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Chile Chile · Concepción
Críticas de Juan Antonio
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Críticas 137
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
21 de febrero de 2015
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he criticado la mediocridad del cine chileno. Y no sustento mi opinión en un simple y básico análisis antipatriota. Nunca he sido de la idea que el producto nacional hay que apoyarlo, solamente por el hecho de ser nuestro. Algún defensor de la cinematografía criolla podría argumentar que faltan recursos y apoyo para realizar buenas propuestas. Quizás tenga razón en eso de la falta de recursos, pero a mi modo de ver, la mediocridad de las películas chilenas no tienen que ver con esa carencia, sino con la falta de ideas. Y eso es aún más frustrante que no tener los suficientes recursos, porque a modo de ejemplo y sin ir más lejos, solamente cruzando la cordillera, existe una realidad totalmente distinta. Es cierto que en el país trasandino hay más recursos, pero también es verdad, que el talento y las buenas ideas sobran.

El cine argentino históricamente ha sido notable. Lo hitos cinematográficos han sido muchos. En los años ochenta con “Últimos días de la victima” (1982), “Darse cuenta” (1984) y especialmente “Hombre mirando al sudeste” (1986), ya sacaban enormes ventajas en el circuito sudamericano, en cuanto a calidad. En los noventa, la fábrica de sueños argentina siguió mejorando y aparecieron tremendas películas, a estas alturas ya convertidas en absolutos clásicos latinoamericanos como por ejemplo “Un lugar en el mundo” (1992) y “Sol de otoño” (1996). Una vez superado el año 2000, el cine argentino alcanza cuotas de calidad ya insuperables para nuestro país en el corto plazo. Es así, como nacen gigantescas obras de arte como “Nueve reinas” (2000), “El hijo de la novia” (2001) y “El secreto de sus ojos” (2009), ésta última ganadora del premio Oscar a la mejor película extranjera. Todas estas producciones comparten algo en lo que el cine chileno aún está en pañales, me refiero a la elaboración de buenos guiones a partir de brillantes y simples ideas.

“Relatos salvajes” (2014) es la última gran obra maestra del cine argentino. Dividida en seis historias, cada una con temas distintos, pero unidas por el concepto de la irracionalidad y bestialidad del ser humano. Cada episodio posee fuertes críticas, sobre todo al sistema político y social argentino, incluyendo la burocracia, la corrupción, extorsión y la injusticia. En otras palabras, se critica y se expone todo aquello que indigna y ahoga al ciudadano promedio y que no tiene las influencias económicas y políticas para subsistir. La ley del más fuerte en la sociedad moderna es el sustento de esta obra que mantiene un ritmo impecable, vertiginoso y sin pausas, que aprovecha de sobremanera sus inteligentes diálogos, humor negro y aguda sátira para dar vida a unas historias que son increíbles en su desarrollo, pero absolutamente reales desde su contenido básico y primordial. La música y la fotografía, acompañamientos ideales y afines a actores que en su gran mayoría se lucen. Destacar a Ricardo Darín, que es el gancho internacional para promocionar una película que posiblemente sin su presencia tendría menos cobertura. Ahora bien, la historia en que participa este excelente actor es quizás, la mejor de las seis.

Un acierto más del cine argentino, que como dije antes, sin exorbitantes sumas de dinero ni espectaculares efectos especiales logra un resultado más que notable. Ello nos demuestra que con buenísimas ideas y guiones bien escritos se pueden realizar maravillas. ¿Oscar a mejor película extranjera?, Ojalá. Y sino gana, como dirían en el fútbol, pega en el palo. EXTRAORDINARIA. Nota: 9/10.
Juan Antonio
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8
23 de agosto de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wim Wenders es un director al cual es muy fácil admirar, pero también muy fácil odiar. A modo de ejemplo, una de sus películas más famosas, “El cielo sobre Berlín” (1987) ha sido objeto de múltiples debates. Por una parte, algunos la catalogan de pretenciosa (cargando de negativismo este concepto) y otros que sencillamente disfrutan con cada una de sus escenas. Algo parecido sucede con la, para mi, excelente “Paris, Texas” (1984), donde público y crítica también se polarizan.

Algo distinto sucede con la obra “Alicia en las ciudades” (1974), donde al parecer existe cierto consenso, situando dicha cinta en un pedestal alto y confirmándola como uno de sus mejores trabajos cinematográficos. La película profundiza en temas difíciles, como son la búsqueda de nuestra identidad, el abandono y el recorrido de la vida misma.

Es todo un acierto esa relación que el autor establece entre la fotografía, las vivencias y la construcción de nuestra identidad en base a recuerdos. La fotografía son aquellos momentos que dejamos atrás, pero que nos sirven para recordar siempre quienes somos, aún cuando la fotografía no capte con precisión ese determinado momento. Dichas fotografías que el protagonista toma, sirven para establecer el marco en que se desarrollará la acción y además como elemento clave en la resolución del problema narrativo.

La nostalgia está presente a lo largo de toda la cinta, y resulta fácil sensibilizarse frente a una historia que es protagonizada por una niña, y sobre todo cuando logramos empatizar con ella y lo que le sucede. Las ciudades que están presentes en la película sirven de escenario para la búsqueda de la identidad de los protagonistas. El recorrido es brutal en su forma y a medida que avanza la historia y se van desarrollando los hechos vamos desmenuzando a los personajes y entendiendo el porqué de sus acciones. Desde lo macro a lo micro, desde Nueva York al distrito de Ruhr en Alemania, la acción se sitúa principalmente en hoteles y restaurantes, y logrando mantener un ritmo narrativo impecable, elemento clave en todo buen “road movie”.

En mi opinión, los puntos negativos son esos primeros quince minutos, donde la acción no posee un elemento que permita la complicidad con el espectador. Lo segundo, es que la música, si bien es emotiva, me parece en exceso repetitiva, y más que acompañar la acción termina por convertirse en un elemento distractor. Aún así, logrando superar esos detalles, la cinta de Wenders se alza como una gran película, disfrutable y recomendable en su conjunto y confirmado así, la gran calidad del cineasta alemán.
Juan Antonio
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5
23 de agosto de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arte como concepto siempre ha sido complejo de definir. El cine, como subconjunto de éste, carece también de toda objetividad, y resulta lógico encontrar diversidad de opiniones respecto a una misma obra. Aún así, el cine, como cualquier otra manifestación artística, posee ciertas definiciones y características que permiten establecer si una película es mejor que otra. Lamentablemente, aún considerando todo ello, el concepto sigue siendo subjetivo.

“Holy motors” (2012) es una rareza que se encuentra en ese lugar donde es aún más difícil establecer la calidad de la obra. Se encasilla dentro del cine experimental, de autor, intimo, surrealista, pero propio de un creador que concibe el cine como conductor de emociones. Leos Carax dirige esta producción francesa que trata sobre un individuo que trabaja para una agencia de publicidad y que pasa el día realizando “eventos”. Éstos consisten en performance artísticas, donde actor asume roles, cada uno más extraño que el otro, y que intentan en algunos casos, la provocación, y en otros, la introspección y la búsqueda de sus propias emociones.

Resulta complejo evaluar la cinta, ya que genera múltiples debates respecto al ritmo y coherencia argumentativa de la obra. Hay quienes piensan que la excesiva pretenciosidad de su director, ha transformado la película en una seguidilla de sketchs incoherentes en su conjunto. En cambio otros, la consideran como un conjunto de escenas armónicamente unidas. En lo personal, me quedo con lo último. El arte es ilimitado en sus formas, es por ello que esta propuesta, arriesgada y quizás pretenciosa (algo que en muchos casos no tiene nada de malo), es justo aquello que pienso sobre el cine y su concepción, es decir, un medio de transmisión de emociones.

El debate entre lo real y lo meramente actoral es una delgada línea que la película nunca aclara. Es también uno de los puntos controversiales. En este sentido, es normal que el espectador se confunda respecto a algunos episodios, sobre todo porque no existe una narración explicita acerca de lo que vemos en pantalla. Y es justamente esto último lo que define en si mismo al surrealismo, un estilo que el creador de esta película admira y realiza con relativo acierto.

Si “Holy motors” es buena película o no, no es algo que me corresponda establecer. La belleza se encuentra en el ojo del espectador. Sin embargo, como anteriormente señalé, existen parámetros que se deben visualizar a la hora de evaluar una obra de este tipo. El surrealismo, para ser potente y bien realizado, debe transmitir con fuerza emociones, y en esa línea, la película del señor Carax posee escenas con una gran fuerza, pero en otras, se queda a medio camino, dejando frío, desconcertado y a la vez decepcionado al espectador.
Juan Antonio
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7
15 de enero de 2014
12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Spike Jonze y protagonizada por Joaquin Phoenix (que cada vez actúa mejor), “Her” se jacta de tener uno de los guiones más originales de los últimos tiempos. De hecho, ya ganó el globo de oro al mejor guión original, lo que me parece absolutamente merecido, sobre todo porque ninguna de las destinadas a ser encumbradas como las mejores películas del año, posee un guión excepcional.

La ciencia ficción abre infinitas puertas a los creadores de historias. En este caso, la película se adelanta a un futuro no tan lejano, y aprovecha las distintas falencias que como sociedad tenemos para narrar una situación que no es ajena a nuestro presente, me refiero a la soledad, la incomunicación, el individualismo, y todas esas características que la era de la información le provee al ser humano, transformándolo en víctima de las bondades de la tecnología.

La cinta tiene varios puntos altos. En primer lugar, la gran actuación de Phoenix, que le otorga una credibilidad a un personaje difícil desde el punto de vista emocional. Un personaje con carencias afectivas, que necesita de alguien para suplir y superar una relación que acaba de finalizar. El proceso de la separación requiere, necesariamente, de ciertas acciones de parte de los involucrados y de encontrar apoyos afectivos, acciones que el protagonista busca en el lugar equivocado. Un punto que es importante subrayar es la grandísima participación de Scarlett Johansson, que no aparece en pantalla, pero utiliza su voz (muy sensual por lo demás) para crear un personaje difícil de olvidar. Básicamente porque transmite con sólo palabras, distintas emociones, como pena, rabia y celos. Los matices de su voz son atinados y su involucramiento absoluto en el personaje y la historia se nota, y mucho.

La dirección de Spike Jonze es sutil y a ratos hipnótica, pero por sobre todo elegante. Se percibe la fragilidad emocional del protagonista, y también la sensibilidad y delicadeza con que transcurren los hechos. El montaje incluye, en mi opinión, flashbacks muy bien utilizados. El guión aporta varias críticas al sistema, nuestra forma de vivir y las consecuencias que la tecnología y la comodidad nos aportan como seres humanos sociales y necesitados de lazos afectivos. El individualismo excesivo perjudica al individuo provocando ceguera respecto a las personas que nos rodean. Todo ello está muy bien planteado en la historia.

“Her”, en mi opinión, es una buena película. Sin duda, de lo mejor del 2013. Está definida como una comedia dramática, pero en mi opinión lo de comedia sobra. Es un drama mayúsculo que funciona como una propuesta atractiva, original y por sobre todo interesante. Absolutamente recomendada.
Juan Antonio
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7
10 de enero de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión Woody Allen es el mejor guionista en el presente. Y uno de los más grandes de la historia. Su filmografía es extensa y su talento infinito. Con “Annie Hall” (1977) se consagró entre la crítica, ganando cuatro premios Oscar, entre ellos el de mejor director y mejor película. De ahí en adelante, varios de sus trabajos se consolidaron como verdaderos clásicos, como por ejemplo: “Manhattan” (1979), “Zelig” (1983), “Hannah y sus hermanas” (1986), “Balas sobre Broadway” (1994), entre otras.

Sus películas comparten ciertos códigos y temáticas. El humor absurdo, sarcástico, lleno de ironía, y repleto de frases memorables y de contenido, son parte del sello distintivo del genio neoyorkino. También en varias de sus obras, el surrealismo y la fantasía, se encuentran incluidas, lo que a simple vista parece ridículo, es en realidad una forma efectiva de contar historias llenas de moralejas y experiencias de su propia vida. Prueba de ello son: “Los secretos de Harry” (1997), “La rosa purpura del Cairo” (1985) o “Medianoche en Paris” (2011).

Su último trabajo se titula “Blue Jasmine”. Protagonizada por la talentosa Cate Blanchett, la película es una comedia dramática (como casi todas sus películas) que resulta ser uno de sus trabajos más serios y maduros. En mi opinión, con “Blue Jasmine” se aleja de la comedia y del surrealismo, dando vida a una película compleja desde lo emocional.

Cate Blanchett realiza un trabajo digno de Oscar. Su actuación está llena de matices, ya que el personaje así lo requiere. Jasmine es frágil emocionalmente y tiene varios dilemas que solucionar en su vida. Es un personaje difícil, inestable sicológicamente, situación que Blanchett resuelve a la perfección.
Como en cualquier película de Allen, la historia es dinámica y su guión abundante en detalles y frases inteligentemente bien elaboradas. El montaje paralelo que utiliza, para contar la historia de Jasmine, antes y después de su separación, requiere que el personaje recorra distintos estados emocionales, aspecto, que como señalé, la protagonista resuelve de buena forma. La fotografía, destaca por tonos amarillos, lo que permite que realce el cabello de la protagonista. En general, estéticamente la película se ve bien y lo que sumado a una delicada banda sonora, resulta en un todo armónico y bien construido.

Un elemento que vale la pena destacar es el uso del espacio en la película. En anteriores trabajos, Woody Allen, aprovecha al máximo el espacio físico, por ejemplo en “Manhattan”, “Medianoche en Paris” o “A Roma con amor”, donde convierte las respectivas ciudades en verdaderos personajes, destacando su entorno y lugares históricos para contar las historias. En “Blue Jasmine”, el director prefiere minimizar los espacios, y narrar la historia en lugares reducidos, acentuando la opresión y encierro mental del cual es victima la protagonista. En ese aspecto, no aprovecha la bella ciudad de San Francisco, situación que en este caso puntual no es un defecto, dado el requerimiento de la historia.

“Blue Jasmine” es una buena película. Una obra madura, más seria de lo normal en la filmografía de Allen, pero que tiene virtudes de sobra para meterse, por lo menos, entre las diez mejores cintas del director norteamericano, y porque no, dentro de lo mejor del año 2013.
Juan Antonio
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