Es una novela que me impactó mucho de niño. Y no tenía demasiadas esperanzas de que la película fuese a captar esas sensaciones de lenta agonía, de desesperanza y de opresión que genera el libro. No lo consiguen, desde luego, al nivel que en la novela, pero sí lo suficiente para enganchar y que no se haga demasiado larga, que lo es. Sí resulta, desde luego, una película entretenida, especialmente al principio. En el último tramo no se lleva bien el tiempo, y se queda en una sucesión atropellada de bonitas imágenes. Cuando en el cine se quieren contar en unas pocas horas historias de varios años siempre se pierde algo de credibilidad. Pero las estupendas interpretaciones, y la banda sonora dan verosimilitud y consistencia. La escena del cocodrilo es genial. Si toda la peli es apología del compañerismo, el epílogo es todo un canto a la libertad. Conmueve la crudeza de la historia en unos paisajes tan hermosos. Lo peor, algunas escenas de heroísmo fuera de contexto.

Me daba bastante pereza ver esta película, porque ya leí el libro hace tiempo, en una breve época en que me aficioné a la ciencia ficción. Pero me mereció la pena. No es que sea especialmente entretenida, más bien aburre por su extremada lentitud. Pero es entendible ya que esa lentitud pasmosa es primordial. Para magnificar la historia, para darle realismo, y para dejar tiempo para el análisis, pues a veces se siente uno abrumado por no entender de qué va la cosa. De eso se trata, de pensar, porque la fábula que se cuenta da pie a todo tipo de interpretaciones. Como si el director plantease un montón de preguntas que quedan sin respuesta. Acerca del origen del hombre, de su evolución, del hombre frente a la tecnología, del lugar del hombre en el universo, etc,… Yo la verdad, tanto en el libro como en la película encuentro un claro significado teológico, pero parece ser que no van por ahí los tiros. Lo mejor, sin duda, es como, a falta de palabras, que escasean, son las imágenes y la banda sonora las que nos muestran ese discurso filosófico inconcluso. La música es de Richard Strauss y de Ligeti, nada menos. Dos monstruos. Así cualquiera. Lo peor, por supuesto la escena en que el hombre escapa a la emboscada de la máquina. Fuera de lugar. Por un momento dejamos la alegoría metafísica y nos metemos en una novela barata de ovnis y héroes galácticos.

Segunda oportunidad que le doy a La Colmena y segunda vez que me decepciona. El libro, en su momento se me hizo insoportable. Me hacía un lío con tanto personaje. La película no aporta nada. Una sucesión de estereotipos del Madrid rancio, mísero y de la posguerra. Historias de una época poco o nada interesante. Con buena ambientación pero sin ningún encanto. Lógicamente entre tanto personaje, hay interpretaciones muy dispares. A algunos actores habría que tirarlos al pilón, por malos. Aburridota.

Los australianos tiran la casa por la ventana. Se ve que les sobraba presupuesto y nos endosan tres horitas de película. Y todo para un predecible y soso pastelón. En tres horas les da tiempo a meternos todos los topicazos imaginables; el ranchero malo malísimo que quiere todas las tierras para él, la aristócrata refinada que se ve obligada a pasar al lado salvaje, el chico duro que se vuelve blando a manos de la guapa de turno, unas cuantas heroicidades de los buenos, los malos que se quedan con la miel en los labios…e incluso meten en el guión un niño huérfano para acaramelar la historia. Cuando se sacan de la manga un bombardeo aéreo con salvamento milagroso incluido, yo ya había desconectado hace rato. Un tostón. Lo único molón, alguna escena inicial de los rebaños de ganado por los páramos de Australia, y un toque medio místico con aborigen y voz en off.

Es una película sobre el morbo, hecha por morbosos, y con la pretensión de hacernos ver lo morboso que todos tenemos dentro. Parece ser que gustó bastante. Yo parece ser que no tengo nada de morboso. La sangre me marea, miro para atrás ante escenas violentas y si gritan en la tele, me voy a otra habitación. Así que a la media hora de película ya estaba yo de los nervios. Apagué la tele, claro. Morbo aparte, la peli es una tontería que no hay quien se crea. Como tenía pinta de ser predecible a más no poder, vi los últimos diez minutos.

Mal vamos si a esto le llaman una buena película.