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Burkina Faso Burkina Faso · Lolailo
Críticas de Buscapé
Críticas 693
Críticas ordenadas por utilidad
5
12 de diciembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Hitler: El Reinado del mal" es una miniserie de dos episodios que trata de sintetizar la vida de "Addie" (Adolf Hitler) desde su compleja infancia, pasando por su época de artista de poca monta en Viena hasta acabar liderando el partido que masacró 60 millones de vidas humanas.

Por tanto, hay que perdonar las múltiples licencias que su director se toma para poder sintetizar tantos personajes y hechos relevantes en tan poco espacio de tiempo, obteniendo como resultado un Robert Carlyle que hipercaricaturiza en exceso su personaje, a un universo de lo logrado por el legendario Bruno Ganz en "El Hundimiento", (Oliver Hirschbiegel, 2004)

No obstante, la cinta funciona perfectamente como docu-drama genérico si lo que se busca es mero entretenimiento más que erudición y profundidad en los temas abarcados.

Lo que si nos queda claro, es que, a pesar de las miles de películas, documentales, testimonios y trabajos historiográficos, es casi imposible lograr un fidedigno retrato robot de Adolf Hitler, ya sea por mero maniqueo historiográfico, (la historia la escriben los vencedores) o porque simplemente el tipo en cuestión era tan deplorable, hierático y simple, (el mal por el mal) que no es posible realizar un retrato robot en condiciones del monstruo.
Buscapé
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3
29 de septiembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Eraser" puede considerarse el último gran canto de cisne de la época dorada del cine de acción noventero: héroes indestructibles, villanos malísimos y alguna doncella a la que rescatar.

Un cine repleto de tópicos, violencia y chascarrillos varios sin cuartel. La cinta contó con unos nada despreciables 100 millones USD y recaudó en todo el mundo 250 millones USD lo que vino a ser una especie de semi fracaso y un sonoro indicio de que, salvo la formidable excepción de "Mentiras Arriesgadas", (True Lies, James Cameron 1994) el cine de acción ya estaba muy quemado: el público estaba harto de la sobreexplotación de las mismas premisas, fantasmadas y topicazos varios.

En sí misma, la cinta dirigida por Chuck Russel es un manual de cómo hacer una cinta de acción noventera: primero tenemos un James Caan pasado de vueltas más antihéroe que villano, luego tenemos a Arnold que hace lo que sabe hacer: enseñar músculo y empuñar armas cargándose a todo cristo. Y finalmente tenemos a la bella Vanessa Williams que hace de mujer florero, escultural, pero florero, al fin y al cabo.

Si el espectador sabe perdonar los vicios típicos de este cine, se encontrará con una cinta plenamente disfrutable, con un ritmo arrollador, escenas de acción bien dirigidas, ultraviolencia, villanos antológicos y un festín de explosiones y chascarrillos que deleitarán al amante del cine más cafre.

Además, la cinta cuenta con un Arnie que, por unos momentos, se olvida de su espantosa vena cómica, (no olvidemos que Arnie trató siempre de diversificar sus limitadas dotes interpretativas virando hacia la comedia familiar: las espantosas “Junior”, “Un Padre en Apuros” o la pasable “El Último Gran Héroe”, (primero de sus fracaso tras el megahit “Terminator 2”)

En definitiva, “Eraser” no es la peor película de Arnie y, junto con "Ejecutor", (John Irvin, 1986) es de esas películas menos conocidas del austriaco que siempre es agradable de ver si lo que se busca es desconectar con un producto ligero y se deleita uno con uno de los villanos más macarras que ha parido el cine de acción.
Buscapé
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1
8 de septiembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allá por 2005, en los mentideros de Hollywood se mascaba la jugosa noticia de que, el memorable thriller verhoeveniano que puso patas arriba la moralidad planetaria en el año 92', iba a contar con una secuela protagonizada de nuevo por Sharon Stone.

Lo que en principio se vislumbraba como una oportunidad para continuar las pesquisas de Catherine Tramell al otro lado del charco, (la multimillonaria escritora ahora está afincaba en Londres) pronto se disipó como la gaseosa: en el proyecto no iban a estar ni Michael Douglas, (vetado directamente por Stone), ni Paul Verhoeven, (desterrado de Hollywood como un perro tras los sendos fiascos de Showgirls, Starship Troopers o El Hombre Invisible) y por supuesto, tampoco iba a estar el guionista original Joe Eszterhas.

Por tanto, la cinta iba a ser un vehículo de lucimiento a mayor gloria de la Stone sin nadie que la pudiera hacer sombra. Cierto es que tenemos a los siempre espléndidos Morrisey, Rampling y Thewlis que no desentonan en absoluto y ofrecen interpretaciones más que decentes, sobre todo del excelente David Thewlis, pero por desgracia, sus roles quedan en manos de un guion que no da más de sí.

Fotografiada por Gyula Pados, nos ofrece un Londres sobrio, excelso que recuerda por momentos la era victoriana pero que pronto se pierde por la tosquedad del montaje: es una cinta que intenta emular la impecable plasticidad que Paul Verhoeven imprimió al San Francisco de la primera película. Sin embargo, aquí no hay espacio para las florituras ni para la carnaza: las escenas de sexo son ridículas, carecen de la calculada vulgaridad del primer filme y, aunque nos muestran a una Stone sexualizada, hipercaricaturizada y sobreactuada, no dejan de ser escenas risibles: la Tramell ya no nos resulta amenazadora y deseable a partes iguales, ella ya es una caricatura, un personaje que sabemos cómo actúa y que por más que se esfuercen los guionistas en engañar infantilmente “nuestra suspensión de incredulidad” al final siempre está la mirada estrábica de la Tramell para hundir todo el suspense.

Es una pena, porque el filme funciona cuando no quiere ser una copia mala de la primera cinta, pero empantana cuando plagian planos y escenas de la original. La cinta hubiera funcionado incluso mejor sin la coletilla “thriller sexual” que en pleno año 2006 resultaba hasta ridículo: lo que en 1992 era sexualidad, brutalidad y polémica, ahora se ha tornado en risible, por no decir que directamente da vergüenza ajena.

Sharon Stone es una excelente actriz, prueba de ello es su increíble interpretación en "Casino", (1995, Martin Scorsese) ella podía haber retomado su protagónico rol del 92 con muchísima más dignidad y clase que éste producto kitsch que intenta imitar la traviesa vulgaridad de la primera y se queda en un mero thriller plano y sin vida con sus trillados giros de guion y unas escenas sexuales más marmóreas que la ropa interior de la Reina de Inglaterra.
Buscapé
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10
19 de julio de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steven Spielberg llegó en pleno año 1989 encaramándose como el rey absoluto del cine comercial familiar de todos los 80s, su garras lo tocaban todo, (desde Poltergeist hasta Regreso al Futuro o los Goonies) y como Rey Midas, lo transformaba en oro.

Es imposible entender el cine de los 80s sin Spielberg o Lucas: los dos moldearon o reformularon la forma clásica de contar historias a través de antihéroes que aproximaban historias y situaciones inverosímiles al común de los mortales: los niños de los Goonies, Han Solo, Indiana Jones, todos ellos iconos intergeneracionales.

Pero Spielberg venía de dos grandes fracasos personales: El Color Púrpura y El Imperio del Sol fueron dos estrepitosos fracasos artísticos y comerciales, (lo que contrastaba con su exitosa carrera produciendo cintas ajenas) así como la descapitalización sufrida tras su divorcio con su primera esposa, a la que le tuvo que dar 80 millones de dólares, y así, por fin, poder casarse con la que era su pareja desde 1984: Kate Capshaw.

Spielberg debía despedirse de los 80's a lo grande para poder ir con una buena carta de presentación en la siguiente década de los 90's.

Y así llegamos, a la que es por muchos, considerada la mejor película de la trilogía: Indiana Jones y la última cruzada.

Tras el fiasco de "Indiana Jones y templo maldito" tocaba redención e ir a por todas, por eso productores, director y guionista decidieron apostar por una buddy movie de verdad: sentar a padre, (Sean Connery) y a hijo, (Ford) juntos para ofrecer el perfecto contrapunto.

Volvemos a la fórmula clásica de cine de aventuras pero ya en clave crepuscular, (no en vano, la cinta fue considerada el colofón final de la saga hasta la muy posterior y prescindible El Reino de la Calavera de Cristal) con todo lo mejor del cine de acción preñado de personajes y situaciones míticas. Pues ahora el Macguffin es de verdad, y el espectador no sólo se siente atrapado ante la idea de "búsqueda" de algo ignoto, (el grial) si no que la fórmula seguida lleva más allá el sentido del ritmo de "El Templo Maldito": la cinta es vertiginosa como aquella, pero da pulmón a la historia y personajes, el espectador se identifica desde el primer momento con cada escena, que aquí está llena con dos colosos, Ford y Sean que ofrecen momentos épicos, divertidos y memorables.

La cinta fue criticada ésta vez por sus múltiples licencias e incongruencias historiográficas así como los bloppers típicos de cintas de acción.

Aun con sus fallos, la cinta terminó de consagrar al icono Indiana Jones, a su actor principal, su director y guionista, que no volvería a realizar una cinta tan redonda jamás.

Así, Indiana Jones y la última cruzada, es para muchos, la última y verdadera película dedicada al mayor cazatesoros del celuloide y no es para menos: sí Clint Eastwood logró poner la guinda del pastel con su homenaje al western "Sin Perdón", Spielberg logró lo mismo con la tercera entrega: es la cinta de aventuras de corte clásico definitiva.
Buscapé
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5
17 de noviembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se dice del mejor escritor de literatura infantil de todos los tiempos, (Roald Dahl) que detrás de sus relatos, se escondía un ser bronco, alicaído y de muy malas pulgas. Una vez, cuando le dejaron sólo con sus nietos, Dahl, toda una estrella consagrada de la literatura infantil, despreció la idea de pasar una tarde con sus pupilos, pues en palabras del genio: - Odio profundamente a los niños-

Cierto es que dicha frase fue alarida en sus últimos años, cuando aquejado por la leucemia, se dedicaba a escribir relatos eróticos para revistas como PlayBoy: el genio que destetó a generaciones enteras de niños de la posguerra, ahora deleitaba a sus fans adultos con olvidables relatos pornófilos.

Huelga decir que hoy por hoy, "Las Brujas", "Matilda", "El Gran Gigante Bonachón" o su más ilustre obra: "Charlie y la fábrica de chocolate", conforman una baraja galardonada nada más y nada menos que con del corazón de millones de niños de todo el mundo.

Siendo "Las Brujas", quizás, su relato menos aplaudido pero disfrutable con plena delectación dahlaliana: la obra cuenta con una más que estimable versión realizada en 1990 por Nicolas Roeg y protagonizada por Anjelica Huston y Mr. Bean.

La versión de Robert Zemeckis, si bien es mucho más cercana a la obra original de Dahl en cuanto a realización, descripciones y desenlace. Pierde su cariz gamberro al ser comparada con la obra de Roeg: aquí el ambiente de cuento de brujas brilla por su ausencia, se pierde esa aura tenebrosa light de los 90's por una versión más kitsch y desenfadada: aquí las brujas no dan miedo, y si bien es cierto que Anne Hathaway está espectacular en sus gesticulaciones y voz, no lo es menos que Anjelica Huston resultaba, cuando menos, inquietante sin llegar nunca a rozar el cine de terror: exactamente igual que todos los relatos de Dalh, el perfecto funambulismo entre macarrismo e infantilismo.

Pero a pesar de esta carencia, hay que reconocer que las interpretaciones de Jahzir Bruno, (el protagonista principal) así como su abuela, interpretada por la veterana Octavia Spencer, conforman un dúo contrapuntístico frente al histrión encarnado por la Hathaway.

En resumen: la cinta no es una película infantil al uso, resultará terrorífica para niños de entre 3 y 8 años y un cuento de hadas divertido para los prepúberes.

Pero con todo, estando la pluma del británico-danés detrás de la historia, si se rasca un poco en el trasfondo del relato, se podrán sacar grandes mensajes sucintamente cincelados entre tanto tono pastel y aristas tan puntiagudas como las fauces de la Hathaway. Subyace sin florituras lo que toda la obra de Dalh, y por ende, la película, constituye: que por muy visceral, repugnante y viscoso sea el terror infantil, en él existe una esencia anárquica y catártica enriquecedora de la imaginación y las relaciones cognitiva-afectivas: al ver la jefa de las brujas comerse un gusano de su propia calva, el niño que llevamos dentro se constriñe entre la repugnancia y el humor: ese infantil silogismo nos hace superiores. Es saludable, pero debe ser repugnante combinado con el histrionismo y la irreverencia, partes esenciales del estilo que tanto éxito dio a Dalh.

Es por ello, que toda película basada en una obra del danés, ha de ser tomada sin los aberrantes, cínicos y maléficos prejuicios moralistas de la sociedad actual.

Disfrutable.
Buscapé
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