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Chile Chile · Santiago
Críticas de rodolfo
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Críticas 12
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
7 de diciembre de 2008
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabemos nada de nosotros mismos. Ni de los demás. Ni de nada en verdad, aunque creamos saberlo todo. Nada sabemos de la vida ni de la muerte y nos aferramos sin embargo a la primera como si ese fuera el sentido de todo. Quizá sea esto lo que propone esta película de los hermanos Coen. Mostrar aquello que es el ser humano cuando actúa como espectador de sus propios hechos, de sus propias emociones. Observar aquellas preguntas que nunca se responden. El no llegar nunca a la verdad del otro y ni siquiera a la de uno mismo.
Muchos ven, sin embargo, un vacío en esto. Como si el hombre despojado no siguiese siendo un hombre. Como si la ausencia de emociones u “opiniones” o “puntos de vista” relegase al hombre a la inexistencia. Cuando en verdad el hombre despojado no es sino el hombre verdadero, aquel que revela sus anhelos, su entusiasmo, sus ganas de amar, de ser amado.
¿Les tocó alguna vez cuando pequeños hacer crecer una planta de poroto entre algodones? ¿Conocieron a alguien a quien no se le haya podrido aquella planta y haya terminado por botarla luego de que la hubiesen evaluado en la escuela? Les cuento: un día averigüé cómo podría haberse salvado aquella planta. Había que sacarla, lavarla cuidadosamente, despojar al poroto de sus cortezas y volver a plantarla, despojarlo de aquello que lo va pudriendo y privando del aire, impidiendo sus brotes.
Esto es lo que sucede con Ed Crane en la película. El hombre que nunca estuvo allí es también el hombre que se ahoga dentro de sí mismo, una más de aquellas cosas que no están, pero que debiesen estar, para que todo sea más justo. Más verdadero. Más hermoso.
Y los Coen saben proteger a este hombre para que siga germinando, y no se pudra ni en el momento de su muerte. Por eso es bella está película. Por eso no es pesimista como piensan algunos. Porque Ed no deja de tener fe. Incluso cuando se da cuenta que es imposible encontrar lo que busca en los otros, Ed lo sigue intentando. Incluso al borde de la muerte: No sé a dónde me llevan, señala, No sé que hay más allá del cielo y de la tierra. Pero no tengo miedo. Tal vez las cosas que no entiendo sean más claras ahí.
…No. Definitivamente no sabemos nada de nosotros mismos. Salvo que podemos hacer el bien, o el mal. Que un día estamos aquí y luego ya no estamos. ¿Y qué importa si esta película no da respuestas a lo que propone? Los mismos Coen nos responden desde el film, por boca del abogado: Nosotros no tenemos que saber, sólo debemos demostrar que los otros no saben.
Y en definitiva creo que eso es lo que termina por hacer esta película. (Si la dejamos hacer, por supuesto). Despojarnos. Dejar de lado todas nuestras falsas creencias. Dejarnos a solas con nosotros mismos. Darnos una nueva fe. La esperanza de poder comprendernos realmente con los otros, y decir con ellos:
Sí, quizá ella esté allí y tal vez pueda yo decirle todas aquellas cosas para las que no tienen palabras aquí.
rodolfo
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5
7 de diciembre de 2008
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suponemos que el entender la "obra de alguien" nos lleva de alguna forma a acercarnos a él, a comprenderlo de mejor forma. ¿Pero qué pasa con Bukowski? ¿Son sus palabras las puertas por las cuales nos acercamos verdaderamente hasta él? ¿Quiere acaso Bukowski mostrarse en sus palabras? Según mi parecer no. Las palabras en Bukowski son honestas, es cierto, pero también son máscaras, envoltorios sucios y gastados en los que se esconden cosas puras. Vivas. Creo que las películas que se han hecho con las obras de Bukowski han elegido un mal camino. No comprenden el dolor que hay tras esos envoltorios. Muestran, es cierto, tienen buenas intenciones, llegan a acercarse hasta donde las mismas palabras lo permiten. Pero Bukowski no solo muestra libertad, también es una llamada de auxilio, quien no quiera verlo quizás nunca ha sentido la necesidad de ser salvado y pensará que esto es una estupidez.
En este sentido la película Factotum es un grito ahogado al interior de los hechos, confunde desesperación con desesperanza y mezcla la libertad con la tibieza. ¿O es que el reconocimiento, la publicación pueden verse acaso como una salida?
Hay un pájaro en Japón que se desgarra la garganta cuando canta. Con Bukowski sucede algo parecido. La gente se queda con sus palabras y no ve lo que le pasa, y lo desgasta con esto cada vez más. Mejor sería decirle a Bukowski que esté en paz. Que entendimos. Que cuide su garganta.
Ver Factotum es escuchar a ese pájaro cantar una y otra vez en una jaula estrecha. Y en verdad no sé si en una jaula un pájaro sigue siendo realmente lo que es. Ni sé si su canto sigue siendo igual de puro.
rodolfo
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