El simbolismo es lo que marca "Steamboat Willie", ya que fue el primero en sincronizar imagen y sonido, allá por 1928. Es más lo que significa (el famoso ratón silbando al timón es una de las imágenes de la compañía) que lo que contiene. Porque ver y revisar este cortometraje animado nos lleva una y otra vez a la misma pregunta: ¿de verdad es esto una película de dibujos animados dirigido a niños? La malsana obsesión de sacar música maltratando animales se ve continuamente y se representa con gracietas al modo "heavy" que pudiera llegar a ser "Rasca y Pica", ya sea inflando de heno el estómago de una vaca, torturando el rabo de una cabra o torturando a unos cerditos. El hecho de que sea primordial la parte auditiva hace que resulte imprescindible mostrar básicamente como musical toda la historia, a través de ese "Turkey in the straw" que suena en todo momento y que Ignatius J. Reilly lo define como "como una abominación absurdamente venerada por la sociedad norteamericana" en "La conjura de los necios". Pero el mensaje hoy en día llega confuso y distorsionado (como abogado del diablo diré que casi ha pasado un siglo y que las cosas cambian, afortunadamente).

Sin llegar a la altura de otros cortometrajes de la época de la compañía Disney, sí que desprende un aire de nostalgia y esa pizquita de historia cinéfila que le envuelve.

Y de hecho no lo es. El resultado del doblaje es la desmejoración en estado puro, el desleimiento de un producto que poco a poco se va difuminando en el aburrimiento más absoluto, sin olvidar que es una película para niños/as menores de 10 años (exceptuando algunos "mierdas" iniciales que ni vienen al caso). El doblaje penoso, banal, asqueroso en algunos casos (como las voces de esas inmundas hormigas televisivas que ya tienen que colarnos hasta en las películas de animación). La trama descentrada y el mensaje un tanto gagá, ¿o acaso era esa la intención? Habrá que preguntar a Nicholas Stoller. O a Corbacho. Menuda paloma más odiosa.

Lo siento. No he podido digerir a "Cigüeñas". La españolada versión me ha dejado sin ganas de bebés, de niños, de pájaros y hasta de lobos. Mucho menos de lobos. Tendré que intentarlo con "Storks", pero será más adelante.

Que una banda de ladrones ocasiones la III Guerra Mundial en medio de las calles de Hong Kong es para calificarla como excesiva. No es para menos. Y es que esta "Firestorm" de Alan Yuen ya comienza con un mal retrato de los protagonistas, creando al espectador una confusión innecesaria. Luego parece ir levantando cabeza, con alguna que otra escena sobrante (lo de la niña tiene pinta de gratuito) hasta llegar al éxtasis del final, esa lluvia de balas, bombas, despedazamientos... en las calles de una gran ciudad.

No consideré en ningún momento que hubiese un "fuego cruzado" ya que los disparos de la policía resultan en todo caso agresiones con tirachinas en comparación con los ladrones. Quizá intente demostrar el director el caos de una sociedad oriental que, nosotros, desconocemos. Pero lo cierto es que el sabor de boca que deja esta película no es el que me había imaginado.

Aunque hay que resaltar que sí que resulta entretenida y se deja ver. Así que ADELANTE...

Lo que pretendía ser una demoledora crítica al trabajo en cadena, a la vida que uno no quiere vivir, al gris rutinario de la infelicidad o la desidia, se me presenta como el monotemático mensaje del oprimido con tintes de superación. Sí que encuentro interesante algunos puntos, como el minimalismo musical para incidir en la desgana del personaje o en los sueños de superación que tiene, o ese final cargado de mensaje "a posteriori", pero no encuentro a "More" como un cortometraje duradero y que me cale hondo. Me sobraba tal vez esa imagen demonizada del empresario y/o capataz que tiraniza el trabajo de sus empleados, o la edulcoración de una vida vista como una rueda que gira, porque a parte de ser manido, es redundante. Vistas las críticas, a la mayoría sí que les impactó la historia, pero para gustos, colores. Pasen y vean.

Cortometraje malasio muy básico que no ofrece nada más que un mensaje de civismo y/o paciencia. Decepcionante técnica, muy pobre y penosa, al igual que una historia que no va más allá del mero "respétense" o de dejar pasar primero en las colas. Un oso y un alce (o reno) que se topan en un puente de madera, y que quieren atravesarlo en sentidos inversos, protagonizarán un enfrentamiento por ver a quién le corresponde ser el primero en cruzarlo. Aparecerán más viandantes, con prisas y ansias, lógicamente, pero con soluciones mejores que los anteriores.

Poco más se puede decir de algo que dura escasamente tres minutos. Recomendarlo solamente para los niños, aunque a algunos adultos les haga falta refrescar la memoria acerca del respeto y del civismo. Se olvida igual que como se ve: DEPRISA.

+ Su corta duración

- Lo que podría resultar humilde, aquí torna en pobre y básico.