delicatessen' cinematográfica de primera categoría que se deja disfrutar dentro y fuera de una sala de cine, y una de las opciones más ineludibles que ha dado nuestra cartelera en todo el año.

Resulta difícil destacar algo en particular de un film tan completo y sólido cuya mejor virtud, probablemente, sea su equilibrado balance de méritos entre todas sus partes. Y aunque sea inevitable hablar de la excelente labor de Fincher, quién se confirma como uno de los mejores directores de la actualidad, centrar la atención sólo en su buena mano sería un error mayúsculo, pues la perfección casi enfermiza del hijo bastardo de Kubrick sólo puede dar de sí casi lo menos que una obra maestra si le sumamos un estupendo e inteligente guión hábilmente estructurado por Aaron Sorkin; unas interpretaciones muy comedidas, sutiles y generosas de todo un reparto perfectamente escogido dignas de mención; una personalísima banda sonora obra de Trent Reznor & Atticus Ross sumamente estimulante que dota al conjunto de una personalidad reconocible y distinta; y un acabado técnico tanto visual como sonoro, que como no podía ser de otra manera con Fincher tras las cámaras, de primera magnitud y donde el realizador repite con algunos de sus habituales como el director de fotografía Jeff Cronenweth.
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Wanchope
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7
14 de enero de 2011
9 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es más que probable que el nombre de Edward Zwick le diga bastante poco a la gran mayoría del público. Y eso a pesar de contar con una filmografía con títulos tan interesantes como 'Tiempos de gloria', 'Leyendas de pasión', 'El último samurái' o 'Diamante de sangre'. Interesantes, que nunca verdaderamente notables por más que puedan ser igualmente apreciados como tales, de ahí que su distribuidora no haya considerado oportuno que su nombre adorne el cartel de la película, algo que siempre se espera de un nombre con cierta relevancia.

El hecho de que el nombre de Edward Zwick no destaque especialmente en el panorama cinematográfico no es casualidad, no porque sea un mal director que para nada lo es, sino porque su versatilidad como cineasta adolece de cierta falta de recorrido. Por lo general son trabajos más que decentes, se dejan ver sin problema alguno y con mejor o peor fortuna cumplen de sobra con lo que cabría esperar de ellos. Y con 'Amor y otras drogas' estamos en las mismas: es una apreciable comedrama que se deja ver sin problemas y cumple a la perfección, una buena película que sin embargo no destaca especialmente por nada en particular que haga de ella algo más que un visionado agradable. Ni es poco ni es mucho, pero ya es más que suficiente.

Existen dos películas dentro de 'Amor y otras drogas' forzadas a coexistir por más que en no pocos momentos estas parezcan demandar una libertad que no se vea condicionada por la otra parte: ambientada a finales de los años 90, por una lado tenemos la que cuenta la historia de amor entre sus protagonistas, un representante de ventas de una poderosa farmacéutica y una joven independiente en las primeras fases de la enfermedad de Parkinson que en última estancia es la parte que más peso acaba por asumir en la narrativa; y por otro lado tenemos la que cuenta el devenir profesional del personaje de Jake Gyllenhaal que sirve para echar poco más que un vistazo sobre el sistema sanitario estadounidense, el negocio de las farmacéuticas y la dependencia a los fármacos, cabe decir que potencialmente más interesante por cuanto mayor fondo posee. Aunque alternan metraje y se entrecruzan constantemente son dos partes bien diferenciadas que no terminan por hacer buenas migas, dando cierta sensación de que para poder coexistir dentro de algo menos de dos horas ambas han tenido que sacrificar algo de empaque, profundidad y personalidad, viéndose además condicionadas por un modelo de producción genuinamente hollywoodiense donde luce mejor el envoltorio que el relleno.
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Wanchope
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