Una de las muchas películas que protagonizó Arturo Fernández a las órdenes de Juan Bosch, un cineasta versátil que prácticamente abordó todos los géneros existentes. Es difícil determinar como pudieron filmarse las primeras escenas en las que Arturo Fernández corre por la zona donde pasan los coches en plena circulación, es de suponer que cortarían el tráfico real o algo así. La película se muestra comedida en la cuestión del destape, pues desnudos integrales no hay, sólo parciales y muy ocasionalmente. Este film aunque tenga muchas limitaciones y no cuente precisamente con un sistema narrativo sólido, puede ser tolerado por los incondicionales de cierto tipo de comedia española pícara dentro de la cual el actor protagonista se movía con naturalidad, interpretando films de parecido corte como la muy anterior "El señorito y las seductoras" y estando ya en su etapa de papeles de seductor, después de haber dejado muy atrás sus convincentes interpretaciones en films policíacos catalanes. En la película aparece fugazmente Laly Soldevila, y hubiese sido mejor que hubiera tenido un papel un poquito más largo. Rafaela Aparicio sale un poquito más y Amparo Muñoz que tan poca suerte tuvo en la vida real es una de las actrices de moda entonces que figuran en el reparto. Quizá sea ese reparto lo mejor de la película, indicada para un tipo de público muy concreto y defensor de cierto tipo de cine español.

Un tema de Jacinto Benavente convertido en obra fílmica por Juan de Orduña, quien tras filmar algunos films de propaganda franquista encaminó su carrera hacía películas de temas populares, alejadas del estilo irritante de films suyos como "Porque te vi llorar". "Rosas de otoño" es un film tan modesto como brillante, pues nada pierde de su enjundia la obra original reflejando además unos ambientes suntuosos que realzan el tema desde su mismo inicio en la Ópera. Para dar vida a los personajes fueron elegidas las estrellas más de moda en la época. María Fernanda Ladrón de Guevara era una actriz preferentemente de teatro, pero sus incursiones en el cine fueron francamente brillantes, basta recordar su creación como madre de Mary Santpere en la tragicomedia "Miss Cuplé" o aquí mismo claro donde está muy convincente. Luchy Soto y Fernán Gómez interpretan a una pareja extranjera y Marta Santaolalla curiosamente dejaría el cine para dedicarse a la Ópera. Lo lamentable es que la mayoría de los actores de la película sean perfectos desconocidos para las nuevas generaciones. El argumento sencillo pero bien urdido y el ya referido interés de los ambientes hacen que esta película represente un producto de calidad, que tiene virtudes inseparables de buena parte del cine nacional en los años 40, época cinematográfica más sugestiva de lo que parece.

Un tema de Carlos Llopis que en la pantalla se convierte en una comedia perjudicada por el exceso de diálogos y por algunas situaciones un tanto insustanciales, pero aceptable. En el protagonismo de Alberto Closas se concentra gran parte del interés que pueda tener la película, pues dicho actor aparte de poseer una gracia especial para este género llena la pantalla gracias a su elegancia y a su distinción. Elisa Montés hace de tonta simpática que cansa a su compañero poniéndole siempre canelones para comer y se le ocurren cosas disparatadas. La dirección de Luis Lucía es más que correcta y sabe manejar bastante bien a los actores. Se decía que tenía un carácter difícil y raras veces saboreó el fracaso con sus films, teniendo reservado su hueco en la historia del cine español. Se puede destacar la aparición de López Vázquez en un papel insólito en los inicios del que se convirtió en un actor particularmente prolífico dentro del cine español y la elegancia de María Asquerino en la escena en la que canta. Los demás intérpretes son algunos de los más eficientes secundarios del cine nacional, aunque uno de ellos como era José Luis Ozores también hizo estupendos papeles protagonistas. Una película pues limitada pero con un resultado apañadito puesto que dentro de la obra del irregular Luis Lucia destaca a todas luces. Una película que sin duda agrada.

Los inicios fílmicos del autor de varios de los más horripilantes bodrios del cine cómico español de los 80, como "Agítese antes de usarla" o "Los chulos". La productora de este "Alegre juventud" era Cinematográfica Hispánica, y esta productora sufrió un duro golpe tras el fracaso injusto del mejor film de Mariano Ozores, "La hora incógnita" ya que por medio de este film tan interesante quebró la productora. "Alegre juventud" no es gran cosa y resulta bastante ingenua en su forma de narrar las peripecias de una serie de aspirantes a sacerdotes, pero comparada a lo que Ozores ofrecería en el futuro resulta aceptable e incluso tiene algunos momentos hasta cierto punto conmovedores. El director contó con sus hermanos Antonio y José Luis para el proyecto y también con Elisa Montés que entonces estaba casada con Antonio. No tardaron demasiado en separarse. En general los intérpretes están correctos. Una película pues convencional, con el siempre elegante actor Manuel Gil y un Rafael Arcos convincente antes de sufrir graves problemas personales en la vida real. Una obra representativa de la década en la que más películas aceptables tiene Mariano Ozores. Existen todos los personajes clásicos en este tipo de películas, por ejemplo el del chico que recibe las bromas por ser el más ingenuo, el pacificador, el que corrige su conducta descarriada... La historia no está mal construida del todo y en ella es el compañerismo la base de todo.

Autor de películas tan interesantes como "Brigada criminal", "Buen viaje Pablo" o "Juventud a la intemperie", Ignacio F. Iquino malgastó la experiencia adquirida en esos y en muchos más films empleándola para dar forma a uno de sus engendros más horripilantes e indefendibles, que como era de esperar presenta escenas que pueden producir cierto asco, hasta con salivilla de por medio en algún momento. Uno de los violadores le dice a una víctima "me gusta tu piel" y cuando asaltan a dos jóvenes acompañadas por una mujer no vieja pero más mayor esta le pregunta a los maleantes que quieren de ellas, y este dice "de ti nada" porque es la más mayor. El ya desaparecido actor Manuel de Benito dejó atrás su etapa como actor infantil en algunas películas de Lazaga para adaptarse a otro tipo de papeles como también ocurría en "Chocolate", otra película quinqui mucho más comedida que esta. En alguna escena sale con un gorrito que lo destaca un poco entre sus compañeros en la película, menos adornados. Bernard Seray es uno de los pocos actores de la película que llegaron a tener una continuidad fílmica en un momento dado, pero en films de corte parecido al que se comenta aquí. Lástima da ver a Seray en una película tan ingrata, quizá ha sido un actor relativamente desaprovechado. La película tiene un ritmo trepidante, se nota que la dirigió un cineasta veterano. Si en los tiempos de "Alma de dios" y "La culpa del otro" le dicen a Iquino que acabaría haciendo cosas como esta... Un film representativo de la nefasta época del cine español a la que pertenece.